Lo que suena
Dicen que “cuando el río suena, piedras lleva” pero en Mompox, el río lleva percusiones de tamboras, llamadores (tambor macho) y alegres (tambor hembra), acompañados de guaches, flautas de millo, gaitas y maracones.
En el Magdalena se gestó la cumbia y sus mil variantes, ritmos del sincretismo indígena y negro que le tocan y cantan a la misma tierra que los acoge y que hoy día es un ritmo ya universal.
En Mompox su tradición se conserva gracias a la dedicación de cultores como Don Abundio quien ofrece un amplio repertorio muestra de variantes de la tambora, la alegre, la redoblada, la puya, el berroche, la guacherna, el chandé y sus expresiones dancísticas particulares como el baile de Las Pilanderas, donde los hombres se visten de mujer como parte de una antigua tradición para proteger a sus mujeres o el monólogo gestual del baile de Las morisquetas, donde se recrea una especie de trance compulsivo y salvaje que parece remitir a antiguos ritos en estados alterados de consciencia.
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Don abundio bailando Las Morisquetas. D.M.C. 2010 |
Grupo de pilanderas o farotas de Don Abundio y sus traviesos
D.M.C. 2010 |
Aquí algunas muestras de variantes del toque de tamboras de la depresión momposina:
Pero no todo es cumbia, en los barrios populares y en los mercados las picós (grandes equipos de sonido) resuenan a champeta, vallenato y regueton, ahogando poco a poco el redoblar tradicional de las campanas que, ni aunadas las de las 6 iglesias, logran acallar el vertiginoso ritmo de la (pos) modernidad.
A demás de música en Mompox se escuchan historias y leyendas de espantos, que hacen parte de la amplia tradición oral de esta ciudad, como la historia de la casa del Diablo, El cura sin cabeza que sale en Santo Domingo, El nazareno del otro mundo que deambula por las calles de la villa, entre otros que se suman a los mitos y leyendas de toda la depresión momposina, donde es famoso el hombre que se volvió caimán, la llorona loca de Tamalameque y otras tantas historias, que los momposinos han escuchado y siguen contando a sus descendientes y a quiénes visitan la ciudad.
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