El símbolo de Venus en el arte rupestre de Perú, Chile y norte de Argentina
Domingo Sánchez P. dosan16@g.mail.com Fundacion de estudios Iindigenas - Fundesin
Ponencia leída en el II SIMPOSIO NACIONAL DE ARTE RUPESTRE – Octubre 2006 TRUJILLO, PERU
Resumen
La presente investigación, trata de establecer que básicamente el símbolo creado por los Maya para representar al planeta Venus, el cual consiste en una cruz equidistante con un pequeño rombo o cruz en el centro, ha sido hallado, con la forma de una cruz equidistante pero bordeada, en manifestaciones rupestres tanto en el Suroeste de Norteamérica y México, vinculadas mitológicamente a la “estrella Venus”, y también se halla en el Caribe y Venezuela, repitiéndose en el arte rupestre de Perú, Chile y norte de Argentina. Los ejemplos presentados acá, proceden de áreas geográficas distintas y, al mismo tiempo, muy distantes unas de otras.
El autor reconoce que el hallazgo de similitudes morfológicas, en manifestaciones de arte rupestre en lugares muy distantes, no implica necesariamente un proceso de difusión. En todo caso, no es el alcance del presente trabajo determinar cuándo ni cómo pudo haber ocurrido tal proceso de difusión si lo hubo y, además, faltan estudios multidisciplinarios que permitan confirmar o negar la presente hipótesis. Para este trabajo, hemos seguido el mismo esquema utilizado en las investigaciones anteriores (Sánchez P, D 2003/4 y 2005) y como anotáramos en la primera de ellas, se trata de una hipótesis de trabajo, habida cuenta que, no estando presentes los autores de dichas manifestaciones, sólo nos queda a los espectadores del arte rupestre, intentar hallar una o varias aproximaciones al posible significado de dicho símbolo, teniendo siempre presente que, además los aportes de arqueólogos, antropólogos, etnógrafos y lingüistas, todas ellas, estarán siempre plagadas con la subjetividad propia de quienes intentamos hoy, a cientos o tal vez miles de años, acercarnos a esta forma de la cultura de los pueblos originarios.
Abstract
This research, tries to establish basically, that the Venus planet symbol, created by the Maya (a cross with a small rhomboid or a cross figure in its center), has been found as an outlined cross in the rock art manifestations at the Southwest in the United States and also in México, associated with the “Venus’ star”. The same symbol exists also in the Caribbean and Venezuelan rock art. There are also examples in Peru, Chile and Northern Argentina. The examples included here, came from different areas which are also very distant geographically speaking. The author has followed the same scheme already used in prior works (Sanchez P, D – 2003/4 and 2005) and as we wrote initially, this is a hypothesis to be proved or not, but as in this case, we have taking into consideration that the original authors are not present, so we, as spectators of the rock art, treat to approximate to some explanations about its meaning, use, etc. revising when necessary, the works by archaeologists, anthropologists, ethnographers and linguists, but not forgetting that these interpretations will not be absent from the subjectivity proper of those who intend now, hundred or thousands years after, to approach to that culture forms from the aborigine peoples.
Agradecimientos
A los investigadores venezolanos Lic. Liliana Abate y Arql. Pablo Novoa por facilitarnos copias originales de las fotos de petroglifos y pinturas rupestres de Venezuela, objeto de sus investigaciones.
Nuestras más expresivas gracias a los investigadores Earl E Maynard y especial-mente a Maarten van Hoek, no solo por sus palabras de aliento sino por la gentileza de facilitar datos y copia de dibujos y sobre bibliografía de las áreas en estudio, así como también por sus excelentes fotos y escritos personales sobre el tema.
Así mismo al Dr. Renato Aguirre B por la amabilidad de suministrarnos copia de las fotos que posee. Y al Dr. Dominique Ballereau y Hans Niemeyer por la cortesía de enviarnos copia de la separata de cuatro de sus trabajos de investigación en Chile. A don Patricio Bustamante por la bondad en el envío de sus fotos y comentarios.
INTRODUCCIÓN
Abordamos el tema de la cruz bordeada o circunscrita, calificada por oros investigadores como: “cruz concéntrica – Gastón Castillo 1985; cruz de brazos iguales con contorno cruciforme – Mostny y Niemeyer 1983; cruz de brazos iguales contorneadas por un diseño cruciforme a distancia constante – Ballereau y Niemeyer – 1998; la cruz americana (o cruz regular con contorno) según Ballereau y Niemeyer -1999,) la cual consideramos como el símbolo “mesoamericano” de Venus por haber sido demostrado por científicos estudiosos de los Maya (arqueológica, antropológica, lingüística y mitológicamente) su identificación con el planeta por razones que el lector hallará más adelante. En todo caso, esta investigación como las anteriores sobre el mismo tema (Sanchez P, D – 2003/4 y 2005), se inscriben dentro de una hipótesis de trabajo. Estamos perfectamente conscientes que no estando presentes los autores de las manifestaciones rupestres, no nos queda a los espectadores, además de admirar el esfuerzo personal y el trabajo de su hechura, los contenidos, las técnicas (tanto en las pinturas rupestres, los petroglifos y los geoglifos), sino arriesgarnos a ”interpretar” dichas manifestaciones, con toda la carga subjetiva, producto de nuestra propia cultura y la época en que intentamos adentrarnos en los posibles usos, propósitos, significados, etc. de dichas representaciones.
En las investigaciones anteriores, hemos recibido críticas de algunos académicos porque, según algunos de ellos, a) el símbolo mesoamericano de Venus, no es exactamente parecido al resto de símbolos hallados; b) porque no hemos podido demostrar cómo ni cuándo pudo haberse producido la posible difusión desde Mesoamérica, si la hubo, y c) se trata de pura coincidencia y de invenciones autóctonas. Entre otras causas, también: d) que no siendo posible fechar con exactitud (al menos los petroglifos y los geoglifos) les parece dudoso que etnias antiguas, hayan reconocido a Venus, como estrella o como planeta y, por último, e) que lo asocien, a través de la mitología con el símbolo que creemos lo representa. No obstante, nos atrevemos a demostrar que el diseño de la cruz bordeada, resulta común en áreas muy vastas a saber: en el sur oeste de Norteamérica, en México (fuera del área Maya), en el Caribe, Venezuela y ahora en Perú, Chile y en el norte de Argentina. No hemos tenido aún información procedente de Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia, ni oros países de Centro América lo cual no excluye que pueda existir dicho diseño en el arte rupestre de estos países.
Además, no pretende este autor erigirse en creador de una nueva verdad. Al contrario, estamos proponiendo a los investigadores del arte rupestre en América, investigar acerca de este fenómeno de la cruz bordeada, el cual se repite con gran parecido a través de manifestaciones pintadas o grabadas en roca y en un territorio tan extenso para tratar de despejar estas incógnitas.
Así mismo, hemos revisado el diseño de la “cruz andina” o chacana pero la hemos descartado por la simple razón de que su configuración no coincide con la cruz bordeada, por una parte, y por la otra porque hasta donde tenemos información, su área de difusión se halla circunscrita a los Andes. Hemos hallado también el respetable criterio del investigador Antonio Núñez Jiménez (1986) para quien este signo le parece una “cruz griega” sin mayores explicaciones.
VENUS EN MESOAMÉRICA
Los estudios en relación con Mesoamérica son numerosos, toda vez que la cultura de los Maya, principalmente, despertó el interés de las ciencias del hombre, desde mediados del silgo XIX y en mayor cantidad desde principios del siglo XX. Así mismo, ha ocurrido con otras culturas de México y en fechas más recientes, en América del Norte, particularmente en el suroeste.
Sin embargo, concentraremos la investigación, en las referencias al planeta Venus, cuyos registros quedaron inscritos en los distintos códices que lograron salvarse del exterminio del conquistador español, porque eran obras de “infieles” y “salvajes”. En este punto debemos detenernos para recordar que fue Ernst Förstmann quien en 1906 publicó un trabajo pionero acerca del manuscrito Maya en la Real Biblioteca de Drede, evidenciando el glifo de Venus en la conocida Tabla de Venus del famoso Códice. En este hallazgo, Förstemann pudo establecer que la suma de una columna de números en el Códice, relacionada con Venus era de 584, que es exacta y modernamente el número de días del período de la revolución sinódica del planeta Venus. Además logró determinar, así mismo, los períodos de Venus eclipsado o no visible de 177 y 146 días luego de su aparición matutina y su reaparición vespertina. Estas observaciones fueron confirmadas posteriormente por Herbert J Spinden (1928), Charles Smiley en 1973, según cita la autora Beth A Collea (1981:215-216). En efecto, por ser un planeta de los llamados interiores, partiendo desde el Sol, después de Mercurio, su órbita alrededor de esa estrella, y por la posición de la Tierra, se producen momentos en los cuales aparece al amanecer, luego no está visible (conjunción inferior), reaparece como cuerpo vespertino, luego desparece nuevamente (conjunción superior) y así sucesivamente.
Carta celeste 1 Muestra los tres cuerpos celestes: Sol, Venus y Tierra, así como
los movimientos orbitales de Venus y sus conjunciones inferior y superior.
Según Rudeaux & Vacouleurs 1962:237
En el caso concreto de la sociedad Maya, Venus no solamente fue observado, como es el caso en las numerosas referencias a etnias aborígenes del norte, centro y sur de América y el Caribe, así como en casi todo el mundo, sino que además, fue objeto de estudio detallado de sus desplazamientos orbitales. Uno de los cronistas españoles Diego de Landa, escribía acerca del interés de los Maya por Venus, afirmando que: “Regíanse de noche para conocer la hora que era por el lucero (Venus) y las cabrillas (las Pléyades) y los Astilejos (Castor y Pólux)” (Citado por Morley, S G – 1972:274). Es decir, que los Maya, llegaron a calcular con una precisión que todavía asombra a los astrónomos, el período sinódico de Venus, sin máquinas de calcular ni instrumentos ópticos o de medición modernos, solo con paciencia y observación directa, alo largo de varios años seguidos. Uno de los clásicos investigadores de la cultura Maya, Sylvanus G Morley (1946) decía lo siguiente: “Venus era uno de los cuerpos celestes más importantes que observaban los antiguos astrónomos mayas. Parecen haber existido por lo menos dos nombres para ella: Noh ek, la gran estrella, y Xux ek, la estrella avispa.” (Morley, S G – 1972:274). Pues bien, la revolución sinódica del planeta alrededor del Sol, fue calculada con precisión por los maya en 584 días. El cálculo actual y exacto, según los astrónomos, es de 583,920 días. Constancia de esos cálculos de los maya, existe, principalmente, en el Códice que se conserva en Dresde, como hemos mencionado antes.
Otro autor de vastas investigaciones en el área de los Maya como Michael D Coe (1975), refiere que el culto a Venus no era exclusivo de los Maya sino que él lo considera como pan-mesoamericano. “Venus fue de enorme importancia en la religión y la mitología Mesoamericana. Gran cantidad de mitos se relaciona con la apoteosis de Quetzalcoatl-Kukulcan, la Serpiente Emplumada, como la Estrella de la Mañana, y éste y la Estrella de la Tarde, fueron concebidas como un par de Héroes Gemelos”. (Coe, M D – 1975:20 – Traducción del autor). Recordemos que Quetzalcoatl era el nombre de la serpiente emplumada, asociado al planeta Venus en idioma náhuatl para los Azteca y Kukulcan lo era, igualmente, para los Maya.
En referencia a las designaciones utilizadas para distinguir a Venus, Weldom W. Lamb (1981) menciona: “Varios nombres designaban las luminarias en los crepúsculos, matutino y vespertino. Noh ek, estrella grande, interpretado como ‘luminaria’ y ‘luminaria de la mañana’. Chac ek, estrella grande o roja, ‘luminaria del día’. Y ‘luminaria’ o estrella matutina es Chac noh ek” (Lamb, W W – 1981:235 – Traducción del autor). De paso mencionaremos que Chac, era el dios maya de la lluvia y además poseía su propio símbolo.
La influencia de la cultura Maya se expandió desde el centro de su territorio, en una región ubicada al sur de la península de Yucatán, hacia el sur este, en lo que constituyen hoy Belice, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y hacia el norte México y, según investigaciones recientes, hasta regiones remotas en el suroeste de los actuales Estados Unidos de América. Por otra parte, el reconocimiento del planeta Venus, se halla también en la cultura Inca, entre los Aymara, Chibcha, en las etnias de la Patagonia, en las del Brasil, las Guayanas y el Caribe. Como mencionamos antes, también en las etnias del territorio venezolano, se reconoce al planeta Venus, después del Sol, la Luna, el cúmulo de las Pléyades y las estrellas, según la tabla temática siguiente, en la cual hemos incluido voces de etnias Caribes, Arahuacas y Aisladas o no clasificadas lingüísticamente.
Venus Tabla Temática 1
Etnia |
Stock lingüístico |
Nombre indígena |
Ubicación |
Baré |
Arahuaco |
Uinade,Wuinadi,Wuinati |
Venezuela |
Caribe Antillano |
Caribe |
Toubayoúala |
Antillas |
Carijona |
Caribe |
Kanamari,Nimá |
Colombia |
E’ñepá |
Caribe |
Tosempetyomënë |
Venezuela |
Kari’ña |
Caribe |
Noposko |
Venezuela |
Makushi |
Caribe |
Puompo,Capuano |
Brasil |
Pemón |
Caribe |
Kaiunog,Kaiunoi,Nimá |
Venezuela |
Piapoko |
Arahuaco |
Baluátami |
Venezuela |
Ye’kuana |
Caribe |
Kumasi,Kumachi,Amaduwakadi |
Venezuela |
Wanai |
Caribe |
Kapurutu |
Venezuela |
Warao |
Aislado |
Anakura,Jokonakura |
Venezuela |
Warekena |
Arahuaco |
Kuliábali,Iwili,Manubali |
Venezuela |
Wayana |
Caribe |
Kumasi |
Guyana, Surinam |
Wayúu |
Arahuaco |
Jolotsü, Jolotsi |
Venezuela |
Wo’tuja |
Sáliva |
Mara’cirika,Mara’ye’ekui’wá |
Venezuela |
Es de advertir al lector que hemos copiado, a título ilustrativo, los nombres usados por etnias diferentes, conservando la ortografía del idioma español. Así mismo hemos optado por incluir la respectiva filiación lingüística y la ubicación territorial actual (2003). Así mismo, nos parece interesante destacar que hemos revisado más de veinte vocabularios relacionados con temas de Astronomía de las diferentes etnias de origen Arawak, habiendo hallado solo el caso de los Baré, Piapoko, Warequena, Wayúu (en Venezuela) que poseen una voz para designar al planeta Venus directamente, como puede evidenciar el lector en la tabla anterior. Sin embargo, creemos interesante dar a conocer en la tabla temática 2, los nombres para designar a las estrellas en general a varias etnias de origen Arawak.
Estrella Tabla Temática 2
Nombre indígena |
Etnia |
Fuente Bibliográfica |
Urupu |
Maipure |
1 |
Imporiko |
Antis |
1 |
Mali (1) |
Arawak |
1 |
Serigu |
Arawak |
1 |
Uinimali, Uiuinari |
Baniwa |
1 |
Arékere |
Baure |
1 |
Uinali |
Baré |
1 |
Impokiro, Siri |
Campa |
1 |
Kiwiri |
Karutana |
1 |
Kataheri |
Kuniba |
1 |
Kapuhe |
Mehinaku |
1 |
Zuri |
Paumari |
1 |
Catagiri |
Piro |
1 |
Uine |
Yavitero |
1 |
Kaa’lunti |
Wauná |
1 |
Uínati |
Baré |
2 |
Uiminali |
Baniwa |
2 |
Uine |
Yavitero |
2 |
Iuiri |
Warekena |
2 |
Hiwiri |
Karútana
(Kurripako) |
2 |
Hiuisi |
Katapolitani
(Kurripako) |
2 |
Hipai |
Siusi |
2 |
Hipai |
Tariana |
2 |
Hipai |
Yukuna |
2 |
Wiwa, Estarey |
Taíno |
3 |
Hemos utilizado como fuentes para estos vocabularios: 1. Para las etnias Arawak, “Linguas Indígenas 2000” del recopilador Víctor A Petrucci; 2. Anexo 1. Koch-Grümberg, Th – 1995 Vol. 2:306-307. 3. Para los Taíno, el Diccionario del Proyecto del Consejo Inter-Tribal Taíno 2002. Así mismo se ha utilizado la ortografía en español. Hemos seguido igualmente la nomenclatura actual de las etnias, según M Lizarralde – 1988.
Finalmente, hemos creído útil también, incluir otra tabla temática con las designaciones para Venus en otras etnias pertenecientes a otras filiaciones lingüísticas muy importantes, como la Azteca, Maya, Inca y Mapuche.
Venus Tabla Temática 3
Etnia |
Nombre indígena |
Ubicación |
Azteca |
Citlapol |
México |
Nahua |
Tlahcuicalpantcuhtli (2) |
México |
Maya |
Xux ek |
Mesoamérica |
Maya |
Chac ek, Noh ek |
Mesoamérica |
Inca |
Auquilla, Qoyllor |
Bolivia, Perú |
Mapuche |
Yepun |
Chile, Argentina |
En la mitología de los Taíno, recopilada por el fraile Ramón Pané (1498) quien acompañara a Cristóbal Colon en su segundo viaje a América, no hay referencias explícitas referidas al planeta Venus. Si embargo, en el análisis de los mitos referidos al héroe mítico Guayahona, el investigador Sebastián Robiú L (2003) lo relaciona, a partir de los mitos de dicho personaje, con el planeta Venus en sus apariciones matutina y vespertina.
LA SIMBOLOGÍA DE VENUS
Los Maya identificaron a Venus con un símbolo específico, el cual se halla repetidas veces en el Código de Dresde y en algunas referencias en los Códices de Madrid, París, Borgia. A los efectos de esta investigación, hemos optado por reproducir el símbolo maya que identifica a Venus, como entidad planetaria. (Ver gráficas B1 y 2) a partir de los cuales hemos establecido innegables parecidos con los ejemplos hallados hasta ahora en los registros de pinturas rupestres y petroglifos en Venezuela y en Islas del Caribe. La identificación del planeta Venus, tanto en los glifos mayas como en las llamadas ‘bandas celestes’ por parte de los estudiosos del tema, se apoyan en evidencias lingüísticas. (Collea, B A – 1979).
Como anotáramos antes, Venus fue asociado por los Maya con el dios de la lluvia Chac y por ello, es que existen otras representaciones asociadas al planeta. Así mismo, Venus estaba vinculado por los Maya con Kukulcan, la serpiente emplumada. Por su parte los Azteca, que poseen un equivalente de esa serpiente llamado Quetzalcoátl, ésta también se halla, a su vez, relacionada al correspondiente dios de la lluvia Ehécatl. Como prueba que el mismo símbolo maya, figura en el área Azteca, se reproducen las gráficas C 1-6, D 1-2. Es bueno mencionar que, acerca de la serpiente emplumada existe toda una mitología extensa e interesante en gran parte de América.
A título de ampliación a nuestro primer estudio sobre este tema, hicimos una inspección en algunos textos de autores norteamericanos. Entre ellos, los libros de Polly Schaafsma (1971,1980, 1992), Alex Patterson (1992) y Dorcas S Miller (1997), Jack Steinbring (1995), así como trabajos del arqueólogo Boma Jonson (2002), con la finalidad de documentarnos acerca de los símbolos y la mitología atribuidos a Venus por los primeros pobladores de Estados Unidos. Sin que esta búsqueda significara que abarcamos todo el amplio espectro del arte rupestre de Norteamérica, hallamos suficientes ejemplos, tanto gráficos como textuales, del conocimiento de Venus, como estrella matutina, o vespertina, con un innegable parecido a las figuras halladas en Venezuela y en el Caribe.
Las figuras más antiguas, eran rombos, en silueta o llenos, y luego la figura cruciforme, común de los Maya, con un pequeño rombo en su centro completada con cuatro pequeñas esferas rodeando la cruz para denotar las fases por las cuales pasaba la visibilidad del planeta (Milbrath, S – 1999:187). Es decir, que pareciera que las figuras atribuidas a Venus por los indígenas tuvieron, básicamente, las siguientes formas:
A. Un rombo lleno o su silueta.
Vivienda tipi y abrigo de piel Omaha con diseños de la estrella matutina
(Ilustración de Dorsey, A - Study of Siouan Cults, 398). Reproducido con permiso
de la autora Dorcas S Miller, – (Fig. 11.6) 1997:233.
B. Una cruz simple y equidistante con un pequeño rombo en medio, rodeada de cuatro pequeñas esferas
Primer registro cronológico del símbolo de Venus en una estela de La
Mojarra en la costa del golfo de México. Reproducido con permiso del autor Anthony Aveni 1997:96.
Símbolos Maya de Venus. Obsérvese en particular la primera figura de la izquierda. Según Herbert J Spinden (1928:2)
C. Una cruz equidistante, simple bordeada.
Petroglifo con cruz bordeada ubicado en Tularosa Creek, Nuevo México.
Según Polly Schaafsma 1992, fig. 74, pp. 61 “Rock Art of New México”
Fotografía de Kart Kernberger Editado por Museum of New Mexico Press,
Santa Fe – Reproducido con autorización de los editores.
Pintura rupestre en Cavirriboto., Venezuela – Foto cortesía Pablo Novoa -2005.
Pintura rupestre Cerro El Cejal, Venezuela (Dibujo original de J M Cruxent)
Pintura rupestre en Punta del Este, Isla de la Juventud. Cuba (Foto cortesía de Adolfo López (2003).
Petroglifo en Sierra Prieta, Comedero Arriba, Cotui, República Dominicana
(Foto cortesía de Adolfo López 2003)
Petroglifo en Nirgua, Venezuela.
(Foto cortesía de Liliana Abate – 2003).
D. Una doble o triple cruz equidistante bordeada o circunscrita.
Petroglifo atribuido a Quetzalcoátl (Según J Soustelle 1967 En: Patterson, A 1976:76)
Petroglifo en Guayabal, Azúa, República Dominicana
(Foto Adolfo cortesía de López 2003)
Ejemplos de los casos: tipo A, se hallan en América del Norte. El tipo B es particular de los Maya. Ahora bien, sin ser expertos en iconografía, pensamos que bien pudo haber evolucionado de una figura romboidal original, hacia la cruciforme, con o sin el rombo central, completada después con cuatro círculos por los Maya. El tipo C. corresponde a México, Sur Oeste de Norteamérica, Venezuela, el Caribe y Sur América, el tipo D se encuentra en México, el Caribe y parte de América del Sur.
Al intentar establecer alguna relación entre las manifestaciones del arte rupestre y eventos o cuerpos astronómicos, debemos decir que existe de entrada un serio problema y es, el fechamiento de estas manifestaciones, sean pinturas rupestres o petroglifos, por una parte. Es decir, que no estando presentes ni poder ser consulados los actores, es decir, los indígenas autores de tales manifestaciones, solo nos queda a nosotros, los espectadores, inferir las interpretaciones de lo que pudiesen ser o representar tales manifestaciones en el arte rupestre. Por otra parte, a medida que la ciencia y la tecnología avanzan, los arqueólogos disponen ahora de nuevas y sofisticadas herramientas para fechar, al menos con bastante precisión, la edad de los pigmentos de las pinturas rupestres. En el caso que nos ocupa, no disponemos por lo pronto, de un fechamiento siquiera aproximado en cuanto a la edad o de la fecha en que pudiesen haber sido hechas estas pinturas rupestres. Ello nos condiciona a tratar de aproximarnos a una fecha ideal e hipotética posible de su ejecución.
Hemos decidido incluir algunos ejemplos del símbolo atribuido a Venus por los aborígenes de las culturas norteamericanas, de México, el Caribe y Venezuela, con la idea de mostrar la recurrencia del fenómeno en lugares muy distantes, según se describe al pie de cada gráfica. (Sánchez P, D - 2003/4 y 2005).
EL CASO DE PERÚ
Los estudios de antropólogos y arqueólogos, nacionales y sobre todo extranjeros fueron dedicados principalmente en este País, a una de las culturas más importantes de América: la Inca. Es por ello que existen numerosas investigaciones desde mediados del Siglo XIX y a lo largo del XX. En cambio el arte rupestre había resultado marginado, en cierto modo. Sin embargo, desde mediados del Siglo XX como: la investigación y la obra de Antonio Núñez Jiménez, hacia 1980 y algunos otros autores, especialmente en el XXI, ha tomado el lugar que le corresponde. Y lo confirman algunos hechos como: a) La investigación y el libro “Arte Rupestre del Perú. Inventario Nacional” de Rainer Hostnig – Lima 2003; b) I Encuentro Peruano sobre Arte Rupestre EPAR– Lima, 2004; c) I Simposio Nacional de Arte Rupestre –Cuzco 2004 y d) el II Simposio Nacional de Arte Rupestre en Trujillo 2006.
En cuanto al Perú se refiere, tal parece que, según los investigadores Antonio Núñez Jiménez (1986); Earl E Maynard (1994); Maarten van Hoek (2003), existen ejemplos del símbolo atribuible a Venus, según nuestra opinión. Los hallamos en los siguientes sitios rupestres: Cerro Mulato, Cerro San Antonio (La Libertad), Checta, Huancor, Las Boliches, Miculla (Tacna), Pantiacolla (Madre Dios), Quillasca La Caldera-Corralones y Yonan. Veamos en detalle los ejemplos.
A) Cerro Mulato.
Según Maarten van Hoek (2003), este yacimiento se encuentra ubicado cerca de Chusoyape, en el territorio norte de Perú. El lo describe de este modo: “Es un área seca. con vegetación xerófila. Las rocas decoradas, se hallan en los lados sur y suroeste y están en pequeñas concentraciones. Muchas rocas contienen petroglifos pero pocas veces -unas cinco- tienen un solo petroglifo. Todas las figuras han sido percutidas superficialmente. No hay petroglifos con grabados profundos.” Hoek, M van – 2003 – Internet).
Petroglifo en Cerro Mulato La foto superior muestra la cruz bordeada doble. Foto cortesía de Maarten van Hoek (2003)
Según el autor van Hoek, “esta foto, muestra al menos uno de cuatro diseños en forma de cruces. Lo llamativo de este caso es que este diseño ocurre en un una gran área.” (Op. Cit).
El autor van Hoek menciona además que “Los petroglifos de Cerro Mulato, han sido datados como correspondientes al período de la cultura Chavin.”. (Van Hoek, M – 2003). En comunicación personal, el arqueólogo Daniel Castillo B (2006) nos dice: “muchos de los sitios del valle Chicama están relacionados a sitios con ocupación pre-cerámica o sea, desde los 10 mil años hasta periodos con cerámica y tardíos. Hay toda una secuencia que aun los hacen más difíciles de descifrar solamente por la iconografía formativa se identifica a los de Chavin o Cupisnique”.
Hemos optado por incluir dibujos de la extensa obra de Antonio Núñez Jiménez (1986), en el cual se pueden observar tres cruces que dicho autor califica como “cruces griegas irregulares”. La de la derecha es muy parecida a la foto anterior del autor van Hoek. En este caso se trata de la cruz con doble borde externo.
Cerro Mulato, Piedra 295. Núñez Jiménez, A – 1986:164 fig. 264
Cerro Mulato, Piedra 296. Núñez Jiménez, A - 1986:165 fig. 267
Es por ello que nos ha parecido interesante, incluir una tabla en escala del tiempo, donde se muestran las diversas culturas estudiadas por la arqueología peruana. La escala está dividida en horizontes, a saber: Periodo Inicial, Horizonte Temprano, Intermedio Temprano, Horizonte Medio, Intermedio Tardío y Horizonte Tardío.
Tabla 4 Mostradas a escala temporal, se indican las diferentes culturas importantes del Perú.
Nótese el lugar que ocupa la cultura Chavin en el Horizonte Temprano (1.000 – 200 a.C.). (Van Hoek, M – Mi página Internet 2003)
La importancia de Chavin, se resume así en el trabajo general de Bryan Fagan, editor, sobre Arqueología (1996): “La cultura Chavin ha sido considerada como el origen de la civilización Andina /…/ El arte de Cahvín y, de más importancia las ideas políticas y sociales detrás de el, fueron un catalizador para el desarrollo de los primeros estados a través de América del Sur”. (Fagan, Bryan M editor – 1996:665 – Traducción del autor).
Como complemento a una generalización aplicable al arte rupestre de Perú, nos permitimos incluir dos cronologías de: John H Rowe basada en estilos y formas y otra de Luis Guillermo Lumbreras referida en los conceptos económico social.
1. Tabla cronológica del autor John H Rowe (1962). Fuente: Arqueología de Perú. 2005
2. Tabla cronológica del autor Luis G. Lumbreras. Fuente: Arqueología de Perú 2005.
Estamos perfectamente conscientes que una de las dificultades mayores en el estudio e investigación del arte rupestre en general, son las relativas al fechamiento, sobre todo en lo que respecta a petroglifos. Sin embargo, las cronologías basadas en diferentes criterios de los arqueólogos, ayudan algo a tener una idea muy general de las posibles fechas de elaboración de los petroglifos. Hay además otro factor en contra y es que en algunos casos, se ha podido establecer que algunas figuras de los petroglifos, han sido repasadas y/o modificadas por etnias que vivieron con posterioridad a los autores originales. A este propósito referimos un ejemplo: el trabajo recientemente publicado en Ruestreweb del autor Maarten van Hoek (2006) referido al yacimiento de Toro Muerto en Perú.
B- Cerro San Antonio (La Libertad)
Petroglifo en Cerro San Antonio Perú. La cruz bordeada se halle en la parte superior izquierda.
A la derecha existe otra cruz pero sin bordes. Foto cortesía de R Hostnig 2003:200
C- Checta
Yacimiento muy rico en petroglifos, ubicado al norte de Lima, en Perú central. El autor van Hoek lo describe así: “Está ubicado en lo alto del río Chillón, al pie de una montaña. El área es más o menos plana y está cruzada por un cauce seco de un río. Hay muchas estructuras circulares entre las rocas decoradas.” Van Hoek, M – 2003 – Traducción del autor).
La imagen del medio muestra la cruz bordeada. (Foto cortesía de Maarten van Hoek – 2003).
Foto completa de la roca donde se halla una de las cruces bordeadas en Checta.
(Foto cortesía de Maarten van Hoek – 2003).
Checta Piedra 29. Núñez Jiménez, A - 1986:658 fig. 1273. Nótese el parecido con las dos fotos anteriores.
Checta. Piedra 23- Núñez Jiménez, A – 1986:655 fig. 1266
D- Huancor
Este yacimiento se halla cerca de la ciudad Chincha (Norte del Perú) y es descrito brevemente por van Hoek como “un sitio de difícil acceso, se localiza al este de Chincha.
En este petroglifo hay una forma de ave y otras figuras además de una cruz bordeada.
(Foto cortesía de Maarten van Hoek – 2003)
Huancor. Piedra 190 - Núñez Jiménez, A – 1986 fig. 1806. Note el lector que este dibujo se
corresponde exactamente con la foto anterior. Así mismo, que la cruz bordeada se halla en posible
relación con la figura de la izquierda (círculo concéntrico) y la de un posible ave.
E- Las Boliches
Las Boliches, Perú – Dibujo de Antonio Núñez Jiménez (1986) Vol. 1, pp. 86, figura 18
F- Miculla (Tacna)
Petroglifo en Miculla. Nótense dos cruces. (Gordillo, B J 1996:79).
G- Pantiacolla (Madre de Dios)
Dibujo de varios motivos rupestres, en particular el número 5.
Pantiacolla Perú - Baer, G E et al 1984:287-306.
H- Quillasca La Caldera
Petroglifo en Quillasca La Caldera, Arequipa Perú.
Foto cortesía de E Linares M – 1999: 53
I- Yonan
El yacimiento lo describe van Hoek así: “se halla en el valle del río Jequetepeque en el norte de Perú. Los petroglifos se hallan en la ladea norte, dentro de una fila rocosa, cerca de la confluencia del río Chausis. Los petroglifos están en todos lados de la fila en gran número de rocas de color azulado. Muchos petroglifos han sido superficialmente percutidos pero hay algunos con grabados más profundos. Las figuras antropomorfas no son comunes. También ha y zoomorfas. Las figuras de la letra U invertida abundan.” (van Hoek, M – 2003 – Traducción del autor).
Foto cortesía del investigador Earl E Maynard,
mostrando la cruz bordeada en la roca – (1994).
Detalle de la cruz bordeada de Yonan.
(Foto cortesía de Maarten van Hoek – 2003)
Detalle de la cruz bordeada de Yonan.
(Foto cortesía de Earl E Maynard - (1994).
Petroglifo con varias cruces bordeadas y una, aparentemente cristiana, en Yonan. (Foto cortesía de Earl E Maynard - (1994).
Un comentario acerca del caso de Perú. La mayoría de las representaciones de la cruz bordeada son figuras equilibradas geométricamente, con la excepción del ejemplo de Quillasca La Caldera, en cuyo caso, el borde de la cruz semeja más bien a una figura romboidal. Varias figuras de la cruz bordeada se encuentran aisladas, pero en otros casos forman parte de un complejo, vale decir, están inscritas dentro de un conjunto de otras figuras abstractas o zoomorfas como en Huancor 1.
EL CASO DE CHILE
En cuanto a Chile se refiere, existen ejemplos del símbolo atribuible a Venus, según nuestra opinión. Los hallamos incluidos en los siguientes sitios rupestres: Azapa (Luis Briones M (2004); Combarbalá (Dominique Ballereau (1981); Cuz Cuz y Las Chilcas, IV Región (Patricio Bustamante (2005/6); Illapel (Dominique Ballerreau & Hans Niemeyer (1996); La Silla (Dominique Ballerreau & Hans Niemeyer (1998); Pukara El Tártaro (Andrés Troncoso M (2003); Río Grande (Hans Niemeyer & Dominique Ballereau (2004); Río Hurtado (Dominique Ballerreau & Hans Niemeyer (1999) y Valle de Lluta (Renato Aguirre B (2006). Sin embargo, en cuanto a las representaciones de la cruz bordeada, objeto principal de esta investigación, nos parece que, a juzgar por las informaciones que poseemos, ellas se hallan concentradas parcialmente, en la región llamada Norte Chico chileno. Y que sepamos hasta ahora (2006), hay pocos ejemplos de este diseño en el centro y en el sur de Chile.
Veamos entonces los ejemplos.
A- Azapa
Un estudio sobre el arte rupestre del Valle de Azapa, Tarapacá (Arica), al referirse a los petroglifos en la zona del extremo norte de Chile, el investigador Luis Briones M (2004) los califica como: “grabados en las rocas de superficies oxidadas por el tiempo; se encuentran asociados a centros aldeano, cercanos a cementerios o “gentilares”, a centros de culto en sectores geográficos específicos que se hayan en las inmediaciones de senderos indios prehistóricos, rasgo característico del tráfico interregional”. (Briones, M, L – 2004:2).
Petroglifo en Cerro Chuño, Valle Azapa Chile – (Foto A Romero)
B- Combarbalá
Petroglifo en Combarbalá, Chile - Ballereau, D 1981 Planche 40n
Petroglifo en Combarbala, Chile – Ballereau. D 1981 Planche 43f
Petroglifo en Combarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 44b
Petroglifo en Combarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 44g
Petroglifo (aparentemente intervenido) en Combarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 45a
Petroglifo en Comarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 45b
Petroglifo en Combarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 50g
Petroglifo en Combarbala, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 52j
Petroglifo en Combarbalá, Chile. Conjunto de figuras zoo y antropomorfas
junto a la cruz bordeada - Ballereau, D 1981 Planche 53d
Petroglifo en Combarbalá, Chile.- Ballereau, D 1981 Planche 56j
Petroglifo en Combarbalá, Chile – Ballereau, D 1981 Planche 57c
C- Cuz Cuz
En Cuz, Cuz, IV Región de Chile, área intensamente investigada por Patricio Bustamante, existen varios petroglifos con cruces, pero solamente uno con una cruz inscrita.
Dibujo del petroglifo que contiene la cruz bordeada. Según el autor Patricio Bustamante (2006),
la posición del símbolo, “apunta en dirección aproximada a los puntos cardinales” Comunicación personal.
Petroglifo de Cuz Cuz CHILE - Foto original cortesía de Patricio Bustamante (2006).
D- Illapel
La caracterización general del sitio Salinas, es según los autores Bellereau y Niemeyer (1998) la siguiente: “El sitio se halla a 1200 msnm, con siete bloques esculpidos. Los bloques grabados son graníticos o andesíticos”. (Bellereau & Niemeyer- 1998:324)
Petroglifo en (Salinas) Río Illapel, Norte Chico, Chile – Bellereau, D & H Niemeyer 1996 - 17ª
Nótese la existencia de dos figuras de la cruz bordeada.
Con respecto al sitio “Los Mellizos (1680 msnm), citan los autores Ballereau y Niemeyer: “Hay 58 bloques grabados. Es el sitio más rico en arte rupestre del curso superior del valle Illapel. Se extiende al pie de monte del lado izquierdo del río por unos 2 km. /…/ en estos sitios, la ausencia de numerosos bloques registrados y de desechos cerámicos revelan antiguas zonas de ocupación humana, las cuales están asociadas a conjuntos rupestres /…/ En conjunto, los grabados de estas ocho estaciones se encuentran relativamente bien conservados. Porciones de superficie aparecen descascaradas por la acción química de los agentes atmosféricos y/o variaciones de temperatura. /…/ En el alto Illapel, los diseños son a base de elementos lineales; se encuentran traros casos de superficies vaciadas.” (Op. Cit. 1998:327-328).
Petroglifo en (Los Mellizos) Alto Río Illapel, Norte Chico – Chile - Bellereau, D & H F
Niemeyer 1996 - 21a La figura cruciforme se halla cortada en el lado izquierdo superior.
E- La Silla
Los investigadores H Niemeyer y D Ballereau (1998), anotan en una extensa investigación del sito, lo siguiente: “El cerro La silla, en la precordillera andina Chilena, se eleva hasta 2.418 msnm y se encuentra en el límite de las regiones de Atacama y Coquimbo, en el Norte Chico semi-árido. En la quebrada Los tambos …se encuentran diseminados más de quinientos bloques de granito y andesita. Estos bloques están cubiertos con numerosos grabados rupestres de dimensiones y densidades muy variables /…/ El conjunto de signos presentes permite definir el estilo rupestre La Silla, cuyos elementos constitutivos mayores son: las figuras humanas y animales (y su integración), los signos geométricos abstractos (círculos, espirales, “enrejados”, cruces con contorno cruciforme, círculos con segmentos exteriores) y conjuntos simplemente ornamentales. (Niemeyer, H & D Ballereau – 1998:277).
Petroglifo en La Silla, Chile - Ballereau, D 1981 Planche 30 D
Petroglifo en La Silla, Chile – Ballereau, D 1981Planche 32 E
Petroglifo La Silla, Coquimbo Chile. Niemeyer H F & D Ballereau 1996:27b
Petroglifo en La Silla, Coquimbo, Chile - Niemeyer HF & D Ballereau 1996:27f
- Las Chilcas
Petroglifo de Las Chilcas 1, IV Región CHILE. Nótese la cruz bordeada en lado izquierdo inferior
dentro del conjunto de otras imágenes. Fotografía cortesía de Patricio Bustamante (2006).
Petroglifo de Las Chilcas (2), IV Región CHILE. Nótese la cruz, solo con el borde.
Foto cortesía de Patricio Bustamante.
G- Pukara El Tártaro
En un interesante estudio de Andrés Troncoso M (2003), en el valle de Putaendo, en el curso superior del río Aconcagua, se rectifican por así decirlo, los conceptos de investigadores anteriores, del arte rupestre de esta región de Chile. En efecto, el autor menciona: “Las investigaciones realizadas en estos últimos años en el curso superior del río Aconcagua, principal área de existencia de este arte rupestre muy en especifico en el valle de Putaendo, han venido a modificar los lineamientos clásicos que se proponía para esta zona. En específico, para el periodo Intermedio Tardío se ha demostrado que la cultura Aconcagua no es la entidad característica de la zona, sino que más bien en esa área se darían desarrollos culturales propios, ínter digitados con elementos de las cultura Aconcagua y Diaguita, lo que directamente afecta el conocimiento que teníamos sobre el estilo homónimo, hecho que afecta directamente a los postulados que se manejaban para la asociación entre arte y cultura” (Troncoso M, A – 2003:2).
En cuanto al tema de las formas, nos indica el autor mencionado antes: “Múltiples formas geométricas complementarían este estilo de arte rupestre, entre las que se cuentan círculos, cruces inscritas, clepsidras, líneas en V y W, entre otros. /…/ En particular en el valle de Putaendo se identifico una fortaleza incaica desconocida y sin registro etnohistórico, correspondiente al pucara de El Tártaro. Sugiere una importante ocupación de contingentes diaguita-incaicos en el curso medio del río Putaendo, así como una presencia más fuete del Tawantinsuyu en este valle, avalada tanto por la arquitectura monumental del sitio como por la presencia de al menos unas ocho collcas.” (Op. Cit. pp. 2).
Petroglifo en El Tártaro, río Aconcagua Chile – Foto cortesía de A Troncoso M 2003:22 Fig. A
Petroglifo en El Tártaro, río Aconcagua Chile – Foto cortesía de A Troncoso M 2003:22 Fig. E
H- Río Grande
En una investigación de H Niemeyer & D Ballereau (2004) del área del Río Grande, Cuenca del Río Limarí, en el Norte Chico de Chile, hay también numerosos ejemplos de las cruces bordeadas, como veremos enseguida. En dicha zona que comprende “Las estaciones rupestres situadas a lo largo del río Grande, IV Región de Coquimbo, entre las localidades de Mialqui y Tulahuén: Mialqui, Paguecillo, La Rinconada del Carretón, Las Chupallas, El Cuyano y El Macano. El total de bloques grabados registrados alcanza 257, con 342 petroglifos identificados, que dieron 329 dibujos. /…/Aparece que los mascariformes están en mayoría relativa del río Hurtado, los antropomorfos en el río Grande y el zoomorfo en río Illapel./…/ Finalmente, los 18 criterios morfológicos utilizados para describir los mascariformes del río Hurtado superior permiten clasificar los 23 aquí estudiados, y reconocer su pertenencia al estilo Limarí.” En cuanto al estilo general, los autores los definen: “Todos los grabados fueron hechos según la técnica del picoteado directo, y las líneas y dibujos pueden tener ancho y profundidad variable.” (Niemeyer, H & Ballereau, D – 2004:37-40
Al comparar la frecuencia de los dieciséis principales signos rupestres del valle del río Grande (estudiados en 1997, 1998 y 1999) de un total de 342, la “cruz con contorno” como la designan los autores llegan a 18, distribuidos así: 4 en Malqui/Tucúquete/La viñita; 10 en Panguecillo Bajo y 4 en la Quebrada de Las Chupallas” (Niemeyer, H Ballereau D – 2004:96)
Panguecillo Bajo, río Grande Chile. Roca con múltiples figuras de dobles cruces,
acerca de las cuales tenemos algunas dudas en asociarlas al planeta Venus. Niemeyer & Ballereau 2004. Fig. 5.
Las Chupallas, río Grande Chile - Roca abigarrada de dibujos como la anterior.
Nótese en el centro a la izquierda la cruz bordeada. Niemeyer H & D Ballereau 2004 Fig. 8.
Grabado rupestre en Mialqui, Río Grande, Chile. Niemeyer, H y & D Ballereau 2004 Fig. 18 E.
Petroglifo en Mialqui, Río Grande CHILE. Son dos esbozos de la cruz doble bordeada.
Niemeyer, H y & D Ballereau 2004 Fig. 19 K.
Petroglifo en Panguecillo Bajo, Río Grande CHILE - Se trata de dos cruces dobles.
Niemeyer, H y & D Ballereau 2004 Fig. 26 A.
Petroglifo en Parquecillo Bajo, Río Grande CHILE. En un conjunto de muchas figuras,
hay tres ejemplos de cruces dobles. Niemeyer H & D Ballereau – 2004: Fig. 25 A
Panguecillo Alto, Río Grande Chile – Niemeyer, H & D Ballerreau 2004 fig. 28.
En este caso la cruz está con una forma diferente del bordeado ya conocido.
Panguecillo Alto 2, Río Grande Chile – Niemeyer H & D Ballereau 2004 Fig. 32 G
Las Chupallas, Río Grande Chile – Niemeyer, H & D Ballereau 2004 Fig. 40F
Las Chupallas, Río Grande Chile – Niemeyer H & D Ballereau 2004 Fig. 40 G
I- Río Hurtado
Los investigadores Dominique Ballereau & Hans Niemeyer (1999) dicen al referirse a la Cuesta de Pabellón: “Describimos y analizamos nueve estaciones de arte rupestre del valle del río Hurtado superior, afluente norte el río Limarí (Norte Chico) repartidas en cinco sectores, entre San Agustín y el pueblo de Chañar /…/ La constitución mineralógica de las rocas grabadas es, en su mayor parte, granítica o volcánica. Gracias al clima seco, los petroglifos se mantienen en buen estado de conservación. El Sector Pabellón, situado a 24 Km. aguas arriba del pueblo de Hurtado, pertenece a la segunda zona agrícola del valle /…/ La Cuesta de Pabellón (1.8895 msnm) es una colina de la ribera norte del río Hurtado, situada entre Pabellón y el villorrio El Bolsito. Sus dos pendientes y la cresta están sembradas de numerosos bloques de origen volcánico, algunos de los cuales llevan grabados. La mayoría de esos bloques grabados se encuentran en la pendiente oriental de la colina.” (D Ballereau & Niemeyer, H – 1999:229, 234,246),
Petroglifo de la Cuesta de Pabellón – Ballereau & Niemeyer 1999:247 Figura 19.
La cruz bordeada se halla incompleta en el lado superior derecho, (marcado con flecha azul) y es de tamaño muy reducido.
“En La Quebrada de El Toro (1.865 msnm) que desemboca en el río Hurtado, por su ribera norte, al nivel de Pabellón. Allí identificamos 11 bloques, algunos de los cuales están grabados en varias caras /…/ Entre los motivos encontrados en la quebrada El Toro, la cruz con contorno (o cruz americana) merece un examen particular. En la Figura 22A vemos cuatro ejemplares, uno de los cuales no presenta el motivo cruciforme central. Pese a las degradaciones, la Figura 23E nos presenta una cruz rodeada por un círculo provisto de cuatro segmentos radiales.” (Ballereau, D & H Niemeyer 1999:246).
Petroglifo de Quebrada El Toro, Sector Pabellón –Ballereau & Niemeyer 1999:250 Figura 22A.
Nótese la existencia de tres cruces bordeadas con algunas diferencias entre ellas.
Petroglifo de Quebrada El Toro, sector Pabellón –Ballereau & Niemeyer 1999:251 Figura 23E –
La figura cruciforme está parcialmente rota.
Entre las conclusiones de esta investigación anotan los autores citados: “Hemos tratado, a través de nuestra propia experiencia de campo y de la literatura pertinente, de relacionar el arte rupestre de Hurtado con el de los valles vecinos del Norte Chico, encontrando una unidad estilística aunque con diferencias locales. La relación es más evidente con el arte rupestre de la cuenca alta del río Illapel.” (Ballereau D & H Niemeyer -1999:290).
J- Valle de Lluta
Panel ubicado en el Valle de Lluta Chile. Curiosamente este panel contiene un ejemplar de la cruz bordeada (centro superior) y más abajo a la izquierda, la imagen de la cruz doble. Foto cortesía del Dr. Renato Aguirre Bianchi (2006).
Resumiendo por nuestra parte el caso de Chile, hallamos que la mayoría de las cruces bordeadas, están inmersas dentro de conjuntos complejos de figuras abstractas. Destacan sin embargo dos casos. En el Cerro Chuño en el Valle de Azapa hay un ejemplo de una cruz múltiple, que como anotamos antes, tenemos dudas en cuanto asociarla con el símbolo común para Venus. No obstante, en el ejemplo de J Soustelle 1967, reproducido por A Patterson 1976, está referido a Quetzalcoátl que, como sabemos, está vinculado a Venus. En todo caso, es una figura que no abunda en los demás casos estudiados por el autor. El otro ejemplo interesante es el caso del Valle de Lluta, donde la cruz sencilla, está integrada a un gran panel, donde también aparece una cruz múltiple.
EL CASO DEL NORTE DE ARGENTINA
Las manifestaciones del arte rupestre de Argentina, están siendo investigadas por diversos autores, desde principios del Siglo XX. Sin embargo, nos parece curioso que en el caos de la cruz bordeada, el único ejemplo que conocemos se halla en la Provincia de Salta, ubicada al noroeste de Argentina, separada del la do chileno por el majestuoso Ande. El Valle de Calchaquí, cuya etnia ha sido considerada como un sub-grupo de la etnia Diaguita, fue conquistada a mediados del siglo XV por el Imperio Inka. Datos oficiales del censo indígena argentino sitúa la cifra de 62.000 Calchquies en las Provincias de Tucumán y Catamarca. (Servicio Nacional de Asuntos Indigenas Argentina – 1977).
Este valle, contiene buena cantidad de manifestaciones de arte rupestre. Estudios de la antropóloga Matilde María Lanza, y otros autores así lo demuestran según las referencias bibliográficas. Pero de esos estudios, en uno en particular existe un petroglifo con la cruz bordeada, como lo mostramos en la reproducción que sigue..
A- Valle de Calchaquí
Petroglifo en el Valle de Calchaquí, Argentina – Lanza, Matilde M – 1996 Lámina XXXVIb
Informa la autora Matilde Lanza que: “El valle de Calchaquí estuvo habitado por diferentes grupos humanos desde tiempos pre-cerámicos (6000 años a.C. aproximadamente) hasta el contacto con los españoles (Siglo XVI). /…/ Los primeros pobladores del Valle eran grupos pequeños de cazadores recolectores nómades, sin asentamientos estables (Periodo precerámico). Luego tenemos un momento de transición entre un modo de vida cazadores con una economía depredadora y una forma sedentaria basada en una economía productora (Periodo Arcaico). A partir del 200 d..C. aproximadamente, comienza en el valle el Periodo Formativo o Agroalfarero (el cual se divide en Temprano, Medio y Tardío); comienzan a difundirse las aldeas de agricultores, se trata de comunidades agrícolas pequeñas con un patrón de poblamiento simple pero agrupado. La subsistencia estaba basada en la agricultura y en la zona de auquénidos como fuentes primarias de alimentación y, en forma subsidiaria, la recolección (Período Temprano). Guante el periodo Medio en este sector del Valle no hay cambios profundos, continúan siendo comunidades pequeñas. El gran cambio se da a partir del Período Tardío o de Desarrollos Regionales, momento de un activo intercambio entre regiones. Tenemos un aumento de la población y su agrupación en centros urbanos o semiurbanos, una tecnología más desarrollada, obras de regadío y cultivo del maíz. Aparecen conglomerados sobre mesetas o terrazas altas (centros defensivos). Los Incas llegan alrededor de 1400, siendo una época de máxima extensión poblacional sostenida por la actividad agrícola intensa y el pastoreo de animales. /…/ Finalmente, se inicia la expansión de una nueva cultura foránea sobre las culturas del Valle, pero mucho más fuerte.” (Lanza, M M – 1998:2).
A juzgar por el trabajo de la misma autora (1998) acerca del arte rupestre del Departamento de Cachi (Salta), se caracterizan en general las manifestaciones rupestres (36 sitios) distribuidos a lo largo de las márgenes del río Calchaquí, así: “El tipo de técnica utilizada es el picado continuo, el surco es superficial y presenta en algunos casos regular y en oros irregular, también tenemos representaciones donde una parte es regular (el cuerpo de un zoomorfo o antropomorfo) y el resto es irregular (las extremidades).” Anota así mismo la autora que, en el sitio “Saladillo, los grabados que se encuentran en el Museo (de Cachi) fueron relevados por Díaz en 1986 y llevados hasta allí. Se trataba de un amontonamiento de piedras más o menos oval, donde la mayoría de lo bloques que lo componían presentaban grabados rupestres. Los bloques fueron grabados hasta en tres caras, y en los alrededores se encontraron otros grabados. En cuanto al sitio Buena Vista, anota la autora: Tenemos cruces con contorno cruciforme simple y doble” (Lanza, M M – 1998:5 y 10).
Nota: En ocasión de esta presentación en el II Simposio Nacional de Arte Rupestre
en la ciudad de Trujillo, Perú en octubre del 2006, la Dra. María Mercedes Podestá, de larga trayectoria en Argentina como investigadora, nos informó de un libro, del cual es coautora, acerca del arte rupestre en el Noroeste de Argentina, donde existen otros ejemplos de petroglifos con la cruz bordeada.
CONCLUSIONES E HIPÓTESIS
A partir de esta investigación, hemos ensanchado el panorama que poseíamos acerca del símbolo atribuido a Venus, a partir de la constatación por parte de los especialistas y académicos que han estudiado en profundidad la civilización Maya. Vale decir, que en estudios anteriores (Sánchez P, D – 2003/4 y 2005), donde dábamos cuenta de la existencia de símbolos parecidos al de origen Maya tanto en Venezuela como en el Caribe, ahora hemos constatado que existe en el arte rupestre del Perú, Chile y el norte de Argentina.
Cierto es que no poseemos aún, informaciones veraces de Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil y Centro América. Revisamos el extenso trabajo original de Cornelius Dubelaar (1986) recientemente fallecido, acerca del arte rupestre de las Guayanas, donde no hallamos ningún caso con la cruz bordeada. Ahora sabemos que tal símbolo asociado a la “estrella de la mañana” o Venus vespertino, existe como tal en el suroeste de Norteamérica y en México. También nos faltaría el estudio de los países de Centroamérica y Canadá para tener el cuadro completo de América.
En un resumen de lo hallado hasta ahora: Suroeste de América del Norte, México, Venezuela, algunas Islas en el Caribe y ahora en Perú, Chile y el norte de Argentina, constatamos que el símbolo básico, la cruz equidistante y bordeada, existe como figura aislada o bien, inscrita dentro de un conjunto a veces simple, a veces abigarrado de otros símbolos geométricos o naturalistas, pero siempre conservando los trazos elementales. Cierto es, por supuesto, que estando a tanta distancia de las épocas de creación de estas inscripciones, es prácticamente una tarea ciclópea, poder concluir que, en todos los casos ese símbolo que se repite con algunas variantes, corresponde a Venus, sobre todo si tenemos en cuenta la enorme diversidad de etnias, muchas de las cuales no han sido apropiadamente estudiadas. Igualmente, comprendemos que, presentados algunos de los ejemplos “fuera de contexto” estaríamos asumiendo algo que puede no corresponder al significado que tuvo o pudo tener para cada una de ellas, salvo el caso de los Maya y algunos de América del Norte, donde hay elementos mitológicos que apuntan hacia la identificación del símbolo con el planeta Venus.
Debido que no están presentes ni asequibles los artistas y artesanos, autores de las obras o manifestaciones de arte rupestre, solo nos queda a los espectadores, tratar de indagar los posibles significados, usos, etc. de los petroglifos, pinturas rupestres e incluso los geoglifos. Este tema lo consideramos apasionante, porque surgen inevitablemente cuestiones como por ejemplo: ¿Por qué existe un signo tan parecido, en lugares tan remotos unos de otros? ¿Cuál pudo ser su significado?
En el afán de hallar la verdad, hemos explorado por ejemplo el caso de aquellas etnias que identificaron a Venus, no como lo que es, un planeta, pero si como una “estrella de gran brillo” (matutina o vespertina) distinta a las demás. Incluso en muchas de ellas, Venus posee un nombre propio en sus lenguas y de hecho, existen varios mitos que lo relacionan con sus culturas.
Cuando iniciamos esta investigación apuntamos a que hemos tratado el tema como una hipótesis de trabajo. Y es por ello que invitamos a los investigadores de arte rupestre en América, a revisar los archivos fotográficos y la bibliografía etnográfica de sus países, con el fin de tratar de completar el cuadro, con informaciones arqueológicas, antropológicas, etnográficas y lingüísticas. Otro asunto es tratar de despejar las grandes incógnitas: ¿Es o no casual la existencia en tantos sitios diferentes del signo atribuido a Venus por los Maya? ¿Tuvo el mismo significado al simbolizar a Venus en todos los casos? ¿Hubo algún tipo de difusión y en cuál sentido? Parafraseando al célebre personaje de Shakespeare repetiremos: “He allí la cuestión”.
Notas
1. La traducción de esta palabra es “estrella grande”, siendo la única en el idioma Arawak que posee dicha referencia, lo cual nos hace suponer que bien pudiese referirse al planeta Venus, debido a su brillo aparente.
2. Dios de la estrella matutina
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo citar este artículo:
Sánchez P., Domingo. El símbolo de Venus en el arte rupestre de Perú, Chile y norte de Argentina. En Rupestreweb, http://rupestreweb.info/venus2.html
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