Samanga: Los enigmáticos petroglifos de Ayabaca (Piura, Perú)
Alejandra Guerra. marialeguerra2000@hotmail.com Arqueóloga
Fotos: Andrés Carrión Cueva. (Asociación de Apoyo y
Promoción para la Restauración de Aypate)
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Localización de Ayabaca Piura, Perú. |
Diseños antropomorfos y zoomorfos
representando deidades, seres humanos, jaguares y pumas que abundan en la
región y que en cierta forma eran objeto de veneración y culto, se mezclan con
otros animales que, de forma más estilizada, aparecen en las rocas, como monos
y serpientes, los cuales también abundaban en tiempos antiguos, y con
representaciones abstractas (como las espirales y cazoletas o huequitos tipo
tacitas) y astronómicas, que podrían indicar conocimientos de astronomía, tan habituales
en las culturas antiguas, acostumbradas a la contemplación permanente del
firmamento.
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Detalle
del panel rocoso donde se encuentra la serpiente de dos cabezas |
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Piedra "del chamán" o "del diablo"
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Ya en los años ’70 el arqueólogo
Italiano y ex-catedrático de la Universidad de Piura, Mario Polía, que con tanta minuciosidad ha
investigado las sierras de Ayabaca, hablaba de una cultura Samanga. Le
intrigaban sobremanera los espirales grabados en las piedras, por su semejanza
con otros encontrados en las selvas de Ecuador, Colombia y Venezuela, lo cual
podría significar no sólo un origen común, sino también el derrotero de los
grupos humanos llegados del norte del continente. La gran piedra grabada de
Samanga, le pareció un gran libro escrito en un enigmático idioma antiguo aún
por descifrar. Pero más estudios son necesarios, para profundizar en el
conocimiento de la vida e idiosincrasia de los más antiguos pobladores de la
sierra piurana. Remontando río arriba, por el Quiroz, en Culqui, se halla
una ciudadela y una gran cantidad de monolitos.
En general, a todo lo largo de la cuenca de Quiroz hay monolitos y piedras
grabadas, lo cual muestra la preferencia de los antiguos pobladores serranos
por establecerse cerca de los ríos, como es lógico. Estos petrogligos,
plasmados en enormes rocas, podrían representar la transición del
nomadismo al sedentarismo, ya que el grabado de una superficie rocosa de tan
grandes dimensiones, puede haber sido un trabajo coordinado de varias personas
durante mucho tiempo, aunque también podrían ser superposiciones a lo largo del
tiempo, por diferentes grupos, observando los diferentes estilos y
diseños. En agosto
de 1987, una nueva exploración se llevaba a cabo en la sierra de Ayabaca por
Mario Polía, en compañía del guía ayabaquino Celso Acuña Calle y el periodista
italiano Adriano Favaro. En esa ocasión, Polía estudió 22 piedras
grabadas, siete obeliscos y sitios que 1.000 a.C. que según él servían de
adoratorios, en lo que llamaba Valle Sagrado. El arqueólogo, ya había
descubierto en total 33 petroglifos en 1972, a los que se sumaban estos 22 y
posteriormente otras más hasta sumar 119 en total. El hallazgo de un
lanzón de 2.90 m también con grabados chavinoides, encontrado cerca de la Huaca
Samanguilla, vendría a reafirmar el criterio del origen selvático inferido de
los motivos de felinos de los petroglifos. Para Polía, Samanga es el más
importante complejo de petroglifos de América del sur. Uno de los riesgos
que corren estas representaciones rupestres, es le temor supersticioso de
algunos campesinos del lugar, que imaginan que les matan al ganado que se
acerca, lo cual les ha hecho en ocasiones intentar su destrucción.
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Motivos
antropomorfos
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Motivos
mascariformes
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Grabados asemejando huellas humanas
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Además del abundante arte rupestre,
las lluvias de 1983 pusieron al descubierto
muchos cementerios y restos arqueológicos. En el Medio Piura, en el sitio
denominado Guaraguao de Malingas, en Tambogrande, quedaron al descubierto gran
cantidad de petroglifos que estaban cubiertos de tierra y parecían piedras
corrientes. También en Guaraguao quedaron en evidencia dos monolitos de piedra labrada de 2.00 metros de
altura y un tercero de 1.80, que tenían forma de prisma cuadrangular muy
regular, como si hubieran constituido las columnas de un pórtico. En el
caserío de La Greda, cerca de la ex hacienda Locuto en el Medio Piura, estas
lluvias erosionaron un cementerio actual,
que dejó al descubierto otro precolombino,
del que los huaqueros extrajeron ceramios muy finos, así como gran cantidad de
collares hechos con chaquiras, blancas y de colores, para cuya confección se
utilizaron conchas Spondylus traídas de las costas de Ecuador. Igualmente, se
encontraron utensilios de madera y de metal. Las quebradas que erosionaban
las tierras, arrastraban gran cantidad de ceramios que los pobladores atrapaban
al paso. Los monolitos se encuentran
también en riesgo de perderse, pues han sido muy maltratados por los tractores
de los agricultores, cuando la Reforma Agraria dio posesión de las tierras a
los campesinos. En ellos están grabadas figuras que representan a un
animal, o quizá un personaje zoomorfo, o humanoide. El citado personaje tiene
la cabeza grande y redonda, y posee un solo ojo al centro. En la parte superior
de la cabeza sólo tiene cuatro pelos, no posee cuerpo y de la cabeza parten los
brazos doblados hacia arriba. Toda la figura se sienta sobre piernas largas y
rectas, con pies también muy grandes. Algunos vecinos de Tambogrande,
aseguran que en Suyo hay piedras similares, pero lo cierto, es que no están
documentadas.
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Figura
antropomorfa
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Espirales
y otros motivos
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Monolitos en El Toldo
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En Paccha hay piedras sobre las
cuales se han labrado y cincelado figuras semiesféricas del tamaño y forma de
media toronja. También en el sitio llamado Casanas, comprensión de Malingas,
hay esa clase de piedras con oquedades, que algunos estudiosos aseguran eran
destinadas para usos ceremoniales, vertiendo en ellos líquidos especiales
destinados a los sacrificios o al culto. A partir de 1983, y por varios
años, el párroco de Tambogrande, el sacerdote inglés Pablo
Stomhan, se interesó por los restos arqueológicos de la región y
adquirió 80 ceramios con los cuales inicio el Museo
Parroquial de Tambogrande. Un objeto único en su clase, se conserva en
esa colección. Se trata de un vaso pequeño, de 10 cms de alto por 3 cms
de diámetro, labrado con motivos antiguos como orlas. El material sobre el cual
ha sido labrado el vaso es lo que llama la atención, pues es algo parecido al
ónice… También llama la atención una piedra muy lisa del tamaño de un huevo de
pata, con la representación de un pez muy bien cincelado. En fotografías, se
pueden apreciar dos monolitos de Guaraguau y las piedras con oquedades de
Paccha. Las primitivas tribus asentadas en la provincia de Ayabaca y
al norte de la provincia de Morropón, fueron desarrollándose y evolucionando en
forma tal, que cuando el Inca Tupac Yupanqui inició su reducción y conquista,
ya habían logrado un alto grado de evolución cultural, igual, o quizá superior
al que por la misma fecha tenían los tallanes. Al igual que los tallanes, los
pobladores de la sierra en la época de las conquistas incaicas, constituían por
sus rasgos raciales y lingüísticos, por su común origen y por sus usos y
costumbres, una nación; pero no habían formado un Estado unificado bajo una
sola autoridad o mando. Más bien estaban formados por diversos señoríos, que,
en cierta forma, formaban una confederación. Se trataba de la Confederación de
los Guayacundos.
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Cómo citar este artículo:
Guerra, Alejandra. Samanga: Los enigmáticos petroglifos de Ayabaca (Piura, Perú)
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2014
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