Noticias
Parque
nacional Chiribiquete La
peregrinacion de los jaguares
Carlos Castaño- Uribe editor / Thomas Van der
Hammen. Ministerio del medio Ambiente, Unidad admisnistrativa
especial del sistema de parques naturales. Santafe de Bogota,1998.
Este libro es el resultado de una investigación que
comenzó en 1987 con el descubrimiento de varios murales pictográficos
enclavados en los tepuyes del actual parque nacional de Chiribiquete
(Caquetá, Colombia). Varios yacimientos similares habian
sido ya reseñados en la región amazónica (La
macarena, Río Inírida, Guayabero,etc.), pero este
cautivó especialmente la atención de un grupo interdisciplinario
de investigadores, al parecer, por considerarlo el más
majestuoso de los yacimientos artísticos de nuestro pasado
cultural.
Además de los obvios intereses arqueológicos (identificación
de contexto cultural asociado, dataciones), el libro recalca el
carácter ecológico de las representaciones pictóricas
al identificarlas con sus correspondientes naturales (venados, dantas,
raíces, etc) o cuando no es posible, bajo determinaciones
genéricas (zoomorfo, fitomorfo, etc.), al parecer todo grafismo
debería tener su correspondiente natural, lo que en últimas
demostraría el amplio conocimiento que de su
entorno poseían los primitivos artistas amazónicos
(!). La importancia que, bajo una óptica narcótico-chamánica,
posee la figura del jaguar, es interpretada a partir de paralelismos
etnográficos (investigación de Reichel-Dolmatoff),
y bajo esta premisa se establecen denominaciones como Jaguar
con flujo energético o chamán en trance
alucinógeno (?). Resulta interesante el esquema presentado
para determinar patrones tipológicos en los motivos (orden
jerárquico lineal, simétrico, etc), pero en últimas
éste resulta condiciondo por las premisas anteriormente citadas
y se basa en ordenes geométricos euclidianos. Es fácil
justificar así la importancia de cierta representación
(p.e el jaguar) por el hecho de ser el más grande en una
composición o estar ubicado más arriba en un mural.
La trancripción de figuras sueltas que aparece en las páginas
finales, pretenden guiar al lector, a través de un análisis
iconográfico (figura antropomorfa), y en algunos
casos iconológico (simbolismo asociado a la fecundidad),
utilizando la vieja fórmula museográfica de describir
un objeto para terminar creando en el observador la sensación
de que efectivamente ve lo que se describe (p.e. figura antropomorfa,
flujo energético interior y armamento).
El costo y esfuerzo dedicados a la investigación de estos
abrigos es palpable en la buena edición del libro, y aunque
se entiende que tiene un carácter marcadamente divulgativo
es importante que se recalque el estado inicial en que se encuentra
dicha investigación (y en general, la del arte rupestre
colombiano), ya que muchas de las teorías expuestas se dan
por seguras.
Es una lástima que las entidades que salvaguardan el patrimonio
histórico cultural en colombia aún sigan valorando
la mejestuosidad de los yacimientos; Chiribiquete y
sus pictografías han permanecido cientos de años protegidas
por el cerco natural selvático que lo circunda, mientras
que cientos de menos majestuosos monumentos rupestres
(p.e. altiplano cundiboyascense) desaparecen cada año entre
los crecientes perímetros urbanos y aún no ha sido
posible conseguir un apoyo comprometido para por lo menos documentar
y divulgar lo que realmente se hace urgente salvaguardar.
Diego Martinez C. Rupestre/web
COLOMBIA / RESEÑAS
BIBLIOGRAFICAS
ARTE
RUPESTRE EN CUNDINAMARCA Patrimonio cultural de la nación.
Alvaro Botiva Contreras. Gobernación de Cundinamarca,
Instituto Colombiano de Antropología e Historia ICANH. Bogotá,
2000.
El uso político de la relación entre las comunidades
y su memoria no es solo cambiante sino paradójico. Hace
quinientos años se pidió (obligó) a las comunidades
indígenas que olvidaran todo lo que a su cultura respecta,
y se generó un proceso de negación de cualquier identidad
con los objetos que de su cultura sobrevivieron al saqueo. Ahora
se pide a los descendientes de los vencidos que recuperen la significación
sobre tales objetos y que los revalúen con base en las vivencias
del presente.
Todo esto porque la retórica de la memoria se ha convertido
en una de las formas de hacer creer a las comunidades que tienen
posibilidades reales de participación, precisamente a partir
de su milenaria sabiduría. Se solicita entonces a las comunidades
locales que recuperen las tradiciones, porque ya no son basura sino
tesoros denominados patrimonio cultural.
Este proceso explica el lamentable estado de conservación
del arte rupestre registrado por Alvaro Botiva. El libro busca llevar
a cabo un registro e inventario del arte rupestre del Departamento
de Cundinamarca, y más que eso, dar a conocer su existencia
a las autoridades municipales y a la comunidad en general. El desconocimiento
de la existencia de arte rupestre también es explicado por
el proceso mencionado anteriormente. Cuando se rompen los lazos
de significación con los objetos culturales tales objetos
son invisibilizados; no existen y por tanto tampoco se tiene conciencia
de que se están destruyendo. Los múltiples ejemplos
presentados por el autor (construcción de cocheras y altares
para santos, dinamitado, rayado) son clara muestra de la efectividad
del proceso de destrucción de la memoria iniciado hace 500
años.
En el libro es recurrente el uso de la memoria en dos sentidos
que se contradicen. Por una parte se presenta a las comunidades
como portadoras de memoria e incluso deseosas de proteger su pasado.
Por otra, se les impone la memoria misma por la v’a del patrimonio;
se hace selectiva.
El objetivo de Botiva es mostrar la existencia de arte rupestre
en las doce provincias que componen el departamento. Para tal fin,
el investigador recorrió algunos de los municipios llevando
a cabo levantamientos y, como ya se anotó, divulgando la
existencia de dichos vestigios arqueol—gicos a las autoridades y
gentes de cada municipio. De esta manera, luego de un breve recorrido
por la historia de la investigación del arte rupestre en
la altiplanicie cundiboyacense, se procede a mostrar el inventario
de las rocas registradas en 120 días de trabajo. Los resultados
de la prospección arqueológica se pueden dividir en
dos puntos.
En primer lugar está el inventario de 172 rocas con arte
rupestre (pinturas y petroglifos). La presentación gráfica
incluye en algunos casos panorámicas de las rocas; en otros,
detalles de figuras o paneles y, finalmente, reconstrucciones hechas
a partir de calcos y frottages. Esta presentación es acompañada
de datos acerca de la localización de la roca, descripción
y acceso a la misma. La evaluación de este inventario, que
constituye en si mismo el libro, puede hacerse desde dos perspectivas.
Teniendo en cuenta que el texto está elaborado para administradores
municipales, cumple entonces la función de divulgar la existencia
del fenómeno, hacerlo reconocible y procurar el acceso a
las rocas. No obstante, la información útil a los
investigadores en arte rupestre es limitada. Los dibujos carecen
de elementos básicos como la escala, y la reconstrucción
de las figuras de una roca no se puede llevar a cabo. En otras palabras,
el documento no puede remplazar una necesaria visita al lugar, lo
que sería en algunos casos el ideal de la divulgación
científica.
El segundo resultado de la prospección realizada por Botiva
es la constatación del avanzado estado de deterioro en que
se encuentra la mayor cantidad de rocas con arte rupestre. Este
deterioro en muchos casos es producido por la intervención
humana sobre las pinturas o grabados. Además, Botiva muestra
el poco o nulo conocimiento de los administradores municipales no
solo de los objetos sino de su denominación como patrimonio,
y por tanto la escasa intervención para salvaguardarlo.
El texto incluye al final el documento de la declaratoria de Bienes
de Interés Cultural de carácter Departamental, con
el cual se busca la conservación de las 172 rocas incluidas
en el inventario realizado por Botiva. Dejando por fuera las miles
de manifestaciones diseminadas en el territorio cundinamarqués.
Como muchas de las leyes colombianas, esta declaratoria es ambigua
y no muestra la manera de concretar la protección real de
las rocas en cuestión, es decir, no contempla un mecanismo
real de ejecución.
A pesar del oscuro panorama presentado por Botiva, el cual contrasta
ampliamente con la riqueza en cantidad y diversidad de las manifestaciones
rupestres, este libro se constituye en un primer paso para volver
a hacer visible el fenómeno, así como las razones
por las cuales es importante no solo su protección sino también
su investigación. El inventario realizado por Botiva, y el
marco institucional en el cual se inscribe, puede estar indicando
un renovado interés por parte de las autoridades que tienen
a su cargo el manejo territorial colombiano, en lo que tiene que
ver con los objetos arqueológicos. Esperamos que el pasado
indígena no se convierta una vez más en un asunto
político con el cual se manipula una pretendida imagen de
nación; sino que se configure como un elemento de respeto
y utilidad real para las comunidades herederas de él.
Pedro M. Arguello G. Rupestre/web
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
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