Placas de cerámica pintadas. Una aproximación a un
estilo del arte rupestre mobiliar
Alejandro
Soto Velarde. Laboratorio de Conservación
de Cerámica Museo Nacional de Arqueología, Antropología
e Historia del Perú
Artículo presentado
en el marco del Primer Encuentro Peruano de Arte Rupestre(EPAR-1)
y Taller de Teoría, Metodología e Investigación.
Lima, 30 de junio - 7 de julio de 2004
Antecedentes
Este es un breve comentario sobre un lote de 83
piezas o placas de cerámica decomisadas por la Aduana del
Perú en el mes de febrero del año 2004, en circunstancias
en que intervenía rutinariamente como parte de su control
y lucha contra el contrabando. El lote decomisado fue remitido al
Laboratorio del Conservación de Cerámica del Museo
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del
Perú para su análisis, tratamiento de conservación
y estudio.
Este tipo de artefactos son inusuales entre
los objetos arqueológicos que se pueden ver en Lima. Sin
embargo, son familiares en el Departamento de Arequipa, principalmente
en los valles de Majes y Chuquibamba. La filiación cultural
de las placas pintadas se asignan comúnmente al período
del Intermedio Tardío.
Las primeras noticias de placas de cerámica
pintadas se remontan al año 1905. En ese entonces los hermanos
Belaúnde de la Romaña encontraron las primeras piezas
pintadas de cerámica en el valle de Majes (Linares, 1973:
247). Posteriormente, en 1932 el cirujano Edmundo Escomel expuso
el tema en el XXV Congreso de Internacional de Americanistas, en
esa ocasión reportó "tejas" cuya materia
prima para su confección habían sido "desprendidas
de la superficie de cantos rodados; otras sacadas de piedras endurecidas
en estratificación; otras por fin, hechas de arcilla, del
mismo material con que se construían los ceramios."
(Escomel, 1932: 45).
Las referencias más recientes
No sería hasta la década del
setenta en que Eloy Linares Málaga publica un artículo
que contiene una sección dedicada a las placas de cerámica
pintada, y las clasifica como un tipo de "arte rupestre mobiliar",
distinguiéndola de las pictografías, las petrografias
y geoglífos (Linares, 1973). Este investigador hace un importante
descubrimiento al señalar el centro de arte rupestre de la
Provincia de Condesuyo, Kupara; algunos grupos están asociados
a tumbas de niños. Parecería que Kupara fue un centro
principal en la confección de este tipo de estilo rupestre
mobiliar.
Posteriormente, Federico Kauffman Doig realiza
una expedición de tres semanas al valle de Chuquibamba y
explora las cuevas de Chucu. Es conducido por el periodista y folklorista
Luis Llerena, quien preocupado por el saqueo sistemático
de las cuevas denuncia el hecho a la Universidad Nacional San Agustín
de Arequipa y propone la exploración. Estas cuevas naturales
fueron adaptadas para cámaras subterráneas, modificadas
o acondicionadas por la mano del hombre para depositar grupos de
placas pintadas, enterrándolas ligeramente (Kauffmann, 1992).
Descripción
Los alcances que daremos a continuación
surgen de una observación del lote confiscado por la Aduana:
- Algunas de las piezas fueron elaboradas intencionalmente de
forma trapezoidal.
- Otras piezas fueron confeccionadas aprovechando grandes tiestos
o fragmentos de cántaros u ollas. Incluso algunas "placas"
muestran un pulimento en los bordes para lograr la forma trapezoidal;
se trató de alcanzar esa forma estándar.
- Están pintadas en una sola cara o lado (interno) en colores
bastante vivos de origen mineral, como el rojo (hematita), amarillo
(limonita), blanco (caolinita), verde (carbonato bórico
de cobre), negro (manganeso) y metálico (especularita).
Este último, un mineral básicamente de estructura
laminar y brillante. Este es uno de los pocos casos conocidos
de su uso, pues no había sido utilizado como color en la
decoración de objetos en el mundo andino precolombino (Soto,
1992: 194).
- Los colores fueron aplicados post-cocción, directamente
sobre la cerámica sin una capa de preparación o
engobe, con alguna sustancia aglutinante de origen orgánico
(posiblemente savia de cactáceas) para dar la adherencia
y resistencia física necesaria sobre la superficie dura
de la arcilla cocida, la cual sólo fue alisada.
- Los motivos iconográficos van desde simples puntos, líneas
y cuadrángulos hasta representaciones antropomorfas y de
animales estilizados (presumiblemente camélidos), que las
hacen semejantes a estilos de pictografías rupestres, o
algunos motivos representados mediante geoglífos. Los diseños
y combinación de los colores dan la impresión de
ser de factura "primitiva", lo cual, paradójicamente,
estaría contradiciendo su asignación cronológica
"tardía".
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Conservación
Para realizar el tratamiento de conservación
de las placas decomisadas primero se estudiaron y analizaron las
características del objeto, como son: tipo de cocción,
dureza, resistencia física, solubilidad y tipo de manufactura.
Las placas son de arcilla cocida en baja temperatura, aproximadamente
de 520 a 580 °C, lo cual implica cierta fragilidad estructural.
Sobre las placas de arcilla, así logradas, se aplicaron pinturas
post-cocción.
Los colores también se analizaron en
forma independiente, color por color, para poder devolver la adherencia
a la estructura. Es característico en la pintura post-cocción
perder la adherencia por acción del tiempo o que el material
aglutinante pierda la resistencia física, por tratarse generalmente
de materiales orgánicos. Todos estos análisis nos
indicaron el tipo de tratamiento que debíamos realizar para
neutralizar y estabilizar la causas de deterioro o alteración
de las placas.
Las pinturas post-cocción por sus características
y composición son muy sensibles a cualquier acción
deteriorante, pues no se genera una cohesión uniforme en
toda la superficie, entre el soporte y la pintura. Los aglutinantes,
por su origen, son sensibles a la humedad y temperatura. Debido
a esto su poca resistencia al contacto también
se le ha llamado pintura fugitiva. Muchos factores contribuyen al
debilitamiento y desprendimiento del pigmento, como el tiempo, la
temperatura y humedad relativa, presión del suelo, etc. Más
aún romperse el microclima como consecuencia del huaqueo,
manipuleo y/o traslado fuera de su matriz arqueológica.
Existen otros objetos de estilos conocidos
con la misma característica general. Como aquellos de los
Paracas con pintura post-cocción, pero que utilizan otro
tipo de material aglutinante, con otras características en
su composición física y química, y que, además,
utilizan el aglutinante en dos tiempos, primero para mezclar la
pintura y aplicarla sobre la cerámica y, segundo, aplican
sobre todo el diseño una suspensión acuosa a manera
de consolidante. Mientras que en estas placas estilo Chuco el aglutinante
fue utilizado sólo una vez, para mezclar los colores y aplicarlos.
Por estas razones, en las placas decomisadas
analizamos cada color en forma independiente para poder estabilizar
y eliminar los agentes deteriorantes. Casi el 80% de los colores
se encontraban sueltos, mostraban pulverulencia y mezcla, lo cual
dificultaba la manipulación de los objetos. Se consolidó
cada color independientemente para, posteriormente, consolidarse
de modo general, logrando con ello la estabilización de la
pieza, devolviendo resistencia física y adherencia de los
colores en cada caso.
Reflexiones finales
El porcentaje mayor de estas placas no estarían
asociadas a tumbas sino a contextos rituales y ceremoniales relacionados
a prácticas mágico-religiosas dirigidas a propiciar
poderes sobrenaturales en el lugar. Los motivos pintados, aunque
por su estilo de ejecución aparentemente muy antiguos, por
el material empleado y características de las formas de las
vasijas pertenecen a las épocas agroalfareras tardías.
Corológicamente, estarían asociadas a las culturas
Puquina, Churajón o Chiribaya (Período Intermedio
Tardío).
Los colores que predominan son: rojo, amarillo
y blanco, pero también existen el color verde y negro, con
menor frecuencia. La especularita sirvió en muchos casos
como una cubierta de colores o como reborde de algunos diseños
geométricos y para cubrir áreas libres.
A pesar de la cantidad de placas pintadas reportadas
en Kupara, lo que le valió ser señalada como centro
importante para este tipo de hallazgos, no se ha encontrado talleres
alfareros asociados. Tampoco ahora existen en la zona talleres tradicionales
actuales. Asimismo, no se han descubierto materiales, ni instrumentos
(fuentes de pigmentos y pinceles) que pudieran ser asignados a la
decoración de las placas en ninguno de estos valles. Todo
ello hace presumir un origen externo a la zona de depósito
final.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
Soto
Velarde, Alejandro. Placas
de cerámica pintadas.
Una aproximación a un estilo
del arte rupestre mobiliar
En
Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/placas.html
2005
Bibliografía
Escomel, Edmundo. 1932 "Tejas Peruanas Precolombinas
Destinadas a Fines Aritméticos". Actas del XXV
Congreso Internacional de Americanistas, pp. 45-50. La Plata.
Linares Málaga, Eloy. 1973 Anotaciones sobre cuatro
modalidades de arte rupestre en Arequipa (Pictografías,
Petroglífos, Arte Rupestre mobiliar y Geoglífos).
Universidad Nacional del Centro del Perú. Huancayo.
Kauffman Doig, Federico 1992 "Pinturas mágicas
sobre placas de cerámica (Chucu/Condesuyos, Arequipa)". Arqueológicas, N° 21. Museo Nacional
de Arqueología, Antropología e Historia. Lima.
Soto Velarde, Alejandro. 1992 "ANEXO 7. Aspectos relativos
a la conservación de las placas decoradas de Chuco". Arqueológicas, N° 21: 194-196. Museo
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia.
Lima.
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