El redescubrimiento de las manifestaciones gráfico rupestres
del Valle del Mezquital, Hidalgo
Arqlga.
Aline Lara Galicia alinelg@hotmail.com
Proyecto: Manifestaciones rupestres del Mezquital
(INAH- ENAH)
Resumen
La finalidad de este trabajo
es presentar una introducción de las manifestaciones rupestres
en el Valle del Mezquital, Hidalgo como parte del proyecto "Valle
del Mezquital". Se intenta registrar los lugares a través
de la metodología fractal y comprender los paneles rupestres
como un espacio-tiempo continuo para que se comparen las distintas
épocas sobrepuestas en estos lugares. La visión
otomí acerca del tiempo y el espacio desde una escritura
ideográfica y actualmente fonética, nos acercará
a la profundidad histórica de lo que significaron las culturas
de la llamada Mesoamérica.
El Valle del Mezquital se encuentra situado en
el límite noroeste del estado de Hidalgo abarcando parte
del estado de Querétaro, en México (figura 1). Es
una zona semidesértica (matorral crasicaule y xerófilo)
con presencia de rocas volcánicas básicas (andesitas
y basaltos) originadas desde el Oligoceno hasta el Pleistoceno.
La estructura geomorfológica presente son grandes planicies
y mesetas distribuidas a lo largo de esta región con una
gran cantidad de barrancas que se originaron después de
la erupción del "Cerro Hualtepec o Coatepec"
(González, 1968).
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Fig. 1 |
Esta área ha través de los siglos,
ha sido un territorio interconectando con las llamadas tierras
chichimecas y mesoamericanas, es decir, formaba una continuidad
del espacio que en ocasiones era movible y dinámico "con
diversos momentos críticos, situaciones límite y
respuestas locales" (López, 2005:36).
La riqueza arqueológica del Mezquital es
variada. Se han localizado áreas de campamentos de cazadores
recolectores, zonas habitacionales tipo aldea, sitios arquitectónicos
de gran relevancia, y en mayor cantidad, espacios arquitectónicos
coloniales desde el siglo XVII y manifestaciones gráfico
rupestres, entre los que se encuentran abrigos, paneles y petroglifos
distribuidos a lo largos de barrancas.
Estos grafismos pintados se concentran en los
municipios de Huichapan, Alfajayucan, Tecozautla, Cardonal, Chapantongo
e Ixmiquilpan aunque también se han localizado de forma
dispersa, en todo el estado de Hidalgo.
Hasta la fecha se puede considerar que es una
de las zonas poco estudiadas en el aspecto arqueológico
aunque hay trabajos pioneros que hacen alarde de su importancia
y valor cultural de la zona (López y Fournier, 1988 y 1989;
López., 1990, 1991, 1992, 1993, 1994, 1995, 1996, 1997,
1998; Lorenzo, 1992 y 1994; Ochatoma, 1994; Illera, 1994; Cedeño
,1997 y Villanova (2001).
Desde 1988 el proyecto "Valle del Mezquital"
ha registrado todos los sitios arqueológicos en el área.
A raíz de estas exploraciones se esta realizando una compilación
de todos los lugares rupestres, abarcando los conjuntos desde
tiempos prehistóricos hasta lo contemporáneo. En
el 2004 como parte del proyecto se pretende generar el primer
catálogo sólo de los sitios del Valle del Mezquital
(Lara, en proceso). La investigación ha reunido hasta el
momento 100 sitios rupestres y alrededor de diez sitios con petrograbados
(figura 2). La descripción e interpretación de los
lugares se da en principio con el entendido de ser un espacio-
tiempos continuos y culturales, en donde el hombre creaba constantemente
su mundo ritual. A nivel metodológico se intenta conocer
las fases de la creación de las representaciones, las técnicas
y pigmentos que pudieron utilizarse, además aplicar por
primera vez en México los métodos de de curvas fractales
para describir la estructura de los objetos, concebir una perspectiva
fractal, observar las características auto-similares de
todas las formas y figuras y representar el tiempo- espacio dentro
de cada panel. Se propone como nueva técnica la aplicación
de los fractales como una forma más abierta y más
exacta de su localización y a su vez una aproximación
no sólo de una interpretación sino de una variabilidad
de discursos que pudieron repetirse en todas las barrancas en
el Mezquital.
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Fig. 2 |
Asociado a esta metodología se interpretan
las formas como una forma de escritura ideográfica, teniendo
un código común y pudiendo existir varias representaciones
icónicas.
Asimismo se busca comprender desde el punto de
vista antropológico la interpretación ñanhu hacia los signos y de esta forma poder ampliar los conceptos
anteriores con los pensamientos otomíes dando como resultado
una lectura ideográfica temporal y de reminiscencia.
Los lugares rupestres
Se ha desarrollado un nuevo recorrido en las barrancas
cercanas a las comunidades antes mencionadas. Las características
de estas cañada son la formación aluvial cuyos perfiles
rocosos están combinados con un sustrato de rocas ígneas.
Para llegar a las cañadas se debe de caminar al interior
de las mismas observando que en distintos espacios se vislumbran
las expresiones gráficas (figura 3). Uno de los mayores
problemas a lo que nos hemos enfrentado en el recorrido actual
de los lugares arqueológicos, es la degradación
de los grafismos por el medio natural, principalmente escurrimientos,
erosión y nidos de animales. Otro inconveniente ha sido
la aparición de publicaciones, principalmente de divulgación
y de estudios del arte, que dan información por medio de
UTM, nombres de las barrancas o cerros, que han ayudado a la deterioro
de los lugares arqueológicos no abiertos al público.
Además que las comunidades han hecho de éstas atracción
turística para ganancia comunitaria, aunque existen grupos
otomíes que han intentado una conservación de los
sitios.
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Fig. 3 |
Los lugares rupestres son ricos en material iconográfico.
Los símbolos se caracterizan por el color blanco, principalmente,
aunque existen colores como el rojo, en distintas tonalidades,
el amarillo, el azul y el café. La mayoría de ellas
se localizan en una serie de contornos rocosos, eligiendo cubiertas
rocosas de forma horizontal como si formaran un techo. El soporte
es regular con bloques que sobresalen y que también fueron
elegidos de acuerdo a su forma y tamaño. Las grafías
en todos los sitios son figuras humanas, de plantas, de estructuras,
herramientas de "guerra", animales, figuras compuestas,
es decir elementos humanos con cuerpo o partes de animal, y formas
geométricas. En mayor cantidad existen las geométricas
y animales, casi todas ellas en blanco, entre los que destacan
el tipo chimali , animales de la región y pirámide
con la estructura de doble templo en su parte superior; significativo
debido a que son semejantes a las que se presentan en los códices
del área (figura 4). Los manchones también están
presentes, así como formas pertenecientes a épocas
actuales. Sobresale en algunos sitios una circularidad de las
topoformas y pequeños contenedores de agua en la roca,
junto con pequeños lagos que se llena en época de
lluvias (figura 5). Todo esto se ha asociado a que las manifestaciones
rupestres al parecer conforman espacios circundantes o paneles
que se observan uno en frente del otro. Es decir el aprovechamiento
del espacio simbólico para la creación de las obras
pictóricas, principalmente en rocas sobresalientes y también
en perfiles rocosos. Finalmente, se distribuyen a todo lo largo
de las paredes rocosas e incluso en le techo y en las pequeñas
cavidades que lo integran (figura 6).
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Fig. 4 |
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Fig. 5 |
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Fig. 6 |
Aludiendo a este estado del arte, se ha observado
que detrás de una gran diversidad de iconos de los lugares
rupestres del valle, coinciden en una modalidad de formas pero
también a una posición y una continuidad posible
de la lectura en los sitios. La interpretación de los sitios
lleva a creer que el espacio- tiempo en los sitios rupestres del
Valle del Mezquital fue incesante, abierto y con la existencia
de un centro territorial, siendo esté, el cerro Hualtepec
que en la literatura arqueológica y fuentes del siglo XVI
se consideraba como el lugar sagrado de acuerdo al mito de fundación
de los ñanhu-nahua (figura 7). Los más de
100 sitios que se tienen registrados se concentran alrededor de
esta montaña, principalmente en barrancas en donde el cauce
se origina en las faldas del Hualtepec (ver figura 2).
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Fig. 7 |
De acuerdo a Christian Duverger, en 1500 aC. prácticamente
todo el territorio mexicano se encontraba con grupos sedentarios,
sin variabilidad y sin muchos rasgos de diferenciación,
que se asentaban en áreas tipo aldea. Para esta época
entra un grupo amplio que se fusiona con los primeros sedentarios.
Este grupo llamado nahua se distribuyó desde Gran Lago
Salado hasta Costa Rica. Hablan un solo idioma y se les nombra
como yutoazteca. Su "marca" se pudo plasmar en la toponimia
de los lugares como una forma de permanencia y memoria dentro
de los mismos. Sin embargo, los grupos locales conservaban su
identidad aunque el código simbólico era el mismo
en toda Mesoamérica (Duverger, 2001). Empero, los ñanhu permanecieron con una lengua muy antigua, con un sonido más
inspirado que expirado. Los lingüistas explican una unión
entre la palabra y el sonido para la organización del idioma
que representa un sentido semántico y significativo de
acuerdo a lo que se observa y como se escucha. En la época
prehispánica existieron flujos de grupos, en donde los
otomíes se instalaron en la zona del altiplano, oaxaca
y parte de América central, con una parte costera en Nicaragua.
La fusión con los nahuas y nañhus fue importante
para el desarrollo mesoamericano pues se consideraba a los otomíes
como un grupo guerrero y por ende simbólicamente nómada.
Así, en un mismo territorio varios grupos, por lo menos
dos etnias, podían convivir en un complejo espacio- tiempo
terrenal y simbólico.
Como parte de la interpretación, si se
considera que las manifestaciones rupestres del Valle del Mezquital
contuvieron un mensaje local, pero que a su vez podía ser
entendido a nivel regional y mesoamericano mediante un mismo código,
teóricamente hablaríamos de una conceptualización
fractal. A esto se puede integrar que la sobreposición
de las grafías por muchas generaciones o grupos locales
es una forma de reutilizar el espacio, ya sea en el mismo momento
o épocas sucesivas, una cuestión de autosimilitud
y recursividad en el lugar simbólico. Por ende, la permanencia
del código recalca la importancia de los fenómenos
del espacio, del tiempo, de la memoria y de una continuidad. En
las manifestaciones rupestres los símbolos nos dan una
relación con el espacio y a su vez con el tiempo. La posición
de los signos así como el soporte y la técnica de
grabado obedecerán a la significación que se quiere
representar. La traducción es local y puede variar la forma
de plasmar el glifo o distintos niveles, aunque el significado
tiene el mismo sentido, lo que significa que puede haber varias
representaciones icónicas.
El tiempo- espacio coexisten en Mesoamérica.
A su vez es dinámico y no estático por lo que es
continuo y al mismo tiempo discontinuo, un proceso dinámico
mediante el concepto topológico de atractor: el ritual
es atraído de forma simbólica. Dentro del espacio
temporal existe un centro y ese eje es dado a partir de la existencia
del lugar de origen instituido a través de los rituales.
Finalmente, esto puede funcionar en los códigos
mesoamericanos y se puede auxiliar de la observación de
grupos étnicos, no como herencia fiel pero sí más
importantes que las nociones del siglo XIX. El grupo otomí,
ha sido uno de las comunidades que ha sido muy estudiada por los
antropólogos y de acuerdo a sus reflexiones, han considerado
que los otomíes han logrado que su cosmovisión del
mundo permaneciera durante siglos. Los otomíes mantienen
la idea de ser una unidad étnica, cuya lengua es la que
realiza esta unificación. De acuerdo a Jaques Galinier
(1985), la comunidad forma su identidad a través de la
tierra (ooy ) representada en la vivienda, el pueblo y
las tierras del pueblo, como un territorio en el centro del mundo
donde se da el origen de la comunidad. Su tiempo es marcado por
rituales para la cuestión agrícola basando su concepción
en las fases de la luna, una dualidad centrada en la muerte y
el nacimiento, la relación frío y calor, seco y
húmedo; aunque el calendario no es general pues son establecidos
de una forma local. Se cree en el nahualismo y es representado
por medio de figuras de papel, forma muy generalizada en la región
otomí- nahua- tepehua (figura 8). Actualmente se utilizan
distintos colores de papel aunque el color blanco es el más
importante para las ceremonias de curación. De forma tal
que los colores son importantes en la religiosidad y la concepción
otomí: blanco, las nubes o piel del europeo; amarillo y
naranja, la flor de cempasúchil; el oro, el rojo, el colorado,
la cosmovisión, entre otros. Aludiendo a las manifestaciones
rupestres aún existen grupos dedicados a la conservación
de las mismas, realizan rituales y también las reproducen
en papel amate con materias primas de las localidades.
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Fig. 8 |
Mi investigación se plantea como abierta
a múltiples interpretaciones ya que se plantea como un
ejercicio no conclusivo ni absoluto. Para leer las manifestaciones
hay que conocer al código. El objetivo no es mirarlas sino
dar a conocer el contenido, esto dependerá del conocimiento
del lector, del significado, de las variaciones icónicas
y la combinación de signos.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
LARA
GALICIA, Aline. El
redescubrimiento de las manifestaciones gráfico rupestres
del Valle del Mezquital, Hidalgo
En
Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/mezquital.html
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