Arte rupestre: Epistemología, estética y geometría. Sus interrelaciones con la simetría de la cultura. Ensayo
de explicación sobre algunas ideas centrales de Adolfo Best
Maugard y Beatriz Braniff.
Francisco Mendiola
Galván famendiola@terra.com.mx Arqueólogo,
investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia-Chihuahua,
México.
A Leonel Durán Solís,
por su constante apoyo e impulso a
la cultura mexicana.
I. Introducción
Como bien dice la doctora Beatriz Braniff, hay
que insistir en añadir "música" a la arqueología
y eso es lo que he buscado al desarrollar el presente ensayo, espero
así poder transmitirlo, pero también advertir que
el sentido de esta exposición no es con base en lo comúnmente
establecido y por lo tanto no es el tradicional documento que trata
sobre el arte rupestre en el que abunden descripciones, asociaciones,
análisis, intentos de asignaciones culturales y cronológicas,
así como también interpretaciones por la vía
científica de éste material cultural, en su conjunto,
problemáticas comunes inherentes a lo rupestre y que en gran
medida han sido de difícil solución aún con
los adelantos tecnológicos de registro y refinados métodos
de análisis y de una mayor integración de diversas
posturas teóricas, muchas de ellas convincentes en sus explicaciones,
pero que en lo general, no han permitido trascender la conjetura
o el ámbito de las posibilidades en relación con los
reales y verdaderos significados de la gráfica rupestre cualesquiera
que éstos sean.
Muchas sesudas e importantes inferencias y/o explicaciones
lógicas de lo gráfico-rupestre se han desarrollado
al asociarse con los contextos arqueológicos, etnohistóricos,
etnográficos, semánticos y lingüísticos,
no obstante, su gráfica permanece inmutable ante las mil
y una interpretaciones que se le adjudican, provocando por otra
parte, que este material cultural se ignore como productor de efectos
emotivos y agente de transformación estética de la
realidad. ¿Cuál es el origen de esta ignorancia y por
qué de la misma?. El punto central de esta exposición
es el tratar de responder en parte este cuestionamiento.
El arte rupestre es sencillo y complejo, resbaladizo
y fugaz, cautivador y mágico, expresión de formas
de ver el mundo, maneras de pedir, de curar, de comunicar y de contar
entre otras muchas funciones que pudo haber cumplido, pero también
es un material que ofrece más problemas que soluciones al
estudiársele. Ha sido de igual manera objeto de indiferencias,
además, debe no olvidarse de que se depende casi exclusivamente
del sentido de la vista para conocerlo (sentido literalmente limitado
sino se enriquece con otros elementos físicos y del intelecto);
así entonces, la pregunta o preguntas que constantemente
se formulan van en el sentido de cómo lo debemos describir,
catalogar, interpretar, analizar, clasificar y explicar, es decir,
cómo abordarlo sistemática o científicamente
además de conservarlo y difundirlo junto con los cuestionamientos
de lo qué significa y por qué se pintaron y grabaron
las paredes rocosas de cuevas y abrigos y de frentes y bloques de
lugares abiertos que fueron habitados por las sociedades humanas
del pasado. En pocas palabras, cuál fue el papel que jugó
el arte rupestre en las mismas, preguntas, respuestas y acciones
que desde la arqueología y la historia del arte se han desarrollado
desde particulares enfoques.
I.a.-El estudio del arte rupestre en México
y la perspectiva estética como problema de conocimiento
En el caso de México, es común que
la actividad arqueológica se lleve a cabo a partir de presupuestos
mesoamericanos, esto es, que desde de una visión etnocéntricamente
determinada por el mismo color del cristal con que se mira, se expliquen
en lo general los fenómenos arqueológicos, paradigma
que históricamente se ha construido, a querer o no, a partir
del estudio arqueológico de las "grandes" culturas
de Mesoamérica que ha permeado hasta nuestros días
el quehacer de esta disciplina antropológica en México.
Esta situación no encaja con esa otra arqueología
que no es mesoamericana y que se halla en el norte árido
de México. Es precisamente en éste espacio donde abunda
el material gráfico- rupestre, así que por consecuencia
debería tratársele bajo las particularidades y dinámicas
culturales propias de esta gran región, sin que esto signifique
que se dejen de considerar las interrelaciones entre ambas áreas
culturales. El resultado de este desbalance entre la arqueología
monumental del centro y sur de México y la de su norte es
que la gráfica rupestre ha sido ignorada en lo general por
diversas razones que fluctúan entre no saber cómo
estudiarla y no entenderla, llegándose incluso a descontextualizarla
de lo arqueológico. Por otra parte, la realidad es que lo
gráfico-rupestre ha sido constreñido en su estudio
por investigadores mexicanos y extranjeros a elementales menciones
y descripciones, y cuando las interpretaciones llegan a proponerse,
éstas se hallan carentes de sólidas bases analíticas
y teórico-epistemológicas.
También por ello es entendible que el arte
rupestre no sea abordado, por ejemplo, desde la perspectiva estética,
debido, entre otros factores, al poco o nulo entrenamiento en el
terreno del arte y de su apreciación por parte de los arqueólogos
como así lo han señalado Leticia González (1987)
y Beatriz Braniff (1992), aunque también es por el rechazo
y postergación de los aspectos artísticos y estéticos
que la mayoría de los investigadores muestran cuando lo estudian,
dejándose esto ver y sentir en los textos de estudiosos como
María del Pilar Casado y María de la Luz Gutiérrez,
quienes han incluso mencionado que el aspecto artístico,
en el ámbito de los últimos estudios sobre la gráfica
rupestre, ya se ha superado, o que lo estético no se debe
desdeñar pero sin que éste sea el fin en sí
mismo. Esto no hace más que confirmar, directa o indirectamente,
que el estudio del arte rupestre implica, per se, un problema
de conocimiento y que en estricto orden epistemológico
debe observar que el tratamiento y fundamentación de su mismo
conocimiento se da en apego a su origen, carácter, estructura,
métodos y explicaciones que lo validan como tal.
En relación con este problema de conocimiento,
la estética, aunque paradójico parezca, posee en sus
manos parte de los elementos teóricos de explicación
precisamente en relación con los componentes estéticos
de la práctica social, de la sensibilidad en la percepción
y transformación estética de la realidad, contenidos
todos en la forma cultural del arte rupestre tal y como lo he venido
señalando a lo largo de otros textos.
La investigación del arte rupestre en sí
presenta obstáculos al conocimiento, sin embargo, en la ciencia,
el conocimiento existe porque hay respuestas a las preguntas formuladas,
las que en conjunto, conforman el problema de conocimiento planteado
no por sí mismo en términos de obstáculos como
lo señala Gastón Bachelard:
"No se trata de considerar
los obstáculos externos, como la complejidad o la fugacidad
de los fenómenos, ni de incriminar a la debilidad de
los sentidos o del espíritu humano; es en el acto mismo
de conocer, íntimamente, donde aparecen, por una especie
de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones".
Por ello, derivado de la no-comprensión
epistemológica de la ubicación de las barreras (obstáculos)
en el proceso de la investigación del arte rupestre, se ignora
que su estudio es en sí un problema de conocimiento y de
ahí las preguntas sin respuestas, o por el contrario, las
descripciones e interpretaciones e incluso las descripciones interpretativas
plenas de ingenuidad y por lo tanto el desaprovechamiento de la
oportunidad que directamente nos ofrece el arte rupestre, es decir,
la explicación de la transformación estética
de la realidad en el pasado y en el presente, no única y
exclusivamente en el sentido kantiano de producción excelsa
de belleza, placer y degustación, sino como lo señala
Katia Mandoki, en el ámbito de la producción de efectos
emotivos y de sensibilidad.
I.b.-Explicación preliminar en círculo
sobre el origen del problema del conocimiento del arte rupestre
desde el enfoque estético
En este ensayo pretendo dar una explicación
preliminar al origen (entendido como génesis) del problema
de conocimiento. Dicho problema es inherente al estudio del arte
rupestre en el terreno de lo estético a través de
ciertas ideas proporcionadas por dos estudiosos que trabajan tanto
en el arte como en la ciencia (arqueología) y que aquí
son utilizados como ejes para la exégesis general del presente
texto. Me refiero respectivamente a Adolfo Best Maugard (1923) y
a Beatriz Braniff (1995). Sobre algunas de sus ideas construyo una
posible y primera explicación de ese origen epistemológico,
al tratar, primero (una primera mitad del círculo) sobre
los elementos primigenios del arte mexicano en un sentido evolutivo
unilineal que va de lo sencillo a lo complejo y en relación
con ciertos elementos gráficos básicos con los que
trabaja el pintor Best Maugard, y segundo (la otra mitad del círculo)
con base en ciertos diseños o elementos gráficos mesoamericanos
y norteños (en cerámica y en el arte rupestre) a través
de la particular visión científica de la Dra. Braniff,
no sin dejar de considerar, para la casi total unión de este
mi círculo discursivo, la información de otros autores,
los cuales enriquecieron las ideas centrales de Best Maugard y Braniff,
es decir, integrando ciertos ejemplos analíticos y explicativos
derivados del estudio del arte rupestre de los espacios de Coahuila
y Sinaloa, del norte de México.
Finalmente, para el cerramiento total de la circunferencia,
esto es en un sentido conclusivo aunque también preliminar,
llego a la idea de la simetría de la cultura de Washburn
y Crowe, la que es manejada en sus análisis de los patrones
planos.
Resulta estimulante para el estudio del arte
rupestre desde la arqueología saber que el arte y la ciencia
se tocan en sus extremos. Aunque éstas vayan por caminos
diferentes llegan al mismo punto, así el círculo es
completo y sobra decir que es a su vez simétrico. El arqueólogo
Fernando López lo expresa de cierta manera en los términos
siguientes:
"...la expresión
artística impacta de manera directa y cercana al público,
mientras que el discurso científico nunca lo hace, si
a fin de cuentas, hablan de la misma realidad, aunque percibidas,
se dice de distintas maneras." (...) "Quizá
la pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo "le
hicieron" los artistas para encontrar lo que tanto trabajo
le costó a los científicos?. De hecho una interrogante
análoga se encuentra en lo asombroso que ha sido para
los científicos modernos encontrar una sorprendente exactitud
y precisión en el conocimiento de muchas sociedades no
occidentales lo que ha sido constatado por la arqueoastronomía,
por las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas".
Esta idea general, la que en gran medida fue para
mí provocadora para comenzar a vincular al arte y a la ciencia,
me presentó la posibilidad de aventurarme a escribir el presente
ensayo, trabajo que se haya despojado de la intención de
restarle importancia a la actividad científica y así
cargar la balanza hacía los elementos de carácter
artístico-estéticos, sino por el contrario, encontrar
el equilibrio entre estos dos sentidos dialécticos del círculo,
ya Gastón Bachelard claramente lo sintetiza: "la
ciencia es la estética de la inteligencia". Desde
la filosofía, la estética adquiere un papel preponderante
en la actitud científica cuando se explican aspectos diversos
de la realidad y está presente desde los orígenes
de la humanidad hasta el presente, así lo expresa el connotado
filósofo Adolfo Sánchez Vázquez:
"La relación estética,
embrionaria y difusa en sus comienzos, es una de las formas
más antiguas de relación del hombre con el mundo.
Es anterior no sólo al derecho, la política, la
filosofía y la ciencia, sino incluso a la magia, al mito
y la religión aunque no anterior -sino vinculada estrechamente
en sus orígenes a la producción material de objetos
útiles. En la larga existencia que atribuimos, desde
nuestro mirador actual, a la relación estética,
cabe subrayar que si bien nunca ha desempeñado el papel
principal en la vida social -que desempeñan en diferentes
épocas la magia, la religión, la política
o la economía-, sin embargo se halla presente en todas
las sociedades y, en gran parte de ellas, como un elemento necesario
y vital" .
II.-La necesaria aproximación epistemológica
y estética en el estudio del arte rupestre
Está en sus comienzos la construcción
teórica desde el paradigma estético para la
explicación del arte rupestre y con ello
importantes elementos teóricos, sin embargo, no ha se ha
reconocido por parte de la arqueología -no al menos la mexicana-
el carácter epistemológico que implica abordarlo,
es decir, como problema de conocimiento a partir del enfoque de
la estética funcional y utilitaria como lo han manejado respectivamente
André Leroi-Gourhan y Leila Delgado, considerando teóricamente
esta última los componentes estéticos de la práctica
social. ¿Por qué no se ha reconocido?. Primero, porque
al ignorar que la estética es percepción sensorial
comprensiva no exclusivamente fisiológica sobre la base de
la primera raíz etimológica de la palabra estética
de aisthanesthai, y segundo, la estética como conocimiento
sensible simultáneamente consciente, analítico y comprensivo
con referencia a su raíz aisthetikós, la arqueología
no se ha visto en la necesidad de plantear el estudio de la gráfica
rupestre precisamente como un problema de conocimiento, en sí
como conocimiento empírico y que a decir de Bachelard: "...compromete
al hombre sensible a través de todos los caracteres de su
sensibilidad".
El problema de conocimiento se conforma desde mi
posición de dos preguntas:
a)¿Cómo conoció la realidad
el ser humano que graficó en las superficies rocosas?
y
b)¿Cómo conocer esa realidad desde
el arte rupestre?
Sin poder responder ni siquiera en lo general,
es evidente, independientemente de las connotaciones psicológicas
del conocimiento, que el arte rupestre como forma cultural, artefacto
o medio de trabajo, es el resultado de la experiencia estética
tanto de su realizador como del observador contemporáneo
nuestro, dicho en el sentido sensible de la producción de
efectos emotivos, debido a la realidad que rodea al primero (necesidades
de representación y conocimiento de la realidad que propone
Luis F. Bate -1977-) y la que se transmite al segundo, dando como
resultado la transformación estética de la realidad
pasada y presente a través precisamente de la gráfica
rupestre.
En términos llanos, esto significa dos cosas,
primero: que los seres humanos representaron (pintaron y grabaron)
en las superficies rocosas lo que la realidad emotivamente les causó,
estimuló o provocó, haya sido el hambre, la sed, la
enfermedad, la muerte o el miedo a la misma, así como también
la ingestión de psicotrópicos, en combinación
con los elementos y fenómenos naturales que observaron: La
oscuridad, el sol, la luna, las estrellas, los eclipses, el agua,
la lluvia, el frío, el viento, los terremotos, los animales,
-emoción producto de todos estos factores y hechos de la
naturaleza-, y también la relación con los seres humanos,
la guerra, el sexo, la reproducción biológica y fertilidad,
la tierra, las plantas, las montañas, la noche, el día,
etcétera; y segundo: lo que nos produce ahora a los que observamos
y estudiamos el arte rupestre, como pueden ser las dudas, incertidumbre,
choque visual, admiración, aparente indiferencia, descripción,
asociación, identificación, afinidad, análisis,
interpretación, explicación, confirmación,
comprobación, protección, conservación, etcétera.
Actitudes que en su conjunto sensible, consciente o inconscientemente,
se derivan de la experiencia estética al haberse transformado
(estéticamente) la realidad del pasado y del presente y que
va de la graficación a la observación del producto
graficado, de la modificación gráfica del material
pétreo a la producción sensible de efectos emotivos
de carácter adjetivo: interesante, bonito, feo, admirable,
importante, bello, tétrico, repugnante, primitivo, sencillo,
complejo, indescifrable, útil, irrelevante, imponente, inútil,
simple; todos calificativos que remiten al impacto que sensiblemente
nos genera su observación, confirmando también la
capacidad de abstracción que implicó la gráfica
rupestre (sea naturalista, abstracto-geométrica, realista
y/o esquemática) precisamente de quien la manufacturó
muy al principio, en el intermedio o muy al final de la escala temporal
de la historia de la humanidad. En resumidas cuentas es incuestionable
la transformación estética de la realidad aunque no
siempre y necesariamente de manera artística, porque el arte,
parafraseando a Delgado, es nada más una particularidad que
históricamente está determinada y desprendida de la
generalidad del fenómeno estético que es mucho más
amplio.
III.-El arqueólogo frente al arte
rupestre: sensibilidad y estética en el proceso cognoscitivo
Desde mi particular posición, derivada de
la experiencia y la elaboración teórico-metodológica,
la primera impresión que se tiene al enfrentarse a la gráfica
rupestre de un sitio arqueológico determinado es la más
importante, no por ser la primera, si no porque es la oportunidad
de experimentar estéticamente lo que el discurso morfológico
general nos ofrece. Es decir, mucho antes de empezar a asociar,
identificar e interpretar formas específicas o particulares,
es más relevante hacer conciencia de la transformación
estética que opera en el proceso de observación al
interrelacionar nuestro ser sensible con el conjunto de la gráfica
grabada o pintada. Enseguida, incidir en lo específico en
términos de sus relaciones espaciales y con el contexto arqueológico,
cultural y natural que envuelve a la manifestación rupestre.
Umberto Eco, al plantear en sus notas cuestiones
sobre los límites de la estética, incide científicamente
en la relación con la obra de arte. En este sentido afirma
lo siguiente:
"...puede significar una
serie de operaciones distintas y complementarias, cada una de
las cuales representa un determinado nivel de aprovechamiento
(desde la pura degustación hasta la más elaborada
valoración crítica): 1) observar la cosa en que
es específicamente, es decir, como objeto producido por
un hombre que ha dejado en ella ese sello evidente que es la manera en que la ha producido; 2) tratar de no resolver
la observación en forma de apreciación inexpresada
(un sonido confuso) o bien de juicio demasiado subjetivo (<<me
gusta>>) o en términos excesivamente vagos o polivalentes
(<<¡qué bonito!>>), sino más
bien explicar en términos comunicativos la impresión
personal al respecto; 3) ver si esta impresión personal
correctamente comunicada corresponden, en el objeto, elementos
que pueden justificar el acuerdo con lo demás, y permitan
suponer que el autor trataba efectivamente de suscitar en todos
una impresión fundamentalmente análoga..."
.
Esta nota a manera de ejemplo ilustra que es necesario
comenzar a mantener, al menos al principio, una relación
esencial diferente en combinación con los elementos arriba
señalados para observar in situ al arte rupestre y
aprehenderlo con otros ojos sin dejar de ser arqueólogo o
de tratar seguir siéndolo sin morir en el intento...
Cuando se está por arribar a un sitio
con elementos gráfico-rupestres uno debe saber que aunque
haya una sola figura pintada o grabada sobre la roca, -aunque ésta
sea sólo una línea- se entabla una relación
entre el sujeto y el objeto (gráfica) e implica la transformación
estética de la realidad. También es el principio de
la generación conscientemente de efectos emotivos que se
producen innegablemente a partir de una sola recta o curva hasta
la mayor complejidad de las mismas, conformadoras y delimitadoras
de figuras y formas de representación determinada. Esos efectos
emotivos deberán anotarse en términos de impresión
personal, despojándose del prejuicio de que eso no es científico,
tarea harto difícil para nosotros los arqueólogos,
pero innegablemente necesaria en los términos arriba expuestos.
Señalé en 1999 que los investigadores
del arte rupestre se enfrentan a una compleja realidad, tan difícil
de comprender como fue la realidad percibida por los pueblos prehistóricos,
complejidad que es el resultado de la gran cantidad de variables
de su mundo que les envolvía y que necesariamente tuvieron
que conocer representándolo y abstrayéndolo, capacidad
sublime desarrollada con sensibilidad que ahora puede ser aprehendida.
En ese trabajo enumero y explico cinco niveles que inciden en el
proceso de conocimiento o al interior de la aprehensión de
la realidad gráfica, estos son: a).-percepción inicial
en la que se conoce empíricamente una realidad aparentemente
caótica; b).-segunda percepción y generación
de conocimiento (observación, descripción y reproducción
técnica dibujos, fotos y filmación; c).-análisis;
d).-síntesis con la definición y establecimiento del
estilo o los estilos correspondientes; y e).-explicación
del estilo o los estilos como pautas de conducta social.. No obstante,
en dicho texto no hice hincapié en la percepción inicial
y que por ser la primera experiencia se convierte en uno de los
niveles más determinantes, ni tampoco profundicé en
lo que a continuación trataré.
IV.-La forma y los elementos geométricos
y pictóricos básicos que originan y conforman la gráfica
rupestre. Algunas relaciones análogas con el arte mexicano
(Adolfo Best Maugard) y con ciertos diseños arqueológicos
tradicionales de Mesomérica y del norte de México
(Beatriz Braniff)
Hasta aquí los asuntos teóricos que
por serlo son un tanto farragosos, pero innegablemente necesarios.
Espero que esta parte sea mayormente festiva y lúdica o por
lo menos no tan difícil de comprender. Estoy consciente que
la propuesta teórica sobre gráfica rupestre y estética
se encuentra en sus comienzos, sin embargo, no ha avanzado lo suficiente
porque no se ha llegado a fijar la atención en las raíces
de la gráfica en términos de su más elemental
geometría, en otras palabras: la arqueología mexicana
no se ha puesto a trabajar con los elementos primarios que conforman
la complejidad gráfico-rupestre y aun menos con los estéticos.
Por el contrario, para otros materiales arqueológicos existen
maravillosos ejemplos de trabajos de algunos norteamericanos entre
los que destaca el ya referido Symmetries of Culture de Dorothy
K. Washburn y Donald W. Crowe (1988) y que se han desarrollado sobre
la base de consideraciones estéticas y del estilo de los
diseños en cerámica, textiles y cestería y
que han sido analizados en términos de sus patrones primigenios
de simetría plana y decoración, espacio y estructura,
ligados a la distribución y de contacto cultural entre los
pueblos, también en correspondencia con su desarrollo social.
En cuanto a los aspectos gráficos en general,
en los que se incluyen las tradiciones llamadas "olas"
expresadas también en diversos materiales arqueológicos
del continente americano, se encuentra el importante trabajo de
Terence Grieden (1987).
Para el caso del arte rupestre de los Estados Unidos
de Norteamérica, existen muchas publicaciones, en particular
para el Suroeste como han sido las de Polly Schaafsma, Kay Sutherland
y Solveing Turping, entre otros muy importantes estudiosos, no obstante,
ninguna de ellas aborda de manera interrelacionada los aspectos
formales específicos de diseños en cuanto a los patrones
de simetría, iconografía y estética como se
ha hecho para los diseños cerámicos y de algunos antiguos
textiles indígenas.
IV.a.-La forma general y la forma específica
Primero: parto del supuesto de que los estudiosos
del arte rupestre en general, incluidos aquí a los arqueólogos
mexicanos, -con sus honrosas excepciones-, no tienen claro la diferencia
entre la forma material específica y la forma en general.
La lengua inglesa nos permite muy bien marcar la distinción
entre ambas. Veamos, para la forma material se usa shape
y para la forma en general form. Esto es: Form is the
visible shape of content, o sea "la forma es la forma
visible del contenido"-, idea que escribe el pintor Ben Shan
y que cita Rudolph Arheim en su trabajo El Arte de la Percepción
Visual (1981). Así que la forma (shape) informa
acerca de la naturaleza de las cosas a través de su aspecto
exterior y consciente o inconscientemente se supone representa algo,
y que es la forma en general (form) de un contenido. En este
sentido no puede negarse que una línea recta es una línea
recta, es decir la distancia entre un punto y otro, esa es su forma
visible, material o sea shape, pero nos liga inmediatamente
-consciente o inconscientemente- a la forma general, es decir a
form, más allá de la línea concreta,
relacionada con una clase de cosas: línea trazada con lápiz
sobre papel, línea de camino, línea de horizonte,
línea de estela de humo o de espuma, etcétera. Bajo
esta misma tónica existe un muy buen ejemplo que proporciona
Arheim a través de Wittgenstein: "...el dibujo lineal
de un triángulo se puede ver como un agujero triangular,
un cuerpo sólido o una figura geométrica; como asentado
sobre su base o colgado de su vértice superior; como una
montaña, una cuña, una flecha, un signo indicador,
etcétera".
¿Cuántas veces no sucede esto con las
formas gráficas rupestres, es decir, con sus formas materiales
específicas (shape) y sus conexiones a una clase de
cosas (form)?, interrelaciones que son múltiples,
conscientes e inconscientes. Muy a menudo o por lo general las formas
específicas como antropomorfo, zoomorfo, fitomorfo, astromorfos:
sol, estrella, luna, cometa, (cuya mención y descripción
está innegablemente cargada de interpretación -designación
y descripción interpretativa-) se ligan a su vez a toda clase
de cosas: los antropomorfos a sexo masculino, femenino, indeterminado,
cazador, dios, etcétera; lo zoomorfo a mamífero, cuadrúpedo,
coyote, venado o borrego cimarrón, animal sagrado, animal
protector, etcétera; lo fitomorfo a fanerógamas, criptógamas,
xerófitas, maíz, peyote, psicotrópicos, medicina,
fertilidad, etcétera, y lo mismo para los astromorfos a sol,
estrellas, luna, etcétera; para los dibujos lineales rectos,
curvos y combinados: cuadrados, rectángulos, triángulos,
rombos, trapecios, zig-zags, cruces, puntos, círculos, círculos
concéntricos, curvas, espirales, etcétera, a variadas
y ricas interpretaciones, muchas veces de gran imaginación
y fantasía relacionadas con toda clase de cosas (calendario,
contadores, ideogramas, lenguaje, magia, religión, elementos
naturales o simplemente con aspectos decorativos).
Segundo: cada una de estas formas, independientemente
de sus conexiones a toda clase de cosas, objetos e incluso fenómenos,
poseen componentes primarios geométricos a los que voy a
referirme en adelante y que considero muy importante de tomar en
cuenta en un preponderante lugar para los futuros estudios descriptivos,
de análisis morfológicos e iconográficos del
arte rupestre mexicano en el contexto de su explicación estética.
IV.b.-Los elementos pictóricos básicos
o primarios. Los motivos gráficos fundamentales identificados
por Adolfo Best Maugard para el arte mexicano.
Un poco para no caer en el lugar común de
mencionar que los componentes o elementos básicos primarios
son x, y o z según los manuales de geometría y dibujo,
mejor es pasar a relatar que al momento de estar desarrollando mi
tesis de licenciatura en arqueología sobre los petroglifos
y pinturas rupestres del norte de Sinaloa, me percaté de
que había una serie de patrones lineales muy constantes (figuras
1 A y 1 B) los que interrelacioné posteriormente,
situación que me permitió descubrir interesantes asociaciones
visuales, geométricas y pictóricas que más
adelante se muestran aquí mismo. En el momento de encontrar
dichos patrones lineales (era el año de 1994), decidí
no correr el riesgo de hacer más grande la tesis -que por
sí sola arrojó un total de 528 páginas escritas
a renglón cerrado- y así dejar ese tema para un futuro,
es decir, como parte de un ensayo como el que ahora desarrollo.
Mientras que este trabajo quedó latente durante algunos años,
nuestro amigo, el antropólogo Leonel Durán, me facilitó
el maravilloso libro de Adolfo Best Maugard publicado en 1923 como
método de dibujo en el que se trata la tradición,
resurgimiento y evolución del arte mexicano. Este pintor
se propuso estudiar las más remotas manifestaciones del arte
aborigen mexicano que comprende a los motivos originales que precisamente
corresponden más o menos a todo arte primitivo del mundo.
Los motivos mexicanos que se conformaron del arte primitivo mexicano
o arte precortesiano, llegaron a ser lo que ahora en día
podemos observar en las formas y diseños de la alfarería,
textiles, amates, telas y demás materiales artesanales; este
arte mexicano se nutrió del Renacimiento español y
del arte asiático. Un ejemplo de ello, nos dice Best Maugard,
son las porcelanas llamadas "Talavera" de Puebla. Así
el arte primitivo proporcionó elementos abstractos que contribuyeron
a la conformación del arte o estilo mexicano.
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Como producto de un México postrevolucionario
y en la antesala de las ideas nacionalistas, el pensamiento de Best
Maugard expresa una gran admiración y amor por el arte mexicano
y constantemente hace alusión al origen y evolución
del mismo sin dejar de lado el aspecto estético manejado
por él en el sentido occidental de belleza pero no desligándolo
de los aspectos religiosos y naturales. La siguiente cita resume
en gran medida lo anteriormente afirmado:
"Al principio el aborigen
con seguridad usó los antedichos elementos como representaciones
de sus dioses y de ciertos fenómenos físicos,
pero, más tarde, encontramos que los usa simplemente
para producir armonía y ritmo, esto es, para producir
belleza, para adornar, para decorar. Cuando en nuestro arte
indio se expresan objetos animados, verbigracia, figuras y animales,
encontramos que su trazo no fue concebido puramente bajo un
criterio de belleza, sino que la mira, al estilizar éstos,
lo mismo que cualquier otra forma de la naturaleza, fue la de
imprimirle un significado jeroglífico, y es, así,
como crea, por ejemplo, serpientes con plumas, etc. Así
pues, sólo de un modo parcial podremos encontrar representaciones
gráficas de la naturaleza, estilizadas, en las que se
persiga exclusivamente el fin estético".
Best Maugard identifica siete motivos fundamentales
que dieron origen al arte aborigen que ubica de gran belleza y "superioridad"
sobre otras artes primitivas. Independientemente del sentido etnocéntrico
de la afirmación, nuestro pintor señala que estos
motivos son los elementos primarios "...de las
perfectas grecas y los motivos ornamentales que se observan en las
obras de arte indígena, que, más tarde, aprovechando
los elementos europeos y chinos, pero sin perder su carácter
y su fuerza, formaron el arte colonial y el arte popular actual".
Con estos siete motivos tomados del arte indígena
azteca, maya, totonaca, etcétera., fue posible elaborar y/o
diseñar todas las formas que se pueden apreciar en el arte
mexicano. Maugard construye la analogía entre éstos
siete motivos gráficos con nuestro sistema de notación
musical occidental precisamente también de siete notas fundamentales
con las que han compuesto todo tipo de obras, géneros y estilos
musicales.
Independientemente del origen y significación
que encuentra Best Maugard de los siete elementos primarios identificados
en el arte de todos los pueblos incluido el mexicano, éstos
se constituyen de las siguientes formas específicas: 1.-Espiral,
2.- Círculo, 3.-El medio círculo cortado 4.-S o "curva
de la belleza", 5.-Línea ondulada, 6.-Línea en
zig-zag, y 7.-Línea recta (figura
2).
Todos estos motivos o elementos en asociación
por su misma forma específica (curvas, círculo y rectas)
y combinados y/o mezclados, dan como resultado elementos abstractos
tales como las grecas, círculos y cuadrados concéntricos, (figuras 3 y 4),
así también dando origen a los motivos
naturalistas: antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos, astromorfos
(nubes, soles, luna, estrellas y rayos), iglesias, casas y kioskos (figuras 5-9) entre otras,
formas que en su conjunto son materia prima para el arte mexicano,
tal como se puede apreciar en la mayoría de las artesanías
mexicanas (figuras 10-12).
IV.c.-Los patrones lineales del arte rupestre
mexicano. Ejemplos del arte rupestre de Coahuila y del norte de
Sinaloa, México.
Los patrones lineales entendidos como componentes
o elementos geométricos y pictóricos básicos
son los que conforman la gráfica rupestre. A la manera de
Best Maugard identifico estos componentes o elementos a través
de ejemplos del arte rupestre de Coahuila y del norte de Sinaloa.
IV.c.1.-Ejemplos de patrones lineales en la
gráfica de petrograbados de Coahuila.
La arqueóloga mexicana Leticia González
señala a través de su interesante artículo
llamado "Los petroglifos como sistema de representación
visual: algunas reflexiones sobre este tema" (1992) que al
estudiar el material rupestre del estado mexicano de Coahuila, los
petrograbados se presentan como imágenes visuales, es decir,
como comunicación visual que expresa los intereses de quienes
los crearon desde una "perspectiva gráfico visual".
Con esto establece varias importantes premisas: 1.-las figuras son
la representación de un sistema estandarizado de expresiones
visuales, 2.-dispuestas bajo ciertas convenciones y no como producto
del azar, 3.-las figuras seleccionadas y su distribución
responden a una lógica, representando unas figuras, repitiendo
unas y otras no, y 4.-reflejando en su conjunto un sistema cognoscitivo
generalizado. Además de considerar aspectos relevantes al
signo en el ámbito de la comunicación y a los sitios
arqueológicos con petroglifos como entidades narrativas,
cae en cuenta, independientemente de cuestionar el sentido geométrico
o abstracto en términos de nuestra percepción contemporánea
de figuras, que precisamente no corresponden a figuras geométricas
conocidas, que es necesario llegar a la raíz del texto gráfico-rupestre
(discurso gráfico-rupestre) y entonces establece los "elementos
matrices simples" (figura 13) y los "elementos matrices complejos" (figura
14).
Los primeros -elementos matrices simples- se constituyen
de líneas rectas conformadoras de ángulos, cuadrados
y zig-zags; líneas curvas de las que se desprenden curvas
simples, círculos unitarios, círculos concéntricos;
y mixtilíneas o combinadas que son curvas y rectas unidas.
Para los segundos -elementos matrices complejos-
la autora considera a la figura humana (asexuada y masculina), figuras
animales (serpientes, coyote y cabra montés), manos, pies,
puntas de proyectil, estrellas y luna. Posterior a esta clasificación
González, a mi parecer, cae en honduras al considerar a estas
mismas figuras como signos y también como no signos, reconociendo,
por otro lado, que la interpretación es un "problema
de difícil solución". Para ello propone, basándose
en Humberto Eco, la utilización del concepto de "forma
vacía", ya que ante la imposibilidad de interpretar
y conocerse el verdadero significado de las figuras rupestres o
el texto gráfico rupestre en sí, la "forma vacía"
ofrece la posibilidad de codificar el mismo texto desde puntos de
vista diferentes y así atribuírsele posibles y variados
sentidos.
Desde mi particular punto de vista, considero
que esto último es lo más "espinoso" del
tema gráfico-rupestre, es decir, la interpretación-explicación,
aunque sin lugar a dudas es también descuidado, incluso riesgoso,
dejar tan suelta la interpretación del discurso gráfico-
rupestre o adjudicarle diversos significados dependiendo de las
distintas miradas que se lancen hacia las formas específicas
de un sitio o de una región, aún con sus estilos gráfico-rupestres
establecidos bajo el concepto de "formas vacías",
no obstante, esta discusión no tiene lugar en el presente
ensayo por lo que debe continuarse ahora con el ejemplo de Sinaloa.
IV.c.2.-Ejemplos de patrones lineales en la
gráfica de petrograbados y pinturas rupestres en el norte
de Sinaloa.
Procurando entonces ser consecuente con la búsqueda
de los elementos primarios para el análisis de la gráfica
rupestre del norte de Sinaloa, elaboré una serie de tablas
que me permitieron cuantificar y cualificar componentes y elementos
gráficos específicos, tanto en el sentido geométrico
como en el morfológico-pictórico, esto sobre todo
para el carácter abstracto, con formas de representación
geométrica rectilínea, curvilínea y combinada
y que en su conjunto responden a patrones lineales constantes del
arte rupestre del norte de ese estado mexicano. Con todo el sistema
de clasificación que se construyó sobre la base de
niveles taxonómicos y que conformaron lo que denominé
el análisis interno (cuadros I y II), fue posible el establecimiento
de dos estilos (Río Fuerte y Sierra Central Barobampo)
en correlación con el análisis externo, el cual tomó
en cuenta para tal cometido la información tanto de los contextos
culturales (arqueología y etnohistoria) como de los naturales
(geografía, geomorfología, fisiografía, clima,
etcétera) (figuras 15 y 16 A, 16
B y 16 C).
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Durante ese proceso encontré referencias
y asociaciones visuales (pictóricas) que me permitieron reafirmar
y por lo tanto confirmar algunas correspondencias geométricas
y otras que son meramente formales específicas en términos
de su representación rectilínea, curvilínea
y por lo tanto combinada, precisamente de los patrones lineales
o elementos geométricos básicos como son la recta,
greca simple, espiral angular, zig-zag, cuadrado, triángulo,
rectángulo, rombo curva, círculo, punto, espiral curvilínea,
etcétera. Esto significó no aislar cada una de las
formas o elementos específicos, sino integrar con un equilibrio
impresionante toda la estructura, ya fuera ésta rectilínea,
curvilínea o combinada, con lo que se demuestra que la gráfica
rupestre, tanto del carácter naturalista como del abstracto,
es una unidad que guarda un total equilibrio tanto geométrico
como visual, cuestión que permite hablar de que está
en perfecta armonía y por lo tanto en interrelación,
es decir, en absoluta simetría y que se desprende
de un mismo origen. Para mayor entendimiento de estas afirmaciones
es necesario mostrar y explicar algunos ejemplos en el orden de
su forma de representación (rectilínea, curvilínea
y combinada):
1.-Forma de Representación Geométrica
Rectilínea
a.1).-Referencia y asociación visual y geométrica
simple de la greca simple y del zig-zag en correspondencia con el
cuadrado (figura 17) y con el
rombo respectivamente (figura 18):
De representación geométrica rectilínea, la
greca simple y el zig-zag son poligonales abiertas sin un centro
aparente como lo tiene el cuadrado, el rectángulo, el triángulo
equilátero, el rombo y el círculo, no obstante, si
este centro aparente se encuentra, o se define físicamente
como un centro geométrico potencial, se obtienen correspondencias
geométricas entre el cuadrado y la greca simple o entre el
rombo y el zig-zag.
b.1).-Referencia y asociación visual y geométrica
compleja de la greca simple en correspondencia con el cuadrado unitario
y la espiral angular (figura 19):
De representación geométrica rectilínea, la
greca simple se corresponde con el cuadrado, la que es una "figura
formada por cuatro segmentos iguales llamados lados, tales que cada
dos son paralelos o perpendiculares entre sí; los puntos
de intersección de los lados se llaman vértices"
y así también guarda correspondencia visual con la
espiral angular que es la línea recta que se desenrolla en
ángulos rectos alejándose o a acercándose,
según se quiera ver, con referencia a su centro aparente
o eje.
2.-Forma de Representación Geométrica
Curvilínea
c.2).-Referencia y asociación visual y geométrica
simple de la curva (curva libremente ondulada) en correspondencia
al círculo unitario (figura 20) y a la espiral curvilínea (figura
21): De representación geométrica curvilínea,
la curva simple u ondulada con sus crestas o valles sin centro aparente
como lo tiene el círculo, da origen visual a este mismo.
El nombre de curva que utiliza el arte pictórico no pertenece
a la terminología geométrica que usa los de parábola
o hipérbole. El círculo definido como "una superficie
plana limitada por una curva que tiene todos sus puntos a igual
distancia de un punto fijo interior. Este punto se llama centro del círculo". La curva se integra a la espiral o viceversa.
La espiral es definida por el reconocido pintor Vassily Kandinsky
como un "círculo que va frustrándose regularmente"
y que se "deriva de una desviación regular del círculo"
(espiral naciente) y así entonces "la espiral es una
línea y el círculo es un plano". La espiral es
un término genérico "...para describir cualquier
ente geométrico que se arrolla alrededor de un punto central
o eje mientras va alejándose del mismo".
3.-Forma de Representación Geométrica
Combinada
d.3.-Referencia y asociación visual y geométrica
del rombo inscrito en círculo y curva simple (figura
22):
e.3.-Referencia y asociación visual y geométrica
compleja del zig-zag en correspondencia con la espiral angular,
curva simple y espiral curvilínea (figura
23):
f.3.-Referencia y asociación visual y geométrica
compleja del zig-zag, rombo, curva simple, espiral angular, espiral
curvilínea y círculo unitario (figura
24):
g.3.-Referencia y asociación visual y geométrica
(simple y compleja) del círculo, espiral angular, espiral
angular inscrita en círculo, zig-zag, espiral angular y curvilínea,
espiral curvilínea inscrita en círculo en correspondencia
al círculo concéntrico (figura
25):
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Las afinidades morfológicas de estos elementos
básicos quedan demostradas en su sentido de asociación
visual, geométrica, pictórica y por lo tanto en el
plano de la simetría en las figuras aisladas o traslapadas
entre las mismas, formas específicas del arte rupestre del
norte de Sinaloa que aquí se presentan. Son también
una referencia importante para el entendimiento de la geometría
combinada. La espiral curvilínea inscrita en círculo
guarda gran semejanza visual con el círculo concéntrico,
pero esto no significa que le dé origen geométrico,
aunque sí visual y seguramente mucho tuvo que ver no sólo
con lo nemotécnico del inconsciente de quien lo manufacturó
o en el momento preciso de su concepción, sino también,
con el sustrato estético utilitario y funcional de las formas
rupestres.
Este juego visual de referencia y asociación
incide en la propuesta teórica de la estética del
arte rupestre, y es sólo una de las tantas vertientes que
pueden estudiarse formalmente. Así la simetría de
los patrones lineales contribuye también de una manera muy
importante con la estética concebida en los campos de la
sensibilidad y de la producción de efectos emotivos interrelacionados
con los componentes estéticos de la práctica social
y de la simetría de la cultura.
IV.d.-Las curvas del círculo se acercan:
las ideas científicas de Beatriz Braniff a través
de diseños arqueológicos tradicionales mesoamericanos
y del norte de México
La curva con todos sus puntos a igual distancia
de un mismo punto fijo interior que es el centro no es otra cosa
que el círculo, así entonces, con algunas de las ideas
de Beatriz Braniff tomadas de su artículo "Diseños
tradicionales mesoamericanos y norteños. Ensayo de interpretación",
se cuenta ya con un círculo discursivo casi completo, que
va cerrando tanto en el sentido epistemológico como en el
estético. También tanto por el aspecto formal (forma
general como forma material o específica) como por el interpretativo,
el círculo va acabando en perfecta armonía (simétricamente),
es decir, en proporción adecuada a sus partes, entre sí
y con el todo, en otras palabras, se está llegando al mismo
punto por dos caminos diferentes, no necesariamente opuestos y tampoco
incompatibles entre sí, sino por el contrario, complementarios.
El primero ya se ha recorrido (es la primera mitad del círculo),
para el segundo (la otra mitad), Beatriz Braniff nos lleva de la
mano:
La actitud científica de una investigadora
de la talla de Braniff, con todo el bagaje arqueológico y
experiencia en el estudio arqueológico del norte de México,
no la aleja de la necesaria visión de la historia del arte
en cuanto a la relación arqueológica que se entabla
con los diseños de los materiales cerámicos y rupestres
de Mesoamérica y del norte de México, sin embargo,
reconoce que ella no domina esos campos pero sí otros estudiosos
que se citan en la nota n° 28 de este ensayo y por ella misma
a los que hace referencia a algunos de ellos en su trabajo La
frontera protohistórica...( op. cit. p. 615-616).
En el artículo en cuestión, Braniff propone hacer
una interpretación de carácter ideológico sobre
una serie de diseños, interpretación que dice es "música"
y que reconoce de difícil corroboración científica.
Parte de que todo diseño consigo trae una "carga inconsciente
de su propia tradición, por lo que es en efecto un símbolo
ideológico". La ideología del diseño,
señala, puede ir cambiando con el tiempo, además,
éstos están en correspondencia con el nivel cultural
del grupo que los produjo: cazadores-recolectores y agricultores
que poseen diseños en relación con su ideología,
necesidades y cosmovisiones.
La atención de Braniff se centra fundamentalmente
en la Greca Escalonada o Xicalcoliuhqui observada en muchas
áreas de Mesoamérica, norte de México y Suroeste
de los Estados Unidos (figura 26).
La greca escalonada se ha asociado con el pájaro-serpiente,
con Quetzalcóatl (inventor de la agricultura) y con
grupos de habla náhuatl para épocas históricas.
Otro diseño relacionado con la greca escalonada y Quetzalcóatl es el del gancho en la nariz y se ha identificado con el dios
maya "Chac" (figura 27
A y 27 B).
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En América del Sur se ha encontrado, aunque
sin la greca, asociado con "dragones", caimanes, jaguares,
serpientes y pescados. Otra vez para la época del 450 al
650 d. C. en Occidente de México se tiene la greca escalonada
como motivo o diseño principal de la cerámica del
tipo Canutillo, la que también presenta diseños geométricos
triangulares, así también con los tipos "Gualterio
Rojo sobre Crema" y "Súchil Rojo sobre Café"
que presenta el "mounstruo caimán" posiblemente
relacionado con Quetzalcóatl (Figura 28) y
la greca escalonada en distintos tipos cerámicos (Figuras
29-33).
También la pirámide y la greca escalonadas
y la greca de tipo geométrico se encuentran en Snaketown,
Arizona (figura 34) y en los petroglifos del sitio Trinchera,
Sonora, México (figura 35).
El interés por este diseño queda
manifiesta cuando de una manera directa Braniff asocia su estructura
con los elementos básicos primarios que la conforman:
"Las grecas, por el contrario,
así como ciertos diseños aislados que las componen,
si estudiamos su evolución, notamos que se desarrollan
a partir de motivos rectilíneos y curvilíneos que nos llevan a nuestra tantas veces mencionada Greca Escalonada".
Beatriz Braniff sabe e intuye de manera precisa
que los elementos básicos o primarios (patrones lineales)
son los conformadores de estos diseños que no sólo
se presentan en la cerámica sino también en el arte
rupestre. La greca escalonada y la S de los petroglifos de Proveedora,
Sonora y en la cerámica del Periodo Medio (1060-1340) de
Casas Grandes (Paquimé) (figuras
36 y 37) son ejemplo de ello.
En todas estas grecas, en todas estas asociaciones,
en todos estos diseños priva el elemento básico o
primario y el que Braniff asocia con maestría a toda una
ideología de nómadas y sedentarios, con coherencia
y con el dato arqueológico en la mano. Su artículo
es entonces una gran aportación que combina la información
arqueológica con los aspectos geométricos y pictóricos
de tan importante referencia visual y asociación a la simetría
de la cultura a interior del discurso teórico de la estética.
V.-Conclusión preliminar
Al desconocer los códigos y/o significantes
de los signos de la mayoría de los elementos de la gráfica
rupestre, se halla muy lejana la posibilidad de interpretarlos de
manera exhaustiva, además, existen los consabidos problemas
generales de asignación cultural y cronológica inherentes
a esta forma cultural, salvo excepciones en donde la analogía
etnográfica, el dato etnohistórico o la correlación
arqueoastronómica allanan los obstáculos de la interpretación
precisa de ciertas formas específicas.
Un camino seguro, muy noble e imprescindible es
el de la conservación de este patrimonio cultural, pero alejado
de las cuestiones teóricas de explicación de este
medio de trabajo que funcionó en la conciencia social de
nómadas y sedentarios, siempre en relación directa
con los componentes estéticos de la práctica social
de los mismos que lo crearon. En este sentido, encontrar el equilibrio
sería el camino ideal, lo que a mi parecer dirigiría
el rumbo hacia el conocimiento estético del material rupestre
en el ámbito de la teoría de la sensibilidad, esto
es, el arte rupestre como un problema de conocimiento, problema
que recae en el ámbito de los componentes estéticos
de la práctica social, sean éstos bajo una visión
de la estética funcional o de la estética utilitaria,
paradigma que es totalmente compatible con el quehacer de la arqueología
en relación con la sensibilización y los efectos emotivos
experimentados por el estudioso, quien además, debe hacer
conciencia de que el proceso de conocimiento del material rupestre
ofrece la posibilidad de ubicarse en el plano de la experiencia
estética.
También es evidente que los autores
centrales citados, ejes del presente texto (Best Maugard, Beatriz
Braniff, Leticia Gonzalez y Francisco Mendiola), concientemente
han tenido que llegar a la unidad mínima de la gráfica
comprendida esta como motivo, elemento simple o complejo, componente
primario, patrón lineal, matriz, motivo rectilíneo,
curvilíneo, combinado o mixtilíneo, por lo que entonces
se plantea aquí que esa unidad mínima no sólo
es el origen de la gráfica y de la simetría de todo
tipo de expresión que haya considerado en su manufactura
la materia prima lineal, sino también, que en ella se halla
la génesis del problema de conocimiento desde la perspectiva
estética y por lo tanto, la raíz de los componentes
estéticos de la práctica social que se expresan en
el estilo, reflejo de las pautas de conducta social en tiempos y
espacios determinados.
En este sentido, como lo señalan Dorothy
K. Ashburn y Donald W. Crowe (op. cit pp. 15, 17, y 19),
la simetría es un factor para la percepción muy importante
en el que los individuos, dependiendo de sus particulares conocimientos,
necesidades y situación de orden cultural, contarán
con diversas estimulaciones precisamente durante ese proceso de
percepción. Además de que los sentidos de orientación
son muy importantes, las características peculiares del sistema
estético de una cultura en particular utiliza la simetría
como un diagnóstico en la percepción de la forma.
Y pregunto: ¿no es la forma específica
o material lo primero que llama nuestra atención?. Sí,
efectivamente es ella, entonces es aprovechar la oportunidad de
generar conciencia en ese sentido y comenzar a ejercitar la observación
y el análisis de las unidades mínimas que la componen.
En conclusión Washburn y Crowe asientan
que:
"La simetría es una percepción
universal cognitiva que básicamente procesa toda la información.
La simetría de la cultura es una parte de la organización
del mapa cultural cognitivo y la clasificación de la
simetría significa la posibilidad de que los miembros
de una cultura en particular perciban nuestro mundo".
¿Sucede esto con
el arte rupestre?. Aunque se perciba un aparente caos gráfico-rupestre
la simetría existe, es el orden del caos y por lo tanto la
simetría puede hallarse, observarse, describirse y analizarse,
generándonos con ello una experiencia estética de
efectos emotivos y de sensibilidad en su percepción y conocimiento,
la que debe entonces capitalizarse y ser aprehendida en aras de
una explicación científica más amplia, precisamente
desde el enfoque esteticista, más aun cuando el estudio del
arte rupestre sigue implicando un problema de conocimiento que se
origina en las unidades mínimas que lo conforman. Directa
o indirectamente la simetría es percibida por el observador
del arte rupestre, sea en una espiral, greca escalonada, círculo
concéntrico, curva, o línea recta aislada o traslapada
entre sí. La simetría de la cultura como algo inherente,
que da origen y condiciona a la gráfica. Su simetría
entendida dialécticamente como expresión de la cultura.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
Mendiola
G. , Francisco. Arte rupestre: Epistemología, estética y geometría. Sus interrelaciones con la simetría de la cultura. Ensayo
de explicación sobre algunas ideas centrales de Adolfo Best
Maugard y Beatriz Braniff.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/mendiola2.html
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