Litograbados indígenas en la arquitectura
colonial del Departamento del Cusco, Perú
César del Solar Meza cesardelsolar1902@yahoo.es (2)
Rainer Hostnig rainer.hostnig@gmail.com SIARB. Cusco, Perú (3)
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2a. parte (...viene
de 1a.parte)
6. Aspectos litológicos y petrográficos
del soporte y estado de conservación de los litograbados
Según el geólogo cusqueño
Raúl Carreño Collatupa, el grueso de las piedras
con grabados fueron cortadas de rocas volcánicas (andesitas
shoshoníticas), pertenecientes a la formación Rumicolca,
del Plio-Pleistoceno. Los afloramientos más importantes
de esta formación se ubican en Rumicolca, Huacoto, Tongobamba-Oropesa,
P'isaq (quebrada de K'itamayu, en el grupo arqueológico),
pampa de Maras-Moray, Qoriqocha, Juch'uyqosqo, Huarocondo y Limatambo.
En varios de estos lugares (Huacoto, Huarocondo y Rumicolca) existen
canteras que se mantienen en explotación continua desde
la época pre-inca hasta nuestros días (ver ponencia
de R. Carreño C.). No se descarta que algunas andesitas
de Oropesa y Tipón provengan del grupo Mitu, de edad permo-triásica.
La roca andesita -muy usada en las construcciones
desde la época pre-inca hasta nuestros días, por
su excelente calidad y relativa abundancia en la región-,
se presenta en varios colores, siendo la más abundante
la de color gris oscuro, existiendo también las de coloración
rojiza e, incluso, verde. Aparte de las piedras grabadas en este
tipo de roca, encontramos piezas líticas hechas de toba
volcánica (especialmente riolítica en los sitios
de Espinar), de rocas calizas (Chinchero), de riolita, riodacita
y dacita (éstas de coloración que va desde el gris
acero hasta el azulado y verduzco), de cuarcita y arenisca cuarzosa,
de color blanco rosáceo, estas últimas empleadas
como peldaños en la base de la cruz de piedra de Quiquijana.
Los grabados fueron realizados, sin excepción,
en piezas líticas talladas de las rocas disponibles en
la zona, por lo que se deduce que los símbolos grabados
no requerían de un soporte especial, sino que podían
hacerse en cualquier tipo de roca.
Los litograbados están expuestos a diferentes
procesos de degradación y deterioro, los que han sido descritos
minuciosamente por Carreño Collatupa en su ponencia antes
mencionada. Este investigador detectó, entre otros, en
los litograbados estudiados, deterioro por degradación
mecánica (descamación, arenización), alteración
mineralógica, ataque de líquenes, (fenómenos
a los que son propensos sobre todo las rocas shoshoniticas de
la formación Rumicolca), la erosión por tránsito
(efecto de abrasión, particularmente en aquellas piezas
que forman parte de gradas, losas del atrio, etc.), y por vandalismo.
Algunos litograbados de Huaro parecen haber sido sepultados por
un huayco que arrasó parte de ese pueblo, posiblemente
en algún momento del siglo XVI.
En Pisac, la gran cantidad de velas encendidas
anualmente sobre las gradas de la cruz misional ha impregnado
las piedras con cera, mientras que en Andahuaylillas la cocción
de alimentos encima de las gradas de las cruces misionales durante
las fiestas religiosas ha manchado los litograbados con grasas
y kerosene. Pero el daño antrópico de mayor magnitud
es, sin duda, el causado por el tránsito de la gente.
Otro problema lo representa la pérdida
de piezas líticas sueltas por sustracción o reutilización
en lugares desconocidos. Por ejemplo, una pequeña pieza
con un bello grabado de una espiral de varias vueltas perfectamente
trazadas (fig. 43), encontrada durante los trabajos del proyecto
de Catalogación del Centro Histórico del Cusco en
una casa de la calle Desamparados, ya no pudo ser ubicada por
los autores hacia fines del año 2005. Otra pieza con un
tablero del juego de la "Leonera" desapareció
de la torre-campanario de Yauri en el año 2003, sin que
las autoridades se percataran de la pérdida. Así
mismo suponemos que numerosos litograbados se han perdido durante
las obras de restauración de las iglesias del Cusco, a
cargo del CRYF-Cusco (Corporación de Construcción
y Fomento del Cusco) después del terremoto del año
50. Hace pocos meses atrás, durante los trabajos de embellecimiento
de la plaza del pueblo, fueron cubiertos con cemento los antiguos
litograbados en la base de la cruz misional del templo de Caycay
en el Valle del Vilcanota.
7. Procedencia, formas y tamaños
de las piezas líticas con grabados
Como ya se indicó, a lo largo de la época
colonial, las edificaciones incas de carácter sagrado o
profano sirvieron de cantera para la construcción de templos
y de casas particulares. Sobre el fundamento de las huacas demolidas
crecieron las iglesias, construidas en buena parte con los materiales
de los edificios destruidos. Las piezas faltantes fueron cortadas
y talladas por los picapedreros indígenas en las canteras
de roca andesítica más cercanas.
Según Diego Esquivel y Navia (Noticias
Cronológicas de la Gran Ciudad del Cusco), el Cabildo Eclesiástico
del Cusco, por acuerdo del 6 de octubre de 1559, mandó
trasladar piedras de Sacsayhuaman a la ciudad, para la construcción
de la catedral. Este acuerdo fue anulado en 1561 por el Cabildo
de Cusco, prohibiendo retirar piedras de este lugar para los edificios
de la ciudad, bajo pena de multa de cien pesos de oro, extendiendo
la prohibición a los muros de contención de los
andenes, exceptuando los edificios incas fuera del ámbito
urbano del Cusco.
Alcina Franch llegó a la conclusión
de que los grabados del templo de Chinchero fueron realizados
en el lugar de la obra por artesanos indígenas. Aunque
no puede aportar evidencias concretas para sostener esta hipótesis,
nos parece bastante pertinente y extensible a otros sitios con
presencia de litograbados, como Taray, Yucay, Caycay, San Salvación
y otros. En la mayoría de los templos, sin embargo, se
puede observar un empleo combinado de litograbados precolombinos
con piezas grabadas en la época colonial. En determinadas
iglesias (San Jerónimo, Oropesa y Andahuaylillas) predominan
incluso las piezas de origen prehispánico sobre las coloniales,
mientras que en templos como San Cristóbal, Huaro y en
la capilla de Canincunca hallamos únicamente lo que parecen
ser litograbados precolombinos.
En la construcción de los templos coloniales
se empleó una gran variedad de piedras labradas, tanto
piezas de cantería inca como talladas por picapedreros
indígenas en la época post-conquista. Como soporte
para los litograbados precolombinos podía servir cualquier
tipo de piedra labrada, ya sea canteada en forma prismática
o de paralelepípedo recto -como los dinteles-, cónica,
de poliedros irregulares, de uniforme convexidad (almohadillado),
piedras de forma irregular, piezas líticas con formas,
ángulos y lados variados. Para la elaboración de
litograbados en la época colonial se usaron como soporte
piedras labradas y pulidas, destinadas a ser usadas como peldaños
de grada, como piedra de albardilla para coronar un muro, o para
algún ritual de reminiscencia precolombina (cúpulas
con surcos) o como tablero de juego.
El tamaño de los soportes varía
según el tipo de pieza lítica usada, siendo los
dinteles inca los más grandes, llegando a medir hasta 1.6
m de largo por 50 cm de ancho (Maras). En San Jerónimo
abundan los litograbados elaborados en piedras irregulares de
factura inca, con tamaños que van desde muy pequeños
(18 cm de largo x 5 cm de ancho x 12 cm de alto) hasta grandes
de 114 cm x 38 cm x 29 cm.
8. Características de los litograbados
8.1. Técnica y lugar de grabado
Para la confección de los litograbados
se utilizó la técnica de la percusión indirecta
complementada, en la mayoría de las piezas registradas,
por pulimento. La misma técnica fue empleada en la producción
de petroglifos del cerro Cruzmoqo en el complejo arqueológico
de Tipón, Quispicanchis, y en Torrekunka, Paucartambo.
Existen diferencias marcadas de calidad en el
acabado de los grabados y en el trazo de los diseños, como
se puede observar cuando se comparan las espirales de las figuras
41 y 43.
Como en los petroglifos, también en los
litograbados los surcos varían en profundidad y anchura,
aunque todos tienen el perfil de "U" invertida. Frecuentemente,
y sobre todo en las combinaciones con cúpulas, los surcos
tienen aspecto de verdaderas canaletas, posiblemente para facilitar
la evacuación de los líquidos sagrados usados en
las libaciones dentro del contexto de ceremonias religiosas.
En algunos casos, los grabados cubren la superficie entera de
la pieza lítica; en otros, solamente la mitad, o incluso
menos. Encontramos también grabados que se extienden sobre
más de una pieza, como los registrados por Alcina Franch
en Chinchero y por los autores en Colquepata y Andahuaylillas.
Probablemente todos los grabados que cubren más de una
pieza lítica son de datación colonial y deben haberse
realizado en piedras ensambladas en la obra.
Como ya se indicó, Alcina Franch sostiene
que los litograbados de Chinchero fueron hechos por artesanos
indígenas en plena obra, cuando se construyó la
iglesia a comienzos del siglo XVII; otros debieron ser hechos
después de la remodelación del atrio y de la plaza.
Nos adherimos a este supuesto que, a nuestro parecer, es v‡lido
para todos los grabados en piezas l’ticas elaborados durante la
Žpoca colonial; es muy probable que también los litograbados
de origen inca hayan sido originalmente elaborados en talleres
inca, implementados en las inmediaciones de las obras.
8.2. Clasificación de los motivos
Para poder describir este corpus grande de más
de medio millar de piezas líticas con grabados muy diversos
en cuanto a forma, disposición y composición de
signos, hemos buscado una manera de clasificarlos por categorías
o tipos de motivos que tienen una o varias características
en común. Tratándose de signos cuyo significado
y función ignoramos (con excepción de aquellos diseños
que representan juegos), decidimos basar la clasificación
(siempre subjetiva) de los motivos en criterios estrictamente
formales y geométricos, para lo que, a manera de préstamo,
recurrimos a los conceptos empleados para la descripción
de manifestaciones rupestres.
Descartamos como criterios de clasificación la afiliación
cultural o el emplazamiento de los litograbados, ya que no se
ha podido detectar diferencias claras entre grabados precolombinos
y coloniales (nuevamente exceptuando las figuras de los juegos)
ni, tampoco, una correlación entre tipo de motivo y emplazamiento
en la estructura de los edificios.
Sobre la base de aspectos formales hemos agrupado
los motivos de los litograbados en las siguientes categorías:
a. Motivos geométricos o abstractos
b. Motivos figurativos (serpentiformes, cruces cristianas)
c. Depresiones circulares (cúpulas o tacitas)
d. Diseños cuadrangulares o rectangulares con división
interior (versión peruana del juego de alquerque)
Es importante aclarar que no existe una línea
divisoria definitiva entre las tres primeras categorías,
debido, por un lado, al alto número de motivos compuestos
o combinados y, por otro, a la ambigüedad de determinados
signos como, por ejemplo, algunas espirales o líneas onduladas
que pueden representar también serpientes o viceversa.
8.2.1. Motivos geométrico-abstractos
La gran mayoría de los grabados pertenece
a esta primera categoría de motivos, que se presentan en
una gran variación de formas, tamaños, disposiciones
y combinaciones. La hemos subdividido en:
1. Espirales simples, dobles y combinadas
2. Motivos intrincados o laberintiformes, simples y complejos
3. Motivos curvilíneos sencillos
El motivo o símbolo más sugestivo
entre la gran cantidad y variedad de signos que aparecen en los
litograbados es, sin duda, la espiral, por su carácter
universal y su forma intrigante. La encontramos frecuentemente
aislada, pero también asociada a cúpulas o combinada
con otros motivos. En cuanto a su forma, distinguimos entre espirales
simples con dos o más vueltas, asociaciones de espirales
como espirales dobles inversas u opuestas, grabados en sentido
de una S o en sentido contrario o unidas mediante una línea
sinuosa (p. ej. Casa Urbina, Cusco), espirales opuestas en el
mismo sentido, espirales cuyo extremo externo se convierte en
una línea curva, recta o quebrada, espirales cuyo extremo
interno termina en una cúpula, espirales con apéndices
o entrando en contacto con otros signos y un caso de espirales
dobles, siendo uno de ellos de retorno interno (Tiobamba, calco
3hA).
Hay sitios donde el símbolo de la espiral
está prácticamente ausente (Chinchero), mientras
que en otros abunda (San Salvador, Colquepata, Apachaco, Andahuaylillas).
La segunda subclase de motivos abstractos abarca
todos aquellos que, por su forma, la disposición y asociación
de los signos, tienen una apariencia intrincada, llegando a veces
a representar verdaderos laberintos, definidos como una acumulación
de líneas curvas y rectas, dispuestas en forma aparentemente
anárquica o desordenada que hace difícil orientarse.
Pertenecen a este tipo gran parte de los litograbados de Chinchero,
Zurite, Huarocondo y algunos de San Jerónimo y de otros
sitios. Pueden estar combinados o en contacto con cúpulas
o yuxtapuestos a ellas. Los de Chinchero frecuentemente terminan
en ganchos abiertos o cerrados. Los motivos intricados o laberintiformes
aparecen tanto en las superficies horizontales como verticales
de las piezas líticas.
Los motivos de esta categoría ocupan
mayormente la superficie entera de un bloque lítico; en
algunos casos, sólo una esquina, el borde o un determinado
sector de la superficie. En Chinchero, Zurite, Andahuaylillas
y Colquepata se encuentran motivos que se extienden sobre dos
y hasta tres piezas, sumando una longitud de hasta 1,45 m, con
un ancho medio de hasta 40 cm. El motivo más pequeño
registrado en Chinchero cubre un área de 10 por 10 cm.
El ancho de los surcos es muy variable y puede ser de pocos milímetros
o de varios centímetros, mientras que la profundidad oscila
entre 5 mm y 2 cm. En las piezas grabadas expuestas al pisoteo
de la gente, la profundidad de los surcos puede haberse reducido
considerablemente, debido al desgaste (efecto de abrasión).
La observación de Alcina Franch con respecto
a los litograbados de Chinchero, según la cual las curvilíneas
predominan sobre las rectas, es válida para el universo
de litograbados registrados. Las únicas representaciones
realizadas exclusivamente con rectilíneas son las cruces
cristianas y los juegos. En los demás grabados sólo
constituyen segmentos cortos o largos de motivos curvilíneos
simples o complejos.
|
2aA-2eE:
Calcos de espirales simples, dobles y combinados |
|
3aA-3hB: Calcos de motivos
intricados y laberintiformes simples y complejos
|
|
4aA-4eE: Calcos de motivos
curvilíneos sencillos |
8.2.2. Motivos figurativos (serpentiformes
y cruces)
Esta categoría de motivos se reduce a
la representación de figuras serpentiformes o de serpientes
reconocibles como tales. No hemos podido identificar otras figuras
zoomorfas, representaciones antropomorfas u objetos; por ello
consideramos que las suposiciones de Alcina Franch -quien llega
a interpretar algunas signos curvilíneos asociados con
otras formas geométricas en Chinchero como "llaves
de madera", "puntas para caza de aves o peces",
"boleadora", "estrellas" y "animal de
una pata"-, son producto de la imaginación del autor
y algo que no puede ser corroborado objetivamente.
Así como la espiral en algunos casos
se asemeja a la figura de la serpiente, también varios
de los motivos clasificados como serpentiformes (especialmente
aquellos sin cabeza y cola distinguible) son ambiguos en su forma
y podrían igualmente colocarse en la subcategoría
de motivos curvilíneos. Aún así, nos inclinamos
a pensar que la gran mayoría de las líneas ondulantes
sí representan serpientes cuya forma sencilla se presta
para la abstracción. Venerados en tiempos preincaicos e
incaicos como animales de carácter sagrado, aparecen no
solo con frecuencia tallados en piedras, en alto o bajorrelieve
(p. ej. en la Casa de las Sierpes), sino, también, como
elemento iconográfico en la cerámica y en la textilería
precolombinas, y como motivo recurrente en petroglifos y pinturas
rupestres de la región.
Las formas básicas de representación
de las serpientes son la espiral y la línea sinuosa con
un extremo en forma de un pequeño hoyuelo ovoide y el otro
terminando en punta. Prototipos de estas formas los encontramos
en Canincunca (calco 5bE) y en una antigua casa ubicada en la
esquina entre la Plaza San Francisco y la Calle Tordo. En Chinchero,
donde los artesanos de los litograbados han desarrollado un estilo
local propio que Alcina Franch ha denominado "cursivo",
las numerosas figuras interpretadas como serpientes, generalmente,
tienen la cabeza en forma de un gancho cerrado.
La figura serpentiforme puede aparecer sola
o en asociación con otros signos y cúpulas. En algunos
templos coloniales, como el de Chinchero (piedras-alero), o San
Jerónimo (gradas al atrio), representa el motivo más
frecuente.
Otro motivo figurativo, indudablemente colonial,
es el símbolo de la cruz cristiana, grabada en elementos
líticos que generalmente sirven como marco de puertas o
portadas. Hemos encontrado grabados de cruces en el centro histórico
del Cusco y en Pisac (sobre la cruz de piedra de la Capilla Patacalle),
la más elaborada y de notable antigüedad, -una cruza
latina con base escalonada-, en el intrados de una de las jambas
de la portada del antiguo beaterio de San Antonio Abad, también
conocido como "Casa de las Sierpes", en la Plazoleta
de Nazarenas. Dos cruces, ubicadas en las jambas de puertas de
la Calle Hospital, están colocadas de cabeza, lo que nos
indica que se trata de piezas reutilizadas. Una de ellas tiene
forma de cruz potenciada y una base triangular de cuyos costados
salen cuatro líneas curvas hacia arriba, dos en cada lado.
|
5aA-4dE:
Calcos de motivos figurativos (serpentiformes y cruces) |
8.2.3. Depresiones circulares (cúpulas)
Los pequeños hoyos hemisféricos,
de planta circular y fondo cóncavo, son uno de los motivos
más frecuentes en los litograbados de los templos coloniales
del Cusco. En Maras, Caycay y Huayllabamba, estas depresiones
−conocidas como cúpulas en la terminología
rupestre− representan los motivos predominantes, mientras
que en Pucyura resultan siendo los únicos motivos, existiendo
gran cantidad de ellas en las gradas de la cruz de piedra.
Las cúpulas aparecen solas o agrupadas,
en combinación con surcos o asociadas a otros signos, con
los que pueden entrar en contacto o no. Su diámetro varía
entre 2 y 10 cm y su profundidad entre pocos milímetros
hasta 4 cm. Por su fino acabado y la profundidad de varias de
ellas, son especialmente impresionantes las cúpulas grabadas
en las gradas de la cruz de piedra del templo de Maras.
El emplazamiento de los litograbados con cúpulas
alrededor de la cruz misional no deja duda sobre la función
ritual de estos motivos, que se encuentran también con
frecuencia en los petroglifos prehispánicos de la región.
Su función dentro de la religiosidad andina nos la reveló
un campesino de Caycay, quien había escuchado narrar a
su abuelo que estas depresiones eran utilizadas antes como quemaderos
de untu, el cebo de la llama, en ceremonias nocturnas.
|
6aA-6dE: Calcos de depresiones
circulares
(hoyos y cúpulas solas o combinadas con otros motivos) |
8.2.4. Diseños cuadrangulares
o rectangulares con división interior (versión peruana
del juego de alquerque)
Alcina Franch (1976), al analizar los grabados
de Chinchero, encontró dos piezas líticas con diseños
que describió como rectángulos equiláteros,
"cuyo interior se halla dividido en 4 cuarteles, en los cuales
se han conseguido ocho triángulos, mediante el trazado
de las medianas y las diagonales respectivas". Los interpretó
como el juego de la taptana, alquerque o tres en raya, vinculado
con ceremonias funerarias.
Entre 2001 y 2004, los autores encontraron diseños
idénticos en otros lugares del departamento del Cusco.
Tres de ellos están en diferentes edificios del centro
histórico del Cusco, otros dos en las gradas de la cruz
de piedra del templo de Zurite, uno, apenas reconocible, en la
base de la cruz de piedra del templo de Caycay (ahora oculto bajo
una capa de cemento y lozas modernas) y otro en el interior de
una casa colonial en ruinas de Apachaco, Espinar. Ubicamos también
tres litograbados con juegos al pie de la torre-campanario de
Yauri. El antropólogo cusqueño Percy Paz Flores,
quien estudió el juego de la oca y está preparando
un artículo sobre el juego del Alquerque, logró
ubicar otros cinco grabados de tableros, cuatro de ellos también
en el centro histórico del Cusco (con lo cual el número
de juegos hallados hasta ahora en la ciudad del Cusco se ha incrementado
a siete (7) y uno en la cruz de piedra
del templo colonial en ruinas del pueblo de Marcaconga en Acomayo,
con lo que el número total de juegos hallados a la fecha
llega a 17, sin incluir los tres juegos descubiertos en la superficie
plana de afloramientos de toba volcánica en los terrenos
de la ex-hacienda Suero y Cama en Espinar. (calcos 2aA-2bE)
Dos de los litograbados en forma de tablero
de juego, hallados uno por César del Solar en la calle
Almagro y el otro por Percy Paz Flores en la Calle Ruinas de la
ciudad del Cusco, se encuentran empotrados en el muro exterior
de dos antiguos monasterios, pero con el tablero en posición
vertical y mirando a la calle. Son dos casos de un emplazamiento
secundario, es de decir, de la reutilización de litograbados
como material de construcción. Percy Paz sospecha que el
cambio de uso de las piezas líticas con grabados de tableros
se debe a que los clérigos como principales aficionados
de este juego, habían perdido el interés en él
durante la época colonial, sustituyéndolo por otros
pasatiempos.
Al igual que en el caso de Chinchero, el diseño
de las piedras en los demás sitios consiste en 5 líneas
horizontales, 5 líneas verticales y líneas diagonales,
a manera de un tablero de 5 puntos por 5 puntos. En las intersecciones
fueron grabados pequeños hoyuelos, seguramente para colocar
en ellos las fichas (posiblemente semillas de árboles,
frijoles y/o granos de maíz de diferentes colores). En
general, los tableros son cuadrados. Solo en Chinchero uno de
los dos juegos hallados por Alcina Franch forma un rectángulo
con 30 cm de largo por 25 cm de ancho.
En cuanto al carácter del juego, se trata
de una adaptación regional y peruana del juego de alquerque,
un juego estratégico para dos jugadores, fácil de
aprender, que los moros introdujeron en España en el siglo
X y que fue descrito por primera vez en el manuscrito llamado
"Libro de Acedrex, dados y tablas", confeccionado por
orden de Alfonso X, rey de León y Castilla, en el siglo
XIII. Las líneas horizontales, verticales y oblicuas indican
las rutas por donde pueden moverse las fichas. En el Alquerque
peninsular, llamado de doce, intervienen doce fichas por cada
oponente, cuya disposición al inicio del juego se muestra
en la figura 50. El objetivo del juego original consiste en capturar
todas las fichas del oponente.
Al respecto es particularmente interesante (y
una prueba contundente del origen peninsular del juego) el hallazgo
de petroglifos y litograbados con diseños casi idénticos
en Galicia (8) (figs. 52 y 53).
El juego de alquerque llegó al Perú
con los conquistadores. Prueba de ello nos proporciona el cronista
Felipe Poma de Ayala quien dibujó a Pizarro y Atahuallpa
jugándolo, mientras el último estuvo en cautivero
(2004( 9)), p.389, ver también
fig. 54). Aunque Poma de Ayala describe el juego como ajedrez,
no queda la menor duda que se trata del juego de Alquerque de
XII, por la forma del tablero.
En el Cusco, las reglas del juego experimentaron,
-posiblemente a comienzos del siglo XVII-, un cambio radical y
el Alquerque se convirtió en el juego peruano conocido
como "leonera", con doce fichas llamadas ovejas y una
que representa el león. El juego consiste en que el león
busca comerse todas las ovejas, mientras que las ovejas pueden
defenderse y ganar el juego al encerrar al león. El cambio
de las reglas hizo necesaria la modificación del tablero,
al que fue agregado a uno de los lados del cuadrángulo
o rectángulo un apéndice en forma de un pequeño
triángulo invertido, partido en cuatro secciones por una
línea horizontal y otra vertical. En algunos tableros (Yauri)
aparece un triángulo idéntico en el lado opuesto.
Un ejemplar bien conservado se encuentra grabado en una de las
piedras que coronan el antepecho de la galería del segundo
claustro en el antiguo Seminario de San Antonio Abad, actualmente
ocupado por el Hotel Monasterio. Según Percy Paz Flores
(10), quien recuerda haber jugado
el juego en su infancia, el triangulo es la "casa del león",
de donde sale para atacar a las ovejas que se encuentran congregadas
en el lado opuesto del juego. (ver disposición de fichas
del Juego de la Leonera en la figura 51)
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Fig. 50: Tablero con
fichas del Alquerque de XII (11) |
Fig. 52: Alquerque de
XII. Catedral de Ourense, Galicia (12) |
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Fig. 51: Tablero del
juego de la "leonera"
(Dib.: C. del Solar) |
Fig.
53: Alquerque de XII, San Fis de Freitas, Galicia (13) |
Fig.
54: Dibujo del juego de Alquerque de. Poma de Ayala |
Cabe señalar que los juegos hallados en
piedras de albardilla que sirven de remate al antepecho de la
galería en el segundo piso de dos edificios del centro
histórico del Cusco, se ajustan al tamaño de las
piezas y son, por ello, mucho más pequeños (18 cm
x 18 cm) que los juegos grabados sobre antiguos dinteles inca
o piedras especialmente labradas para servir de tabla de juego,
como el de Apachaco, que mide 45 cm por cada lado.
Por su emplazamiento en el atrio de la iglesia
(que durante la primera parte de la época colonial sirvió
de cementerio para la gente común del pueblo), Alcina Franch
relacionó el juego con ritos mortuorios. Aunque encontramos
el mismo juego emplazado en las cruces de piedra en otros tres
templos coloniales de la zona de estudio (Zurite, Caycay y Marcaconga),
predominan claramente los grabados de tableros ubicados en contextos
diferentes que no permiten deducir ninguna relación con
ceremonias funerarias. Tampoco existen elementos algunos que permitirían
pensar que estos grabados daten de la época prehispánica.
El emplazamiento de juegos grabados en piedras de albardilla del
ex-monasterio de los Agustinos y en una casa particular del Cusco,
a los costados de la puerta y en una esquina (14)
de la torre campanario del templo de Yauri (calcos 7aB, 7bA, 7bB),
erigido sobre un promontorio que domina el pueblo, y en la superficie
de las rocas que afloran en la ex-hacienda de Suero y Cama (fig.
8), cerca de Yauri, evidencian una función no de ritual,
sino de entretenimiento y distracción en tiempos de ocio.
|
7aA-7bE: Calcos de diseños
rectangulares o cuadrangulares con división interior
(versión peruana del juego de Alquerque) |
8.2.5. Marcas de canteros
No deben confundirse con los litograbados objeto
de este estudio aquellos signos incisos, habitualmente letras
o geométricos sencillos que aparecen en la cara exterior
de los sillares y que representan las llamadas marcas o monogramas
de canteros destajistas. Estos servían como una clave para
diferenciar el trabajo de cada cantero o grupo de canteros. Los
canteros deben haber cobrado su trabajo en función de la
cantidad de piezas trabajadas y el pago debe haberse realizado
según el conteo de las piezas marcadas en cantera.
Hemos encontrado las mismas marcas o signos
lapidarios en diferentes templos del Cusco y de la región,
lo que no necesariamente indica el trabajo de un mismo cantero,
sino que se trata de símbolos convencionales usados por
los canteros en general. Coincidimos con la opinión de
otros estudiosos en el sentido de que estas marcas no tenían
ninguna función decorativa ni, mucho menos, mágica-gremial
como lo afirman algunos investigadores de la corriente esotérica,
Su función era exclusivamente práctica y corresponde
a lo arriba señalado.
8.3. Estilos
Comparando el diseño de medio millar
de litograbados con motivos de las categorías 1 (geométrico-abstractos)
y 2 (figurativos), podemos diferenciar, grosso modo, dos
estilos. Uno, caracterizado por intrincados dibujos geométricos,
comúnmente entrelazados o de tipo laberíntico, al
que denominamos "estilo curvilíneo complejo",
y el otro, representado por la gran mayoría de los grabados,
que denominamos "estilo curvilíneo simple". El
primero corresponde a lo que Alcina Franch (1976) ha definido
como "estilo cursivo", para el caso específico
de los litograbados de Chinchero, al asociar sus formas intrincadas
con este tipo de caligrafía caracterizada por la inclinación
y ornamentación de las letras, los rasgos superfluos y
los lazos envolventes.
El estilo curvilíneo complejo −caracterizado
por la gran libertad desplegada por el artesano indígena
en el diseño de las líneas y, en el caso particular
de Chinchero, por una inusitada frecuencia de los elementos llamados
"ganchos de cayado" por Alcina Franch−, lo encontramos
también en litograbados de Huarocondo, Zurite y San Jerónimo,
algunos elaborados durante la época colonial y otros de
posible datación prehispánica.
El estilo curvilíneo simple −al
que pertenecen los motivos aislados o compuestos sin formar diseños
complicados− se caracteriza por formas más rígidas
y convencionales. Suponemos que la mayoría de los litograbados
de este estilo fue elaborada por artesanos del incanato, habiendo
estado originalmente emplazados en edificios incas de la región.
Consideramos esta definición de estilos
como preliminar y sujeta a revisión y mayor afinamiento.
Igualmente, falta profundizar el análisis sobre la antigüedad
de los grabados, puesto que, en muchos casos, aún no contamos
con criterios convincentes para distinguir un grabado netamente
colonial de uno precolombino.
9. Función y significado de los
litograbados
No ha sido objetivo de nuestro estudio el de
determinar la posible función y significado de los litograbados,
ya que esto requiere de un extenso trabajo de archivo, asociado
a una investigación etnohistórica. Quien se ha ocupado
del tema, aunque exclusivamente para el caso de los grabados de
Chinchero, es nuevamente el reconocido arqueólogo español
Alcina Franch (op. cit), quien planteó la hipótesis
de que todos los grabados de Chinchero representen juegos de carácter
ceremonial, relacionados con ritos funerarios y que fueron elaborados,
sin excepción, por artesanos indígenas durante la
época colonial.
Sobre la función lúdica de los
grabados en el pasado más reciente, nos informaron personas
mayores de Colquepata y Zurite, quienes que se habían enterado
por sus abuelos que los niños de su época usaban
los grabados como "tablero" de juego, empleando chuchos,
que son semillas redondas de color negro del árbol sulluku
o suylu luku (Sapindus saponaria L.), o huayruros, las semillas
de color rojo con manchas negras del árbol de Huayruro
(Ormosia sp.), para desplazarlas soplando a lo largo de los surcos
de los espirales, líneas sinuosas y rectas, procurando
llegar como primero a la meta al final del grabado. Se trata de
un juego infantil y no "ritual", antes muy difundido
en la sierra peruana y que se remonta posiblemente a tiempos precolombinos.
No tenemos argumentos para refutar la hipótesis
de Alcina Franch sobre el uso lúdico-ritual de los grabados
de Chinchero, basada sobre varias citas bibliográficas
relacionadas a juegos precolombinos y costumbres funerarias del
ámbito andino (op. cit., p. 24-26). Sin embargo, queremos
señalar que esta hipótesis no se puede generalizar
para los demás sitios, por dos razones: la primera, porque
existen grabados de tipo "curvilíneo complejo"
en la cara vertical de varias piezas encontradas en San Jerónimo
y Huarocondo, que, puestos de esta manera, no pueden haber servido
de juego, salvo que estas piezas originalmente se hayan encontrado
en posición horizontal y que el emplazamiento actual sea
el resultado de la remodelación del templo; la segunda:
hemos hallado varios litograbados en contextos (edificios civiles,
sitios arqueológicos) que no pueden ser relacionados con
entierros.
Si la función de los grabados sigue siendo
una incógnita, lo es aún más el significado
de los motivos. Germán Zecenarro (2001: 90) argumenta que
los litograbados son piedras sagradas que encerrarían "una
serie de contenidos mágico-religiosos, vinculados íntimamente
con el culto a los astros y a la misma naturaleza, considerada
como la Madre telúrica o Pachamama". Reconoce el carácter
especulativo de las interpretaciones por ignorarse los códigos
que permitirían la lectura de los símbolos.
Como en muchas otras culturas, también
en el espacio andino la piedra o roca ha tenido, y sigue teniendo,
una función religiosa. Esta función puede haber
sido reforzada mediante los grabados, que posiblemente representen
ideogramas, símbolos o mensajes codificados cuyo significado
sólo era comprensible para un grupo de especialistas, una
clase de quelccaycamayoc, vinculados con los cultos precolombinos.
Por el antiguo emplazamiento de los litograbados en las huacas
o usnos, nos inclinamos a pensar que podrían constituir
elementos que conferían mayor sacralidad al ambiente, cuya
funcionalidad principal consistía en la comunicación
con los seres divinos. La vinculación con actividades religiosas
es bastante clara en el caso de las piedras con cúpulas
unidas a surcos o canaletas (p. ej. Tipón), que deben haber
servido para ritos de libación, es decir para el vertido
de líquidos sagrados a manera de ofrendas en el marco de
ceremonias religiosas.
El atrio con la cruz misional, que a veces se
proyecta a la propia plaza, era el espacio para la catequización.
La cruz de piedra, levantada sobre un breve podio como sostén,
en el atrio de la iglesia o en la entrada del pueblo, es una tradición
española de la Edad Media. Fue empleada en el Perú
desde la llegada de los españoles, para simbolizar las
conquistas territoriales, por un lado, y la espiritual, es decir
la extirpación de la religión andina, por el otro.
Arriaga (1999: 137), en sus instrucciones para proseguir con las
visitas a los pueblos, indica que se debe "arribar los adoratorios
y machais y que se pongan en los lugares donde estaban las principales
huacas, cruces grandes". Y más adelante (ibid, p.139)
hace referencia a la costumbre de los indios de realizar ofrendas
(sacrificios de cuyes y otras cosas) a las huacas alrededor de
la cruz de piedra, delante de las iglesias donde "habían
enterrado o que sobró de la quema de las huacas de aquel
pueblo", por lo que se debe hacer "lo que el arzobispo
tiene mandado", aprovechando alguna buena ocasión
para sacar, esparcir y echar "en ríos donde no pueda
quedar memoria ni rastro de ello".
¿Cómo explicar entonces el emplazamiento
de la mayoría de los litograbados con simbología
precolombina justamente en el entorno de la cruz de piedra? No
tenemos una respuesta clara al respecto, pero, al revisar la bibliografía
sobre la iconografía indígena en el contexto de
las arquitectura virreinal, encontramos una pista para el entendimiento
de este fenómeno, que nos ofrece Teresa Gisbert (2004:
62), quien sostiene que muchos símbolos andinos de la iconografía
prehispánica fueron aceptados como parte de la decoración
arquitectónica a la par de los "motivos paganos grecolatinos
a través de las formas renacentistas", una vez que
las campañas de extirpación de idolatrías
habían perdido fuerza en los Andes. En zonas bajo control
de los Agustinos y Jesuitas, estas campañas no tuvieron
éxito debido a la tolerancia de estas congregaciones hacía
ciertas expresiones de la religiosidad precolombina y sus símbolos,
cuya incorporación en la arquitectura marcó el estilo
mestizo. El símbolo de la serpiente o amaru, por ejemplo,
cargado de significados no sólo en la cultura andina, sino
también en la tradición occidental, se encuentra
representado, con diferentes grados de abstracción, en
muchas piezas líticas empleadas como elementos arquitectónicos
en iglesias coloniales del Cusco y la región, a pesar de
la advertencia de los religiosos agustinos "que [los indios]
no pinten serpientes ni culebras" (Agustinos, 1964), por
considerarlas objetos de idolatría. En Chinchero, "pueblo
de indios" evangelizado por los Dominicos primero y los Franciscanos
después, ambos celosos guardianes de la pureza de la fé
católica, los artesanos indígenas grabaron 42 piedras
labradas con signos extraños
A cien años de la conquista, época
en que fueron construidos la mayoría de los templos virreinales,
es de suponer que ya no existía gente entendida en la lectura
de los signos o ideogramas precolombinos de carácter religioso
grabados en piedra. Estos, sin embargo, mantenían su valor
mágico y sagrado para la población indígena,
lo que motivaba a los artesanos del pueblo a perpetuarlos en las
piedras o a usar las piedras grabadas elaboradas en tiempos prehispánicos
en la construcción de los templos y viviendas de la época
colonial.
10. Consideraciones finales
Con este primer registro de los litograbados
del departamento de Cusco, llevado a cabo por los autores de manera
intermitente en un lapso de cinco años, entre 2001 hasta
la fecha, hemos logrado principalmente dos propósitos:
el de generar información precisa sobre la ubicación,
emplazamiento, dimensiones y motivos de un número importante
de grabados localizados, datos imprescindibles para que las autoridades
pertinentes puedan propiciar su conservación y rescate
(no debemos olvidar que muchos de estas piezas pueden perderse
fácilmente a causa de remodelaciones y demoliciones de
edificios o la sustracción por coleccionistas, especialmente
en el caso de las piezas sueltas); y el de disponer de un voluminoso
banco de datos gráficos (fotografías y dibujos)
sobre estos elementos arquitectónicos peculiares que pueden
servir de materia prima para futuras investigaciones sobre el
tema, investigaciones que a nuestro parecer deben centrarse en
aspectos como cronología y autoría, función
y significado.
La extensión de las visitas de prospección
a las provincias altas del Cusco y a los departamentos vecinos
(templos, capillas y casonas de la época virreinal), permitirá
por un lado incrementar significativamente el número de
piezas halladas hasta la fecha y por el otro, definir con mayor
precisión los límites geográficos de su distribución.
A través del análisis de los datos
recopilados hemos arribado a las siguientes conclusiones preliminares
sobre el fenómeno de las piezas grabadas:
• La mayoría o quizás todos
los grabados hallados en las gradas de las cruces de piedra deben
haber sido elaborados en el proceso de construcción de
los templos o erección de las cruces y probablemente sobre
las piezas líticas in situ. En algunos casos, los signos
y cúpulas fueron grabados sobre piezas líticas de
origen incaico, utilizados como material de construcción.
• La mayoría de las piezas encontradas
fuera del ámbito de la cruz misional en el atrio de los
templos, por su forma y tipo de grabado, parecen ser de origen
precolombino y provienen probablemente de construcciones incas
que sirvieron de cantera.
• Muchos litograbados emplazadas en las
gradas de las cruces de piedra de los templos virreinales del
Cusco han desparecido durante el siglo pasado durante el proceso
de remodelación de las plazas y la reubicación de
las cruces junto con sus bases, para permitir la circulación
de vehículos motorizados. En pocos lugares (Pisac, Yucay,
Huayllabamba y Urquillos), los restauradores – concientes
o no del valor cultural de estas piedras, han dispuesto el traslado
manteniendo intacta la estructura original de las cruces.
• Todos los tableros de juego, encontrados
en el entorno de iglesias coloniales o edificios de la época
y hechos probablemente por artesanos indígenas bajo la
dirección de clérigos y españoles comunes
durante los siglos XVI y XVII, corresponden al Juego de la Leonera,
una versión peruana del juego ibérico de Alquerque.
• Es muy probable que los grabados representen
signos a manera de un lenguaje simbólico relacionado con
la religión prehispánica, pero de ninguna manera
algún tipo de escritura. Pensamos, más bien, que
no es desatinado atribuirles a los grabados un carácter
sagrado, debido a su emplazamiento original en usnos y huacas
de la época inca y su reuso en el ámbito, también
sagrado, de los templos católicos. Un claro ejemplo son
los numerosos litograbados con el símbolo de la serpiente
o Amaru, al mismo tiempo animal mitológico, emblema totémico
y deidad incaica y andina. El significado simbólico de
los demás motivos se ha perdido, pero su carácter
sagrado y mágico perduró por mucho tiempo.
• El uso predilecto de litograbados como
elementos arquitectónicos de la base de la cruz misional
de los templos debe corresponder a una intencionalidad oculta
o manifiesta del maestro de obra indígena encargado de
la construcción. Queda como incógnita si el emplazamiento
de los litograbados en el entorno de los templos había
sido posible gracias a la tolerancia, la ignorancia o incluso
debido a una disposición concreta de las autoridades eclesiásticas,
buscando la de- o resacralización de los grabados en un
contexto católico cristiano.
Notas
1) Artículo basado en la ponencia presentada en el I Simposio
Nacional de Arte Rupestre en Cusco, nov. 2004.
2) Los dibujos y calcos que ilustran
el artículo, fueron elaborados por César del Solar,
con excepción de los calcos de los litograbados de Chinchero
que son de Alcina Franch.
3) Las fotografías que
ilustran el artículo, son de Rainer Hostnig, con excepción
de las fotos 41 a 43 y de 46 a 48 que fueron proporcionadas por
la arqueóloga Mónica Paredes y las fotos 52 y 53
que los autores encontraron en la página web indicada en
la nota ).
4) Existen petroglifos sobre rocas
o cantos rodados de dimensiones lo suficientemente pequeños
como para poder ser cargados por un hombre de buena condición
física. Ejemplos de petrograbados sobre soportes rocosos
transportables los encontramos en los extensos campos petroglíficos
de la costa, desde Tacna hasta Piura. Es de suponer que muchas
de estas piedras grabadas de tamaño pequeño ya fueron
removidas de su lugar original y reutilizadas en la construcción
de cercos u otras estructuras, o que forman ahora parte de colecciones
en casas particulares o en negocios de antigüedades.
5) Mencionamos las 80 piezas del
Museo de Huaro con reserva, debido a lo dudoso de su procedencia
y autenticidad.
6) http://bb.1asphost.com/ninred/qol2004/default.asp?action=70&what=70&type=0
7) Percy Paz F. encontró
uno de los tableros en el Palacio del Almirante, hoy Museo Inca
de la Universidad Nacional de San Antonio Abad, casona colonial
construida por el almirante español Francisco Alderete
Maldonado a principios del siglo XVII.
8) http://www.geocities.com/galirupestre/juegos.html
9) www.kb.dk/elib/mss/poma (Facsímil
del manuscrito autógrafo)
10) Comunicación personal
de Percy Paz Flores
11) http://sca.historiaviva.org/tiki-index.php
12) http://www.geocities.com/galirupestre/juegos.html
13) idem
14) Litograbado que desapareció
en el año 2003.
Agradecimientos: a Raúl Carreño
y a Matthias Strecker por las sugerencias y la minuciosa revisión
y corrección del texto. A Mónica Paredes por proporcionarnos
valiosa información sobre la ubicación de litograbados
en el centro histórico del Cusco y por permitirnos usar
sus fotografías para la ilustración de la ponencia.
A Percy Paz Flores por sus explicaciones sobre el "Juego
de la Leonera" y la indicación de varios sitios con
tableros grabados en la ciudad del Cusco, registrados por él,
lo que nos hizo reformular el capítulo sobre este tipo
de representaciones. También a las familias cusqueñas
del centro histórico que nos permitieron tener acceso al
interior de sus casas.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
DEL
SOLAR M., César
y HOSTNIG, Rainer.
Litograbados
indígenas en la arquitectura colonial del Departamento
del Cusco, Perú
En
Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/litograbados1.html
2006
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César del Solar Meza, arquitecto, integrante del equipo
técnico encargado de la gestión del Plan Director
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Rainer Hostnig, consultor independiente en el campo de desarrollo
rural, medio ambiente y áreas protegidas, miembro de la
Sociedad de Investigación de Arte Rupestre Boliviana y
autor de varias publicaciones sobre el arte rupestre peruano.