Quebrada Palo - Lachay, Perú. La percepción y el
registro, un caso de descripción rupestre
Gori
Tumi Echevarría López cuchillodeoro@yahoo.com y Enrique Ruiz Alba Arqueólogos, Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Resumen
Este artículo expone la
historia parcial de la pintura rupestre conocida como "Pictografía
de Quebrada Palo", cuya descripción mas conocida, una imagen distorsionada copiada de la pintura original,
ha sido ampliamente difundida y usada en estudios de arte antiguo
peruano. En el texto
se hace hincapié en la complejidad del arte rupestre
peruano y de la necesidad de realizar extensivas contrastaciones
de las imágenes conocidas de este material con las muestras
originales; además de que se requiere la exposición
explicita de la metodología usada en el logro de las
reproducciones de estas imágenes.
Abstract
This
paper exposes the partial history of the rock art painting known
as "Pictografía de Quebrada Palo" whose description,
a copied distorted image of the original painting, it has been
broadly diffused and used in studies of Peruvian old art. In
the text stress is made in the complexity of the Peruvian rock
art and of the necessity of carrying out extensive comparisons
of the well-known images of this material with the original
samples; besides of the importance of an explicit methodology
used in the achievement of the reproductions of these images.
Antecedentes
La primera noticia que se tiene
de la existencia de esta pintura se debe a la valiosísima
descripción de la misma que hiciera el Sr. Andrés
Mármol, quien exploró las Lomas de Lachay en 1954
(Mármol, 1962). Este autor, a la vez que registra literalmente
al menos tres de las numerosas pinturas que se encentraron asociadas
en lo que él llamo "Gruta No 3", describe de
manera muy clara pero interpretativa esta pintura(1), de la
cual lamentablemente no dejó registro gráfico
conocido. Esta es probablemente la razón por la cual
no se han asociado sus descripciones a los registros gráficos
que han aparecido posteriormente.
Esta
pintura sin embargo se da a conocer en ocasión de la
"Primera Exposición Nacional de Quilcas" organizada
por el Departamento de Investigaciones Toponímicas de
la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos donde es nominada como "Pictografía de Quebrada
Palo". Este evento se llevó a cabo en 1963 y mostró
reproducciones a color de muchas pinturas y petroglifos reconocidos
en el Perú hasta ese año, y donde se incluyeron
los famosos sitios de Qullarumi y Checta en Huanuco y Lima respectivamente
(UNMSM, 1962-1963).
La
pintura, notablemente mostrada (Ver FIGURA 1), adquirió
su nominación y fisonomía más popular gracias
a esa exposición y así fue representada desde
esa fecha hasta la actualidad (Confrontar: Hostnig, 2003, p238).
Esto es interesante puesto que hasta el año 1997 (Echevarría,
1996) esta pintura no había sido vuelta a reconocer en
forma directa por ningún investigador permaneciendo intacta
como imagen en el registro gráfico del arte rupestre
peruano, incluso hasta hoy. (Confrontar Burns, 1981; Guffroy,
1999: 63; y Hostnig 2003:238).
Este
estado de la cuestión se debe a varias razones, entre
ellas al desconocimiento de la ubicación exacta de esa
pintura, al fuerte grado de alteración de su naturaleza
formal original mostrado en su copia, la cual fue estimada como
copia directa; pero fundamentalmente, creemos, al poco interes
en la contrastación de los registros gráficos
existentes que han mostrado los estudiosos de la imaginería
y/o el arte rupestre precolonial peruano.
Cuando nosotros reconocimos esta
pintura por primera vez en 1993 (Ver FIGURA 2) y que luego publicamos
en 1996 (Ver FIGURA 3, Echevarría, 1996), no utilizamos
en su nominación la nomenclatura original de la Exposición
de Quilcas a pesar de reconocer que se trataba de la misma sacada
a la luz en 1962. Esto se debió a que mantuvimos un sistema
único derivado del área geográfica en el
cual esta fue encontrada: Las Lomas de Lachay; por lo que preferimos
obviar su nombre convencional toponímico.
Ahora, después de 10 años,
reconocemos que fue un error divorciar la nominación
de su clave (L/FI/P1c, Lachay/Farallón I/Pictografía
1c), ya que esto ha generado una clara independencia de reproducciones
y en extenso ha formalizado aún más la separación
entre el arte rupestre de Lachay por un lado, y el de Quebrada
Palo por el otro, este ultimo incluso empujado por error hacia
Cañete, al sur de Lima (Ver Hostnig, 2003).
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Fig. 1 |
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Fig. 3 |
El arte rupestre de Lachay, la quebrada palo
Lachay es el topónimo con
el cual se conoce un extenso paraje semidesértico ubicado
entre los ríos Huaura y Chancay al norte de Lima (Ver
FIGURA 4), el cual se caracteriza por presentar una topografía
de colinas y afloraciones rocosas ascendentes aproximadamente
hasta los 700 metros de altura; en una zona ecológica
de flora y fauna estacionaria conocida como "lomas".
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Fig. 4 |
En este territorio son estas afloraciones
rocosas, muchas de ellas con una marcada erosión eólica,
las que han servido de soporte a las pinturas rupestres. Estas
pinturas se encuentran también locacionalmente asociadas
a numerosos sitios arqueológicos con los cuales la zona
conforma un muy importante complejo antiguo local.
Sin
embargo, debido principalmente a la falta de investigación
arqueológica sistemática, este material no ha
sido extensamente integrado a una secuencia cronológica
mayor o asociado directamente a una cultura específica
por lo que ha permanecido disgregado y ha sido frecuentemente
mostrado como un objeto individual; lo cual esta claramente
reflejado en las reproducciones actuales del caso en discusión
(Cf. Guffroy, 1999; Hostnig 2003), claramente dependientes de
los gráficos y registros de 1963(2), y/o trabajos fragmentarios
en el sitio (Núñez Jiménez, 1986).
No
obstante esto, nuestros estudios en el sitio, y en el examen
de al menos 4 sectores de pinturas dentro de lachay, un excluyente
y singular sistema ecológico, demuestran que estos materiales
estuvieron efectivamente asociados y correspondían con
toda probabilidad a una tradición pictórica local.
Esta fue caracterizada principalmente por la técnica
de ejecución y el uso mayoritario de la tonalidad rojiza
en las pinturas examinadas; además de una tendencia al
uso de varios colores.
De acuerdo a estos trabajos
y utilizado el color como una variable discreta, pudimos establecer
una distinción general de cuatro "grupos" pictóricos
los cuales incluían, "por defecto", una importante
variación de series formales integrados sobre la base
general de su cromía; a lo que le sumamos una distinción
temporal de 4 etapas consecutivas con lo que pretendimos darle
cierta profundidad cronológica a las pinturas (Echevarría,
1996).
El resultado de este arreglo, sobre la
base de una sola variable y ciertos indicadores externos, implicó
de hecho una reevaluación directa de la composición
escénica de las pinturas; lo cual fue advertido claramente
en la pintura L/FI/P1c o "Pictografía de Quebrada
Palo", la cual mostró una superposición evidente
con pinturas elaboradas en color blanco (Serie B, grupo Blanco,
Echevarría 1996), la cual no tiene paralelo en otras
muestras locales conocidas.
Aunque para nosotros
fue evidente la multitemporalidad de esta pintura, es posible
advertir ahora, mejor que antes, que existe un arreglo mucho
más complejo que el de la superposición misma,
y que además implica a otras pinturas que se encuentran
en este mismo soporte; el cual en conjunto incluye al menos
7 escenas diferentes ubicadas en secciones discontínuas
de la roca.
Como es evidente, la determinación
de la secuencia y la naturaleza de la "Pictografía
de Quebrada Palo" tienen consecuencias en la interpretación
de su naturaleza y significado, lo cual se hace más explicito
en la siguiente descripción.
La Pintura
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Fig. 5 |
Estableciendo una nomenclatura
compuesta, planteamos una secuencia consecutiva de pinturas
identificadas en los paneles de derecha a izquierda a partir
de la letra "a", siendo la "Pictografía
de Quebrada Palo" la del Panel 1c. Es decir la tercera
dentro de una concavidad particular (FIGURA 6)
Como
se puede ver en la FIGURA 7, la "Pictografía de Quebrada de Palo"
(L/FI/P1c) es claramente una escena compleja formada por al
menos 14 motivos independientes algunos de ellos compuestos;
los cuales, como veremos sucintamente, presentan una gama interesante
de variaciones en la técnica de ejecución, la
forma y claramente el estilo.
En relación
a la técnica de pintura, esta puede simplificarse separando
dos grupos a partir del uso del color, con una diferenciación
evidente entre el tipo de aplicación que puede ser reconocida;
destacando el uso de los trazos gruesos y la pintura en área
preferentemente para los motivos blancos (Motivos 1, 2, 3, 4,
y 5).
De acuerdo a la forma las diferencias
son mayores, así es posible separar los motivos blancos
de los rojos en base a su composición de tendencia geométrica
y compuesta (ver FIGURA 7). Mientras los motivos rojos conforman
claramente dos grupos, el principal caracterizado por motivos
lineales de tendencia vertical y líneas cortas transversales,
y el segundo, formando motivos espiralados, sinuosos y semiesféricos
(Motivos 12, 13, y 14).
Estilísticamente
las diferencias también separan la composición
en tres grupos, el blanco con una muy clara tendencia al arreglo
compuesto y la simetría, y los rojos con un predominio
de verticalidad lineal geométrica, contra los motivos
que muestran principalmente lineaturas curvas y agrupamientos
compuestos.
Hasta aquí no estamos afirmando
que estos tres grupos no sean culturalmente contemporáneos,
pero si es posible que presenten una secuencia de tres fases
en su realización completa. De acuerdo a nuestra primera
distinción es evidente que los motivos blancos (el primer
grupo en este soporte) son más tempranos, seguidos por
los motivos rojos bajos lineales (el segundo grupo); y siguiendo
el análisis precedente, es posible que el resto de motivos,
que deben incluir un tercer grupo final, sean los más
tardíos (Ver FIGURA 8).
El arreglo de
la secuencia en tres fases se puede respaldar si se considera
el punto de observación primario enfocado en el centro
de la concavidad donde se ubican los motivos rojos de líneas
verticales, los cuales están claramente superpuestos
a las motivos semi rectangulares y circulares blancos en posiciones
simétricas. Los motivos rojos del tercer grupo, aquellos
que presentan líneas de tendencias curvas ocupan claramente
áreas marginales al centro de la concavidad en relación
a los demás motivos (Ver FIGURA 2).
Si
examinamos más detenidamente las escenas y motivos exteriores,
es obvio que la mayoría de motivos lineales verticales
no forman asociaciones directas con los del otro tipo (los de
líneas curvas), es decir al menos logrando composiciones
formalmente integradas. Por el contrario, este tipo de motivos es claramente una unidad formal por si misma
la cual presentan vínculos notables con el motivo de
clave P2a y los
motivos bajos de la escena P3b (ver FIGURA 9); lo cual también
pasa, en sentido excluyente con otras formas definidas como
la de las escenas P1a y P2b.
Todos los demás
motivos presentan también asociaciones bastante coherentes,
como el motivo P3a con los motivos asociados a la escena P1a;
y en extenso es posible que el motivo superior de la escena
P3b, esquemática naturalista antropomorfa (Ver FIGURA
9), este relacionada a los motivos del tercer grupo de nuestra
pintura en estudio (Ver FIGURA 8).
Aunque dada la técnica
y el color característicos es posible que estos grupos,
el de las formas lineales rígidas y el de las sinuosas,
correspondan a una misma entidad cultural; es claro para nosotros
que estos presentan diferentes tendencias figurativas, diferentes
tendencias locacionales(3) y posiblemente también diferencias
temporales significativas.
Si nuestro análisis es
correcto, entonces estamos confirmando parte de nuestra investigación
expuesta en 1996, y la diferenciación entre grupos es
contundente. Solo para este farallón la diferenciación
es más compleja e incluye un tercer grupo, al menos mas
tardío en la "Pictografía de Quebrada Palo"
(P1c), y de clara personalidad formal estilística.
|
Fig. 6 |
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Fig. 7 |
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Fig. 8 |
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Fig. 9 |
La pintura de quebrada palo,
algunas implicancias
Aunque esta representación
de la pintura fue utilizada como el ejemplo clásico de
este tipo de arte rupestre de la costa(4), el uso
más relevante de este dibujo fue realizado por Jean Guffroy
en el libro "El arte rupestre del antiguo Perú"
(1999) en el cual el autor identifica y ubica cronológicamente
la pintura en la secuencia general de arte rupestre del Perœ
que propone en su trabajo.
Basado en su inclusión
dentro del estilo "esquematizado y geométrico",
que atribuye a la pintura, y su similaridad con las decoraciones
lineales incisas de la cerámica "teatino" del
norte de Lima, Guffroy ubica grosso modo la pintura entre
los periodos Horizonte Medio e Intermedio Tardío de la
cronología arqueológica peruana (aproximadamente
800 y 1200 dC.) y en forma tácita vinculados culturalmente
a los productores de esta cerámica; suponemos al menos
en el área de ocupación asociada, llamada también
"El Teatin(5)".
Aunque el estilo "Teatino"
en efecto incluye ciertas similaridades genéricas a nivel
formal respecto de la decoración lineal incisa, la cual
caracteriza a la cerámica; en general no existe un parecido
coherente entre los notables patrones geométricos definidos
en estas decoraciones (Cf. Cuadro 3, 4 y 5. Villacorta y Tosso,
2000) con la muestra de la "Pictografía de Quebrada
Palo" expuesta en 1962-1963; y menos con la copia obtenida
por nosotros en nuestro trabajo de 1994 (ver GRAFICOS 1 y 3).
Solo
a nivel formal, como estamos arguyendo, la comparación
es muy gruesa y puede pecar de incoherente; si ahondamos en
detalles es claro para nosotros que los parámetros comparativos
no han sido bien definidos y se ha basado el análisis,
como hemos establecido, en una copia no ajustada con rigurosidad
a la realidad de la muestra rupestre original.
La
cronología y la asociación cultural de la "Pictografía
de Quebrada Palo" (L/FI/P1c), as’ como las de todo el complejo
de arte rupestre de Lachay, es todaví un problema irresuelto,
lo que se debe obviamente a la falta de investigación
sistemática y las dificultades propias que atañen
a este material arqueológico. En nuestra publicación
de 1996 indicamos que era probable que estas estuvieran vinculadas
a periodos cerámicos tardíos, supervalorando su
asociación cultural más contundente: el extenso
cementerio de tumbas cercano a esta quebrada (Ver FIGURA 10).
|
Fig. 10 |
Sin embargo, es evidente que las
apreciaciones sobre la cronología y la asociación
cultural han tenido un claro matiz intuitivo, y estas esperan
un análisis más riguroso y extenso. En este sentido
nuevos sitios arqueológicos de arte rupestre están
siendo registrados e integrados en zonas de lomas tales como
Ancón al norte de Lima (ver Inventario Nacional, Hostnig,
2003) y Lúcumo en la cuenca del r’o Lurín cerca
Pachacamac, lo cual sin duda aporta a una comprensión
más integral de este material, el cual ha sido típicamente
reconocido como escaso del litoral peruano y que la evidencia
esta negando paulatinamente.
Conclusiones
Inicialmente debemos reconocer
que la primera representación de la "Pictografía
de Quebrada Palo" fue claramente una interpretación
artística de una pintura sobre roca. Esta integró
notablemente en una sola imagen dos escenas separadas (P1b y
P1c) formando así una composición compleja la
cual ha tenido desde su exposición original, una imagen
notable y resistente que mostró idealmente la pintura
rupestre de Lachay por primera vez en su historia.
Desde nuestra perspectiva la imagen
no puede considerarse una falsificación o una tergiversación
de la realidad, puesto que esta no estaba destinada mas que
a mostrar una reproducción artificial de un hecho físico;
se hizo evidentemente a mano alzada para denotar la existencia
de una imagen antigua, la misma que era testimonio cultural
del pasado.
Puesto
que la imagen mostrada no había sido comparada con la
imagen original a la hora de ser usada en investigaciones, es
decir se desconocía su naturaleza, esta constituyó
obviamente un recurso limitado y fallido, el cual por consiguiente
desvirtúa las conclusiones, o parte de ellas, que se
hicieron basados en la imagen. Esto es naturalmente una responsabilidad
exclusiva del investigador que utiliza la imagen y no del que
la hace.
Aunque
las conclusiones derivadas de los estudios sobre una imagen
no confirmada no desvirtúan necesariamente una investigación
llevada a cabo sobre estas, es claro que existe una falencia
notable en la rigurosidad de la confrontación de las
fuentes, las cuales, en este caso específico, nunca habían
sido contrastadas. Si esto se extiende a otros motivos o muestras
de arte rupestre es posible reconocer que existe el riesgo potencial
de trabajar con un material dudoso.
La
confrontación de la fuente y la necesaria rigurosidad
del registro, de acuerdo a parámetros preestablecidos
y expuestos, debe ser evidentemente una norma clara en el proceder
técnico cuando se trabaja con arte rupestre o con cualquier
otro material arqueológico; de lo contrario se corre
el riesgo de enfrentar al investigador a un producto teóricamente
falaz, e incierto. Es concluyente que la naturaleza metodológica
del registro debe ser explicita.
No obstante esto, y sin la necesidad
de atenuar lo expuesto en referencia a nuestra pintura, creemos
que las dos imágenes en discusión son extraordinarias,
la primera por su propia naturaleza documental arqueológica,
el artefacto, (Ver FIGURA 2 y nuestra reproducción actual:
FIGURA 11) y la segunda por el alto grado de síntesis
e interpretación en la copia (Ver FIGURA 1). Es loable
que imágenes como esta hayan puesto de relieve el valor
cultural de estos testimonios y que aún hoy sean usadas
para ejemplificar esta manifestación cultural, lo cual
es probablemente la intención originaria de su manufactura:
el rescate y la exposición de la "Quilca",
escritura antigua del Perú.
|
Fig. 11 |
Citas
(1)
Mármol dividió descriptivamente la pintura en 4 partes,
empezando de izquierda a derecha y reconociendo secuencialmente:
una planta cactácea, signos ("letras chinas"),
una máscara felina con diadema de plumas, y dos pies
dibujados hasta los tobillos. Elementos que pueden ser reconocidos
hasta hoy.
(2) Los lugares donde se hallaron pinturas rupestres fueron llamados "Centros
de Quilcas" y nominados de acuerdo al topónimo
local: Quebrada Hierbabuena, Quebrada Palo, Cerro Carbonera,
Teatino, Doña María (una pampa), Huajta Teatino,
y Alto Viejo.
(3)Los motivos lineales verticales rígidos se ubican, en todos los
casos, en la parte inferior de las escenas.
(4)La imagen de esta pintura también fue usada para explicar otros
desarrollos culturales, tales como las tendencias ideogramáticas
en la evolución de la escritura peruana (Burns, 1981).
(5)Una zona caracterizada por poseer un cementerio extenso y algunos sitios
de ocupación asociados. Tello identificó básicamente
a este sitio como un cementerio nominándolo "El Teatino" o "Lachay" indistintamente (Tello 1956: 12). La quebrada donde este se
ubica fue llamada "Quebrada de Lachay" por Toribio
Mejía Xesspe en su "Historia de la Expedición
Arqueológica al Marañón de 1937"
(Tello, 1956).
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
ECHAVARRíA
LóPEZ, Gori Tumi y RUIZ ALBA, Enrique. Quebrada
Palo - Lachay,
Perú. La percepción y el registro,
un caso de descripción rupestre.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/lachay.html
2006
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VILLACORTA OSTOLAZA,
Luis Felipe y Walter TOSSO MORALES 2000. El estilo Teatino: Nuevas Perspectivas. Arqueológicas 24: 79-127. Instituto de Investigaciones Antropológicas,
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