Arte rupestre en la Reserva Natural Imías, Guantánamo, Cuba. Una mirada preliminar
Divaldo A. Gutiérrez Calvache, divaldogc@yahoo.es, Grupo Cubano de Investigaciones del Arte Rupestre, ICAN-CITMA y Grupo
Espeleológico Pedro A. Borrás, SEC
Efrén J. Jaimez Salgado, Instituto de Geofísica y Astronomía, AMA-CITMA
y Grupo Espeleológico Pedro A. Borrás, SEC
José B. González Tendero marinaglez@infomed.sld.cu, Grupo Cubano de Investigaciones del Arte Rupestre, ICAN-CITMA y Grupo Espeleológico
Fernando Ortiz, SEC
Jesús Álvarez González, Maikel Loro Brito y Lían Cabrera Astrain, Grupo Espeleológico Pedro A. Borrás, SEC
RESUMEN
En el
trabajo se dan a conocer los resultados preliminares del registro y
documentación de tres nuevas estaciones para el arte rupestre cubano,
recientemente descubiertas por los miembros del Grupo Pedro A. Borrás de la
Sociedad Espeleológica de Cuba, en las elevaciones de la Reserva Natural Imías,
en la costa sur de la provincia Guantánamo. Aunque este constituye un primer
“acercamiento” a la información obtenida –es de esperar que futuros
trabajos en la zona permitan conocer la existencia de otras estaciones–,
se ha considerado oportuna su publicación, atendiendo a la trascendencia que
tiene el conocimiento y divulgación de tales elementos histórico-arqueológicos,
más aún por estar ubicados en un área protegida que posee la más importante
categoría de manejo de las establecidas en Cuba por el Sistema Nacional de
Áreas Protegidas, y la primera categoría de las recomendadas por la Unión
Internacional de Conservación de la Naturaleza. La Reserva de Imías, que cuenta
con un patrimonio natural destacado y reconocido, adquiere ahora, con este
descubrimiento, una valiosa significación cultural.
INTRODUCCIÓN
El arte rupestre
presente en la Reserva Natural Imías (RNI), en la costa suroriental de Cuba,
tiene solo unos meses de conocido por la ciencia, pues fue descubierto en
febrero de 2011 por una expedición geoespeleológica realizada a la zona de
Yacabo Abajo, Guantánamo, por el Grupo Pedro A. Borrás de la Sociedad Espeleológica
de Cuba.
Los trabajos
desarrollados en dicha localidad permitieron registrar y documentar un conjunto de pinturas rupestres superior a
las dos decenas, distribuidos en tres estaciones. Sus motivos son muy
singulares en el diseño estético, que presenta una importante coherencia
visual, lo cual hace pensar –interpretándolos en relación con el pequeño
espacio físico donde fueron hallados–, en una probable identidad de sus
ejecutores, tanto cronológica, como por esquemas o variantes culturales.
En otro orden, es inferible que futuras investigaciones podrían ampliar
este resultado, dado lo inexplorada y poco estudiada que se encuentra toda la
costa suroriental cubana desde el punto de vista rupestrológico. Sin embargo, su
divulgación pretende introducir en el medio académico nacional e internacional
una pequeña colaboración cognitiva, siguiendo dos líneas fundamentales. La
primera, incorporar un conocimiento
detallado de estos nuevos recursos culturales, ubicados en un área
protegida que cuenta con un patrimonio natural destacado y reconocido –acreedor
de la más importante y restringida categoría de manejo de las establecidas en
Cuba por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) y de la primera
categoría de las recomendadas por la Unión Internacional de Conservación de la
Naturaleza (UICN)–, al cual se
agrega, a partir de este momento, un significativo valor cultural; algo
a tener en cuenta para el correcto y adecuado manejo del área. La segunda, asegurar la concientización social de conservación patrimonial que requieren estas nuevas
riquezas, lo cual debe permitir y estar indisolublemente vinculado
con el disfrute de sus elementos culturales de forma respetuosa e interactiva con toda la
riqueza local, tanto arqueológica, como ecológica, natural
o cultural.
EL ÁREA OBJETO DE ESTUDIO
La
RNI se incluye entre las 253 áreas protegidas identificadas que posee en la
actualidad el SNAP de la República de Cuba. Se encuentra ubicada al suroeste
del municipio Imías, provincia de Guantánamo, limitando al norte con las
estribaciones meridionales de la Sierra de Imías y los asentamientos rurales de
Guajacal, el Salado e Imías; al oeste con el cauce y la cuenca del Rio Yacabo;
al este con el valle aluvial de Imías y al sur con las aguas del mar Caribe.
En
general, la RNI se extiende paralela a la costa, con un ancho máximo de casi
9.0 km en su eje E - W, ocupando una superficie total de 22. 6 km2,
de los cuales 6.9 km2 pertenecen a superficie marina y 15.7 km2 a superficie terrestre. Esta última está constituida por una elevación (típico
cerro litoral de la región) de 389.0 m sobre el nivel del mar (fig. 1).
Figura
1. Localización y límites de
la Reserva Natural Imías, Guantánamo, Cuba.
Fuente: Base de datos del Centro Nacional de Áreas
Protegidas
Esta
región está comprendida dentro del semidesierto cubano, ecosistema muy frágil
determinado por la escasez de precipitaciones y elevadas temperaturas. Su
posición meridional con respecto al macizo montañoso Nipe - Sagua - Baracoa y
en particular con respecto a la Sierra de Imías, ha determinado en alguna
medida que la RNI presente su ladera de sotavento más seca que la de barlovento,
con valores pluviométricos inferiores a los 700 mm como promedio al año (Gagua
et al, 1989) y temperaturas superiores a los 26 0C como promedio al
año. En general, el clima actual (topoclima)
se puede clasificar como tropical
semidesértico (Barranco y Díaz, 1989), caracterizado por una elevada tasa
de evaporación potencial y, como ya vimos, valores muy bajos de lluvia media
anual.
La
morfología del área es muy peculiar, al presentar diferencias sustanciales
entre sus flancos norte y sur: las laderas de la elevación que forma la RNI son
al norte escarpadas, mientras que las meridionales (el área de mayor interés
para nosotros) presentan un complejo sistema de terrazas marinas, con por lo
menos diez niveles de superficies de abrasión marina (paleoabrasivas), que se
levantan neotectónicamente hasta la cima de la reserva, a 389 m. snmm.
Desde
el punto de vista de la constitución geológica, el área se incluye dentro del
sector geológico de Cuba Oriental. El territorio terrestre de la RNI está
constituido sobre todo por facies carbonatadas y terrígeno-carbonatadas del
Pleistoceno superior, agrupadas de forma mayoritaria en las Fms. Río Maya y Jaimanitas;
predominando las rocas calizas cavernosas, intercaladas ocasionalmente con
conglomerados polimícticos (Fm. Río Maya) y calizas biohérmicas (Fm.
Jaimanitas) en su parte alta, notable por la gran cantidad de corales fósiles
de edad Pleistoceno superior.
Las
áreas marinas de la RNI presentan fondos constituidos por depósitos de gravas
arenosas y limos arcillosos del Holoceno, y calizas biodetríticas masivas
carsificadas junto a biocalcarenitas de granulometría y estratificación
variables, todas de la Fm. Jaimanitas del Pleistoceno superior (jsQ13).
Los
suelos en la RNI están condicionados por las altas temperaturas y escasas
precipitaciones, con algún predominio de suelos pardos carbonatados, sobre todo
en la vertiente septentrional. Al sur es significativa la pérdida de la
cobertura vegetal y el pobre desarrollo de un mantillo de suelos a lo largo y
ancho del sistema de terrazas marinas, estando prácticamente ausente la
cobertura edáfica en los niveles de terrazas inferiores, donde se presenta el
carso desnudo con abundancia de lapiez, pavimento calcáreo, y grandes bloques
coluviales; mientras una magra cobertura de suelo está presente sólo a partir
del tercer y cuarto nivel de terrazas, con unidades del agrupamiento “Poco
Evolucionados”, pertenecientes al tipo Protorrendzinas,
subtipo Protorrendzinas Rojas, de
acuerdo con el sistema de clasificación actual propuesto por el Instituto de
Suelos (1999), con una escasa profundidad pedológica promedio de 10 cm, de lo
cual se deduce su vocación únicamente como soporte de los ecosistemas
existentes en el área (Leptosol lítico,
de acuerdo con el sistema taxonómico de suelos en el World Reference Base,
2003).
Figura 2. Ejemplos de vegetación típica de la Reserva
Natural Imías, Guantánamo.
Fotos: Efrén J. Jaimez y Maikel Loro.
La
vegetación en el área de estudio posee un alto por ciento de endemismo, y se
caracteriza por ser una vegetación semidesértica de charrascal, con una gran
variedad de plantas suculentas, especialmente cactáceas y otras plantas
esclerófilas y micrófilas (fig. 2). También se localizan arbustos de 2-3 metros
de altura, con tronco muy duro y gran belleza de sus betas interiores, entre los
cuales están el Ébano Negro, el Carbonero y el Frijolillo; sin embargo, el
predominio es de especies de hojas pequeñas y con espinas, las cuales les
permiten a las plantas realizar el proceso de evo-transpiración. Son notables
las poblaciones de cactus, siendo los más representativos para el área los Melocactus, con especies endémicas,
algunas de ellas exclusivas de la zona, como el Melocactus harlowii (Meszaros, 1976) y otros como el Riterecereus (cardón), el Agaves, etc. También
son eventualmente notables árboles emergentes como la Jatía y el Guayacán.
Figura 3. Ejemplos de fauna típica de la Reserva Natural
Imías, Guantánamo.
Fotos: Efrén J. Jaimez y Maikel Loro.
La
fauna en general está caracterizada por un importante número de aves
migratorias y una gran abundancia de reptiles, sobre todo variedades de
lagartos, a los que se les suman el Majá de Santa María, una importante
población de Jutías y el constante cantar de Sinsontillos, Carta Cuba,
Zorzales, Cabreritos de la Ciénaga y varias especies de palomas (fig. 3).
EL ARTE
RUPESTRE EN LA RESERVA NATURAL IMÍAS. ENTORNO, REGISTRO Y DOCUMENTACION
Entorno
cercano
El
conocimiento del arte rupestre en la zona objeto de estudio y su entorno
cercano se limitaba a una cabeza humana tallada en roca madrepórica (fig. 4a.),
que puede considerarse por sus dimensiones y técnicas de elaboración como parte
del arte rupestre mobiliar de Cuba. Dicha pieza fue encontrada en 1895 por un buscador
de sal, llamado Zacarías Moreira, en una cueva a 100 metros de la costa, al sur
de Imías, Guantánamo, de la cual se desconoce hoy su ubicación exacta. En la
actualidad la pieza se encuentra en los fondos del Museo Antropológico Luis Montané
Dardé, de la Universidad de la Habana (Hernández, 2010: 117).
Entorno remoto
Por
su parte, en el entorno lejano del área y a ambos lados de la misma, o sea, en
direcciones este y oeste, a distancias que van desde los 60 a los 150 km, se hallan
otras estaciones del arte rupestre. Al oeste, ya en tierras de la provincia
Santiago de Cuba, y a unos 124 km en línea recta, se localizan las estaciones conocidas
como Cueva del Arroyo y Cueva
Cazonal, donde desde el año 1913 fueron encontradas importantes tallas petroglíficas
(fig. 4b y 4c), que hoy se encuentran en los fondos del Museo Bacardí de
Santiago de Cuba (Fernández et al. en prensa).
Exactamente
en dirección contraria, hacia el este del área de estudio, y a una distancia
aproximada de 60 Km, bordeando toda la costa sur, se ubica, en la región de Maisí,
un importante conjunto de más de 20 localidades del arte rupestre, cuyo extremo
oeste (o sea, el más cercano a Imías), está marcado por la estación Solapa de
Boca de Ovando. Esta localidad ostenta una historia controversial, pero los
últimos documentos dados a conocer sobre ella permitieron determinar que fue descubierta
en abril de 1967 por Rodolfo Payares, quien localizó en esa oportunidad un
conjunto de dos petroglifos, uno de los cuales fue con posterioridad colectado por
su descubridor (Payares, 1967, inédito). Esta pieza (fig. 4d) se encuentra hoy
en la Sala Museo José Manuel Guarch, del Instituto Cubano de Antropología (ICAN),
y en algunos trabajos se había sugerido erróneamente que había llegado allí a
partir de las colecciones del Colegio Religioso de los Escolapios de Guanabacoa
(Fernández, et al., 2009:122).
Figura 4. Petroglifos representativos del arte rupestre
presente en el entorno cercano y remoto a la Reserva Natural Imías, Guantánamo:
(a) Cabeza tallada en roca madrepórica del sur de Imías, (b) Petroglifo de la Cueva del Arroyo, Playa de Aguadores,
Santiago de Cuba,
(c) Petroglifo de Cueva Cazonal, Santiago de Cuba, y (d) Petroglifo de la
Solapa de Boca de Ovando, Maisí.
Arte rupestre en la Reserva Natural
Imías
Ya centrándonos en la RNI, el arte rupestre presente y conocido hasta hoy está
compuesto por tres estaciones, muy cercanas unas de otras, que se ubican en el
extremo suroeste de la reserva, aproximadamente a 1.0 km al
sursureste del poblado rural de Yacabo Abajo, municipio Imías, provincia de
Guantánamo; abiertas
todas en el borde interno del segundo nivel de terraza marina de este sector de
la costa sur escarpada del territorio (fig. 5).
Dichas estaciones están constituidas por tres pequeñas cuevas de origen
marino, de las cuales dos están muy próximas una de otra; mientras la tercera
está ubicada a unos 860 metros al este-sudeste, tratándose en este caso de una
solapa, también de origen marino.
Estas tres pequeñas cavidades han sido abiertas en la zona cársica
costera de la RNI, y desde su descubrimiento fueron bautizadas por los miembros del Grupo
Pedro A. Borrás, de la Sociedad Espeleológica de Cuba, como Cueva No. 1 de las
Pinturas, Cueva No. 2 de las Pinturas y Solapa del Carey.
Figura
5. Localización de las
estaciones rupestres de la Reserva Natural Imías.
(1) Cueva No. 1 de las Pinturas, (2) Cueva No. 2
de las Pinturas y (3) Solapa del Carey. Fuente: Elaboración propia
- Cueva No. 1 de las Pinturas
Esta localidad es una pequeña cavidad de apenas seis
metros de profundidad y nueve de desarrollo longitudinal (fig. 6A), que se abre,
como ya se explicó, en el segundo nivel de terraza costera emergida, al
suroeste de la reserva natural (Tabla I). En ella fueron localizados catorce
diseños pictográficos, elaborados unos en color rojo y otros en negro.
- Cueva No. 2 de las Pinturas
Esta es otra pequeña cavidad, que también se
abre en el segundo nivel de terraza costera emergida, al suroeste de la reserva
natural (Tabla I), a solo unos metros al noreste de la Cueva No. 1. Aunque muy
similares, la Cueva No. 2 es algo más espaciosa, pues tiene unos nueve metros
de profundidad y quince de desarrollo longitudinal (fig. 6B). En ella fueron
localizados ocho diseños pictográficos, todos elaborados en color rojo.
Figura 6. Plantas y ubicación de las pictografías en
las estaciones rupestres de la Reserva Natural Imías, Guantánamo. (A) Cueva No.
1 de las Pinturas, (B) Cueva No. 2 de las Pinturas, y (C) Solapa del Carey Cartografía: Jesús Álvarez González y Maikel Loro.
La Solapa del Carey, como su nombre lo indica, es una
pequeña gruta de apenas cinco metros de profundidad y seis de desarrollo
longitudinal (fig. 6C), ubicada a unos 860 metros al este de la Cueva No. 2 de
las Pinturas y, al igual que las anteriores, se abre en el segundo nivel de
terraza costera emergida, al suroeste de la RNI (Tabla I). En ella, el último
día de trabajos de campo de la expedición del Grupo
Espeleológico Pedro A. Borrás, fueron
localizados dos diseños pictográficos, elaborados en color rojo.
Tabla I. Estaciones de arte rupestre de la Reserva
Natural Imías, Guantánamo.
Fuente: Elaboración Propia
No |
CÓDIGO RNAR* |
NOMBRE DE
LA ESTACIÓN |
PROVINCIA |
MUNICIPIO |
UBICACIÓN GEOGRÁFICA |
LN |
LW |
X |
Y |
1 |
GT - 53 |
Cueva
No. 1 de las Pinturas |
Guantánamo |
Imías |
20° 03’ 00’’ |
74° 41’ 19’’ |
724368 |
156812 |
2 |
GT - 54 |
Cueva
No. 2 de las Pinturas |
Guantánamo |
Imías |
20° 03’ 02’’ |
74° 41’ 19’’ |
724367 |
156874 |
3 |
GT - 55 |
Solapa
del Carey |
Guantánamo |
Imías |
20° 02’ 50’’ |
74° 40’ 52’’ |
725157 |
156515 |
* RNAR. Registro Nacional
de Arte Rupestre. GCIAR-ICAN
Modos
conceptuales y de procedimiento
En adelante
abordaremos los rasgos fundamentales de los modos conceptuales y de
procedimiento que caracterizan el arte rupestre presente en estas estaciones,
de manera que pueda pasar a formar parte de los elementos o recursos
patrimoniales que caracterizan la RNI, y puedan ser tenidos en cuenta para la
elaboración futura del Plan de Manejo de esta importante área protegida.
- Categorías de las estaciones
Las tres estaciones que
conforman el arte rupestre de la RNI representan el 5.45 % del total del arte
rupestre de la provincia de Guantánamo, y el 1.06 % del total del arte rupestre
cubano documentado hasta hoy. Desde el punto de vista de las categorías
rupestrológicas, las tres estaciones son pictográficas y representan el 1.68 %
de las estaciones que ostentan esta categoría en la provincia de Guantánamo. En
total albergan 25 diseños rupestres, siendo la Cueva No. 1 de las Pinturas la
que más presenta, con 14, para un 58.3 % del conjunto (Tabla II).
- Colores, materiales y técnicas de ejecución
El
arte rupestre de esta zona se caracteriza por los dibujos de figuras geométricas,
que utilizan tintas planas para una técnica que podría definirse como lineal.
La generalidad de las figuras son monocromáticas, empleando colorantes rojo o
negro; este último solo presente en tres diseños en la estación Cueva No. 1 de
las Pinturas (Fig. 8, 9 y 10), lo que representa el 12.5 % del total de motivos
o diseños, por lo que se puede decir que es el rojo, sin lugar a dudas, el color
predominante en el arte rupestre de la RNI. La incorporación de estas tres estaciones
al Registro Nacional de Arte Rupestre eleva el número de estas con uso del
color rojo a 52, lo que representa el 18.51 % del total de estaciones
pictográficas del país.
Tabla II. Composición del arte rupestre de la Reserva
Natural Imías.
Fuente: Elaboración propia
No |
CÓDIGO RNAR* |
NOMBRE DE LA ESTACIÓN |
PROVINCIA |
MUNICIPIO |
CANTIDAD DE DISEÑOS |
ROJOS |
NEGROS |
TOTAL |
1 |
GT - 53 |
Cueva
No. 1 de las Pinturas |
Guantánamo |
Imías |
11 |
3 |
14 |
2 |
GT - 54 |
Cueva
No. 2 de las Pinturas |
Guantánamo |
Imías |
8 |
- |
8 |
3 |
GT - 55 |
Solapa
del Carey |
Guantánamo |
Imías |
3 |
- |
3 |
TOTAL |
22 |
3 |
25 |
* RNAR. Registro
Nacional de Arte Rupestre. GCIAR-ICAN
La
presencia abrumadora del color rojo en estas estaciones es un dato de suma
importancia para la rupestrología cubana, pues este color era muy escaso en el
contexto de la macroregión rupestrológica Cuba oriental (Gutiérrez y Fernández,
2008; Gutiérrez, et al., 2009a): desde el extremo este de la Sierra de Cubitas,
en Camaguey, hasta la Punta de Maisí, solo se reportaba la existencia de pictografías
rojas en la estación Cueva del Indio, en Maisí, provincia de Guantánamo (fig.
7). Esta distribución había inducido a algunos investigadores cubanos a inferir
que este color podría haber estado mayormente relacionado con grupos de arribo
temprano a Cuba; pues la escasez del uso del rojo en el arte rupestre de Cuba oriental
se correspondía en alguna medida con su poca frecuencia en el arte rupestre de La
Española (Gutiérrez y Fernández, 2008).
Figura 7. Distribución de estaciones monocromáticas en
color rojo y bicromadas en rojo y negro, del extremo oriental
de Cuba central y
toda Cuba oriental, antes del descubrimiento del arte rupestre de la Reserva
Natural Imías.
Fuente: Sistema de Información Geográfica para el Arte
Rupestre Cubano. GCIAR.
Hasta
hoy en nuestro país no ha existido ninguna investigación dirigida a abordar con
seriedad los materiales utilizados en la obtención de pigmentos rojos. En este
sentido, solo se han efectuado dos análisis que puedan arrojar alguna luz sobre
la composición de estos pigmentos. El primero se realizó en 1939, por René
Herrera Fritot, quien observó en el microscopio un fragmento de roca con
pintura que se había desprendido de la Cueva No. 1 de Punta del Este, Isla de
Pinos, estimando que era la limonita ocre la responsable del color rojo (Herrera,
1939: 16). El segundo se efectuó en la década del sesenta, también con muestras
de colorantes de la Cueva No. 1 de Punta del Este, y arrojó la utilización de
carbón vegetal para el negro y dióxido de hierro para el rojo (Núñez, 1975:
72).
De
lo anterior se desprende que parece ser el oxido de hierro, en toda su gama
mineralógica, el material de ejecución –base– para la elaboración
de los colorantes rojos del arte rupestre cubano; aunque en realidad esta
afirmación necesita en la actualidad de una mejor documentación.
Figura 8. Pictografías de la Cueva No. 1 de las
Pinturas, Reserva Natural Imías, Guantánamo.
(A) Diseño en negro realizado por aplicación directa
del carbón a la pared
y (B) Diseño en rojo probablemente ejecutado por la
técnica dactilar.
Fuente: Archivos del Grupo Espeleológico Pedro A.
Borrás - SEC.
Figura 9. Pictografías de la Cueva No. 2 de las
Pinturas, Reserva Natural Imías, Guantánamo.
Fuente: Archivos del Grupo Espeleológico Pedro A.
Borrás - SEC.
Otra
característica importante relacionada con la distribución y utilización de los
colores en el arte rupestre de la RNI es la utilización de más de un colorante en una misma localidad, caso
presente en la Cueva No. 1 de
las Pinturas, donde se utilizaron el negro y el rojo, representando la estación
bicromada número 25 del arte rupestre cubano. Según las sistemáticas propuestas
para esta problemática en nuestro país, esta se puede clasificar como una estación de contexto bicromado (ECB),
o sea, una localidad donde aparecen diseños pictográficos elaborados en uno u
otro color; pero donde la dualidad tonal no se articula en un diseño común, es
decir, cada diseño en sí mismo es monocromático (Gutiérrez,
et al., 2010: 4).
Figura 10. Pictografías de la Solapa del Carey, Reserva
Natural Imías, Guantánamo.
Fuente: Archivos del Grupo Espeleológico Pedro A.
Borrás - SEC.
Lo
anterior plantea nuevos elementos de investigación para la macroregión
rupestrológica Cuba oriental, pues el registro de estaciones bicromadas del
arte rupestre cubano consideraba la Cueva de las Mercedes, en la Sierra de
Cubitas, Camagüey (fig. 7), la más oriental de sus estaciones, categoría que a
partir de este momento le pertenece a la Cueva No. 1 de las Pinturas, Imías,
Guantánamo.
Acercamientos
dirigidos a esclarecer el conocimiento que tenemos sobre las técnicas de
ejecución del arte rupestre han sido realizados a partir de la observación in
situ por Núñez Jiménez (1975: 55), Gutiérrez Calvache y colaboradores (2003: 97
y 2009: 47) y Gutiérrez y Fernández (2005: 96). La situación se repite en el
caso que nos ocupa, pues nos vemos obligados a la indagación de esta
problemática por simples observaciones, ante la imposibilidad de un análisis
más profundo. De estos exámenes, limitados al análisis de los diseños en las
propias estaciones, así como a la utilización de microscopía digital sobre
imágenes de alta resolución, podemos derivar con cierto rango de seguridad que el
método más frecuente en el arte rupestre de la RNI es la aplicación del
colorante con los dedos –técnica conocida como “dactilar”–, la cual
estuvo restringida al uso del color rojo, pues las escasas pictografías negras
parecen haber sido realizadas por la aplicación directa del carbón a la pared.
- Asignación de espacios y sustratos de realización
Tanto en soluciones espaciales, como en la selección
de sustratos, el arte rupestre de la RNI es sumamente homogéneo,
caracterizándose por estar todos los diseños ejecutados en zonas claras o
umbrales de las cavidades (Tabla III), las cuales, en consonancia con
sus pequeños espacios, no dejaron muchas opciones en este sentido al ejecutor.
La selección de sustratos está dividida: un 76 % de los diseños fueron elaborados
en el techo estructural de la cavidad, y un 24 % ejecutados en la pared
estructural, por lo que no existen diseños ubicados en formaciones secundarias,
piso o formas clásticas (Tabla III).
Tabla III. Comportamiento de la asignación de los
espacios y sustratos de realización en el arte rupestre de la Reserva Natural Imías, Guantánamo. Fuente: Elaboración propia
NOMBRE DE LA ESTACIÓN |
ASIGNACIÓN DE ESPACIOS Y SUSTRATOS DE
REALIZACIÓN |
TECHO |
PARED |
PISO |
UMBRAL |
OSCURIDAD |
FORMA ESTRUCTURAL |
FORMAS SECUNDARIAS |
FORMAS CLÁSTICAS |
Cueva
No. 1 de las Pinturas |
12 |
2 |
- |
14 |
- |
14 |
- |
- |
Cueva
No. 2 de las Pinturas |
7 |
1 |
- |
8 |
- |
8 |
- |
- |
Solapa
del Carey |
- |
3 |
- |
3 |
- |
3 |
- |
- |
TOTAL |
19 |
0 |
0 |
25 |
0 |
25 |
0 |
0 |
En este sentido, es importante
establecer relaciones con los colores. En la única estación bicromada (Cueva
No. 1 de las Pinturas) los dibujos negros (3) siempre fueron elaborados en la roca
estructural del techo, mientras que las escasas variaciones que en estos
parámetros hemos documentado están siempre asociadas a diseños elaborados en
rojo.
- Elementos culturales y cronológicos
Son quizás los temas
relacionados con la ubicación cultural y su cronología los aspectos más
complejos dentro del estudio del arte rupestre cubano en general y para el aquí
reseñado en particular, debido sobre todo a lo reciente de su hallazgo, y al
escaso conocimiento que hoy tenemos sobre el entorno arqueológico cercano a
estas estaciones. Sin embargo, el lector entenderá que es lícito que expongamos
algunos de los elementos con que contamos (aunque sean precarios) e intentemos
su –lógica– organización.
En primer lugar, es menester
considerar el conocimiento hasta hoy acumulado para el ámbito arqueológico
regional objeto de estudio. Los registros del Censo y el Atlas Arqueológico de
Cuba, conservados en las cartillas básicas de información que posee el
Departamento de Arqueología del Instituto Cubano de Antropología, establecen
que en la provincia de Guantánamo existen un total de 160 sitios arqueológicos
bien documentados (Dpto. de Arqueología, 2003: 197), de los cuales 124
pertenecen a las Formaciones Económico Sociales Tribales, mayormente
sedentarias y con un modo de vida agricultor, y 36 a las Formaciones Económico
Sociales Pretribales, de modos de vida recolector, pescador y/o cazador(1);
lo que representa un predominio de las primeras, con más del 78 % del total (fig.
11).
Figura 11. Distribución de los principales sitios arqueológicos de las FES Productoras y
filiación porcentual de los sitios arqueológicos de la provincia de Guantánamo,
controlados actualmente en el sistema nacional de Cartillas del Instituto
Cubano de Antropología. Fuentes: Departamento de Arqueología, Centro de
Antropología 2003; e Ismael Hernández, et al, 2007.
A ese total habría que sumarle
los tres nuevos sitios rupestrológicos aquí comentados y, además, la Cueva de
las Tres Bocas, una localidad relativamente cercana a dichas estaciones
rupestres, que fuera también descubierta en la reciente expedición del Grupo
Borrás, y se ubica en las coordenadas Cuba Sur, X 724394.97
- Y 156997.12, a sólo unos metros más al norte de la Cueva No. 2 de las
Pinturas, pero en una posición hipsométrica mucho más alta, a más de 40 metros
de altura sobre el nivel del mar.
Dicha
estación reveló una importante acumulación de restos humanos, al parecer
aborígenes, en el área cercana a una de sus bocas de acceso. En su mayoría
están en la actualidad fundidos en el sinter de goteo, pero algunos de ellos
presentan fracturas recientes, lo que puede ser un signo de agresión antrópica
de tipo eventual o casual, o puede ser un intento mal logrado de retirar estas
piezas del conglomerado reconstructivo (fig. 12).
Con
todo lo anteriormente expuesto, se puede establecer que tanto a nivel regional,
como en el entorno cercano a nuestras estaciones rupestres, predominan los
sitios pertenecientes a comunidades productoras, en comparación con las comunidades
apropiadoras(2); siendo los más significativos los
sitios Macambo I, Macambo II y Los Ciguatos (fig. 11). De estos sitios poco se
ha dado a conocer en la literatura arqueológica nacional, destacándose el
trabajo presentado por los investigadores Gerardo Izquierdo y Alexis Rives,
sobre métodos cuantitativos e interpretación arqueológica en el sitio Macambo
II, y el artículo que sobre el sitio Los Ciguatos publicara el reconocido
arqueólogo santiaguero Dr. Felipe Martínez Arango, en 1978.
Figura 12. Restos óseos humanos en el piso de la Cueva
Las Tres Bocas, Reserva Natural Imías, Guantánamo.
Señalados con las flechas amarillas, fragmentos de
diáfisis de huesos largos, una falange, una vértebra y otros restos.
Foto: Maikel Loro
En
el primero de estos trabajos, sus autores consideran que podría existir alguna
correspondencia entre el ajuar del sitio Macambo II y la variante cultural
Damajayabo, propuesta por J. M. Guarch (1990); aunque no son concluyentes con
este planteamiento y dejan margen a otras opciones (Izquierdo y Rives, 1995:
4).
Entonces
de ser acertada la relación cultural antes comentada y aceptando la propuesta cultural
de Guarch (1990) sin cuestionamientos, entonces estaríamos reconociendo que la
evidencia arqueológica más próxima a nuestras estaciones rupestres se
corresponde con un grupo o variante cultural enmarcada en fases relativamente
tempranas de las Formaciones
Económico Sociales Tribales, mayormente sedentarias y con un modo de vida
agricultor, asentadas en el territorio de la provincia Guantánamo, con una
cronología cultural que se puede distribuir desde 1120 a 500 años A.P.
(Torres, 2006: 89); o dentro del Subtaíno de Tabío y Guarch (1966), con una
propuesta cronológica que va desde 800 a 1570 de nuestra era (Tabío y Gurach, 1966;
según Torres, 2006: 84); o en el periodo tardío de la Etapa Productiva
propuesta por Jiménez Santander (2009), con una distribución cronológica que
va del 601 al 1300 de nuestra era (Jiménez, 2009: 96).
Sin embargo para otros autores
las combinaciones presentes en el ajuar de Macambo II indican en alguna medida
un grupo agricultor tardío (1200 -1600 de nuestra era) bastante evolucionado
(Castellanos, et al., s/f: 55; Rodríguez y Pagan, 2006: 105)
No obstante, debemos dejar
claro que todas estas cronologías tienen un fuerte basamento normativo en
cuanto al uso de las series cerámicas como sustento de su estructura
conceptual, pues desde la geocronología el sitio cabecera de la variante
cultural Damajayabo solo está amparado por dos fechados radiocarbónicos
directos, ambos realizados en muestras de carbón; el primero obtenido en un
estrato asociado a comunidades apropiadoras y el segundo colectado en un
contexto productor –agroceramista– y en asociación directa con
cerámica. Esta muestra, con código de laboratorio Y-1994, ha permitido obtener
para las Formaciones Económico Sociales Tribales del sitio Playa de Damajayabo
una edad C-14 de 1120 + 160 años BP (820) que, calibrada arrojo en una
edad de 639 AD - 1222AD (Pino, 1995; Torres, 2006 y Cooper, 2007).
Lo discordante en este debate
es que no existe un fechado radiocarbónico para los sitios de Macambo, que nos
diera alguna claridad en cuanto a su correspondencia con la variante cultural
Damajayabo. A ello es imprescindible agregar que, algunos investigadores opinan
que el sitio Macambo II podría representar un asentamiento eventual o temporal
de grupos avanzados (singulares), en funciones de recolección, pesca y caza
para avituallar a los poblados o aldeas centrales asentadas en el Valle de
Caujerí, (Rodríguez y Pagan, 2006: 106 y Gerardo Izquierdo, comunicación
personal, 9 de mayo de 2011).
Al analizar los párrafos
anteriores, el lector conocedor podrá asumir erróneamente la existencia de una
dicotomía teórica entre nuestro apego manifiesto a los
postulados de las Formaciones Económico Sociales, como marco teórico para la
periodización en la arqueología indocubana, y el constante acercamiento a la
categoría de “variantes culturales” propuesta por Guarch (1990). En este
sentido, es necesario esclarecer que tal dicotomía no existe, todo lo
contrario: al igual que otros autores, pensamos que el concepto o visión
economicista de nuestras periodizaciones actuales no puede darse el lujo de
excluir el concepto de cultura. Tal posición implicaría excluir lo singular y
lo diverso del fenómeno magnífico que es, en sí misma, la existencia del hombre
en el tiempo y el espacio, llevaría a ignorar “…los fenómenos singulares y
concretos que constituyen el objeto de conocimiento empírico de los
arqueólogos” (Torres, 2006: 88).
En
consecuencia con lo antes comentado, ha sido una debilidad sistemática en toda
la propuesta de Guarch (1990) la ausencia de una diferenciación correcta y
tangible de los elementos de la superestructura, presente en cada una de sus
variantes culturales, dejando las mismas en manos de “…la ubicación geográfica,
la cronología y los criterios normativistas basados en la cerámica” (Torres,
2006: 89).
Esta
realidad ha provocado que la mayoría de los estudios arqueológicos cubanos
contemporáneos no hayan podido integrar su énfasis en las condiciones
económicas como diferenciador social y los elementos utilitarios y
superestructurales como herramientas para identificar cultura, de forma que nos
permitiera enfocarnos a niveles o escalones más cercanos a la vida diaria de
nuestros aborígenes y a las singularidades de su proceder en espacios
temporales y territoriales más reducidos.
Estos
temas son en alguna medida ajenos a nuestra práctica diaria como rupestrólogos.
Sin embargo, el descubrimiento de las estaciones rupestres aquí estudiadas y la
particularidad de sus diseños –tanto en forma, como en materiales de
ejecución, sustratos de realización y otros subsistemas de la gráfica–,
dentro del gran entorno rupestrológico de la costa suroriental de Cuba
–en las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba, y Granma, donde es
abrumadoramente mayoritario un arte rupestre petroglífico, asociado a la
utilización funcional de formas reconstructivas como solución al volumen de lo
representado–, nos hizo entrever la oportunidad de establecer, al menos a
nivel de hipótesis primaria, la posibilidad de que este “nuevo” patrón
estuviera indicando una singularidad cultural a nivel de la superestructura
para los grupos que ejecutaron este arte rupestre y que, probablemente, se asentaron
en el entorno cercano a nuestras estaciones. De ser así, debe existir alguna
correspondencia morfológica entre los diseños rupestres y los conceptos
decorativos y formativos de la cerámica de estos grupos.
Al
llegar a este punto se hizo irremediable aplicar un método gráfico de
comparación, el cual se realizó entre decoraciones cerámicas de los sitios
Playa de Damajayabo, Santiago de Cuba (sitio cabecera de la variante cultural
Damajayabo) y decoraciones cerámicas del estrato más temprano del sitio Los
Ciguatos, Guantánamo, el cual también ha sido asociado a la variante cultural
Damajayabo. Estas comparaciones se pueden apreciar en la figura 13, y
permitieron establecer la existencia de un importante grado de similitud morfológica
entre los diseños cerámicos de los sitios referidos y los dibujos rupestres de
la RNI.
Ahora
bien ¿es solo una similitud a nivel morfológico? Creemos que otros elementos
apoyan también criterios de similitud. Por ejemplo, los estudios realizados
para la cerámica de los niveles agroceramistas más tempranos del sitio Los
Ciguatos reflejan que son las incisiones lineales paralelas oblicuas y
alternas, junto a las incisiones punteadas, los elementos de mayor
representación en la decoración cerámica del sitio, relación común para el arte
rupestre de la RNI, donde ambos motivos ocupan la mayor cantidad de diseños;
tal es la similitud en este caso, que para el sitio referido las incisiones
lineales paralelas oblicuas y alternas representan el 60.0 % de todas las
decoraciones lineales rectas (Martínez Arango, 1978: 95) y en las tres
estaciones rupestres de la RNI este tipo de diseño ocupa alrededor del 72 %
(está presente en 18 de los 25 conjuntos pictográficos). Entonces, tenemos
también similitud a un nivel superior que la simple identidad morfológica, pues
hay correspondencia en la frecuencia cuantitativa del uso de las soluciones
morfológicas. Por su parte, la presencia en Los Ciguatos de un 100.0 % de
utilización de pintura (engobe) roja en la cerámica que presenta engobe (17.8 %
del total de cerámica decorada), deja establecida una preferencia marcada por
este color, lo cual se corresponde con las soluciones cronotonales del arte
rupestre de la RNI, donde el uso del color rojo representa el 88.0 %.
Figura 13. Comparación morfológica entre los diseños de
líneas paralelas oblicuas alternas y los diseños punteados de las decoraciones
cerámicas de los sitios arqueológicos Playa Damajayabo y Los Ciguatos, Santiago
de Cuba y Guantánamo, respectivamente, con diseños similares de las estaciones
rupestres de la Reserva Natural Imías, Guantánamo. Fuentes: Martínez Arango,
1968 y 1978, y fotos de Efrén Jaimez y Maikel Loro.
Estas
relaciones morfo-cronotonales se infieren, en primer lugar, de la abundante
presencia de piedras tintóreas en sitios como Playa de Damajayabo (Martínez
Arango, 1968: 35), que pudiera constituir una condición lito-facial oportuna.
Sin embargo, un análisis de la correlación entre elementos morfológicos y
cronotonales, en sitios similares del oriente cubano, refleja que en la medida
que estos se acercan al modelo de variante cultural Damajayabo las relaciones
de similitud y asociación entre uso específico de diseños y colores para la
cerámica se acentúan, en grados particulares para cada sitio, pero en aumento
de forma general (fig. 14).
Figura 14. Correlación entre algunos elementos
morfológicos y cronotonales
de la cerámica y sus decoraciones, en sitios
similares del oriente cubano.
Fuente: Martínez Arango, 1978: 104
Con
toda esta discusión, solo nos queda establecer o diseñar interrogantes, como
¿podría ser el arte rupestre conocido hasta hoy en la RNI una expresión
superestructural que permita establecer claridad en la singularidad de la
variante cultural Damajayabo?
Arriesgar
una respuesta sería una actitud temeraria. Sin embargo, el hecho indiscutible
que impone la presencia de un arte rupestre cuyas características fundamentales
(sistemas y subsistemas) son atípicas al entorno rupestre de toda la región
oriental de Cuba, pero que a su vez es similar a la morfología y otros
procedimientos de la decoración cerámica presente en los niveles tempranos de
las Formaciones
Económico Sociales Tribales con modos de vida agricultores, asentadas en el
entorno cercano de las estaciones rupestres, nos está sugiriendo una relación
que, si bien necesita de mucha y mejor documentación, es hoy absolutamente
tangible. Pero si no bastaran los elementos ya expuestos hasta aquí, para
desarrollar todo un criterio cultural territorial de argumentada singularidad
en el entorno de estudio, agregaríamos que investigaciones recientes,
vinculadas al análisis de los restos de almidones en objetos utilitarios de las
comunidades agricultoras, han arrojado que ninguno de los fragmentos de burén
de los sitios Macambo I y II, estudiados hasta hoy, permiten ubicar en esa
comunidad el uso de la yuca amarga (Manihot esculenta, Crantz)
dentro de su complejo de subsistencia, demostrándose por su parte un desarrollo
agrícola sostenido en el cultivo del boniato, el frijol, y el maíz (Rodríguez y
Pagan, 2006).
Conservación y protección
Desde
el punto de vista de la conservación y la protección, estas estaciones
rupestres, no presentan elementos para considerar que hayan sufrido daños antrópicos
o culturales severos –como grafitis, proyectiles, sobrecargas–; o daños industriales, producidos
por acciones de la minería, la construcción o actividades agropecuarias
intensivas (Gutiérrez, et al., 2007: 110), todo el entorno cercano a ellas
presenta un buen estado de conservación natural. Sin embargo, es evidente, con
la observación directa de las imágenes, que están sufriendo despigmentación,
muy probablemente asociada al impacto climático. Dicha afectación se hace mucho
más evidente al procesar algunas de las imágenes digitales obtenidas en estas localidades
por medio de la extensión de Decorrelación Stretch
(DStretch) para el programa ImageJ, la cual permite, a
partir de la producción de una imagen de colores falsa, creada por medio de un
algoritmo de recorrelación, la mejora del contraste de colores débiles en
imágenes digitales, trazando bien los tonos que han sido agredidos y que en la
actualidad no percibe el ojo humano (fig. 15).
Figura 15. Ejemplos de la aplicación en el arte rupestre
de la Reserva Natural Imías, Guantánamo,
de la extensión Decorrelación Stretch (DStretch) para el
programa ImageJ.
(A) Imagen digital DSCN4898, de una pictografía de la
Cueva No. 1 de las Pinturas, (B) La misma imagen procesada en el canal de color
CRGB en covarianza, a una intensidad de 15 puntos y sin degradación de color,
(C) Imagen digital DSCN4904, de una pictografía de la Cueva No. 2 de las
Pinturas y (D) La imagen DSCN4904 procesada en el canal de color CRGB en
covarianza, a una intensidad de 15 puntos y sin degradación de color
Su
ubicación en un área natural bien conservada, y el desconocimiento que hasta
hace muy poco se tenía de esta riqueza rupestrológica, han permitido sin lugar
a dudas el buen estado que hoy presenta este patrimonio, en el cual, como ya se
explicó, están ausentes los más importantes daños que afectan el arte rupestre
cubano –los antrópicos–. Sin embargo, la ausencia de un plan de
manejo y de una adecuada administración para esta área, que presenta la más
importante y restringida categoría del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de
la República de Cuba, es una amenaza al futuro de este y otros recursos
patrimoniales del lugar, a mediano y largo plazo. De ahí que todo esfuerzo en
aras de una protección efectiva y planificada de este territorio guantanamero
será bien recibido por todos los que de una forma u otra hemos agradecido a la
Reserva Natural de Imías que nos entregara sus secretos.
CONCLUSIONES
El
proceso de análisis seguido hasta aquí nos ha permitido ir exponiendo un número
importante de conclusiones parciales durante el desarrollo del texto, de ahí
que al finalizar esta disertación sea imperativo concluir que el arte rupestre
conocido hasta hoy en la Reserva Natural Imías, en la provincia de Guantánamo,
nos impone elevar nuestras categorías de análisis en la gestión de los datos
que nos aporta la arqueología; pero, sobre todo, nos impone realizar estudios in situ que esclarezcan, de forma
detallada y precisa, muchas de las interrogantes que hoy permanecen en nuestra
estructura teórica, y que nos impiden dar una respuesta acabada para este
patrimonio cultural, el cual forma parte de la riqueza de una de las más
importantes áreas protegidas de la República de Cuba.
AGRADECIMIENTOS
En
primer lugar, a los colegas y amigos Mario Montero Capello y O´Nell Roman
Quesada, sin los cuales hubiera sido imposible llevar a feliz término la
expedición del GEPAB a la costa suroriental de Cuba. A Gregoria Gómez Martínez
y familia, por todas sus atenciones y gentilezas, que facilitaron nuestra
estancia en los áridos parajes de Yacabo Abajo; así como también a Eugenio
Ramos Matos, por sus servicios de guía. Al Centro de Inspección y Control
Ambiental, por la celeridad en la gestión del permiso de acceso a áreas protegidas.
Al Centro Nacional de Áreas Protegidas y sus funcionarios, por su siempre
oportuna colaboración. A la Sociedad Espeleológica de Cuba, por su apoyo y
gestión financiera, imprescindible aporte para la materialización de esta
expedición. A los miembros del Grupo Borrás, por su compromiso de más de 30
años, en especial al colega Freddy Cámara García, por sus gestiones personales
en aras de un resultado exitoso. Finalmente, a la Dra. Niurka Núñez González y
al MSc. Daniel Torres Etayo, por la revisión crítica del original y sus
oportunos comentarios.
Notas
1. Es importante dejar esclarecido que nosotros reconocemos en el concepto de FES el más coherente postulado teórico desarrollado hasta hoy para las categorías de periodización en la arqueología indocubana.
2. También es prudente en este caso aclarar que el uso que hacemos de los términos “productores” o “apropiadores” solo persigue el entendimiento con el lector, pues es de todos sabido que nos encontramos en un punto donde la academia no se pone de acuerdo todavía en el proceso del conocimiento y aprendizaje social, de ahí que a muchos lectores les sea necesario el uso de esta terminología para entender el mensaje. Aun así, coincidimos con Torres Etayo al manifestar: “…la consideración de la apropiación como no producción… me parece una aberración de la mala interpretación del propio Materialismo Histórico, pues está más que claro… que no hay sociedad humana sin producción…” (Torres, 2009: 49).
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo citar este artículo:
Gutiérrez Calvache, Divaldo A.; Jaimez Salgado,Efrén J.; González Tendero José B.;
Álvarez González, Jesús; Loro Brito, Maikel y Cabrera Astrain, Lían.
Arte rupestre en la Reserva Natural Imías, Guantánamo, Cuba. Una mirada preliminar.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/imias.html
2012
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