Técnica
de elaboración de las pictografías ubicadas en el
área de curso del río Farfacá, Tunja (Colombia)
Andrea
Martínez Moreno & Catalina Bateman Vargas.
martinacandre@hotmail.com
Comentado
Danae Fiore y Pedro
Argüello (ver
abajo)
Introducción
Las representaciones rupestres atraen,
tal vez, por ser una de las primeras manifestaciones que realiza
el hombre en diferentes lugares del mundo, elaboradas, para el caso
específico de las pictografías, básicamente
de la misma manera: un color aplicado sobre la roca. La sencillez
y claridad de estas expresiones, junto con el hecho de encontrarlas
con cierta similitud en todas las culturas, nos hacen pensar en
algo común que tenemos como seres humanos, independientemente
de un tiempo y espacios determinados.
La variabilidad en las técnicas
está determinada básicamente por los materiales que
brindan las condiciones geográficas y ambientales y la cultura
que las genera (hecho que define el significado, uso y función
que ésta hace de sus manifestaciones), y que habla de manera
puntual y explícita de cada historia. Son precisamente estas
técnicas las que darán cuenta de lo que hemos sido
y cómo se logró transformar la materia en un hecho
cultural que ha pesar de los años sigue generando emoción
y reflexión.
Contextualización
El objetivo de esta investigación
fue acercarnos al proceso técnico empleado para realizar
las pictografías, desde la obtención, selección
y preparación de los materiales hasta la aplicación
del color.
El conjunto pictográfico
estudiado se encuentra ubicado en Colombia, en el Departamento de
Boyacá, entre los municipios de Tunja y Motavita. Este lugar
fue escogido entre la amplia gama de posibilidades que ofrece el
arte rupestre colombiano, por considerar que el proyecto no podía
encontrarse desligado de un contexto arqueológico y debía
ser complemento para otras investigaciones que giraran al rededor
de un punto común. Esta condición determinante la
brindó el trabajo del Equipo Arqueológico (EA) de
la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,
Sede Tunja (UPTC), que lleva trabajando en el sector varios años
en la elaboración del registro de pictografías, petroglifos,
moyas y en la realización de excavaciones arqueológicas,
e investigaciones históricas de la zona. El EA dividió
la zona en 7 sectores identificados como: A, B, C, D, E, F y G,
delimitados aleatoriamente. Para el inventario y registro de las
rocas se identificaron con las abreviaturas Fr (Farfacá),
seguidas por la letra correspondiente al sector, por ejemplo G,
para luego colocar el número correspondiente secuencialmente.
Los tres últimos sectores (E, F y G) son los que presentan
mayor concentración de manifestaciones rupestres.
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El Sector G fue seleccionado para
desarrollar esta investigación por tener la población
con el mejor estado de conservación situación que
permitió apreciar los detalles tecnológicos de ejecución.
El estudio fue realizado sobre 5 rocas (identificadas como FrG03
(Graf.1),
FrG04 (Graf.2),
FrG05 (Graf.3)
y 05a, FrG06 y 06a (Graf.4),
y finalmente FrG07 (Graf.5)
seleccionadas a partir de un criterio de mayor
integridad determinado por la legibilidad de los trazos y figuras.
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1. Imagen general de la pictografía
FRG03 |
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2. Imagen general de la pictografía
FRG04 |
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3. Imagen de la pictografía FRG05 |
3a. Imagen general de la pictografía
FRG05a |
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4.Imagen pictografía FRG06 |
4a.Imagen de la pictografía FRG06 |
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5.Imagen general de la pictografía
FRG07 |
Metodología
En la primera etapa de la investigación
se identificaron los paradigmas fundamentales del arte rupestre
y más exactamente aquellos relacionados con la técnica
de elaboración. En la búsqueda bibliográfica
se encontraron dos investigaciones que fueron fundamentales para
el planteamiento metodológico de análisis de la técnica
de elaboración de las pictografías.
El primer estudio realizado por
Diana Magaloni, establece una metodología de análisis
desde la conservación para el estudio de la técnica
de elaboración en pintura mural brindando pasos rigurosos
tanto de observación del objeto como de los análisis
científicos aplicables para conocer la naturaleza físico-química
de los materiales utilizados. El segundo estudio, realizado por
Joaquín Vaquero Turcios se desarrolla con el objetivo de
reconstruir el proceso creador de las pinturas rupestres a partir
de la comprobación experimental. Al observar estas dos metodologías,
se decidió abordar el estudio con estas dos miradas, una
científica y una experimental que resultaron siendo la combinación
perfecta para la comprensión del manejo de los materiales
y su uso. De esta manera se analizó la técnica de
elaboración a partir de:
- El análisis por observación in
situ mediante el cual se buscaba específicamente encontrar
características físicas que dieran información
sobre la identificación de las huellas de herramientas,
utensilios y las características de la capa pictórica.
- La identificación de los materiales constitutivos
(soporte, capa pictórica y estratigrafía) con la
ayuda de análisis científicos (análisis microquímicos,
secciones delgadas, cortes estratigráficos, Difracción
de Rayos X y Microscopía Electrónica de Barrido).
- La experimentación del proceso técnico
empleado para la elaboración de las pictografías,
con el objetivo de conocer requerimientos, tiempos de ejecución,
características de los materiales, sus proporciones y variaciones
así como las herramientas e instrumentos básicos
para la transformación de éstos y su empleo. Este
paso permitió establecer relaciones entre los materiales
de la zona con los identificados en las pinturas.
Desarrollo del Trabajo
a) DOCUMENTACIÓN: SISTEMA
DE REGISTRO
En conservación, la palabra
documentación ocupa un lugar primordial pues es la consignación
de información escrita, gráfica y fotográfica
concerniente al objeto en estudio. Abarca desde datos descriptivos,
análisis de intervenciones y diagnósticos anteriores,
hasta el seguimiento y evaluación de las condiciones medio
ambientales en las que se encuentra el objeto. La conciencia que
se ha generado en torno a la documentación obliga, cada vez
con mayor frecuencia, a realizarla de la manera más objetiva
y rigurosa posible. La razón es simple: los datos obtenidos
permiten ubicar el objeto y conocer con precisión los cambios
en él ocurridos, así como constituirse en la base
para futuras investigaciones.
Por estos motivos el trabajo comenzó
por la documentación de cada una de las pictografías
elegidas. El sistema de registro aplicado fue el diseñado
por Diego Martínez Celis, Guillermo Muñoz y Judith
Trujillo, este es un sistema riguroso y objetivo que surge para
suplir un gran problema con el arte rupestre colombiano como es
la falta de rigor en los datos que sustentan las investigaciones.
Estas fichas de registro incluyen la ubicación de las rocas
mediante el GPS, un levantamiento a escala de cada una de sus caras,
en plano y volumen; la ubicación de los grupos pictográficos
en la roca, levantamiento de las pictografías con fotografías
y calcos que se comparan y complementan digitalmente.
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Algunas Fichas de Registro. |
b) LA TÉCNICA DE ELABORACIÓN
DE LAS PICTOGRAFIAS
Una vez finalizado el registro
de las pictografías se inicio el estudio de la técnica
de elaboración de las mismas. Este tema se abarcó
desde dos puntos:
- La selección, obtención y preparación
de los materiales
- La identificación de las formas de aplicación
del color y las huellas de herramientas.
- La selección, obtención y
preparación de los materiales
El soporte:
Quienes elaboraron las pictografías
del Río Farfacá seleccionaban como soporte grandes
rocas en las que, por lo menos una de sus caras presentara naturalmente
una superficie regular. Una vez escogida esta superficie, existían
dos posibilidades: pulir o utilizar la superficie irregular de
la roca. Puede parecer simple pero cada opción determina
la apreciación de las figuras. El caso del pulido es identificable
pues son zonas claramente delimitadas, de textura lisa y de color
amarillo claro, diferenciándose del resto de la roca que
es rugosa, con bastantes abultamientos y gris. (Graf.6)
La apariencia de la zona pulida se debe a la eliminación
de capas de óxidos y de material depositado a lo largo
de los años, como polvo y arena, permitiendo ver capas
internas de la roca. Si fuese una alteración, porqué
es limitada únicamente a las zonas donde hay pictografías?
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6. pictografía FRG05. Nótese
la diferencia en las características ópticas
de la roca entre el área pintada y el área
sin pintar. |
El tipo de roca identificado como
soporte de las pictografías es la cuarzo arenita,(Graf.7)
un tipo de arenisca formada en un 96% por cuarzos que, en la escala
de Mohs (1 a 10) presentan una dureza de 7. Para conseguir el
pulido, necesariamente debía utilizarse un material de
igual o mayor dureza que el de la roca. Una piedra de río
cumple este requisito y para conseguirla, sólo debían
desplazarse unos cuantos metros. Sin embargo, como pudo comprobarse
en la experimentación, esta herramienta debe ser cuidadosamente
seleccionada. Al ser piedras redondeadas debe escogerse una que
pueda sostenerse con comodidad, no muy grande ni pesada pues dificulta
el trabajo, pero sí lo suficientemente alta para evitar
que al estar puliendo se raspen los dedos, debe tener un lado
regular que es el que se va a frotar contra la roca para conseguir
el pulido.
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7. secciones delgadas de la pictografía
FrG05 con luz directa y luz polarizada respectivamente.
En las que se identificó el tipo de arenisca llamada
cuarzo arenita. |
En la experimentación se
escogió una piedra de río y se pulió un área
de 10 x 10 cm. Conseguir una superficie con características
similares a las de los soportes originales, tomó una hora.
Con el pulido se elimina polvo y arena de la roca y éstos
se retiran completamente con una tela húmeda. Al reiniciar
el pulido la superficie se vuelve un poco más brillante
que el resto de zonas, siendo ésta la diferencia más
evidente que permite pensar que homogenizar completamente la superficie,
como es el caso de las pictografías requiere emplear mayor
tiempo y fuerza.
El resultado final de ésta
experimentación fue una superficie homogénea, menos
porosa y suave al tacto.
Dentro del material lítico
hallado en las excavaciones arqueológicas de la zona que
tiene evidencia de haber sido utilizado para múltiples
fines, entre los que consideramos puede estar el del pulido de
la roca, se encuentran piedras con las características
planteadas anteriormente como son tamaño (con rangos máximos
y mínimos de Long.155 a 47 mm. Ancho: 123 a 46 mm y Gros,
de 111 a 18 mm) forma oval y alta dureza por ser de arenisca.
Tales herramientas son: los alisadores, cantos rodados y martillos-golpeadores
"con señales de golpes principalmente en los extremos".
(Graf.8)
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8.Material lítico hallado en las
excavaciones arqueológicas de la UPTC Tunja en el
sector de Farfacá. |
Encontrar dos posibilidades en
la apariencia del soporte y en consecuencia, en el resultado final
del dibujo, permite suponer una planeación e intención
de lo que se pretende conseguir con la manifestación. (Graf.9)
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9.Izquierda. trazo claro y definido(soporte
pulido). Derecha, alta vibración del trazo
con el soporte (soporte sin pulir).
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La Capa pictórica
Se entiende por capa pictórica,
los recubrimientos de color que al aplicarse sobre una superficie
forman una película. Una capa pictórica debe tener
mínimo dos elementos, un pigmento y un material de dispersión
que sirva para llevar el pigmento en forma de película
al soporte.
A partir de la observación
in situ se identificaron 5 tonos principales de capa pictórica
dentro de la gama del rojo:
Naranja intenso (light red, red
2.5YR 5.5/8), Naranja pálido (redish yellow 5YR 6/6), Rojo
intenso (red 10R 4/7), Rojo oscuro (weak red, red 10R 4/5.5),
Rojo violáceo (weak red, dusky red 10R 3.5/4).
Aquí surgió la
pregunta: ¿cómo lograban obtener varios tonos de rojo?
Para responder a esta pregunta empezamos por realizar análisis
microquímicos e instrumentales para la identificación
de los pigmentos. Con la información obtenida, se pudo
establecer que para lograr la variedad de tonos de rojo se emplearon
3 minerales naturales: Hematita, Goethita y Cinabrio.(Graf.10)
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10. Izquierda, Microscopía
electrónica de barrido que confirma la presencia
de cinabrio. Derecha, Microscopía que muestra
la presencia de óxidos de hierro. |
En el caso del Cinabrio no existen
yacimientos de este mineral en la región de Boyacá,
ni en las zonas aledañas. En Colombia, hasta el momento,
sólo se han encontrado yacimientos de este mineral en Departamentos
como Caldas, Nariño y Alto Putumayo entre otros.
Esto quiere decir que para emplear
el cinabrio, los pintores de Farfacá debían realizar
intercambios con las culturas que habitaban las zonas mencionadas
anteriormente, las cuales seguramente extraían y empleaban
el mineral, o bien debieron haberse desplazado hasta allí.
Para establecer el tipo de relaciones necesarias y obtener el
mineral. Esta es una pregunta que amerita continuar investigándose.
La obtención de la Hematita
y la Goethita, quedaba resuelta con facilidad pues los antiguos
pintores tenían en la superficie de sus suelos y en algunas
rocas, verdaderos depósitos de rojo vivo. Dentro del reconocimiento
de las zonas aledañas se pueden observar suelos que ofrecen
colores que van desde el naranja claro hasta un rojo oscuro.
La Hematina (Graf.11)
es principalmente de color rojo oscuro, mientras que la Goethita
(Graf.12) es amarilla. Estos dos minerales se encuentran
usualmente juntos en la naturaleza, bien sea en forma de terrones
del suelo o como roca. Lo que posibilita encontrar distintos tonos
es la variación en las proporciones de cada material; de
esta manera, si hay mayor concentración de Hematita el
color tiende hacia el rojo oscuro o más intenso, mientras
que si la proporción de la Goethita es mayor, el color
tiende hacia el amarillo o naranja. La variación en las
proporciones, por tanto, puede darse de forma natural en las rocas
o intencional, buscando diferentes proporciones de cada mineral.
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11. Hematita, Se obtiene como roca o como
terrón compacto Material asociado. |
12. La hematita es de color rojo oscuro,
mientras que la Goethita es amarilla. En la naturaleza se
encuentran usualmente unidas y la variación en las
proporciones de cada una posibilita distintos tonos. |
Como parte de la experimentación
buscamos posibles yacimientos de Hematita y Goethita en la zona
para poder analizarlo como material asociado y hacer relaciones
a partir de datos concretos. El primer encuentro fueron terrones
compactos de color naranja claro hallados en la zona por el Equipo
de Arqueología (EA) de la UPTC, quien los proporcionó
para su análisis dentro de esta investigación. Por
medio de la Difracción de Rayos X se identificó
como principal mineral la Goethita mezclado con Hematita más
Caolinita, lo que brindaba datos acerca de las posibles mezclas.
Continuando con la búsqueda,
encontramos una roca que en su exterior mostraba vetas de color
rojo oscuro. Al picarla, su interior era completamente rojo y
al analizarla se identificó como mineral primordial la
Hematita.
En el caso de la Hematita obtenida
a partir de la roca, es importante pensar en las implicaciones
que tiene la consecución del mineral. En nuestro caso,
debimos utilizar un cincel grueso y un mazo, pero ¿qué
tipo de herramientas se tenían en el momento de elaborar
las pictografías? De las herramientas y utensilios encontrados
en las excavaciones arqueológicas realizadas en la zona
y que pueden servir para extraer un material bastante duro, están
las hachas: "estos artefactos presentan líneas
de uso en todas las superficies, así como señales
de golpes." Un canto rodado o alguna herramienta lo suficientemente
pesada puede cumplir la función del mazo. (Graf.13)
|
13. Posibles herramientas de extracción
como hachas y golpeadores. Material arqueológico
de la zona. |
Por otra parte tener suficiente
mineral para utilizarlo como pigmento implica cortar varias rocas
ya que el color rojo sólo se encuentra en las últimas
capas y puede que sólo una de las caras tenga color. De
una sola roca de un tamaño aproximado de 30 x 30 x 40 cm.
se obtiene, después de molido, más o menos un puñado
de color.
Evidentemente los pintores sabían
manejar las diferentes proporciones y variaciones de los minerales
para obtener "naturalmente" diversos tonos; sin embargo,
suponemos que la curiosidad y, producto de ésta, la experimentación,
condujeron a lograr controlar los tonos manipulando los materiales.
Evidencia de esto es la fase alfa de la Hematita encontrada en
la pictografía FrG07 lo cual implicó tostar el material
a 500ºC como mínimo.
Decidimos realizar la experimentación
colocando la hematita identificada sobre una olla pequeña
y ésta dentro de un horno eléctrico cuya temperatura
máxima fuera de 500ºC. El resultado fue el oscurecimiento
del rojo oscuro de la hematita a un rojo violáceo. (Graf.14)
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14.Resultados del tueste de la hematita.
Izquierda hematina natural. Derecha hematita
tostada. |
A pesar de estar completamente
distantes de las condiciones y materiales empleados originalmente,
esta experimentación permitió pensar en términos
prácticos sobre los materiales mínimos necesarios
para lograr el tueste.
Primero, el mineral debe triturarse
hasta conseguir granos con cierta regularidad en su tamaño
con el fin de tener la mayor homogeneidad del pigmento. Antes
de llevar a cabo la Difracción de Rayos X se realizó
el análisis de las características físicas
de los pigmentos, en donde se pudo identificar que éstos
presentaban una granulometría muy fina. Este dato es corroborado
por el grosor de las capas que están entre 15µ a 40µ, observadas
mediante los cortes estratigráficos; pero, ¿por qué
una granulometría tan fina? Mientras más fino sea
el mineral, se conseguirá una mezcla con mayor concentración
del color y más homogénea. Si el mineral no es lo
suficientemente fino, al agregarse agua, las partículas
se asientan y no se obtiene una mezcla apta para ser aplicada.
Tener una granulometría
con estas características quiere decir que el mineral era
triturado y molido hasta obtener un polvo extremadamente delgado
y fino el cual se consigue macerándolo constantemente,
por lo menos durante dos horas.
Este proceso implica: 1) una
superficie lisa o regular como los metates, sobre la que se pueda
triturar sin que una buena parte de la materia prima se quede
en los poros o irregularidades. En las excavaciones realizadas
por el EA se han hallado fragmentos de metates con "manchas
de ocre". 2) una herramienta de trituración como
las denominadas manos de moler (de 51 piezas halladas, 27 presentan
manchas de ocre).
Posteriormente debía colocarse
sobre un recipiente resistente a la temperatura requerida. Los
500ºC se pueden alcanzar en una fogata grande. Es posible
pensar que el pigmento podía ser colocado dentro de una
vasija a cocer o bien, sobre una ya cocida. Es importante mencionar
que una variación considerable del tono se logra después
de una hora de cocción.
La calidad de la mezcla, en cuanto
a poder cubriente y consistencia que pueda brindar definición
a los trazos, también depende de la cantidad de agua o
aditivos como la arcilla que se utilicen como vehículo
o que naturalmente este mezclado con el mineral. Es importante
recalcar que los análisis químicos descartaron las
hipótesis planteadas por distintos autores acerca de la
utilización de aglutinantes orgánicos como orina,
sangre o saliva. Por ser materiales degradables, puede que se
hayan perdido a lo largo del tiempo, pero, según la experiencia
de Vaquero Turcios, emplear sangre, ennegrece demasiado los colores;
la saliva es poco práctica pues requiere de grandes esfuerzos
para conseguir cantidades suficientes y la mezcla que se obtiene
es demasiado viscosa. Por esto, estamos de acuerdo en que el agua
es el vehículo empleado para dispersar y disolver los pigmentos
y el aditivo; es de fácil acceso y proporciona buenos resultados.
La proporción exacta de
agua y pigmento para lograr una mezcla con las características
que poseen las capas pictóricas analizadas, debió
requerir largas sesiones de ensayos. Sabemos, por ejemplo, que
si a un puñado de pigmento se le agregan 250 cm3 de agua,
queda una mezcla bastante líquida, y que al aplicarla,
la capa resultante posee un poder cubriente bajo, casi transparente,
por lo que es necesario repasar varias veces la misma línea
para obtener un color con algo de intensidad.
En el caso de mezclar el mismo
puñado de pigmento con 75 cm3 de agua, se obtiene una mezcla
de un color más intenso y con mayor facilidad de aplicación
pues es más consistente y espesa. Sin embargo, al ser aplicada,
no permite realizar un desplazamiento prolongado, pues el color
se acaba rápidamente.
Haber identificado caolinita
y haloysita en las muestras permite pensar que fueron empleadas
como aditivo con el fin de darle mayor "cuerpo" y consistencia
a la mezcla, además de permitir un mejor desplazamiento
en la aplicación por sus propiedades plásticas.
Sin embargo, la proporción es mínima ya que en grandes
cantidades, primero, varía el color hacia el rosado y,
segundo, se convierte en una mezcla pastosa que al ser aplicada
forma una capa demasiado gruesa que no se adhiere adecuadamente
al soporte pues se seca con rapidez, craquelándose y disgregándose
con facilidad; esto permite pensar que la mezcla elaborada por
los pintores guardaba proporciones exactas que le otorgaban a
la capa pictórica características óptimas.
Si se colocan en un recipiente
hematita, goethita y caolinita y se les agrega agua, se consigue
una mezcla en donde el agua dispersa las partículas del
pigmento coloreándose con facilidad y obteniendo una mezcla
homogénea. Este resultado no es el mismo si, por ejemplo,
a la Hematita pura se le agrega agua, pues las partículas
de pigmento se asientan inmediatamente y el agua se tiñe
levemente.
Los resultados obtenidos a partir
de la observación, análisis científicos y
la experimentación permiten establecer relaciones de correspondencia
entre los minerales y los colores.
Los tonos naranja se presentan
como color de fondo en las pictografías (Naranja intenso
light red, red 2.5YR 5.5/8), y las líneas más claras
(Naranja pálido redish yellow 5YR 6/6), corresponden al
cinabrio.(Graf.15) Los rojos más
claros (Rojo intenso red 10R 4/7), corresponden a una mezcla entre
goethita, hematita y caolinita. Las líneas de color rojo
oscuro (Rojo oscuro weak red, red 10R 4/5.5), corresponden a una
mayor concentración de Hematita. (Graf.16)
Finalmente, las líneas de color rojo violáceo (Rojo
violáceo weak red, dusky red 10R 3.5/4) fueron elaboradas
con la hematita tostada. (Graf.17)
|
15. Correspondencia de tonos y pigmentos.
Izquierda, Naranja pulido (Reddish yellow 5Y R 6/6).
Derecha, Naranja intenso (Lightred, red 2.5YR 5.5/8) |
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16. Correspondencia de tonos y pigmentos.
Hematita y Goethita. Izquierda, Rojo intenso mezcla
de Goethita, hematita y caolinita (Red 10R 4/7). Derecha,
Rojo oscuro mezcla con mayor concentración de Hematita
(weak red, red 10R 4/55. |
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17. Líneas de color rojo violáceo
elaboradas con hematita tostada (Weak red, dusky red 10R
3.5/4). |
- La identificación de las formas
de aplicación del color y las huellas de herramientas.
Para la aplicación de las
capas pictóricas se emplearon las manos, los dedos, herramientas
similares a pinceles y terrones compactos de color.
En esta etapa fue necesario precisar
algunos términos ya que pueden tener diferentes acepciones:
Huella, se entiende como la impresión
fija dejada por un objeto. Ésta puede ser en positivo, que
consiste en la existencia de la marca, o en negativo, que es la
ausencia de la misma, quedando sólo la silueta.
La palabra trazo implica el desplazamiento
de cierta longitud de color que se realiza de un punto a otro por
medio del dedo o de una herramienta o un utensilio.
LAS HUELLAS
Se identificaron, dos tipos de
huellas que, según las diferencias en su aplicación,
fueron denominadas:
- Manos en positivo.
- Impresión de los dedos índice,
medio y anular y cóndilos del metacarpo de cada uno de
estos.
Huella 1: Manos en Positivo
Las huellas de manos en positivo
que evidencian la utilización de la mano como herramienta
para la aplicación del color. Estas huellas suponen la utilización
de una mezcla líquida en la cual es posible, sumergir la
mano completamente, o untarse con ella. La impresión completa
de la mano implica que después de untarla es necesario presionarla
por unos instantes contra la roca y después retirarla. (Graf.
18)
|
18. Manos en positivo. Pictografía
FRG03 |
Este acto permite identificar el
tipo de huella dejado al ejercer presión y retirar la mano
en el cual se observa una concentración alta de mezcla que
deja una capa de color gruesa con faltantes de color, dejados, o
bien por las irregularidades propias de la roca, o por las zonas
menos prominentes de las manos como son el centro de la palma, la
zona de las articulaciones y la totalidad del dedo pulgar que, por
su disposición en la mano, en la mayoría de ocasiones
sólo deja una marca del metacarpo y contorno externo de las
falanges. Estas huellas permiten ver los contornos de la mano, especialmente
los de los dedos, en donde se ven las ondulaciones producidas por
las carnosidades que recubren las falanges.
Así mismo, se puede ver
el escalonamiento pronunciado de los dedos en la parte superior,
mientras que en la inferior este escalonamiento es menos pronunciado,
y es casi homogéneo y delimitado por la forma de la palma
(que puede ser cuadrada o ondulada). También es relevante
mencionar la distancia promedio existente entre los dedos, la cual
está generalmente entre los 1.5 y 2 cm.
La identificación de la
huella 1 permitió establecer con claridad el tipo de huella
dejado por una mano cuando ésta se presiona contra la roca
y se retira, sin realizar ningún tipo de desplazamiento,
y así reconocer una variación de esta huella, la cual
se presenta a continuación.
Huella 2: Impresión de
los dedos índice, medio y anular y cóndilos del metacarpo
de cada uno de estos.
Presenta características
similares en cuanto a la forma como se observan los contornos de
los dedos, su escalonamiento y la concentración del color
en la capa pictórica, pero en este caso se trata de la impresión
de los dedos índice, medio y anular y la parte superior de
la palma de la mano o cóndilos del metacarpo. La marca de
la palma de la mano es intencional, pues de lo contrario presionarían
exclusivamente los dedos. (Graf.19)
|
19. Impresión de los dedos índice,
medio y anular y cóndilos del metacarpo de cada uno
de estos. |
Para imprimir esta huella es necesario
abrir la mano completamente y levantar pulgar, meñique y
el resto de la palma de la mano realizando una flexión alta
de dicha parte. Para que quede la impresión, se ejerce cierta
fuerza y posteriormente se retira la mano sin realizar desplazamiento.
LOS TRAZOS
En las pictografías hemos
definido dos tipos de trazos: sencillos y complejos.
Los trazos sencillos
se refieren a líneas cortas que se desplazan de un punto
a otro, tanto como la mezcla lo permite. Están logradas con
las yemas de los dedos meñique, anular, medio e índice
simultáneamente, o los dedos índice medio y anular
o solamente los dedos índice y medio.
El trazo se logra presionando la
yema de los dedos deslizándolos rápidamente. Por esto,
es posible observar la forma redondeada al inicio del trazo y mayor
concentración del color en este lugar. El desplazamiento
de los dedos hace que la forma redondeada se pierda, deje una línea
rápida, disminuyendo la intensidad del color.
En el trazo dejado por el dedo
índice, medio, anular y meñique se observa el escalonamiento
superior de la disposición de éstos. Es importante
mencionar que la distancia entre los dedos es similar a la promedio
(1.5 cm) que se encuentra en la huella dejada por la mano de la
huella 1.
El escalonamiento inferior o regular
se pierde debido al desplazamiento de los dedos, dejando una irregularidad
en el trazo el cual depende de cuánto se desplace la mano
y es necesario tener en cuenta que al realizarlo e ir levantando
la mano, los primeros dedos que desaparecen de la huella son el
meñique y el pulgar mientras que el medio será el
ultimo en desaparecer y por lo tanto su trazo será el mas
largo. (Graf.20)
|
20.Trazos sencillos. Izquierda, dedos índice
y medio. Derecha, Dedos índice, medio, anular y meñique. |
Los trazos complejos
se refieren a líneas que también son logradas con
las yemas de los dedos o con una herramienta, pero forman un diseño;
el desplazamiento de las líneas es mayor, para lo cual es
necesario iniciar la línea en varios puntos, o bien repasarla
para lograr una continuidad en la forma deseada.
Se identificaron cinco clases de
trazos complejos:
- Ondulados:
- Zig-zag
- Diseños concéntricos
- Líneas de Pincel
- Terrones compactos de color
Los trazos ondulados son
líneas largas, por lo general verticales que van formando
pequeñas, cortas y proporcionadas ondulaciones. Según
las características observadas in situ se puede decir que
esta línea era elaborada sin tener que repasar el color sobre
un mismo punto, pues se ve como se desliza hasta el final sin parar.
(Graf.21)
|
21.Trazos ondulados. Son líneas largas,
por lo general verticales, que van formando pequeñas,
cortas y proporcionadas ondulaciones. Pictografía FRG04. |
Los zig-zag son diseños
de trazos cortos inclinados que forman ángulos en los cuales
se observa el inicio de la línea definido por la forma redondeada
de la yema y la concentración del color que a lo largo del
desplazamiento va difuminándose. Así, la línea
parte de un punto, se detiene, gira, e inicia la otra línea
inclinada en el sentido contrario. (Graf.22)
|
22. Trazos en zig-zag . FRG07 |
Los diseños concéntricos,
son figuras geométricas, principalmente rombos y triángulos
que hacia adentro están conformados por rombos más
pequeños.(Graf.23)
|
23. Diseños concéntricos. Pictografías
FRG05 Y FRG06 |
Dentro de los diseños concéntricos,
es posible observar la utilización de un color de fondo aplicado
en forma homogénea probablemente con la mano o con un textil
suave, poco fibroso que permita la aplicación homogénea
incluso entre las irregularidades del soporte, sobre el cual hay
figuras geométricas tales como rombos, triángulos
y ángulos concéntricos. Se destaca que el fondo es
siempre de un color más claro que el del diseño. (Graf.24)
Por ejemplo, existe una figura formada por la unión de dos
rombos concéntricos que se unen por el vértice inferior
de uno y el superior del otro y miden en sus bordes externos, en
cada uno de sus lados 26 cm. El superior y 21 cm. el inferior. Esta
figura se repite invertida justo al lado de la anterior.
|
24. Muestra la correspondencia del color de
forma y el color de fondo de la picto. FRG 06 con una macrofotograf’a
de un corte estratigr‡fico tomado en la misma pictografía. |
Por otra parte, se observa que
existió otra manera de aplicar la mezcla mediante la utilización
de un instrumento similar al pincel, cuyo rastro se distingue
por dejar una sucesión de líneas extremadamente finas
(de 1mm de grosor) que hacen evidente el uso de un material fibroso
con el que posiblemente se elaboró el instrumento. No son
trazos muy largos, pues se desplazan tanto como la mezcla lo permite.
(Graf.25)
|
25. Trazos con pincel. Líneas extremadamente
finas (1mm) que hacen evidente el uso de un material fibroso. |
También se emplearon terrones
compactos de color que no necesitan de una mezcla pues ellos
mismos la contienen y se pueden utilizar en seco o bien ser humedecidos
con un poco de agua para que se deslicen mejor por la superficie
de la roca. La característica principal en este tipo de trazo
es que la línea es discontinua pues se desplaza rápidamente
tocando únicamente las zonas más altas de la superficie
de la roca.(Graf. 26).
|
26. Trazos con terrones compactos de color.
La principal caracteróistica de estos trazos es la
línea discontínua que se desplaza rápidamente
tocando únicamente las zonas más altas de la
superfície de la roca. |
A manera de Conclusión
Consideramos que ninguno de los
procesos que implica la elaboración de las pictografías
es aleatorio, ni la selección y preparación
de los materiales, ni la disposición y simetría de
algunas de la figuras son producto del azar. Por el contrario, hay
un planeamiento que se hace evidente por tres razones:
La primera, es la búsqueda
de materiales que implica largos procesos de selección, observación
y experimentación buscando diferentes colores y una consistencia
óptima de la mezcla. Ésto habla del deseo, la intención
y la conciencia de obtener por medio de estos materiales una representación
en donde se diferencien líneas y diseños por medio
del color. La ejecución de los diseños y dibujos era
elaborada con las manos utilizando principalmente los dedos y, algunas
líneas, con una herramienta similar al pincel. En algunas
pictografías fueron empleados para la forma dos tonos distintos
de color rojo sobre un fondo homogéneo de color naranja intenso
logrando un contraste entre fondo y forma.
La segunda razón, es la
simetría que se observa en algunos diseños como, por
ejemplo, los rombos concéntricos donde hay un rombo pequeño
que se une a uno grande invirtiéndose en cada pictografía.
Los rombos tienen las mismas medidas en cada uno de sus lados.
La tercera razón se refiere
a las formas de aplicación, las cuales muestran que había
diversificación en la forma de elegir el resultado final
de la obra. Ello sólo es consciente cuando un artista ha
depurado pacientemente muchas posibilidades de la técnica.
La variedad de las impresiones necesita de una recapacitación
previa sobre la intención del resultado buscado. Una misma
figura bien pudiera obtenerse con los mismos pigmentos y con diferente
huella a la empleada; pero el hecho de que se eligiera la que en
efecto se empleó, implica lo que sabemos desde siempre, que
elegir es descartar; luego se elige lo óptimo y se descarta
lo subóptimo, cuando se tiene en mente la calidad de un producto
final preconcebido.
1.
Comentario de Danae Fiore
2.
Comentario de Pedro Argüello
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VAQUERO TURCIOS Joaquín,
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1.
Comentario al artículo "Técnica
de elaboración de las pictografías ubicadas en el
área de curso del río Farfacá, Tunja (Colombia)"
Dánae
Fiore / CONICET
— AIA — UBA danae_fiore@yahoo.es
El objetivo del trabajo de Martínez
Moreno y Bateman Vargas es generar una aproximación al
proceso técnico de producción de pictografías
del área del río Farfacá. Dicho proceso se
estudió tanto en lo relativo a la obtención como a
la preparación de los materiales y a la aplicación
del color. Las autoras analizaron una muestra de 5 rocas, seleccionadas
a partir del criterio de que las imágenes que presentaran
estuvieran en un buen nivel de conservación. Además,
identificaron a ciertos materiales arqueológicos de la zona
con la producción de las imágenes rupestres, vinculando
así dos formas del registro arqueológico que en muchos
trabajos permanecen separadas (ver más abajo).
En la introducción, las autoras realizan
algunas consideraciones que incluyen el comentario acerca de la
"sencillez" de estas expresiones: si bien muchas lo son,
algunas manifestaciones rupestres son considerablemente complejas,
tanto por lo detallado de algunos motivos como, en especial, por
sus intrincadas combinaciones. Por otra parte, aunque existan algunos
motivos rupestres similares en distintas regiones del planeta, esto
no parece suficiente como para afirmar que se los encuentra "con
cierta similitud en todas las culturas" (el énfasis
es mío). Sin embargo, coincido con el hecho de que la producción
de arte rupestre, y de imágenes en general, indica la presencia
de factores visuales-cognitivos y manuales que tenemos en común
los seres humanos.
Para realizar los estudios de los procesos
técnicos rupestres, Martínez Moreno y Bateman Vargas
proponen el uso de una metodología adecuada, ya que ataca
el problema por vías múltiples que proveen informaciones
complementarias. Estas consisten en:
1.la observación macroscópica de características
físicas que brinden información sobre instrumentos
y capa pictórica (las autoras distinguen entre herramientas
y utensilios pero no dan definiciones que permitan identificar
a qué tipos de artefactos se remiten estas dos categorías)
2. análisis físico-químicos para la identificación
de materiales constitutivos de la pintura, incluyendo cortes delgados,
difracción de rayos X y uso de MEB;
3. la experimentación replicando etapas del proceso técnico
para identificar características y requerimientos de los
materiales, tiempos ejecución, y procedimientos de preparación
del soporte, y preparación y aplicación de las pinturas.
Las autoras denominan a las metodologías
"2" y "3" como "una científica y
una experimental", respectivamente. Sin embargo, la metodología
experimental es una vía científica por antonomasia,
con lo cual en realidad ambas vías son científicas
y el uso de tal adjetivo como término de identificación
de un tipo específico de estudios resulta, a mi criterio,
inexacto. Considerando a ambos como estudios científicos,
podría denominarse a los primeros como "estudios físico-químicos"
y a los segundos "estudios experimentales". Este no es
un tema meramente nominal: la importancia del uso de estos términos
radica en el sentido que estos llevan implícito, siendo en
este caso importante que se destaque la rigurosidad y sistematicidad
que conllevan ambos tipos de estudios.
Las autoras organizaron la investigación
agrupando las etapas de la secuencia de producción de las
pinturas en dos grandes grupos: a) selección, obtención
y preparación de los materiales, b) formas de aplicación
del color al soporte rocoso.
Con respecto al soporte, Martínez Moreno
y Bateman Vargas identificaron que se empleaba su superficie natural
o se lo pulía previamente a la aplicación de la pintura.
Este último procedimiento se verificó experimentalmente.
Debido a que el soporte es de cuarzo arenita, con una dureza de
7 en la escala Mohs, es lógico que el tiempo y fuerza requeridos
para realizar tal pulimentación sean elevados. Además,
esto es coherente con los resultados experimentales realizados sobre
otras rocas (Alvarez et al 2001). Las autoras comentan además
que dentro de los artefactos líticos arqueológicos
de la zona hay material con "evidencia de haber sido utilizado
para múltiples fines, entre los que consideramos puede estar
el del pulido de la roca". Se trata de alisadores, cantos rodados
y martillos de forma oval y alta dureza, con "señales
de golpes principalmente en los extremos". Sería de
gran interés que dichas "señales" fueran
observadas con microscopio de reflexión, descriptas en detalle
y fotografiadas, tanto en los artefactos arqueológicos como
en los experimentales. De esta manera, se podrían identificar
las microhuellas dejadas en los artefactos líticos luego
del trabajo de pulido y usarlas como criterios que permitan determinar
si un artefacto arqueológico ha sido empleado en dicha tarea.
Se ha comprobado experimentalmente que el trabajo abrasivo de raspado
de la roca soporte con un instrumento lítico deja en dicho
instrumento huellas microscópicas características
tanto por su aspecto como por su orientación, que son diagnósticas
de dicha técnica y distintivas respecto de otras técnicas
de grabado (Alvarez et al 2001). Es posible que el trabajo de pulido
genere microhuellas similares a las de raspado, debido a que ambos
implican la fricción entre la cara/filo del instrumento y
la superficie del soporte rocoso. En consecuencia, resulta dudoso
a mi criterio que las huellas del trabajo de pulido del soporte
sean similares a "señales de golpes", ya que las
marcas de golpeteo sobre el instrumento sugieren más un trabajo
de machacado/piqueteado (golpes continuos de el instrumento sobre
el soporte o sobre un cincel intermediario) que del frotamiento
repetido del instrumento sobre el soporte necesario para pulirlo.
Más allá de estas consideraciones
técnicas, es importante la implicación planteada por
las autoras en relación al planeamiento e intencionalidad
subyacente a la decisión de pulir el soporte o usarlo en
su estado natural, ya enfatiza que las imágenes logradas
difieren en cuanto a la calidad visual de su trazo.
Con respecto a la selección y preparación
de los materiales para hacer la pintura, el estudio de la capa pictórica
permitió observar 5 tonos distintos, mientras que los análisis
de microsonda de MEB y de difracción de rayos X permitieron
identificar la presencia de 3 minerales naturales usados como substancias
colorantes (Hematita, Goethita y Cinabrio), así como otros
componentes que podrían haber funcionado como aditivos. Mediante
experimentos replicativos con las dos primeras substancias, las
autoras determinaron la existencia de distintas formas de preparación
de las materias primas para producir distintas tonalidades. Esto
resulta particularmente interesante en tanto devela, tal como notaron
las autoras, que dichas tonalidades no son reflejo directo ni exclusivo
de sus componentes minerales sino también de los procedimientos
técnicos de manufactura de la pintura, que dependen de los
conocimiento, habilidades y materiales manipulados por los antiguos
productores del arte. Es además muy llamativo el hecho señalado
por Martínez Moreno y Bateman Vargas en relación al
origen aparentemente foráneo del Cinabrio, que implica transporte
selectivo o intercambio con otras zonas. En este sentido, estos
puntos del trabajo comienzan a abrir una apreciación no solamente
tecnológica sino también socio-económica de
la producción del arte rupestre (similar a la iniciada por
Leroi Gourhan 1976), en tanto se pueden empezar a plantear preguntas
relativas al valor social y/o económico de esta materia prima,
el tiempo implicado en su obtención y transporte, los vínculos
extra-areales requeridos para lograrlo, la potencial importancia
del lugar de donde proviene, etc.
Por otra parte, en el caso del procesamiento de
la Hematita a partir de una roca, la experimentación mostró
la necesidad de emplear un cincel y un mazo para su extracción.
Esto a su vez permitió a las autoras realizar inferencias
acerca del potencial uso de hachas arqueológicas para esta
función, en tanto "presentan líneas de uso en
todas las superficies, así como señales de golpes".
Nuevamente, por las razones expuestas más arriba, sería
conveniente que dichas señales sean observadas mediante microscopio,
descriptas en detalle y fotografiadas. También se identificaron
metates y manos de moler con manchas de ocre como potenciales instrumentos
de procesamiento de materiales durante la producción de la
pintura. Todas estas inferencias resultan de particular importancia
en tanto permitieron vincular las imágenes rupestres con
materiales arqueológicos provenientes de la zona. Esto muestra
un interés por relacionar elementos del registro arqueológico
que en otras ocasiones permanecen desvinculados. Sin embargo, aunque
las autoras sostienen que "proyecto no podía encontrarse
desligado de un contexto arqueológico", no han provisto
en el trabajo ningún dato acerca del contexto general en
el cual se hallan estos materiales: ¿se trata de sitios generados
por cazadores-recolectores, pastores, agricultores?, ¿qué
dataciones se conocen para los contextos excavados?. Esta información
resulta de necesaria para contextualizar las evidencias presentadas
y resultados obtenidos, en especial para aquellos lectores que desconocen
el área (y sobre todo teniendo en cuenta el potencial rango
de difusión del trabajo en un medio tan masivo como internet).
Con respecto a la identificación de las
técnicas de aplicación de pintura, se identificó
el uso de cuatro instrumentos: manos, dedos, símil pinceles,
terrones de color, así como la producción de tres
grupos de imágenes: huellas, trazos sencillos y trazos complejos.
Las autoras se abocaron a establecer la relación de los tipos
de técnica de aplicación de la pintura con los tipos
de imágenes observadas. De esta manera, establecieron las
siguientes cadenas operativas de producción de las imágenes:
1a) huellas mano: sumergir o impregnar mano con
pintura —presionar contra roca soporte;
1b) impresión dedos: (sumergir o impregnar
porciones mano con pintura) — presión contra roca soporte;
2) trazos sencillos: (sumergir o impregnar yemas
dedos con pintura) — deslizamiento rápido sobre roca
soporte. En este caso, se produce una concentración del color
en el inicio trazo y una disminución de su intensidad con
el desplazamiento, lo cual es un claro indicador del gesto técnico
implicado en la producción de estos trazos;
3) trazos complejos: (sumergir o impregnar yemas
dedos o herramienta con pintura) — desplazamiento sucesivo
del instrumento, iniciando la línea en varios puntos o repasando
la línea. Dentro de los trazos complejos, las autoras distinguieron
entre cinco tipos: a) ondulados, b) zig-zag, c) diseños concéntricos,
d) líneas de pincel, e) terrones compactos de color. La definición
de los criterios que permiten identificar a cada tipo de trazo es
clara, y justifica la separación de los cinco tipos; sin
embargo es notorio que los términos "a", "b"
y "c" remiten a los tipos de diseño observados,
mientras que los términos "d" y "e" hacen
referencia a las técnicas empleadas en la producción
de la imagen. Aunque resulte quizá dificultoso, sería
interesante buscar términos que describieran a estos dos
últimos tipos de trazos de manera visual y no técnica,
no solamente para lograr una mayor homogeneidad en la clasificación,
sino también para brindar al lector una idea de los tipos
de diseño generados mediante estos trazos.
Es interesante notar que, en el caso de los
diseños concéntricos, la aplicación de un color
de fondo sobre el cual se pintaban posteriormente figuras geométricas
con otro color implica una cadena operativa más compleja,
ya que requiere de más operaciones: sumergir o impregnar
mano o textil con pintura de un color claro — aplicación
homogénea de pintura con mano o textil para pintar el fondo
— sumergir o impregnar yemas dedos o herramienta con pintura
de otro color más oscuro — desplazamiento sucesivo del
instrumento para pintar las figuras geométricas superpuestas
al fondo
Las conclusiones a las que arriban las autoras
son pertinentes e ilustran su interés acerca de la existencia
de un planeamiento previo a la ejecución de las imágenes
rupestres. Esto resulta de particular relevancia, en tanto indica
la intención de las autoras de trascender el plano descriptivo
para acceder a otro más analítico e interpretativo,
que le da un sentido más profundo al estudio desarrollado,
ya que devela elementos relativos al comportamiento humano subyacente
a la producción de las pinturas rupestres. Estas conclusiones
se fundamentan en a) los procesos de selección y procesamiento
de las materias primas, que arribaron como resultado a la obtención
de una variedad de colores y de una consistencia óptima de
la pintura, b) la búsqueda de simetría en algunos
diseños, que dista de ser producto del azar, c) la diversidad
de técnicas de aplicación de la pintura, que según
las autoras trasunta un manejo consciente de las distintas posibilidades
que las técnicas pueden ofrecer.
En términos generales, estoy de acuerdo
con los tres fundamentos, aunque en el último caso la existencia
de un planeamiento intencional quedaría mejor fundamentada
si, además de referirse a la diversidad técnica, las
autoras buscaran y encontraran algún tipo de patrón
que vinculara la cadena operativa de producción de la pintura
con la cadena operativa de aplicación de la pintura y con
los diseños de las imágenes. En otras palabras, la
relación entre color, forma de aplicación y diseño
puede resultar sumamente relevante para la búsqueda de patrones
de los cuales inferir la intencionalidad y planeamiento de los productores
del arte rupestre del área del río Farfacá.
Comprendemos que dicha relación no ha sido establecida en
este trabajo debido a que su objetivo se centró en la identificación
de las técnicas de ejecución de las pinturas, objetivo
que sin dudas ha sido logrado. Las autoras han desarrollado detalladamente
sus análisis sobre la selección y preparación
de soportes, la preparación de pinturas y la aplicación
de pinturas, pero por separado. Al integrar toda esta información,
podrán reconstruir la totalidad de la secuencia de producción
de las imágenes bajo estudio (ver figura 1), vinculando las
cadenas operativas de producción de pintura y de instrumentos,
con las cadenas operativas de producción de las imágenes,
que por el momento permanecen desconectadas. Por dar solo un ejemplo,
en el caso de la cadena operativa de producción de las imágenes,
las autoras han identificado una cadena que se inicia con la selección
del soporte y continúa con la aplicación de pintura,
y otra cadena distinta que se inicia con la selección del
soporte, continúa con su preparación mediante pulido,
y culmina con la aplicación de pintura. Aún no sabemos
si las etapas de aplicación son semejantes o diferentes en
ambas cadenas: para ello deberán integrar la información
sobre técnicas de aplicación de la pintura con la
información sobre selección y preparación del
soporte.
Además, al realizar esta integración,
podrán cuantificar cuántos casos corresponden a cada
tipo de preparación de pintura, a cada tipo de aplicación
de pintura y a cada tipo de diseño, de manera tal que se
pueda analizar cuáles son las cadenas operativas más
frecuentes y cuáles las menos frecuentes, así como
verificar si existen asociaciones (por ejemplo un tipo de pintura
con un tipo de aplicación, generando un tipo de diseño)
más o menos frecuentes entre ellas, que a su vez denotarán
formas de planeamiento más habituales y casos más
excepcionales. Esto resultará de particular interés
si, tomando como punto de partida los resultados obtenidos, se amplía
la muestra incluyendo otras rocas con pinturas (no estamos sugiriendo
aumentar también la cantidad de análisis físico-químicos
de materias primas de las pinturas, los cuales por supuesto aumentan
los costos del estudio). De esta manera se podrán estudiar
los comportamientos económicos subyacentes a la producción
de las diversas pinturas, determinando si las cadenas operativas
más frecuentes eran por ejemplo las que llevaban menos tiempo
(en la preparación del soporte, en la obtención y
preparación de pinturas, en la aplicación de pintura),
lo cual sugeriría una preferencia por trabajos más
expeditivos, o si las opciones técnicas más frecuentes
eran las que llevaban más tiempo, lo cual sugeriría
una más importante inversión de energía en
la labor artística. Así, las variables cuidadosamente
definidas por las autoras —cantidad de tiempo invertido en
la preparación del soporte, origen local o foráneo
de las materias primas, rapidez o lentitud en los gestos técnicos
de aplicación de pintura, etc.— cobrarán mayor
significado ya que permitirán caracterizar las dinámicas
de planeamiento del trabajo artístico en las que las autoras
-y los lectores- están interesados.
Finalmente, aunque queda por fuera de los objetivos
propuestos para el presente trabajo, resulta de fundamental importancia
que en el futuro se analice la composición de los conjuntos
de imágenes, registrando las cantidades de cada tipo de diseño,
su ubicación en el soporte y las relaciones de imágenes
entre sí (si aparecen aisladas o combinadas, y en qué
tipos de combinaciones). Este estudio brindará un panorama
más completo sobre el cuerpo de imágenes de la zona,
en el que no solamente se destacarán más los aspectos
visuales de éstas, sino que además los aspectos técnicos,
centrales al tema de investigación planeado, cobrarán
su total importancia al poder analizarlos en el contexto cualitativo
y cuantitativo de los diseños creados.
En conclusión, el trabajo de Martínez
Moreno y Bateman Vargas presenta una detallada caracterización
de las técnicas de arte rupestre usadas en la producción
de imágenes pintadas en el área del río Farfacá
y plantea un interesante manejo complementario de técnicas
de análisis físico/químicos y experimentales
de materiales y procedimientos artísticos. Esto evidencia
la preocupación e interés de las autoras por abordar
el tema propuesto desde una perspectiva de múltiples enfoques
basada en datos sólidos, perspectiva que ha resultado no
solamente fructífera en este caso sino también prometedora
para futuros estudios.
Figura 1. Modelo de secuencia general
de producción de pinturas rupestres
Este modelo presenta las etapas
generales de cada cadena. La identificación de cadenas operativas
concretas implica la determinación de la o las operaciones
técnicas implicadas en cada etapa.
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L´autre et l´ailleurs; Hommages a Roger Bastide,
s. l. Berger-Levrault.
2.
Comentario al artículo "Técnica
de elaboración de las pictografías ubicadas en el
área de curso del río Farfacá, Tunja (Colombia)"
Pedro
María Argüello García / Licenciado
en Ciencias Sociales U.D. / Antropólogo U.N. arguellopmag@hotmail.com
Quiero empezar mi comentario manifestando mi absoluta complacencia
respecto a investigaciones como la llevada a cabo por Andrea Martínez
y Catalina Bateman. Un trabajo como el de ellas es siempre bienvenido
en el ámbito de la investigación del arte rupestre
colombiano ya que cada nuevo dato aporta a la escasísima
información que de carácter propiamente científico
se tiene. De acuerdo a lo que se puede extraer de algunos textos
de publicación reciente, la precariedad de los datos con
los que actualmente se cuenta para el particular pareciera confinar
a la investigación al nivel de la desesperanza (vease por
ejemplo Martínez y Botiva 2003). A pesar que la investigación
sobre arte rupestre en el país inicia hace más de
150 años, se pueden contar con los dedos de las manos las
proposiciones positivas que con algún grado de certeza se
pueden esbozar.
En este sentido, el trabajo de Martínez y Bateman aporta
cierta cantidad de información novedosa, a la par que confirma
aspectos previamente sugeridos o propuestos por investigaciones
anteriores.
Comienzo por los datos que son confirmados. Hasta la fecha existen
publicadas dos investigaciones en las cuales se llevan a cabo análisis
microscópicos sobre muestras de pinturas rupestres colombianas
(Botiva 1986, Castaño-Uribe 1998). En las dos se especifica
que las pinturas rupestres de Guayabero y Chiribiquete, respectivamente,
fueron realizadas básicamente con óxidos ferrosos
y que no hay presencia en ellas de materiales orgánicos.
Martínez y Bateman confirman la no existencia de materiales
orgánicos en las pinturas con lo cual se descarta, por el
momento, la posibilidad de su datación directa. Para el caso
específico de las pinturas rupestres del altiplano cundiboyacense
Becerra (1990) había sugerido la utilización de óxidos
ferrosos pero ella no había sido comprobada.
Por otra parte se desmitifican ciertos aspectos propios de la tradición
oral, y que han llegado a hacer parte de textos científicos,
según los cuales las pinturas de color rojo fueron elaboradas
con materiales tales como sangre humana.
La investigación de Martínez y Bateman aporta un
sinnúmero de datos nuevos referentes al arte rupestre del
altiplano. Esto gracias a que, y a diferencia de las investigaciones
mencionadas (Botiva 1986, Castaño-Uribe 1998), las autoras
llevan a cabo un estudio de carácter integral del proceso
de elaboración de las pinturas. Este proceso, tradicionalmente
denominado cadena operatoria, analiza no solo los mecanismos
de consecución, preparación y ejecución de
las pinturas sino también el de la preparación del
soporte.
Respecto a la pintura, es de gran interés el hallazgo de
cinabrio en tanto que según las indagaciones de las autoras
éste se obtendría en zonas relativamente alejadas
del altiplano cundiboyacense, lo cual ofrece interesantes perspectivas
para futuras investigaciones arqueológicas. Por otra parte,
el proceso para la preparación de las pinturas (triturado
y cocción) muestra que era necesaria una importante inversión
de tiempo para su puesta a punto.
Respecto al soporte rocoso, las autoras plantean que las superficies
pintadas fueron alisadas o pulidas con anterioridad. Esta idea,
que había sido descartada por otros autores tales como Becerra
(1990: 87, 90), reviste especial interés si se piensa nuevamente
en la cantidad de trabajo invertida en la elaboración de
las pinturas. Personalmente estoy de acuerdo con que una buena cantidad
de rocas fueron objeto de preparación previa, lo cual es
evidente cuando se observa en detalle el conjunto de paredes de
una roca; sin embargo es también evidente que existen en
el altiplano algunos conjuntos pictóricos que no fueron objeto
de la mencionada preparación.
Hasta aquí, la investigación de Martínez y
Bateman muestra en resumen un elemento fundamental: la elaboración
de arte rupestre fue para las comunidades prehispánicas un
aspecto de importancia capital, lo cual se observa en la cantidad
de trabajo invertido en la preparación del soporte y la consecución
y preparación de materiales. Esta conclusión, que
puede parecer una perogrullada, es más un llamado de atención
para una buena cantidad de arqueólogos y antropólogos
para quienes el arte rupestre no constituye un objeto digno de atención
por considerarse un fenómeno de carácter más
bien periférico.
No soy especialista en análisis como los llevados a cabo
por Martínez y Bateman y por tanto no entraré en detalles
respecto a los procedimientos de análisis de laboratorio
y los resultados de allí derivados, lo cual es el objetivo
central de su trabajo. Mas bien quisiera hacer algunas acotaciones
respecto a un elemento paralelo a la investigación pormenorizada
de las pinturas y es la asociación arqueológica.
Desde el inicio del texto, las autoras anotan que una de las razones
para llevar a cabo la investigación en Farfacá es
su integración con el proyecto arqueológico que desde
hace varios años ha venido desarrollando el equipo arqueológico
de la UPTC. De allí que durante el transcurso de la presentación
de los análisis de la técnica de elaboración
de pinturas se hacen recurrentes asociaciones con objetos arqueológicos
provenientes de las excavaciones adelantadas por el mencionado equipo.
Dentro de tales objetos están los alisadores, hachas, y metates,
y otros a los cuales no se hace alusión directa pero que
remiten a contextos arqueológicos como las ollas para
cocción de la hematita. Es decir que se busca dentro del
conjunto de objetos provenientes de excavaciones arqueológicas
en lugares cercanos aquellos que pudieron ser eventualmente utilizados
en el proceso de preparación de la roca y de la pintura misma.
Esta aproximación es bastante problemática e inconveniente.
Es problemática porque al no existir un hilo conductor por
medio del cual se asocie indiscutiblemente los mencionados artefactos
no es posible llevar a cabo las mencionadas asociaciones, al menos
no en los términos planteados por las autoras. Y es sobre
todo inconveniente porque una lectura de la asociación en
cuestión conllevaría implicaciones de carácter
cronológico las cuales han sido comunes en Suramérica
pero que carecen de sustento real (Argüello 2001). Esta denominada
asociación por cercanía supone como verdadera
la premisa según la cual cercanía implica asociación.
Las autoras suponen que los artefactos hallados en excavaciones
cercanas pudieron haber sido utilizados en el proceso de elaboración
de arte rupestre, lo cual no se comprueba por ningún medio.
Si se observa el informe arqueológico al cual se hace mención
(Pradilla et. al. 1992) se tiene que los arqueólogos plantean
una ocupación que inicia en el denominado Período
Herrera y continúa con la ocupación Muisca. Por tanto
se entiende que el arte rupestre tuvo que ser elaborado en alguno
de estos períodos, lo cual es confirmado por casos como la
cocción para la cual eran necesarias vasijas elaboradas en
cerámica.
Como se puede observar, no existe una correlación directa,
o al menos no es expuesta por las autoras, entre los objetos arqueológicos
y las pinturas, más allá de la simple búsqueda
de elementos posibles, derivada seguramente de la observación
de un conjunto particular de materiales arqueológicos. Es
decir, y reitero que esta práctica es común en las
asociaciones cronológicas llevadas a cabo en Suramérica,
al momento en que se diseña la investigación no se
traza un procedimiento metodológico que busque correlacionar
uno y otros objetos arqueológicos sino que al final se busca
encuadrar y, por que no, forzar una asociación con el objeto
de llenar de contenido un grupo de datos obtenidos de manera juiciosa
a partir de procedimientos experimentales.
Con la asociación anterior se descarta de plano la posibilidad
de elaboración de pinturas durante períodos más
antiguos como el precerámico (lo cual podría sustentarse
siguiendo la misma lógica de cercanía en diversos
abrigos rocosos del altiplano) y se establece de manera indirecta
la asociación con grupos alfareros. Cabe advertir que esta
asociación no es hecha de manera explícita en el texto
de Martínez y Báteman pero se convierte en un producto
derivado de su lectura, lo cual, como es tradicional en la investigación
del arte rupestre, es el punto de partida para la naturalización
de cronologías erróneas. En otras palabras, el riesgo
de la asociación planteada por las autoras es que posteriormente
nuevos investigadores tomen sus conclusiones como punto de partida
y den por sentado que la asociación cronológica es
un paso ya dado.
Termino reiterando la importancia de la investigación de
Martínez y Bateman e invitando a explorar con mayor detalle
sus datos a la luz de una perspectiva arqueológica. Un diálogo
constructivo entre arqueólogos y científicos procedentes
de otras disciplinas, para el caso la restauración, puede
abrir caminos por los cuales avanzar de manera efectiva en el estudio
del arte rupestre colombiano. En un contexto dominado por el alarde
de investigaciones que nunca se llevan a cabo, o por la naturalización
de la autoridad a través de la temporalidad, el trabajo de
Andrea Martínez y Catalina Bateman se convierte en un incentivo
a la investigación científica y en fuente de discusiones
que parten, como debe ser, de elementos de juicio elaborados a partir
de procedimientos serios y rigurosos.
Referencias citadas
ARGÜELLO, P. 2001. Arte
rupestre estudio crítico de las interpretaciones.Tesis de
Grado. Universidad Distrital.(s.p.).
BECERRA, J. 1990. Arte precolombino, pinturas
rupestres. Fundación de Investigaciones Arqueológicas
Nacionales, CESCO: Bogotá.
BOTIVA, A. 1986. Arte rupestre del Río
Guayabero. Pautas de Interpretación hacia un contexto socio-cultural.
Informes Antropológicos. 2: 39-73.
CASTAÑO-URIBE, C (Ed.).
1998. Chiribiquete, la peregrinación de los jaguares.
Ministerio del Medio Ambiente: Bogotá
MARTINEZ C. y BOTIVA C. 2002. Manual de
arte rupestre de Cundinamarca. ICANH-Gobernación de Cundinamarca.
Bogotá.
PRADILLA H, VILLATE G., ORTIZ F. 1992.
Arqueología del Cercado Grande de
Los Santuarios. Banco de la República, Boletín
Museo del Oro Nº 32- 33, Bogotá,
—¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
Cómo
citar este artículo: MARTINEZ MORENO,
Andrea y BATEMAN VARGAS, Catalina.
Técnica
de elaboración de las pictografías ubicadas en el
área de curso del río Farfacá, Tunja (Colombia)
En Rupestreweb, http://rupestreweb.info/farfaca.html
[2001]
2004
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