Restauración y educación
en el arte rupestre. Notas sobre un caso Colombiano (Parque arqueológico
de Facatativá)
Pedro
María Arguello García. arguellopmag2003@yahoo.es
Ver
Comentario por María
Paula Álvarez
Resumen
Este texto describe el proceso
de restauración llevado a cabo a algunas pinturas rupestres
del "Parque Arqueológico Piedras de Tunja" por
parte del Instituto Colombiano de Antropología e Historia
-ICANH-. El objetivo es discutir los alcances reales que
puede tener un proyecto de tales características respecto
del cuidado del patrimonio arqueológico y su conservación
a largo plazo. Se argumenta que la restauración de bienes
arqueológicos in situ es inútil a menos que ella
se enmarque en proyectos de carácter educativo; y que es
más rentable, en términos sociales y económicos,
trabajar con los potenciales agentes de alteración que
restaurar una vez el daño se haya producido.
Introducción
El presente texto puede ser entendido
desde diferentes perspectivas. En primer lugar, como la descripción
de un proyecto piloto, entiéndase sin antecedentes en Colombia,
de restauración de pinturas rupestres. Segundo, como el
resultado de un proceso de auto-crítica respecto a los
resultados parciales y poco halagüeños del mismo.
Tercero, como un intento de buscar explicaciones a un fenómeno
que descansa en lo más intimo de la historia nacional.
Y, cuarto, como la búsqueda de alternativas para la conservación
exitosa y perdurable no solo del arte rupestre sino de los objetos
arqueológicos en general. En todo caso, el objetivo es
presentar el procedimiento y resultados parciales del proyecto
de restauración llevado a cabo en dos murales del Parque
Arqueológico de Facatativá (Piedras de Tunja), con
la intención de aportar a la discusión respecto
a la relación que existe entre los objetos, que los investigadores
denominamos "arqueológicos", y los observadores que por
una u otra razón deciden ejercer lo que llamamos "actos
vandálicos". De esta manera, la presentación del
procedimiento y resultados del proyecto de restauración
se convierten más bien en una "disculpa" para abordar el
análisis de la relación perceptual que la gente
tiene de los objetos elaborados por los grupos humanos que poblaron
el territorio colombiano en época prehispánica.
El parque arqueológico
y su problemática
El Parque Arqueológico
de Facatativá (Piedras de Tunja) esta ubicado a 25 Kms.
al occidente de Bogotá, en jurisdicción del municipio
de Facatativá (Fig. 1). Se compone de 60 murales pintados
en color rojo cuya edad y significado se ignoran(1).
El Parque es tradicionalmente conocido ya que, por su cercanía
a la capital del país, es uno de los lugares predilectos
de los docentes quienes llevan a sus estudiantes a conocer los
restos del pasado indígena colombiano. Fue
erigido como Parque Arqueológico en 1945 y desde entonces
ha estado al cuidado del Instituto Colombiano de Antropología,
en 1968 fue dado para su administración a la Corporación
Autónoma Regional de Cundinamarca-CAR.
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Fig.1.
Localización Parque Arqueológico de Facatativá
(www.google.com) . Abajo, panorámica del sector central
del Parque.
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La falta de implementación
de un adecuado plan de manejo, ha traído como consecuencia
que el sitio sea utilizado de formas diversas, las cuales causan
daño a las pinturas rupestres, que son el objeto mismo
por el cual el área se erigió como Parque Arqueológico.
El aspecto fundamental tiene que ver con el carácter mismo
del lugar ya que es usado como parque de recreación y no
como parque arqueológico. Es decir, la estructura del mismo
no guarda relación alguna con su connotación específica
y por tanto se convierte en un espacio para la realización
de cualquier actividad recreativa (cuenta con un lago donde el
turista puede pasear en lancha y lugares dispuestos para la preparación
de comida). Por poner un ejemplo, uno de los usos mas recurrentes
del parque es que los días domingos las familias vayan
allí a preparar alimentos y a recrearse (paseo de olla).
Como no hay planeación ni control sobre tales actividades,
en ocasiones las fogatas para la cocción de alimentos se
han realizado al lado de las rocas con pinturas, con el consecuente
cubrimiento de las mismas de hollín, y su obvio deterioro.
No obastante, el problema de mayor
envergadura es la práctica de aplicación de graffiti
sobre las rocas y pinturas prehispánicas (Fig. 2a). Existe
en los murales una amplia variedad de aplicaciones que van desde
el registro con lápiz de la visita de algún turista,
hasta la sistemática elaboración de graffiti con
pintura en aerosol. En algunos casos el graffiti ha cubierto la
casi totalidad de pinturas prehispánicas de una roca. Esta
práctica no es en modo alguno reciente o producto de casuales
visitantes, a principios de siglo XX un artista consideró
un gesto patriótico pintar la figura de tres ex-presidentes,
cubriendo parte de algunas figuras prehispánicas(Fig. 2b).
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Fig.2a.
Muestras de grafitti vandálico sobre las rocas del
parque. (fotos Diego Martínez C.)
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Fig.2b.
Mural republicano. Representa a Santander, prócer
de la independencia. ca.1915 (foto
Diego Martínez C.)
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Fig.2c.
Mural que representa una embarcación moderna.
ca. 1930 (foto Diego Martínez C.)
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Las medidas que procuren la conservación
del parque son complejas y difíciles de aplicar. En primer
lugar está el problema institucional ya que el parque es
administrado por una entidad (CAR) dedicada básicamente
a asuntos ambientales y que no posee especialistas o intereses
relacionados con el Patrimonio Cultural. Derivado de lo anterior,
se tiene entonces que la CAR invierte muy poco dinero para el
mantenimiento del parque, con el consecuente deterioro de la infraestructura
(vías, servicios sanitarios, etc.). Tercero, la magnitud
misma del parque dificulta la vigilancia del predio y los murales,
es imposible que los guardias puedan estar al tanto de las actividades
de los visitantes máxime si ellos pueden entrar al mismo
por diferentes lugares. Cada roca esta protegida por un cercado,
el que puede ser fácilmente traspasado por quien así
lo desee.
Tal como se ha anotado en otros
lugares (Botiva y Argüello 2004) la conservación de
un mural con arte rupestre solo puede ser exitosa en la medida
en que la persona que acceda a él sepa que es lo que esta
visitando y le asigne algún grado de importancia. A nuestro
juicio, la destrucción de pinturas prehispánicas
es la consecuencia de un proceso de invisibilización que
ha conllevado a su negación. Solamente se destruye o modifica
algo cuya existencia se ignora o cuya importancia se desconoce.
El proyecto de restauración
Dentro del proyecto macro de conservación
del Patrimonio Cultural Colombiano, el ICANH decidió restaurar
algunas rocas del Parque Arqueológico. Los objetivos de
dicha tarea pueden resumirse de la siguiente manera. 1. Realizar
una exploración metodológica y técnica con
el fin de determinar el procedimiento adecuado para la restauración
de pinturas rupestres. 2. Por medio de la restauración,
eliminar cualquier tipo de alteración natural o antrópica
sobre las pinturas rupestres. 3. Observar el comportamiento a
mediano y largo plazo de los efectos de la restauración
en lo referente a la técnica misma y a la reacción
de la población.
Dentro de la comunidad científica
dedicada al estudio del arte rupestre existe cierta prevención
respecto a cualquier método de intervención sobre
las pinturas debido básicamente a la alteración
de las condiciones físico-químicas de las mismas
y su posible datación. En este sentido, se eligieron precisamente
las pinturas de este Parque Arqueológico debido a que ellas
han sido objeto de diferentes tipos de intervención (vandálica
o no). Con lo cual la posibilidad de algún tipo de datación
es mínima. En otras palabras, las pinturas han sido fuertemente
intervenidas en su constitución físico-química
lo que dificulta cualquier análisis certero de sus propiedades,
con miras a la investigación científica. No obstante
lo anterior, el proceso de intervención se llevó
a cabo observando las más altas condiciones de seguridad
para las pinturas y siguiendo procedimientos avalados dentro de
los postulados de la restauración(2).
Así mismo, se realizó la documentación de
la roca, las pinturas rupestres y el procedimiento de restauración
(Argüello y Martínez 2003, Álvarez y Martínez
2004; 2005). Tal documentación se convierte así
en un elemento de evaluación respecto a las implicaciones
que a mediano y largo plazo pueda acarrear la intervención
sobre el sitio arqueológico.
El procedimiento de restauración
se inició con el diagnóstico de los factores de
alteración de la roca, los cuales se agrupan en naturales
y antrópicos. Los factores naturales consisten básicamente
de escurrimientos de agua, excrementos de aves y formación
de microflora y capa vegetal; en tanto los antrópicos son
el graffiti, elaborado en diferentes tipos de materiales, y los
restos de hollín producto de la cocción. Unos y
otros factores han producido el progresivo cubrimiento de las
pinturas y/o su desaparición. Para decidir cuáles
podrían ser los disolventes más apropiados para
retirar los elementos que cubren las pinturas, se realizaron pruebas
en campo y laboratorio con el fin de identificar tanto la técnica
de elaboración de las pinturas como los compuestos agregados
de manera natural o antrópica. La restauración como
tal se llevó a cabo de forma progresiva utilizando métodos
intensivos solo en caso de que fuese necesario. En algunos casos
fue suficiente la limpieza mecánica con agua, pero en otros
fue necesario el uso intensivo de distintos solventes de acuerdo
al material que fuera necesario retirar. Los restos de graffiti
que no pudieron ser definitivamente removidos fueron integrados
cromáticamente (Álvarez 2003, Álvarez y Martínez
2004; 2005) (Fig. 3a).
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Fig.3a.
Labores de limpieza de la roca y remoción del grafitti.
(foto
María Paula Álvarez)
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Fig.3b.
Antes y después de las labores de restauración.
Roca No. 16 (foto
Diego Martínez C.)
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A la fecha, la restauración
ha sido implementada en las las rocas No.16, 19 y en un sector
de la No. 20 del Parque Arqueológico. En términos
generales, dicho procedimiento fue exitoso en tanto se logró
retirar la mayoría de elementos adheridos a las pinturas
rupestres y sus áreas adyacentes. Esto se comprueba con
la simple inspección visual ya que ahora es posible observar
más claramente las pinturas (Fig. 3b).
Otra vez el vandalismo
Una vez culminado el proceso de
restauración de la roca No.16 la administración
del parque decidió protegerla con un cercado de lona (Fig.
4). Al poco tiempo se comprobó que la roca había
sido nuevamente alterada por medio de la aplicación de
graffiti (Fig. 5), lo cual llevó a una conclusión:
el proceso de restauración en si mismo es exitoso en términos
técnicos y como medio de hacer nuevamente visibles las
pinturas; pero es insostenible a mediano y largo plazo ya que
implicaría la constante restauración cada vez que
la roca sufra un evento de vandalismo.
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Fig.4.
Cercado de lona de protección de la roca No.16. Debido
a la vulnerabilidad del material esta barrera no evitó
que los visitantes accedieran a la roca.
(foto Diego Martínez C.)
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Fig.5. Grafitti
realizado luego de la primera restauración de la roca
No. 16.
(foto María Paula Álvarez) |
El nuevo acto de vandalismo permite
datar efectivamente el evento y reflexionar acerca de las razones
por la por la que se sigue presentando aun en el siglo XXI. Lógicamente,
el fenómeno merece ser explicado en términos históricos
y sociológicos ya que en ningún caso se puede entender
como un hecho meramente casual. Al respecto, es indudable que
la herencia colonial jugó un papel importante respecto
a la construcción de lo que hoy se denomina objeto arqueológico
y, más aun, patrimonio. El proyecto civilizador
de la corona, y más específicamente de la iglesia
católica, implicó la extirpación de la idolatría
y de sus referentes materiales. Posteriormente, ciertos proyectos
nacionales ideados por las élites que pretendían
más bien emular la cultura europea, concluyeron el proyecto
español estigmatizando y asociando lo indígena a
un ente atrasado y poco culto. En otras palabras, a partir del
siglo XVI se inició un proceso sistemático por el
cual los objetos indígenas perdieron su carácter
representacional original y paulatinamente se convirtieron en
sinónimo de atraso.
La articulación de lo indígena
al proyecto nacional ha atravesado históricamente por un
sinnúmero de contradicciones, muchas de ellas producto
de la particular adopción de las ideas provenientes de
la ilustración. En algunas ocasiones, tal componente refiere
a un pasado glorioso, sin suerte de continuidad en el presente,
donde los objetos arqueológicos toman el carácter
de vestigios de una grandeza hoy extinta (König 1994;
1998). En otros casos, en el pasado pero sobre todo en el presente,
lo indígena es simplemente sinónimo de atraso, salvajismo
e ineptitud (Gómez 1928, Gómez 1958). De cualquier
manera, las élites que construyeron el proyecto nacional
fueron cuidadosas en deslindar el pasado con el presente y de
relegar lo indígena a un vestigio cuya continuidad
es dudosa, o mejor, se niega (Gómez 1958). Lo anterior
es particularmente evidente en la concretización misma
del proyecto en campos tales como el educativo. En general, los
textos escolares describen a los indígenas como grupos
humanos confinados a la aniquilación o incorporación
dentro de la sociedad nacional una vez acaecida la conquista;
pero a su vez, dentro de esa sociedad nacional, se les atribuye
el componente inferior y caduco (Alvarado et. al. 2003: 227-228)
Desde esta perspectiva, es lógico
que los descendientes producto de tal proceso observen los objetos
arqueológicos con una mirada más bien arrogante,
ya que ellos mismos buscan negar sus nexos con aquel mundo atrasado.
Tal negación ha permitido que dichos objetos o bien sean
entendidos como una mercancía (el caso de la guaquería
y comercio ilícito de bienes arqueológicos) o simplemente
sean invisibilizados. Debido a que el arte rupestre difícilmente
puede ser convertido en objeto de intercambio, es entonces ignorado(3).
La prueba de ello está
en que algunos visitantes del parque arqueológico dicen
haber caminado por él sin haber visto "ningunas
pinturas". Esto se debe a que los objetos son cognoscibles
solo si existe una estructura de significación que los
aglutine. Como dicha estructura de significación los niega,
ellos desaparecen. De tal forma que cuando un visitante encuentra
una superficie lisa en las rocas es factible que decida escribir
o pintar algo sobre ellas, a pesar incluso de que su sistema de
percepción de cuenta de que existen unas figuras previamente
elaboradas(4). Como las figuras existentes
no guardan ninguna significación, y por tanto carecen de
alguna carga valorativa, no existe alguna contradicción
que permita al nuevo pintor confrontarse respecto a la obra anterior(5).
Tal caso aplica a lo que se podría denominar el visitante
informal que por alguna razón, diferente al arte rupestre
mismo, llega al sitio, y no se relaciona con los casos premeditados
de eliminación del arte rupestre con miras a extirpar idolatrías
y/o restos de cultos paganos(6).
Teniendo en cuenta la noción
misma de patrimonio, entendida como una posesión (un bien)
que un individuo o grupo identifica como propio (Ballart 1997:
17), es entonces evidente que el proceso histórico acaecido
con los objetos indígenas, al ser sistemáticamente
negados y despojados de valor, se comprenden mas bien en términos
anti-patrimoniales. Lo cual explica porqué la gente simplemente
los desconoce y altera. Independientemente de la concepción
que la gente pueda construir de patrimonio (o bien la reglada
con base en una dudosa idea de nación por parte del estado
o la de apropiación por parte de las comunidades locales
con miras a la reivindicación de elementos territoriales,
económicos o culturales) ella solamente puede cimentarse
en la re-construcción del objeto, de hacerlo nuevamente
cognoscible. Solo así se podrá pretender en un futuro
que no se vuelvan a presentar actos vandálicos.
Conclusión
Si bien el proceso de restauración
iniciado a algunas rocas del Parque Arqueológicode Facatativá
ha sido exitoso en términos de retirar los materiales que
de una u otra manera las cubren o deterioran, es evidente que
el contexto sociocultural en el que el Parque se inscribe hace
insostenible el proyecto a largo plazo. En pocas palabras, los
recursos financieros y humanos invertidos pueden perderse fácilmente
ante la frágil línea que demarca la recurrencia
de actos vandálicos. No existen en éste momento
las condiciones de infraestructura o la apreciación sociocultural
suficiente que impida que, una vez restauradas, las rocas con
arte rupestre puedan ser objeto de nuevos actos de vandalismo.
Este proyecto ha enseñando
que, para el caso de los objetos arqueológicos in situ,
es necesario asegurar la conservación a largo plazo como
requisito previo a la implementación de un programa de
restauración. La conservación, no solo para el caso
de las pinturas del Parque Arqueológico sino para todos
los sitios con arte rupestre en el país, es impensable
en términos policivos y por ende solo puede dirigirse a
los potenciales agentes de alteración. A éste respecto,
es necesario educar al visitante para que dentro de su esfera
de percepción haga visible el objeto arqueológico
y asigne así un valor, que en el mejor de los casos podrá
ser patrimonial. Lo que se ha denominado conservación preventiva
(Strecker y Taboada 1995) implica educar al visitante para que
sepa que es lo que va a observar una vez dentro del sitio arqueológico
y así se reduzca el riesgo de daño. Aunque de forma
paulatina se han venido construyendo en América Latina
parques arqueológicos cuyo objetivo es la conservación
de algunos grupos de sitios con arte rupestre, y el disfrute de
los mismos por parte de los visitantes (Strecker y Podestá
2006), es evidente que la ampliación de la frontera urbana
y el avance mismo de la investigación sobre el tema ponen
en evidencia una cada vez mayor cantidad de yacimientos cuya incorporación
a sistemas protegidos por infraestructura es sencillamente imposible.
Para el caso colombiano, la característica dispersión
del arte rupestre y la estructura misma de tenencia de la tierra
impiden que se puedan agrupar los yacimientos en parques y desarrollar
obras de infraestructura (lo cual es además oneroso). Esto
significa que, si bien es importante el diseño y construcción
de parques arqueológicos, los esfuerzos deberían
concentrarse prioritariamente en proyectos de carácter
educativo, los cuales deben ser generalizados e ir encaminados
a la preservación de cualquier manifestación en
el lugar en que se encuentre.
Pero es importante no volver a
caer en los errores derivados de los fallidos intentos de construcción
nacional. Es impensable intentar construir un consenso donde las
diferentes versiones del pasado sean simplemente aglutinadas en
torno a un proyecto elitista y excluyente. La noción misma
de patrimonio debe abandonar progresivamente el carácter
meramente estatal y legislativo para inscribirse en los mecanismos
de construcción de la memoria colectiva. Es simplemente
hacer visibles los objetos, que denominamos patrimoniales, con
la esperanza de que ellos sean paralelamente conservados en el
marco de un proceso mediante el cual las comunidades asignan un
significado a algo que, en el mejor de los casos, pueden
entender como su pasado.
Notas:
(1).Sin
embargo, es importante mencionar que el conjunto rupestre ha sido
objeto de diversas interpretaciones, en diferentes épocas,
como por ejemplo las que asignan a las figuras un significado
cosmológico (Ghisletti 1954), como punto de demarcación
territorial (Triana 1924) o como un santuario a la figura de la
rana (Nuñez 1959). Estas interpretaciones se basaron en
asignaciones cronológicas y culturales arbitrarias y no
pueden ser aceptadas debido a que no poseen una estructura de
argumentación suficientemente sólida (Arguello 2001).
(2)Procedimientos
similares han sido aplicados por ejemplo en Canadá (Wainwright
1995) y Bolivia (Loubser y Taboada 2005).
(3)No
obstante, el área adyacente a muchas rocas con arte rupestre
es generalmente guaqueada con el fin de buscar posibles entierros
con oro, incluso algunas rocas han sido dinamitadas bajo el supuesto
que en el centro de ellas los ind’genas escondieron tesoros (Botiva
2000).
(4)Las
zonas de las rocas en donde se ejecutaron pinturas en tiempos
prehispánicos fueron previamente pulidas o alisadas con
el fin de procurar una superficie apta (Bateman y Martínez
2001). Generalmente, el resto de la roca presenta una textura
rugosa que impide la agregación y/o aplicación de
algún material de base líquida, lo que hace que
los pintores modernos utilicen precisamente esas superficies previamente
adaptadas.
(5)Esto
también podría explicar el porque de los usos diversos
que los habitantes actuales dan a las rocas con arte rupestre.
Botiva (2000) ilustra varios casos en donde el arte rupestre paulatinamente
desaparece debido al uso de las rocas para actividades cotidianas
tales como la deposición y quema de basuras, la instalación
de porquerizas y tanques, o la voladura para obtención
de materiales de construcción.
(6)Se
han documentado algunos sitios donde, por ejemplo, los sacerdotes
cristianos han cubierto o martillado pinturas rupestres con el
objeto de eliminar los referentes materiales a cultos denominados
por ellos paganos o satánicos.
Cómo
citar este artículo:
ARGUELLO
GARCÍA, Pedro María. Restauración
y educación en el arte rupestre. Notas sobre un caso Colombiano
(Parque arqueológico de Facatativá).
En
Rupestreweb, http://rupestreweb.info/facaresta.html
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en los conjuntos pictográficos 19 y 20 Parque arqueológico
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Antropología e Historia.
- Procesos de documentación y conservación
en los conjuntos pictográficos 20A y 20B (16, 19 y 20)
Parque arqueológico de Facatativa (Cundinamarca).
Ms. Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
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La Paz.
Comentario
al artículo: Restauración
y educación en el arte rupestre. Notas sobre un caso Colombiano
(Parque arqueológico de Facatativá)
María Paula Álvarez
mpalvarez2001@yahoo.com Restauradora
de Bienes Muebles
El artículo de Pedro Arguello
hace una breve descripción de las pictografías del
Parque Arqueológico de Facatativá y su deterioro,
de los trabajos de restauración allí realizados y
de la difícil situación que enfrenta este patrimonio
al no ser valorado ni reconocido, asunto que contribuye a que el
vandalismo continué deteriorando las pictografías
y haga de los trabajos de conservación, esfuerzos sin sentido.
Como coordinadora del equipo de
restauradores contratados por el ICANH para hacer la intervención
de las pictografías 16, 19, 20, 20A y 20B durante los años
2003, 2004 y 2005 y con el fin de completar y precisar lo expuesto
por Pedro Arguello quisiera hacer algunos comentarios a este artículo.
En el artículo se mencionan
algunos de los deterioros que afectan las pictografías sin
embargo no se hace referencia a la presencia de sales en superficie,solubles
(nitratos) e insolubles (silicatos). Este deterioro interviene con
la apreciación de las pictografías y en buena medida
resulta irreversible en la medida en que las sales son de naturaleza
insolubles y las condiciones de humedad que lo provocan son inherentes
a la roca y el sitio, no pueden controlarse. (Una parte de la humedad
que ha acentuado la aparición de sales es la aportada por
la práctica de humedecer las pictografías para permitir
su mejor observación. Esta práctica debe evitarse
tanto como el vandalismo.)
|
Intensa presencia de sales
(áreas blanquecinas) sobre la superfície rocosa,
causada posiblemente por la contínua práctica
de humedercer las pictografías para permitir su observación.
(foto
Diego Martínez C.)
|
Cuando el artículo describe
los procesos de intervención dice que sobre las pictografías
se llevó a cabo una limpieza mecánica con agua lo
que es impreciso. En efecto, si bien el agua fue utilizada para
limpiar las zonas de la piedra que no presentan pictografías,
sobre las zonas en donde se observan motivos rupestres se evitó
su uso: "Considerando que el agua es el agente que contribuye
a la movilización de las sales, los procesos a realizar en
las zonas de la piedra con pictografías debían evitar
en lo posible el uso de grandes cantidades de cualquier método
que implique humedad". Así la piedra, en estas zonas,
fue trabajada primero con métodos en seco, en donde se removió
mecánicamente la suciedad superficial y acumulada, los vidrios
y deshechos que se encontraban en estas zonas. Posteriormente la
totalidad de la superficie fue trabajada con borradores suaves que
sirvieron para retirar en mayor profundidad la suciedad acumulada,
algunos graffitis (realizados en carbón y lápiz),
parte del velo salino y de la capa de arcilla que cubría
parcialmente la superficie.
Finalmente se retiraron los graffitis
y las manchas de excrementos y resinosas con la mezcla de solventes
orgánicos seleccionada a partir de la prueba de solventes.
En algunos graffitis y manchas se aplicó el solvente con
hisopo y después se completaba la acción con la ayuda
del bisturí, en otros graffitis se debía insistir,
sobre todo en las superficies más rugosas de la piedra, con
un cepillo de cerdas plásticas y se retiraban los excesos
con motas de algodón." (Alvarez, 2003)
|
Eliminación de
la resina con solventes orgánicos y bisturí
. En la medida en que la resina se ha polimerizado y adherido
a la roca en algunas zonas hay que insistir utilizando cepillos
de cerda plástica . (foto
María Paula Álvarez)
|
Otro particular que el artículo
no menciona es la preocupación misma del equipo de trabajo
de documentación y restauración, en relación
al descuido administrativo, el vandalismo y la falta de valoración
patrimonio rupestre. Dicha preocupación aparece expuesta
en los informes de los años 2003 y 2004, y fue abordada al
elaborar el Plan de Manejo del Parque Arqueológico de Facatativá
(M. Álvarez, I.Quintero, D. Martínez y M. Rodríguez,contratado
por el ICANH a principios del año 2005) y la intervención
realizada en el año 2005. Dicha intervención tuvo
como objetivos recuperar el trabajo de restauración de los
conjuntos 16, 19 y 20, hacer la documentación y restauración
de los conjuntos 20A y 20B, realizar un cerramiento temporal que
protegiera las pictografías mientras se comenzaba a implementar
lo recomendado en el Plan de Manejo y dar inicio a las labores de
sensibilización y educación. Los objetivos fueron
cumplidos y el inicio de la labor educativa se dio a través
del diseño e instalación de dos vallas que informaban
sobre la presencia de pictografías y daban cuenta de los
trabajos de restauración adelantados.
|
Valla educativas colocadas
frente a las rocas intervenidas.
(Diseño
Diego Martínez C.)
|
|
Cerramiento preventivo
temporal. (foto
Diego Martínez C.)
|
Actualmente el ICANH adelanta la
implementación y revisión del Plan de Manejo del Parque
arqueológico de Facatativá lo que seguramente conducirá
al manejo adecuado del lugar, la realización de labores educativas
y la consecuente valoración y protección de las pictografías
—¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
|