Perú


Petroglifos de La Cumaca. Apuntes para la preservación y puesta en uso y valor del patrimonio rupestre de la cuenca del Lago de Valencia

Leonardo Páez leonardopaezorama@gmail.com, Sociedad para el Estudio de las Manifestaciones Rupestres de Venezuela (SEMARVE).

 

Resumen

La cuenca hidrográfica del lago de Valencia, ubicada en la región centro-norte venezolana, aloja decenas de yacimientos de Arte Rupestre que ponen de manifiesto la presencia de comunidades aborígenes que habitaron este territorio antes del contacto europeo. Este legado cultural se encuentra al presente amenazado de destrucción por factores humanos, siendo relegados, obviados, invisibilizados, ignorados o desvalorados frente al avance de las fronteras urbanas y el impulso demográfico que los arropa.

Partiendo del inventario y análisis de la situación de los petroglifos de la comunidad de La Cumaca, localizada en la zona nor-occidental de la región lacustre, donde se evidencia el deterioro que los factores antrópicos han causado y pueden causar en estos bienes arqueológicos, se presentan una serie de propuestas y recomendaciones como punto de partida para iniciar las discusiones en función de diseñar y ejecutar planes de acción que busquen poner al servicio de todos este patrimonio, colocándolo al servicio del desarrollo endógeno de la región.

Palabras clave: Comunidad, patrimonio, desarrollo, puesta en uso y valor.

summary

The hydrographic basin of Lake Valencia, located in the north central region of Venezuela, hosts dozens of rock art sites that show the presence of Aboriginal communities that inhabited this land before European contact. This cultural heritage is at present threatened with destruction by human factors, being left out, ignored, invisible, ignored or derided with the advance of urban boundaries and population momentum that clothes.

Based on the inventory and analysis of the situation of the petroglyphs of the community of La Cumaca, located in the northwestern area of the lake region, where the deterioration is evident that human factors have caused and may cause these archaeological, is present a series of proposals and recommendations as a starting point to initiate discussions according to design and implement action plans that seek to serve all these assets, placing it at the service of the endogenous development of the region.

Keywords: community, heritage, development, commissioning, use and value.

 

Introducción

La comunidad de La Cumaca se encuentra ubicada en la región noroccidental de la Cuenca del lago de Valencia, al pie de la vertiente sur de la Cordillera de la Costa, en la zona norte del municipio San Diego del estado Carabobo. Allí se ubican restos arqueológicos de significativa importancia, representados en un conjunto de rocas con grabados rupestres, fruto creador de los grupos aborígenes que poblaron el territorio tacarigüense desde antes de la llegada de los invasores europeos.

Estos bienes arqueológicos se localizan mayormente en un sector conocido con el nombre de Lambedero, espacio comunitario de reciente fundación, iniciada ésta a finales del pasado siglo cuando se ocuparon forzosamente terrenos de la Nación usufructuados por el pisatario Francisco DiCriscio, quien los utilizaba para el pastoreo de ganado vacuno de la hacienda La Cumaca, siendo esto causal de su peculiar topónimo pues se cuenta que las reses “iban a lamer” a esos potreros. El sector abarca un área aproximada de diez hectáreas, siendo sus linderos: por el norte el sector La Planta y el Parque Nacional San Esteban; sur, el sector Sanchero Camoruco; este, el sector Los Almendrones; y oeste, la naciente del río Cúpira.

El sector que nos ocupa se ubica en un terreno escarpado, en la falda de un estribo montañoso de la Cordillera de la Costa perteneciente al Parque Nacional San Esteban, entre los 503 y 554 m.s.n.m., próximo a la margen derecha del río San Diego. Su vegetación es la propia del ramal litoral de la cordillera, donde destacan gramíneas y chaparros, bastante intervenida por los factores antrópicos (León, O.; Delgado, Y.; Falcón, N. y Delgado, R.: 1999), con secciones boscosas relacionadas con los riachuelos intermitentes y escorrentías que desaguan en el río antes mencionado. La temperatura promedio anual es de 26 ºC, favorablemente condicionada por las bondades que ofrecen la altitud y la falda de la montaña.

A finales del año 2000 y debido a la presencia del material arqueológico expuesto a sufrir deterioro total o parcial por la ocupación de las tierras, la Asociación Civil Diego Guárate promovió la realización de un registro sistemático de estos bienes, realizando las diligencias necesarias que permitieron el inventario y registro general del sitio por un equipo de trabajo dirigido por Omar Ydler, para ese momento coordinador del Museo Parque Arqueológico Piedra Pintada, institución ubicada en el municipio contiguo de Guacara. Esta actividad permitió inventariar manifestaciones del Arte Rupestre representado en 15 afloramientos rocosos de pequeñas y medianas dimensiones, con 45 símbolos grabados que de acuerdo a su dispersión fueron codificados en cuatro estaciones (Ydler: 2000). Entre las conclusiones de esta intervención suscritas por Ydler -en un ensayo preliminar hasta la fecha inédito-está la recomendaciòn explícita de decretar al lugar “sitio de reserva arqueològica”, dado su valor histórico y las posibilidades de utilización como aula abierta para la enseñanza y comprensión de los procesos del período antiguo venezolano, además de sus potencialidades para el fomento de una industria turística en la zona (Ibidem).

A pesar de los esfuerzos el proceso invasivo continuó su cauce, dando vida al sector que hoy nos ocupa. Con el transcurrir del tiempo muchas de las primigenias parcelas fueron divididas y vendidas en pequeños lotes, avecindándose personas foráneas que actualmente han formado junto a los oriundos del lugar un espacio por demás acogedor y heterogéneo en pleno crecimiento y ebullición, totalizándose a la actualidad un aproximado de 103 familias y 420 personas. Es así como en la última década, este espacio pasó de ser un sitio utilizado en labores pecuarias de poco impacto ambiental a un lugar de residencia polifamiliar, produciéndose un cambio abrupto en las condiciones del paisaje y un reacomodo del sitio a las nuevas necesidades en función del uso como sitio de habitación dado por sus ocupantes.

 

Inventario y situación actual de los bienes arqueológicos

A través de varias visitas de campo efectuadas en los meses de agosto y septiembre del año en curso se pudo constatar la existencia de 17 rocas con grabados rupestres, codificadas -tomando en cuenta el nuevo ordenamiento espacial-en 9 estaciones. Un análisis preliminar arroja el resultado de 58 grafías o símbolos, con una cantidad indeterminada de surcos o señales de percutidos que para su inclusión en el registro ameritarían un trabajo más conspicuo. A continuación se pasa a enumerar la situación de cada una de las estaciones, manteniendo para éstas la nomenclatura propuesta por Ydler en su informe del año 2000:

Estación Piedra Las Caritas. Contentiva de una roca de medianas dimensiones presumiblemente rodada de su posición original, está ubicada en un espacio inclinado de la parcela del señor Javier González, aledaña a la calle principal de La Cumaca. Posee cuatro símbolos grabados con la técnica de percusión indirecta, de surcos tenues y poco profundos [Fig. 1 y 2]. La roca se encuentra obstaculizando los trabajos de banqueo del terreno y pozo séptico que el señor González se encuentra realizando para urbanizar el espacio, además de la dificultad que causa para el cercado de sus linderos.

Figura 1. Estación Piedra Las Caritas. Foto: Nehemías Rondón.

Figura 2. Detalle de grafía en estación Piedra Las Caritas. Foto: Leonardo Páez.

Estación El Corozo. Contiene 5 rocas con un total de 14 grafías de apreciable acabado y profundidad, además de un número indeterminado de surcos indefinidos, representando el lugar más conocido y de mayor significación entre los petroglifos del sector. Se localiza en un espacio público de terreno inclinado aledaño a la calle principal de La Cumaca [Fig. 3]. Sus predios han sido objeto en varias oportunidades de sinceros intentos de acondicionamiento para su uso y protección, con resultados medianamente aceptables, siendo la intervención más nefasta la construcción de un cerco de alambre de alfajol –actualmente inexistente-colocado al pie de las rocas grabadas.

Esta estación corre el riesgo de deteriorarse principalmente por las visitas de personas sin control, las actividades pseudocientíficas que fortuitamente se realizan en ella y la presencia de una tubería de agua servida que vierte su contenido desde lo alto discurriendo éste por uno de los costados del afloramiento. Además, se ha constatado la existencia de una fractura laminar de una de las caras trabajadas de la roca, causada al parecer por la aplicación de una fuerza mecánica ejercida a manera de palanca por uno de sus costados, como se verifica por la colocación aparente de una piedra, a manera de cuña, por la zanja producida; lo que evidenciaría el peligro de pérdida o deterioro total o parcial de grafías por la acción de saqueadores del patrimonio [Fig. 4]. En la inspección realizada se constató la presencia de un fragmento de roca de pequeñas dimensiones contentiva de trabajo lítico, procediéndose su remoción por razones de conservación; quedando en custodia de Xiomara Carrillo, habitante de la comunidad.

Figura 3. Vista general de la estación El Corozo. Foto: Leonardo Páez.

Estación Piedra de La Greca. Ubicada en un espacio público aledaño a la calle principal de La Cumaca, entre las estaciones de El Corozo y El Altar de la Virgen. Posee dos rocas de pequeñas dimensiones con 6 grafías de surcos muy tenues y desgastados, siendo su observación difícil hasta para el versado. Éstas están ceñidas a una pared de bloques que demarca la propiedad colindante y zigzaguea pegada a ellas por tres de sus costados, formando una especie de recodo de aproximadamente 25 metros cuadrados [Fig. 5]. Se observaron en las rocas restos de mezcla de cemento, realizándose una ligera intervención manual para desprender las porciones más grandes y dejando la segregación total a la acción natural. Por lo demás estas rocas no poseen mayor exposición al deterioro que las causadas por la intemperie, los pequeños formatos del soporte y lo exiguo de los surcos [Fig. 6].

Figura 4. Detalle de la fractura de una de las caras en la estación El Corozo. Foto: Leonardo Páez.

Figura 5. Vista general de la estación La Greca. Foto: Leonardo Páez.

Figura 6. Vista de grafía en estación Piedra de La Greca. Foto: Leonardo Páez.

Estación El Altar de la Virgen. Se localiza en la calle principal de La Cumaca, cerca del cauce del río San Diego, compuesta de tres rocas con 8 símbolos y otros percutidos indeterminados. Está caracterizada por la presencia de una imagen escultórica de la virgen de Lourdes, dispuesta en un altar construido en forma de nicho en la parte alta de una de las rocas y exactamente por encima de varios símbolos rupestres, uno de ellos posicionado en el ranking de los de mayor profundidad y definición de toda la cuenca tacarigüense [Fig. 7]. Estos grabados se ven expuestos a la aplicación de pinturas que de manera recurrente los devotos colocan para adornar el altar, causando con ello el deterioro y desvaloraciòn del otro “altar” que siglos atrás concibieron e implantaron allí los originarios pobladores indígenas. Este caso representa un fenómeno de superposición religiosa que de por sí amerita un estudio por separado de mayor profundidad [Fig. 8].

Estación Piedra del Juego. Esta nomenclatura se recoge como propia de los lugareños en el informe de Ydler del 2000, posiblemente debida a las decenas de pequeñas cúpulas o semiesferas grabadas que contiene esta roca de grandes dimensiones, en compañía de otras cuatro grafías. La peña se localiza en un espacio público, al principio de un camino vecinal que comunica una de las calles del sector con el sitio del “Altar de la Virgen” [Fig. 9]. En líneas generales su exposición al deterioro está signada por la intervención algo ingenua de los niños del lugar que furtivamente se suben y bajan de ella, sumándola a sus espacios de diversión y entretenimiento [Fig. 10].

Figura 7. Vista parcial de la estación El Altar de la Virgen. Foto: Leonardo Páez.

Figura 8. “Un altar sobre otro altar”. Foto: Cortesía Marta de Araujo

Figura 9. Vista general de la estación Piedra del Juego. Foto: Leonardo Páez.

Figura 10. Vista de grafía en La Piedra del Juego. Foto: Leonardo Páez.

Estación Piedra de la Espiral. Ubicada dentro de la parcela “Mija” propiedad del señor Emiliano Rodríguez Artigas, esta roca de poca dimensión está inventariada por Ydler con tres símbolos, sin embargo sólo se observaron dos y una serie de percutidos Indefinidos [Fig. 11]. Se encuentra lejos de la vista externa y desde toda perspectiva libre de deterioro por factores humanos, en cuanto que se encuentra en un espacio alejado de obras de construcción, además de la consideración que demuestran sus custodios hacia su conservación [Fig. 12].

Figura 11. Vista general de la estación Piedra de la Espiral. Foto: Nehemías Rondón.

Figura 12. Limpiando de tierra y maleza la Piedra de la Espiral. Foto: Nehemías Rondón.

Estación Piedra del Camino. Ubicada en la parcela del señor Gregorio Lewis, es una roca de pequeño formato aflorada a ras de tierra y en posición casi cenital. Contiene dos símbolos, uno de ellos fracturado en una pequeña porción llevada en años atrás al Campamento Recreacional Montaña Mágica en calidad de resguardo, reposando actualmente bajo el cuidado de Xiomara Carrillo [Fig. 13]. Se localiza contigua a la entrada de una vivienda aún en construcción, sufriendo los embates de la indiferencia de sus custodios al permitir las salpicaduras del frisado realizado a las paredes de la obra, además de otras sustancias; por lo demás, se observa que su posición colinda con los escalones de la entrada de la vivienda, siendo esto motivo para inferir su deterioro a futuro [Fig. 14].

Figura 13. Vista general de la estación Piedra del Camino. Foto: Leonardo Páez.

Figura 14. Vista de una de las grafías de la estación Piedra del Camino. Foto: Leonardo Páez.

Estación Piedra de la Rana. Se compone de dos rocas afloradas casi a ras de tierra que contienen un total de 13 grafías, ubicadas una en la calle principal de Lambedero frente a la casa de la señora Rosa Alejos y la otra en la propiedad de la antes mencionada. En cuanto que la última no presenta factores de riesgo de deterioro principalmente por el celo de su custodia, la primera recibe las irrupciones del paso cercano de vehículos que otrora recibía con mayor impacto, pues el trazado inicial de linderos del naciente sector determinó su asiento forzoso en el centro de esta calle, salvándose de ser destruida por la oportuna intervención de algunos preocupados vecinos que produjeron el posterior desvío del camino a uno de sus costados [Fig. 15 y 16]. Otro factor latente de deterioro está en la futura pavimentación de la calle, con la construcción de aceras y brocales y en el necesario acondicionamiento eléctrico que pudieran producir una desmejora cualitativa y cuantitativa del petroglifo.

Figura 15. Vista general de la Piedra de la Rana y su contexto. Foto: Leonardo Páez.

Estación Piedra de los Hombres. Es una roca de mediano formato localizada en la parcela “Marimar”, propiedad del señor Reinaldo Acosta. Contentiva de tres grafías, se ubica ceñida a una vivienda y a una cerca de “alfajol” que delimita la propiedad y rodeada de plantas que hacen difícil su acceso y visión desde la calle. En líneas generales no se observan factores que puedan producir su deterioro, pudiendo tan solo acotarse lo solapado de su ubicación y la dificultad de su puesta en servicio como recurso para el desarrollo endógeno comunitario [Fig. 17 y 18].

Figura 16. Detalle de la estación Piedra de la Rana. Foto: Leonardo Páez.

Figura 17. Vista de la estación Piedra de Los Hombres. Foto: Nehemías Rondón.

Figura 18. Detalle de grafías de la Piedra de Los Hombres. Foto: Leonardo Páez.

 

Conclusiones, recomendaciones, consideraciones generales

El trabajo de campo efectuado en la comunidad muestra la existencia casi en su totalidad del material rupestre inventariado en el año 2000 por el equipo comandado por Ydler, incluso incrementándose con esta intervención, realizada con mayor dilación y sobre la base de esos pioneros resultados. Esto demostraría el grado de información, conocimiento y/o concienciación de los vecinos hacia el hecho patrimonial, influenciado por los trabajos de sensibilización antropológica desarrollados en el área por SEMARVE, entre otras actividades auspiciadas por algunos preocupados habitantes e instituciones públicas y privadas. Sin embargo, si bien ha sido poca la pérdida total de objetos culturales, se evidencia a su vez el deterioro que los factores antrópicos han causado y pueden causar en ellos, producto del uso, ampliación y acondicionamiento de los espacios que -en la mayoría de los casos-han sido realizados sin tomar en cuenta la garantía de perpetuidad del bien patrimonial ni su puesta en valor como instrumento de desarrollo endógeno comunitario. Lo que concluye que aún falta mucho por hacer en este sentido.

A su vez ha quedado de manifiesto el cambio que en los últimos años se ha producido en el entorno ambiental del espacio estudiado a raíz de su uso y ocupación como sitio de habitación. Es menester, por tanto, establecer un reordenamiento de los bienes arqueológicos allí alojados sobre la base de las nuevas condiciones del medio, permitiendo garantizar su preservación en función de la valoración y puesta en uso como recurso para el surgimiento de formas sustentables de desarrollo. Para ello es necesario coadyuvar al establecimiento de vínculos afectivos y relaciones de pertenencia entre la comunidad y su patrimonio, siendo el primer paso para alcanzar estos objetivos el conocimiento de su existencia y la historia que representan, además de su trascendencia como elemento identitario de la nación (Páez, 2008).

De allí que todo esfuerzo encaminado a la conservación de estos bienes debe estar dinamizado en primer lugar en el diseño de planes de carácter educativo (Arguello, 2006), en todos los niveles del sistema, formal y no formal, destacando los elementos culturales de la comunidad en función de combatir los procesos alienantes del pensamiento ideológico dominante, que hacen ver las raíces identitarias como algo primitivo, vergonzoso, del que es necesario deslastrarse para alcanzar niveles aceptables de desarrollo. La realidad a enfrentar es la negación de la memoria histórica que conlleva la ignorancia y apatía frente a los objetos arqueológicos, originada por el mal manejo de la historiografía oficial de los siglos anteriores que consideró el pasado antiguo venezolano sinónimo de atraso, salvajismo e ineptitud, y por tanto algo para superar y olvidar. El trabajo de concienciación comunitaria por vía de las labores de animación y promoción cultural, a la par de la incorporación de las expresiones culturales del entorno geográfico en la matriz curricular de los centros educativos cercanos, es vital en la tarea de vincular lo actual con lo ancestral, bien sea local, regional o nacional, llenándolo de sentido y valoración.

El análisis de esta intervención prueba sin temor a equívocos que los principales riesgos de deterioro o destrucción que tienen que enfrentar los petroglifos del sector Lambedero son los causados por factores humanos, producidos con el avance urbanístico que reacomoda y reacondiciona el lugar para el uso residencial. Queda revelado que esta necesidad de sociabilización del espacio otrora natural no ha tomado en consideración a estos objetos, siendo relegados, obviados, invisibilizados, ignorados o desvalorados frente al avance de las fronteras urbanas y el impulso demográfico que los arropa.

Esta palpable realidad hace necesaria una intervención consciente que garantice a las generaciones actuales y futuras acceder al uso y disfrute de su herencia cultural. De acuerdo al significado del término patrimonio, el cual indica que es “una posesiòn (bien) que un individuo o grupo identifica como propio” (Arguello, Ibíd.), no se podrían tratar como tal a los petroglifos de Lambedero y demás decenas de sitios alojados en la cuenca tacarigüense si éstos son obviados y despojados de su valor, o no tienen nada que decir u ofrecer a los habitantes de sus comunidades, lo que explicaría su indiferencia frente al destino de estos objetos. En este sentido es necesario avanzar hacia un reconocimiento patrimonial en primer término bajo la consigna de que “lo que no se conoce, no se protege” (Martínez, 2008), visibilizando a los petroglifos desde el discurso derivado de la investigación; y segundo invistiéndolo de significado para la percepción y cosmovisión del mundo presente. Esto quiere decir que solo el conocimiento científico no basta para la formación de ese orgullo o reconocimiento identitario que dé garantías de la conservación del bien cultural, sino que el patrimonio debe convertirse en un recurso que aporte beneficios a sus custodios, bien estructurales, infraestructurales y/o económicos (Santana, 1998). Se justifica por tanto su valoración y puesta en uso como instrumento de desarrollo económico y cultural comunitario.

Un elemento a estudiar con la mayor seriedad en la creación de lazos afectivos entre la comunidad y su patrimonio es el impulso de un turismo cultural y educativo, apoyado también en el potencial artesanal que posee el sector y en las bondades ofrecidas por el medio ambiente natural dominado por el pie de montaña y el majestuoso río San Diego. Esta actividad debe orientarse por los entes competentes hacia un turismo observador y no depredador, que asegure la preservación de la naturaleza y de los bienes culturales, a la vez del desarrollo sostenible y sustentable de la comunidad a través de la generación de empleos y la mejora en la calidad de vida colectiva que desde diferentes enfoques devendría (Páez, Op. Cit.). En palabras de Páez, “una correcta aplicación de la actividad turística que desarrolle y fomente el oficio artesanal, y el empleo de políticas de defensa del patrimonio arqueológico, permitirá el éxito de la conservación y protección del entorno natural, así como el fortalecimiento de las expresiones culturales de nuestra comunidad” (Ibíd.).

Ahora bien, la puesta en valor para el turismo cultural y educativo de los bienes patrimoniales aquí tratados está signada en la necesaria reordenación espacial, garantizando la preservación, el desarrollo de procesos de enseñanza-aprendizaje y el goce y disfrute a través del libre acceso, mesurado y consciente. Es por ello que podría pensarse en la posibilidad de remoción de las rocas que, por las circunstancias tratadas en párrafos precedentes, han quedado en espacios públicos o privados que privan su perpetuidad y activación para el desarrollo local, trasladándolas hacia un espacio comunitario acondicionado especialmente para su conservación y puesta en uso, con criterios de sostenibilidad y sustentabilidad. Esto es perfectamente viable si se logra el concurso de expertos en la materia, debidamente autorizados por los entes competentes, que diseñen, ejecuten y supervisen en conjunto con la comunidad organizada– lo delicado y frágil de la operación, desde la forma de sustracción y traslado hasta el acondicionamiento del espacio de exposición final. Lo anterior remite a la creación en la comunidad de un Museo Parque Arqueológico, institución cultural con la estructura e infraestructura necesaria para acometer con éxito los fines de preservar, valorar, exponer, entre otros, los objetos bajo su custodia.

Vale decir que lo ideal y recomendable en el caso de las manifestaciones de Arte Rupestre es que éstas reposen en su sitio de origen, pues el contexto en que fueron realizadas conforma un todo indivisible con el objeto en sí, arrojando pistas sobre su uso, significancia, cronología, autores, entre otros datos importantes para su estudio. Sin embargo, en este caso la propuesta de remoción se justifica en cuanto que el avance de la frontera urbana “profanò” el sitio arqueològico, dejando relegados los objetos y condenados a su paulatina desaparición, a la vez de imposibilitarse o hacerse difícil la concreción efectiva de proyectos de desarrollo en torno a ellos. Otro elemento a mencionar es la posibilidad de que algunas rocas ya se encuentren rodadas de su posición original, como se deja entrever en las estaciones de la Piedra de la Greca y la Piedra Las Caritas. En todo caso, la remoción de las rocas seleccionadas debe hacerse previo registro sistemático realizado por especialistas, colectando todos los datos posibles, dando fe especialmente de su primaria localización.

Un punto a tratar de importancia capital en este tema es el espacio de reubicación final para los petroglifos de Lambedero, teniendo éste necesariamente que estar localizado sin ninguna clase de negociación-en la misma comunidad. En Venezuela se cuentan algunos casos de remoción, por razones de conservación u otras, en que los petroglifos son trasladados lejos de su lugar de origen, perdiendo los lugareños su herencia cultural y los ingentes beneficios que su puesta en valor les pueden proporcionar. Tal es el caso de algunos petroglifos de Guri, del estado Bolívar, sustraídos por la construcción de la famosa represa y trasladados a la Galería de Arte Nacional en Caracas, o el de los petroglifos de Las Astas, en el estado Cojedes, un conjunto de 32 rocas separadas de su contexto y reubicadas separadamente en diferentes sitios (Weber, 1996).

Afortunadamente la comunidad cuenta con un espacio público idóneo para utilizarse en estos fines, conocido con el nombre de Parquecito El Mastranto, ubicado al pie de un estribo montañoso contentivo de una pequeña pero significativa reserva arbórea. Esta área, a la espera de activación para el bien colectivo, podría convertirse en el espacio para la puesta en funcionamiento de la institución museística, alojando finalmente a los petroglifos propensos a deterioro y destrucción; ente que estaría llamado a convertirse en eje dinamizador de los procesos de desarrollo local a través de la conservación, valoración y puesta en uso del patrimonio arqueológico de la zona y demás potenciales naturales y culturales de la comunidad. Esta entidad cultural, regentada por avecindados debidamente capacitados para cumplir los roles inherentes a los fines de su creación, cumpliría el papel de conservación, estudio, exposición y valorización de los objetos bajo su custodia, añadiendo el de transmisión, comunicación y reelaboración -en conjunción con los usuarios- del conocimiento que se desprende de ellos (Seglie, 2004 [2003]). Su mayor correspondencia estaría relacionada con el mundo de la escuela y sus estudiantes, convirtiéndose en referencia significativa para el proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia e identidad cultural de la nación. De igual manera, la apertura de este espacio redundaría en beneficios sociales al permitir la formación de fenómenos económicos sostenibles y sustentables en el tiempo, lográndose mayores resultados que otras iniciativas transitorias diseñadas para enfrentar esta situación.

De acuerdo al análisis de los datos obtenidos en la ejecución del trabajo de campo, el nuevo reordenamiento urbanístico de la comunidad consentiría la permanencia en sus sitios de origen -con la debida valorización y custodia de los habitantes- de las rocas rupestres de las estaciones El Corozo, El Altar de la Virgen y la Piedra del Juego, teniendo forzosamente que removerse las demás hacia el espacio museístico propuesto, desapareciendo las estaciones Piedra Las Caritas, Piedra de La Greca, Piedra de la Espiral, Piedra del Camino, Piedra de la Rana y Piedra de los Hombres. De esta manera se tendría un circuito integrado por tres estaciones originarias y una nueva estación integrada por siete rocas depuestas de sus oriundos lugares, acogidas por el nuevo espacio museístico. Con esta nueva disposición de los bienes se consentiría el desarrollo mesurado y consciente del turismo cultural, creándose el conjunto de elementos o servicios necesarios y el espacio estructural que sirva de sede al personal humano capacitado encargado de llevar la planificación y ejecución de acciones dirigidas a tal fin.

La nueva dinámica social y cultural sustentada en el nuevo ordenamiento jurídico emanado de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual propugna y defiende la participación, el protagonismo, los derechos culturales y la legitimidad política, obliga al diseño de políticas culturales basadas en el diálogo entre las comunidades y los entes del Estado. Es por ello que las fuerzas vivas de la comunidad de La Cumaca, de la mano con los entes gubernamentales con competencia en la materia -a los cuales se dirigen explícitamente estas reflexiones- están llamados en conjunto a sacar de la ignominia el patrimonio cultural de esta localidad; a ellos el exhorto. Queda pues, el presente cuerpo de ideas a la disposición para su discusión, debate, enriquecimiento, desglose, aprobación o desaprobación.

Hasta aquí llega el rol que como activador cultural se desempeña con la presente iniciativa, quedando latente a la espera de respuestas que se desprendan de las bases populares organizadas y la activación del aparato estatal venezolano, en pro de colocar en su justa dimensión el potencial cultural de la comunidad de La Cumaca y con ello los valores identitarios de la Nación.

 

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Páez, Leonardo. Petroglifos de La Cumaca. Apuntes para la preservación y puesta en uso y valor del patrimonio rupestre de la cuenca del Lago de Valencia.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/cumaca.html

2012

 


BIBLIOGRAFÍA

Arguello, P. (2006). Restauración y educación en el arte rupestre. Notas sobre un caso Colombiano (Parque arqueológico de Facatativá). Consultado en junio de 2009 en: http://www.rupestreweb.info/facaresta.html

León, O.; Delgado de S.; Falcón, N.; Delgado, R. (1999) Los petroglifos y cosmogonía prehispánica en la cuenca del lago de Valencia (Venezuela). Revista FACES, año 8, nº 18. Octubre 1999-mayo 2000. Págs. 37 al 50. Valencia, estado Carabobo.

Martínez, D. (2008). Vallas informativas y arte rupestre. ¿Visibilización de lo público o exposición de lo frágil? Consultado en junio de 2009 en: http://www. rupestreweb.info/vallas.html

Páez, L. (2008). La creación artesanal y la difusión del patrimonio: experiencias de un artesano investigador. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/artesanal.html

Santana, A. (1998). Patrimonio cultural y turismo: reflexiones y dudas de un anfitrión. Consultado en mayo de 2003 en: http://www.culturacanaria.com/turismo/ pagina1.html

Seglie, D. (2004). Arte rupestre y escuela: la conservación preventiva. Consultado en diciembre de 2008 en: http://www.rupestreweb.info/escuela.html

Weber, A. (1996). Los petroglifos de Cojedes. Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela.


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