Chosecane: sitio rupestre en el complejo
arqueológico de Tanka Tanka, Provincia de Chucuito, Puno
RESUMEN
El
complejo arqueológico de Tanka Tanka en la provincia de Chucuito es ampliamente
conocido por contener el asentamiento fortificado (pukara) más imponente al sur
del Lago Titicaca. En el vecino sector Chosecane, existe un importante sitio
rupestre con varios paneles de pinturas y petroglifos que no son mencionados en
los trabajos de los arqueólogos que estudiaron la pukara de Tanka Tanka. Para
llenar este vacío, el autor presenta una descripción detallada de las
manifestaciones rupestres del sitio, que se caracteriza por la presencia de
diferentes tradiciones rupestres que datan desde el Arcaico (escenas de caza de
camélidos y cérvidos) hasta la época colonial (petroglifos de cruces y
camélidos domesticados).
ABSTRACT
The archaeological complex of Tanka Tanka in the
Chucuito province is widely known for containing the most imposing fortified
settlement (pukara) South of Lake
Titicaca. In its vicinity, in the Chosecane sector, there is a large cliff with
several panels of rock paintings and petroglyphs which are not mentioned in the
research reports of the archaeologists who studied the Tanka Tanka pukara. To
fill this void, the author presents a detailed description of the rock art
manifestations of the site which is characterized by the presence of different
rock art traditions dating from the Archaic (hunting scenes with camelids and
cervids) up to the colonial era (petroglyphs of crosses and domesticated camelids).
INTRODUCCIÓN
Chosecane,
un yacimiento rupestre prácticamente desconocido, está ubicado cerca del
complejo arqueológico de Tanka Tanka y a corta distancia de Ichucollo, sitio de
petroglifos estudiados por Hyslop (1976, 1977). No obstante la proximidad al
asentamiento fortificado de Tanka Tanka, las pinturas rupestres y grabados de
Chosecane no son mencionados en los estudios arqueológicos realizados en la
zona.
La importancia
del sitio rupestre de Chosecane radica en su variedad iconográfica y en su gran
amplitud temporal, pues contiene expresiones rupestres desde el precerámico
hasta la época colonial. Algunos de los paneles son probablemente contemporáneos
con los períodos de construcción y ocupación de la pukara de Tanka Tanka,
fechados como del Período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío (Hyslop 1977b).
El
análisis iconográfico y estilístico permitió establecer una secuencia
cronológica tentativa de las pinturas y petroglifos de este sitio, lo que permite
ampliar la base de datos sobre el arte rupestre circumtiticaca.
Como en trabajos anteriores, se
hizo amplio uso del programa ImageJ para el tratamiento y la mejora digital de imágenes, con lo que se
pudieron identificar superposiciones y figuras desvaídas no visibles a simple
vista.
UBICACIÓN Y ASPECTOS GEOGRÁFICOS
El sitio
Chosecane, visitado por el autor en cuatro ocasiones entre mayo de 2001 y abril
de 2011, está ubicado en la provincia de Chucuito, distrito de Zepita, parcialidad
Tanka Tanka, a 3855 msnm, al pie del cerro Chusecani (hoja de Pizacoma de la
Carta Nacional 1:100,000, a la altura del kilómetro 371 de la carretera Ilo-Desaguadero,
a 15 km al sur-oeste de la ciudad de Zepita y a 29 km de Desaguadero (fig. 1 y 2). El sitio rupestre también
forma parte de la Zona Reservada “Aymara-Lupaca”, creada mediante Decreto
Supremo N° 002-96-AG del 1 de marzo de 1996, y que tiene como fin conservar los
recursos naturales y culturales alto-andinos, entre ellos el complejo
arqueológico Lupaca de Tanka Tanka, conformado por torres funerarias y
fortificaciones.
La zona
pertenece al piso altitudinal de la puna, caracterizada por sus grandes
oscilaciones de temperatura entre el día y la noche y precipitaciones
concentradas en los meses de octubre a marzo. Está poblada por agricultores
aymara-hablantes que viven dispersos y se dedican a la crianza de animales
(vacunos, camélidos y ovejas) y a la agricultura (papa, quinua).
Delante del farallón pasa el río Callacame, tributario del río
Desaguadero que drena el Lago Titicaca (fig. 3). En los años sesenta existían en la planicie
encima del farallón numerosas lagunas, que en su mayoría se han secado o son
estacionarias.
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Fig. 1:
Cuenca sur del lago Titicaca con indicación del sitio Chosecane.
La
línea amarilla indica el límite entre Perú y Bolivia
(Imagen
satelital Google Earth) |
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Fig. 2:
Ubicación del sitio Chosecane y del complejo arqueológico de
Tanka
Tanka. Elaborado en base a imagen satelital Google Earth. |
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Fig. 3:
Paisaje de puna con el río Callacame que pasa delante
del farallón con las pinturas |
CONTEXTO ARQUEOLÓGICO
Al estar ubicado en el lado derecho de la carretera afirmada a
Chosecane, que pasa por el lado sur de la pukara, es posible que el farallón
con las pinturas no haya sido incluido en el perímetro del complejo
arqueológico de Tanka Tanka, declarado Patrimonio Cultural de la Nación
mediante Resolución Directoral Nacional Nº 633 del 17 de julio de 2001 (El
Peruano 2001; Sosa 1994).
La primera descripción de Tanka Tanka la debemos a Vásquez et al. (1935).
Cuatro décadas más tarde, en los años setenta, el complejo fue estudiado por el
fallecido arqueólogo estadounidense John Hyslop, quien comparó sus hallazgos
con la información etnohistórica sobre los Lupaca y constató que Tanka Tanka ‒al igual que otras fortalezas como Anquicollo,
Siriya, Nuñamarca y Cutimbo‒ corresponde al tipo de asentamientos Lupaqa
del período post-Tiwanaku/pre-inca Altiplano (1100-1450 d.C.), localizados
todos entre unos 10 a 20 kms. de las orillas del lago Titicaca. Hyslop
argumenta que estas pukaras fueron establecidas en una época de intensificación de
la economía pastoril, alrededor
de 4,100 mts. de altitud, es decir,
en niveles altitudinales óptimos para
la crianza de camélidos. Los asentamientos fueron emplazados en cerros
prominentes, que ofrecían condiciones adecuadas para la defensa (Hyslop 1977).
Para enterrar a sus muertos, los pobladores
de Tanka Tanka usaron dos tipos de estructuras: 1) chullpas de diferentes
formas y 2) cistas. Las chullpas o torres funerarias, adscritas a la
élite Lupaqa y al período incaico, son de forma cuadrangular (fig. 4) o cónica
(Hyslop 1977c). La pukara cuenta con cinco murallas principales y tres
secundarias, hechas de mampostería lítica con piedras en estado natural o canteadas
(fig. 5). En el complejo quedan vestigios de andenerías, sistemas hidráulicos y callejones.
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Fig. 4:
Chullpa cuadrangular con collarín, ubicada en la falda sur de la pukara |
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Fig. 5:
Murallas defensivas de la pukara Tanka Tanka |
ANTECEDENTES DE ESTUDIO
El nombre del sitio Chosecane aparece por primera vez en un registro de
manifestaciones rupestres del sur
peruano publicado por Linares Málaga (1985:37), quien lo clasificó como
sitio de pinturas rupestres, sin proporcionar otros datos.
Obtuve información del sitio y algunas imágenes de las pinturas del ingeniero
Alejandrino Loazya del Cusco en el año 2000; realicé la primera visita al lugar
en mayo de 2001, en compañía del arqueólogo cusqueño Julinho Zapata. Gracias a ello
se pudo incluir el sitio en el inventario nacional de arte rupestre, con datos
preliminares sobre el tipo de emplazamiento, motivos y estado de conservación,
acompañando la información con algunos materiales gráficos (Hostnig
2003:303,329). Realicé otras visitas al sitio en 2003, julio 2005, enero 2007 y
abril 2011 con lo que se logró complementar la documentación fotográfica de los
paneles.
Descripción del sitio
El sitio es
parte de un farallón de roca volcánica (tobas e ignimbritas riolíticas de la
Formación Sencca, del Plioceno Inferior), con una altura máxima de 8 m en la
parte central y de aproximadamente 850 m de longitud, en dirección
noroeste-sureste, sobre la margen izquierda del río Callacame (fig. 6). Las paredes rocosas utilizadas como
soporte de las pinturas muestran una pátina rojiza y numerosas fisuras,
hendiduras y oquedades. Parte de las paredes está cubierta por litolíquenes de color
grisáceo. En varios lugares la costra superficial se desprendió con anterioridad a la producción de las pinturas y,
en otros, el desprendimiento parece reciente y, probablemente como resultado de
vandalismo.
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Fig. 6: Farallón de Chosecane
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Se han
registrado cuatro sectores (A-D) con un total de seis paneles rupestres (fig. 7).
Cada motivo identificado fue codificado con una combinación de cuatro dígitos,
siendo el primero la letra referida al sector (A-D), seguido por el número del
panel (caso del sector A, por contener tres paneles) o del número de la sección
con respecto al sector B, donde se encuentra un solo panel dividido en
secciones. El cuarto dígito corresponde al motivo en sí. En cuanto al panel del
sector B (fig.14), debido al gran número de motivos, luego de la letra “z” comienza
una nueva numeración con letras duplicadas (“aa”, “bb”).
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Fig. 7: Distribución de los cuatro sectores con
pinturas rupestres y petroglifos en el farallón de Chosecane.
Elaborado en base a imagen satelital Google Earth.
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SECTOR A
A una distancia de 460 m del extremo sureste del
afloramiento se ubica el primer sector que consta de tres paneles: el primero
con pinturas, el segundo con grabados rupestres (en una depresión triangular
formando un pequeño abrigo) y el tercero, a la izquierda del abrigo, con pinturas.
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Fig. 8: Sector A con los tres paneles de manifestaciones rupestres. |
Panel 1
Comienza a
una altura de 2.5 m y cubre un área de 0.5 m² (fig. 9). Se han conservado ocho
motivos, siete figurativos y uno abstracto (fig. 10). Existen otros dos no
identificables (AP1g-h), uno posiblemente representando un camélido y el otro eventualmente
una figura antropomorfa. Los motivos figurativos se componen de cuatro figuras
zoomorfas (camélidos) y tres antropomorfas, ubicadas a ambos lados de una resquebrajadura
de la roca.
En la
parte superior izquierda del panel, inmediatamente encima de la hendidura, se desplaza
un camélido (A1a) hacia la izquierda, seguida por su cría (A1b), de la que sólo
se conservó la cabeza, la cola y parte de las extremidades. Fue pintada encima
de una figura humana con los brazos extendidos (A1c), de trazos toscos y de un
color rojo desvaído apenas visible. A pocos centímetros hacia la derecha hay una figura humana más
elaborada (A1d), del mismo color rojo violáceo que los camélidos. Le siguen
hacia abajo, siempre en el borde de la resquebrajadura, dos camélidos (AP1e, P1f),
el uno dirigido hacia la izquierda y el otro, más grande y de cuerpo largo,
orientado hacia la derecha.
Unos
centímetros más debajo del camélido silvestre y su cría se puede observar una
composición abstracta de forma cuadrada (AP1i), superpuesta a su vez sobre una
figura antropomorfa grande (AP1j) de color rojo desvaído y sólo visible
mediante el tratamiento digital de las fotografías.
Todas las
figuras menos los dos antropomorfos subyacentes que fueron pintados en una
tonalidad más clara del rojo o cuyo color original se empalideció son de color rojo
violáceo y hechas, además, en el mismo estilo naturalista. La composición abstracta
(categoría iconográfica conocida en la región de Puno como “manta”) está conformada
por un marco cuadrangular y un diseño laberíntico en el interior, compuesto por
líneas curvas y círculos.
Los tres camélidos
adultos están representados de perfil, con cuatro extremidades y pezuñas
hendidas, cola curvada hacia abajo, cabeza con dos orejas, el cuello grueso y cuerpo
relativamente delgado. En uno de los camélidos (AP1e) la pintura parece haberse
escurrido durante el pintado, pues tiene una mancha que se prolonga desde el
pecho hacia adelante, impidiendo distinguir las patas delanteras.
La figura
antropomorfa del lado superior derecho del panel merece ser descrita con mayor
detalle: representa a un individuo en posición frontal, de cuerpo relativamente
ancho, la cabeza como simple prolongación del cuello, adornada con un tocado de
pluma, el brazo derecho levantado y el izquierdo doblado hacia abajo, las
piernas abiertas, con los pies orientados hacia afuera. La mano termina en
dedos desproporcionalmente largos. Es posible que sea la representación de un
objeto estrellado, similar al que soportan algunas figuras humanas (cazadores) en
las pinturas rupestres de Sumbay y en Carabaya y cuya función no está clara. El
pintor dotó la mano derecha con tres dedos y quizás los tres trazos que se
desprenden de la mano izquierda son también tres dedos descomunalmente largos. El
individuo parece estar asociado a los camélidos en los lados izquierdo y
derecho del panel, pero faltan elementos como para poder determinar su función
en la composición pictórica.
La figura
antropomorfa (AP1i) que subyace a la composición abstracta, mide 37 cm de alto,
el triple de la figura AP1d. Tiene ambos brazos flexionados y los antebrazos
doblados hacia arriba. No se pueden apreciar las manos del individuo, debido a
la exfoliación de la roca en estas áreas. Es posible que hayan sostenido
objetos en las manos. La cabeza está provista de orejas y posibles ojos.
Las
pinturas parecen haber sido producidas tiempo después de la rajadura de la
roca. Un intento reciente de desprender una lámina de la pared rocosa (quizás
usando una clase de cincel) afectó las figuras en el extremo izquierdo
superior. La mayoría de las figuras zoomorfas y antropomorfas sufrieron además
daños por el rayado de los cuerpos con una piedra u otro instrumento.
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Fig. 9: Pinturas rupestres del panel 1 (Foto de detalle lado derecho arriba;
abajo: tratado mediante el canal “lds” del programa ImageJ)
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Fig. 10: Panel 1 con la distribución de los motivos
(foto base tratada mediante ImageJ-D’Stretch, canal “lds”)
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Paneles 2 y 3
A pocos
metros del panel 1 hay una oquedad triangular con 2.3 m de base, 2.6 m de
altura y 2 m de profundidad máxima. El piso de este pequeño abrigo rocoso se
encuentra a un metro por encima del suelo. En la pared del fondo, varias cruces
cristianas muy simples y una línea ondulada horizontal en el centro fueron
grabadas mediante la técnica del raspado poco profundo (fig. 11).
En el lado
izquierdo del abrigo se encuentran restos muy desvaídos de pinturas rupestres
de color rojo (panel 3). Representan una greca vertical con superposición de un
camélido geometrizado en el extremo inferior y otro motivo posiblemente
zoomorfo en el centro. Cerca del extremo superior podemos distinguir, hacia la
derecha, otro motivo abstracto en forma de un trazo recto cuyos extremos
terminan en ganchos opuestos. Los restos de pintura roja debajo de este motivo
podrían haber conformado una figura antropomorfa.
Más hacia
el borde de la cavidad triangular hay manchas de color rojo y vestigios de lo
que parece ser una hilera de camélidos silvestres que se desplazan ascendiendo en
diagonal.
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Fig. 11: Abrigo rocoso con grabados coloniales en la
pared de fondo y
pinturas precolombinas cerca de la entrada (Sector
A, paneles 2 y 3)
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SECTOR B
Se
encuentra a unos 140 m al oeste del sector A (fig. 12). Es la sección más importante por el tamaño del
panel y la existencia de una gran cantidad de motivos figurativos y geométricos
de diferentes tradiciones rupestres. El área pintada mide 2.8 m de largo y alto.
En el lado derecho del panel, las pinturas comienzan a ras del suelo.
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Fig. 12: Ubicación del panel del sector B
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Para fines
analíticos se dividió el panel en tres secciones (S1-S3) (figs. 13a y 13b).
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Fig. 13a: Vista panorámica del sector B
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Fig. 13b: Foto anterior tratada con D’Stretch, canal “lds”.
Panel subdividido en tres secciones para facilitar el
análisis iconográfico.
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Sección 1: Consiste principalmente de motivos
figurativos y una composición abstracta (fig. 14). En la
parte céntrica de la pared, ennegrecida por la meteorización del soporte rocoso,
se encuentran las pinturas más antiguas, que representan una escena de caza de camélidos silvestres integrada
por tres cazadores, 12 camélidos -probablemente vicuñas por lo esbelto de sus
cuerpos (figs. 15 y 16)- y 3 cuadrúpedos, que bien pueden ser camélidos o
cérvidos (BS1l-n). Los cazadores (figs. 17, 18, 25) están premunidos de palos o
dardos y persiguen a la tropilla de camélidos que corren hacia la izquierda.
Los
camélidos fueron pintados en un estilo semi-naturalista, con dos orejas y cuatro
patas terminadas en pezuñas hendidas. Uno de los camélidos
en fuga tiene un dardo clavado en el lomo (fig. 19). Dos cazadores están
representados cabizbajos, como cayendo, lo que, al parecer, sería la forma
primitiva de representar figuras humanas en el segundo plano de la escena. Uno
de los cazadores (BS1p) lleva un
tocado de pluma en la cabeza. El color rojo-violáceo de las figuras está muy
desvaído, por lo que sólo mediante la manipulación digital se logró identificar
el conjunto de las figuras que componen la escena.
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Fig.14: Dibujo aproximado de la sección l del panel
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Figs. 15a y b: Detalle de la escena de caza en la
parte céntrica de la sección 1
(foto original y tratada con programa D’Stretch, canal “cgrb”)
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Fig. 16: Detalle de la sección 1. Escenificación de la caza de
camélidos.
A la derecha una composición abstracta con una figura antropo-zoomorfa
parada sobre ella. |
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Fig. 17: Detalle de cazador cabizbajo y
cuadrúpedo
indeterminado arriba.
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Fig. 18: Cazador armado con mazo
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Fig. 19a: Detalle del camélido silvestre
con
dardo en el lomo
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Fig. 19b: Foto mejorada con programa
D’Stretch, canal
de color “crgb” |
Encima de la
escena de caza, en la parte alta de esta sección, se ve una figura humana grande, de estilo lineal, pintado en rojo claro (figs. 20
y 22). Está representado en posición frontal, con los brazos extendidos, uno flexionado
hacia arriba y el otro hacia abajo. Los pies están volteados hacia afuera. Por su tamaño, forma y color pertenece a una época muy posterior a la
producción de la escena de caza. Hacia la derecha, y algo más arriba de esta
figura, se pudo identificar una figura humana pequeña de color rojo violáceo,
armada con un garrote, y otras dos figuras al parecer también antropomorfas (fig.
21). Su estilo es similar al de los individuos que participan en la faena de
caza.
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Figs.
20a y b: Extremo superior de la sección 1
(foto original y tratada con programa D’Stretch,
canal “lds”)
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Figs.
21a y b: Detalle de los motivos en el extremo superior
(foto original y tratada con programa D’Stretch,
canal ”lds”) |
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Fig. 22: Figura humana lineal de grandes dimensiones
en la parte superior de la sección 1
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Debajo de la escena de caza, hacia la
derecha, en épocas
precolombinas más tardías, fue agregada una composición abstracta en forma de
rectángulo vertical delineado, con diseño interior en forma de 20 pequeños
cuadrados con punto central dispuestos en cuatro hileras verticales y cinco
hileras horizontales paralelas. Directamente encima de este motivo aparece una
figura con rasgos zoo-antropomorfos con el cuerpo inclinado, está parada sobre la pierna derecha y la
izquierda levantada, como si estuviera bailando. Entre las piernas aparece su
pene, un taparrabo o una cola corta. La cabeza, volteada hacia la derecha,
tiene una forma extraña, pudiendo tratarse de una cabeza de animal o de un ser
humano con una máscara zoomorfa. El cuerpo es muy largo y grueso en proporción
con las piernas y brazos; la falta de articulaciones y la rigidez de las
extremidades recuerdan más a un animal que a un ser humano (fig. 23). Por ser del mismo color que la composición
abstracta y unida a la línea superior a ella por una de las piernas, se supone
que ambos motivos son contemporáneos. Ambos motivos se encuentran deteriorados
por la exfoliación de la roca.
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Figs. 23a-c: Composición abstracta en el lado
inferior derecho de la sección
(foto original, tratada con programa D’Stretch,
canal de color “lds”, y dibujo)
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La sección 1 termina en el lado derecho de un pliegue de la roca. En el
espacio entre la curvatura de la roca y el límite entre las secciones 1 y 2 se
pueden observar dos grupos de pinturas. Uno se encuentra a la altura de la
escena de caza antes descrita y está compuesto por dos camélidos en fuga
(BS1i-j) que probablemente forman parte de la hilera ascendente de camélidos
(BS1d-h). La parte delantera del primer camélido (BS1i) está parcialmente
destruida por la exfoliación de la roca en este lugar. Detrás del segundo
camélido fueron pintados posteriormente dos trazos verticales de color rojo más
claro (fig. 24).
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Fig. 24a: Escena de
camélidos en fuga.
Foto tratada mediante D’Stretch-ImageJ,
canal de color “lds”
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Fig. 24b: Dibujo de la foto anterior
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A la
derecha, y a la altura de la composición abstracta, donde la roca está cubierta
con una pátina negra, hay otro grupo, está conformado por una pequeña escena de
caza en la que intervienen dos cazadores y dos camélidos silvestres (fig. 25).
Los dos camélidos (BS1bb y BS1cc, fig. 25) son acechados por un individuo en la
parte superior (BS1aa) y otro en la parte inferior (BS1dd). El de arriba sostiene
un palo en una mano y en la otra lo que podría ser un propulsor. El primer
camélido tiene cuerpo ancho, cuello y patas largas terminadas en dedos hendidos.
La posición de las extremidades -las delanteras estiradas hacia adelante y las
traseras hacia atrás- representa un recurso pictórico que fue usado por los
artistas para representar animales en carrera. El segundo camélido podría ser
un animal juvenil o cría del primero. Los cazadores son considerablemente más
pequeños que los camélidos.
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Fig. 25a: Cazadores acechando a dos camélidos.
Foto tratada
con programa D’Stretch-ImageJ,
canal “crgb”. |
Fig. 25b: Dibujo de la foto anterior
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En la
parte baja de la sección 1 se observan restos de una mancha roja grande, posiblemente
uno o varios motivos hoy irreconocibles.
Sección
2: En esta franja de la roca, delimitada por dos fisuras casi perpendiculares,
observamos una concentración de composiciones abstractas. En el lado superior,
que tiene un ancho de 40 cm, se aprecia una composición abstracta rectangular
vertical delineada con una gran variedad de diseños geométricos en su interior.
La esquina derecha inferior está dañada por el raspado de la roca encima de una
depresión circular de unos 4 cm de profundidad.
Inmediatamente
debajo del motivo abstracto vemos tres camélidos silvestres en fuga, corriendo
hacia la izquierda. Tienen el cuello y las extremidades largas, estiradas, sin
articulaciones. Como los demás camélidos del panel tienen dos orejas y la cola
arqueada. En el último camélido llama la atención el trazo curvo que sale de
entre las piernas traseras y llega hasta el piso imaginario. No sabemos a
ciencia cierta lo que el pintor quiso representar con este trazo. A corta
distancia debajo de la fila de camélidos hay una concavidad (no representada en
el dibujo).
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Fig. 26: Dibujo aproximado de la sección 2 del panel
en el sector B |
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Fig. 27a: Composición geométrica arriba (BS2a)
e hilera
de camélidos en fuga abajo (BS2b-d).
Foto tratada con el software D’Stretch,
canal de color “lds” |
Fig. 27b: Dibujo de la foto anterior
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20 cm más
abajo encontramos una segunda composición abstracta (fig. 28, BS2e) similar a
la de la sección 1. Forma un rectángulo vertical delineado y el diseño del
interior consiste en cinco hileras de pequeños cuadrados con punto central.
También hay hileras de puntos entre el borde izquierdo y la primera hilera de
cuadraditos así como entre la primera y segunda hilera.
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Figs. 28a-c: Composición abstracta (BS2e)
(foto
original, tratada con el programa
D’Stretch, canal “lds” y dibujo) |
La tercera composición abstracta está ubicada en la
parte inferior de la sección 2, a la altura de la escena de caza de la sección
1. Tiene forma casi cuadrada y al interior se encuentran 3 hileras verticales de
cuadraditos simples (fig. 29, BS2f). Entre las primeras dos hileras y la última
fueron pintados cinco líneas zigzagueantes paralelas En el lado inferior derecho
del motivo existe una concavidad de unos 5 cm de profundidad y 8 cm de diámetro,
similar a las dos descritas arriba, hasta cuyo interior se extiende la cola del
felino. Según el geólogo Raúl Carreño son huecos naturales que se llaman alveolos y que son comunes en
este tipo de roca; en otras rocas volcánicas estos alveolos contienen los
nódulos de ágata, ónix y similares.
El felino (BS2g), probablemente un puma, con
el cuerpo hacia abajo, parece acechar un pequeño cérvido en la parte inferior derecha
representado en posición de carrera (BS2h). Por el color violáceo del cérvido
en contraste con el rojo más claro del felino es de suponer, sin embargo, que
las dos figuras no sean contemporáneas. La figura del puma refleja el convencionalismo
en la representación de este depredador en el arte rupestre arcaico del sur del
Perú: cola larga, zarpas pronunciadas, cuerpo ancho, cuello corto, cabeza
redondeada con una sola oreja.
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Fig. 29a: Dibujo de la composición abstracta
(BS2f) y
del felino (BS2g-h).
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Fig. 29b: Foto tratada mediante
D’Stretch, canal “lds”.
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Fig. 29c: Dibujo de la figura 29
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Sección 3: ubicada en el lado derecho del panel;
iconográficamente es la más compleja, pues contiene la mayor cantidad y
variedad de motivos. Por las superposiciones y diferencias de estilo de las
representaciones se infiere que datan de diferentes épocas precolombinas,
comenzando con la época de cazadores-recolectores. En las pinturas tempranas
dominan las escenas de caza y, en las posteriores, las composiciones abstractas.
Se identificaron también figuras
antropomorfas grandes pintadas encima de las partes exfoliadas en la parte inferior
derecha. Gran parte estas figuras son apenas visibles y sólo aplicando el programa
D’Stretch a las fotos tomadas en diferentes años se logró reconstruir parte del
panel en esta zona.
Los
motivos de la sección 3 que más resaltan por su tamaño y forma son las
composiciones abstractas o geométricas. Los siete motivos abstractos compuestos
identificados se concentran en la parte superior y céntrica de la sección 3, pero
existen también vestigios de al menos otras dos de forma rectangular en la
parte inferior izquierda. El motivo ornamental más alto (BS3a) está conformado por una hilera de cuatro rombos concéntricos unidos
por los ápices, con proyecciones laterales y cuyos extremos distales culminan en volutas.
Hacia la
izquierda y abajo, existe un motivo que domina el panel en su conjunto y que destaca
tanto por su tamaño como por su buen grado de conservación. Este motivo consiste
en una línea vertical cruzada por dos barras horizontales más cortas. Los
extremos de los trazos rectos terminan
en pequeños círculos, con excepción del trazo vertical, cuya parte inferior
remata en un gancho volteado hacia la izquierda. De la unión entre uno de los
trazos horizontales y el trazo vertical se proyecta una línea recta y oblicua hacia
abajo, donde termina en una espiral. Este motivo está superpuesto a una
composición abstracta cuadrada apenas distinguible, elaborada con líneas
paralelas.
A la
izquierda del motivo dominante están dispuestas cinco composiciones abstractas
de diferentes formas y diseños. La primera está formada por tres rombos
concéntricos (BS3d). Más abajo tenemos un motivo de forma rectangular con un
diseño interior interesante que consiste en una combinación de elementos
geométricos variados dispuestos en serie (meandros) e independientes (peineformes,
ganchos, triángulos, etc., BS3a o fig. 40). Hacia la derecha existen dos
motivos yuxtapuestos de forma alargada y con simetría axial (BS3d y BS3e). El de
arriba, similar al BS3i, está
compuesto por tres elementos romboidales alineados. Le sigue hacia abajo un
motivo abstracto que combina elementos rectangulares seriados que encierran
cruces con otros romboidales. Estos últimos parecen adquirir formas biomorfas gracias
a unas proyecciones lineales laterales que parecen terminar en manos o pies. En
la parte inferior se agregó una línea curva cerrada.
Hacia la
izquierda de esta sección podemos observar una hilera ascendente de huellas de
un ave (suri?) y, siguiendo en la misma dirección, un camélido esquematizado
grande (probablemente una llama) de color rojo claro, orientado hacia la
izquierda, representado estáticamente, con solo dos extremidades y dos orejas. Debajo
del animal vemos una hilera vertical de tres pequeños cuadrados delineados, de
una tonalidad violácea idéntica a las pinturas más antiguas del panel.
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Fig. 30a: Fotocomposición de
la sección 3.
Foto tratada con
programa D’Stretch-ImageJ,
canal “lds”
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Fig.30b: Dibujo aproximado de
los
motivos de la sección 3
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Fig. 31a-35a: Secuencia de
fotos de la sección 3
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Fig. 31b-35b: Fotos anteriores
tratadas con
D’Stretch,
canal “lds”.
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Figs. 38a-b: Dos motivos abstractos yuxtapuestos (BS3d y BS3e)
(foto original
y tratada mediante D’Stretch, canal “lds”)
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Figs. 39a-c: Motivo meándrico (foto original,
tratada con D’Stretch, canal “lds”, y dibujo)
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Figs. 40a-c: Composición abstracta con diferentes
elementos geométricos en el interior (BS3j)
(foto original, foto tratada con D’Stretch,
canal “lds”, y dibujo |
Debajo de
la gran espiral que remata el motivo abstracto BS3h, termina una hilera
ascendente de cazadores armados de garrotes, asociados a camélidos de tamaño proporcionalmente pequeño. A
diferencia de los cazadores de la sección 1, éstos llevan un garrote en cada
mano. La cabeza del primer cazador ‒yuxtapuesto a la espiral del motivo abstracto‒
parece estar adornada con un tocado ancho. Restos de figuras antropomorfas y de
camélidos al lado de un área exfoliada permiten suponer que originalmente allí existían
más motivos que completaban la escena de caza.
A la izquierda de la escena anterior existe
un área de la pared con patina muy clara, casi blanquecina (que hacia abajo se
vuelve gris oscuro, similar a un área de la sección 1), que contrasta con el
color rojo oscuro de la pátina de los lados derecho e izquierdo del panel. En
esta zona fueron pintadas al menos tres figuras antropomorfas grandes, hoy
desvaídas, de color rojo. Superpuesto o yuxtapuesto a uno de ellos hay dos camélidos pequeños en subida.
Debajo de las figuras humanas se pudo detectar mediante D’Stretch al menos dos
composiciones abstractas rectangulares de las que sólo han quedado algunos vestigios.
En el área de pátina clara hubo
originalmente más figuras que se han borrado con el tiempo. Se pudo visibilizar
tres figuras antropomorfas pequeñas y en el área oscura, casi negra, una hilera
de camélidos y un cérvido (fig. 45) corriendo hacia la izquierda, donde la
sección 3 termina con dos motivos abstractos simples, un círculo y un motivo
sinuoso (BS3s y BS3r).
SECTOR C
Se
encuentra a unos 30 m al occidente de la sección B. En la base inclinada de un
alero se pueden observar diez camélidos
muy esquematizados, grabados mediante la técnica de raspado, que dio lugar a surcos
muy poco profundos que, por su color blanquecino, contrastan con la pátina
rojiza de la roca. Son de tamaño pequeño y todos de forma idéntica y orientados
hacia la derecha. Tienen dos orejas, dos extremidades, cuerpos delgados y una
cola curva.
Los litolíquenes
han invadido ambos lados del panel
y es probable que hayan cubierto varios de los camélidos que forman parte del
rebaño. Otras figuras de la parte inferior derecha pueden haberse perdido por el desprendimiento de una placa
grande de roca. También en este panel se observan restos de pintura roja.
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Figs. 46a y b: Grabados del Sector C
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SECTOR D
Este panel,
muy afectado por la exfoliación de la roca, se encuentra en el último tercio
del farallón de Chosecane, a unos 60 m del sector B. Cubre un área de poco más
de un metro cuadrado y contiene petroglifos de varios camélidos orientados en
diferentes direcciones. Son idénticos en forma y técnica de grabado a los del
sector C.
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Fig. 47: El sector D con otro grupo de camélidos
grabados |
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Fig. 48: Dibujo aproximado del panel del sector D
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Otros sitios rupestres en la
cercanía de Chosecane
A escasos 2 km hacia el norte de Chosecane,
en la base de un farallón que rodea una pequeña colina sobre la margen derecha
de la carretera Desaguadero-Mazo Cruz, se encuentra el abrigo de Ichucollo, cuyos petroglifos fueron ampliamente
descritos por Hyslop (1976, 1977a). A aproximadamente siete kilómetros de
distancia, en dirección noroeste, está ubicado el sitio Hanqe Haque, visitado y documentado por el
autor en 2001. Tiene varios paneles de petroglifos y pinturas rupestres de
diferentes épocas, que faltan ser analizados y descritos en detalle.
CONCLUSIONES
A nuestro juicio, Chosecane es después de
Quelcatani en la provincia El Collao y de los sitios Campa y Pallca-Comvental
de Pisacoma en Chucuito el yacimiento rupestre más interesante y complejo del
departamento de Puno al sur del Lago Titicaca. Como ellos, contiene pinturas
rupestres y petroglifos pertenecientes a diferentes épocas, desde el Arcaico
hasta el período colonial y/o republicano.
Clasificación de los motivos
En los
mencionados seis paneles, se ha contabilizado un total de 149 motivos (118 pintados
y 31 grabados), lo que representa una cifra conservadora, en vista de que,
sobre todo en el gran panel del sector B, hay varios motivos irreconocibles,
reducidos a manchas de color rojo con restos de siluetas, a causa de la erosión
y humedad de la roca. Otros han sido cubiertos por litolíquenes.
De los 149 motivos identificados, 125 (84%) son figurativos y 24 (16%) abstractos.
De los 118 motivos pintados, 94 (80%) son de tipo figurativo (zoomorfos y
antropomorfos), mientras que los 24 (20%) restantes son abstractos. Los camélidos
representan el 56% de los motivos figurativos pintados y el 45% del total de
los motivos pintados (figurativos y no figurativos). Aparte de los camélidos
existen dos cérvidos, un felino y las huellas de un ave. El uso de un programa
de mejoramiento digital de fotografías sirvió para detectar figuras desvaídas e
irreconocibles a la vista. Permitió identificar varios casos de superposiciones
y la figura del felino, con garras impresionantes. El segundo motivo más
frecuente es el antropomorfo. Las 30 figuras humanas representan el 32% de los
motivos figurativos pintados y el 25% del total de motivos pintados. Al menos
22 seres humanos representan cazadores premunidos con palos o garrotes. Las
composiciones abstractas ocupan con el 10% (n=13) del total de motivos pintados
el tercer lugar, juntos con los motivos abstractos simples.
En cuanto
a los petroglifos, solo existen dos tipos de motivos figurativos: los camélidos
y cruces latinas. En el sector D aparece el fragmento de un antropomorfo
grabado.
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Cuadro 1: Frecuencia de motivos figurativos,
abstractos e indefinidos en los paneles |
Tradiciones
rupestres
Los camélidos pintados varían en tamaño y
responden a diferentes tradiciones rupestres, pero todos son de tendencia semi-naturalista,
con excepción de dos (Sector B, sección 3 y Sector A, panel 3) de tamaño
considerablemente mayor y de tradición esquemática-ortogonal (con ángulo de 90°
entre el cuerpo y las extremidades), lo que nos indica que las pinturas de
estos animales fueron producidas en diferentes épocas precolombinas. Los
camélidos morfológicamente más realistas los encontramos en el panel 1 del
sector A (fig. 10), donde se encuentran representados corriendo. Las cuatro extremidades
son rectas o ligeramente curvas y terminan en pezuñas hendidas. Difieren en este
último detalle los camélidos de las secciones 1 y 2 del sector B, que son más
esquematizados, con cuellos largos y delgados y patas rectas, sin indicación de
pies (figs. 50e-50f). Los camélidos grabados de los sectores C y D, representados
con solo dos extremidades, pero con ambas orejas, corresponden a una tradición
precolombina tardía.
Las pinturas más antiguas conforman escenas
de caza de camélidos silvestres y cérvidos, con animales y cazadores de tamaño
muy pequeño (figs. 16 y 43), estilísticamente similares a figuras de uno de los
paneles de Qelqatani, en la provincia El Collao. Una de las características de
las figuras humanas interpretadas como cazadores es el poco esmero puesto en la
configuración de sus cuerpos y piernas, las que, por lo general, son
proporcionalmente muy cortas con relación al tronco y representados mediante
trazos rectos, mientras que los brazos frecuentemente están flexionados, con el
antebrazo orientado hacia arriba o hacia abajo. Las piernas siempre están
abiertas, sin pies, con excepción de una de las tres figuras del panel 1 del sector
A (fig. 49g). Las cabezas son redondas o redondeadas y al menos tres individuos
llevan tocados en la cabeza. Dos de ellos parecen ser de una pluma grande
(figs. 49d, 49g). En uno de los dos cazadores representados cabizbajo, el
cuerpo rectangular se prolonga hasta la cabeza, que es del mismo ancho (fig.
49c), mientras que en las otras figuras la cabeza resulta más ancha que el
cuerpo. Sólo una de las figuras humanas (panel 1, sector A) tiene rasgos
faciales en forma de ojos redondos (fig. 49i). Es probable que se trate de una
adición posterior a los camélidos semi-naturalistas, pero a juzgar por su mal
estado de conservación mucho anterior a la composición abstracta superpuesta.
La figura del felino (sección 2 del sector B,
fig. 29) en aparente acecho de un diminuto cérvido merece ser acotada,
principalmente por sus rasgos iconográficos. Su morfología (cuello corto,
cabeza redondeada, cola larga, cuerpo ancho y extremidades cortas y rectas que
terminan en prominentes garras) corresponde al canon de representación de
felinos en las pinturas rupestres tempranas de la región.
Los cazadores están armados de posibles mazos
o porras (fig. 49b, 49c, 49e). El representar estos objetos sostenidos en la
parte céntrica por los cazadores debe haber conformado un convencionalismo en el
arte rupestre arcaico de la región. Pero siempre queda la duda si efectivamente
representen garrotes o porras o quizás otro tipo de objeto cuya función
desconocemos. No se encontraron representaciones de dardos en manos de los
cazadores; sólo un camélido con un dardo clavado en el lomo (fig. 19).
Llaman la atención varias representaciones
humanas de tamaño considerablemente mayor que las figuras que componen las
escenas de caza. Ya nos referimos al antropomorfo de la sección 1 del sector B que,
tanto por sus dimensiones como por su tonalidad más clara de rojo se distingue
de los demás motivos (fig. 49i). En
la sección 3 del mismo sector, a pesar de ser apenas discernibles, destacan en
la parte inferior del panel tres individuos que son cuatro veces superiores en tamaño
a una hilera de pequeños camélidos superpuestos sobre la cabeza y brazo
extendido de uno de ellos (fig. 49a). No se pudieron rescatar y reconstruir
todos los detalles de estas figuras por su mal estado de conservación.
De
los 25 motivos geométricos, 13 son
composiciones abstractas. Este tipo de motivos son recurrentes en el arte
rupestre del sur del lago Titicaca y de la provincia de Carabaya, pero son casi
inexistentes en los departamentos vecinos tanto del Perú como de Bolivia. Siete
de ellas (panel 1, sector A; secciones 1 al 3 del sector B) son de tipo
rectangular y cuadrado, con diseños interiores. Hay otros tres apenas
discernibles en la sección 3 del sector B. Desconocemos su antigüedad pero, por
su similitud con los diseños de composiciones abstractas de otras regiones de
Puno (donde existen superposiciones de estos motivos sobre pinturas arcaicas) y
por lo elaborado de los diseños, suponemos que se trata de expresiones
rupestres de épocas precolombinas relativamente tardías (quizás de entre el
Horizonte Medio y el Intermedio Tardío). Es muy probable que sean
contemporáneas con la ocupación temprana de la pukara de Tanka Tanka. Su
posible función en las prácticas rituales de los pastores de camélidos será
tratada en un artículo aparte.
1.
Figuras antropomorfas
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a (BS3q)
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b (BS1s)
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c (BS1o)
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d (BS1p)
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e (BS3f)
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f (BS1aa)
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g (AS1d)
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h (BS1v)
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i (AS1i)
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j (BS1a)
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Fig. 49a-j: Tipología de figuras humanas (sin escala) |
2.
Figuras zoomorfas
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a (BS1w)
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b (AP1a)
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c (AP1f)
|
d (BS1w)
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e (BS2d)
|
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|
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f (B2c)
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g (AP1e)
|
h (BS1e)
|
i
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J (BS3t)
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k (BS3k)
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l (BS2h)
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m (BS3t) |
n (BS2g)
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o (BS3m)
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Fig. 50: Tipología de figuras zoomorfas (sin escala)
|
2.
Motivos abstractos
|
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a (BS3j)
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b (BS2a)
|
c (BS2f) |
d (BS2e)
|
e (BS1u)
|
|
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|
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|
f (BS1j)
|
g (BS3e)
|
h (BS3d)
|
i (BS3n)
|
j (BS3a y BS3b) |
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|
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k (BS3h) |
l (BS3s)
|
m (BS3c)
|
n (BS3r)
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o (A3) |
Fig. 51: Topología de motivos abstractos, complejos y
simples (sin escala)
|
Aproximación cronológica
En Chosecane las superposiciones de pinturas no son frecuentes, pero
suficientes como para evidenciar la diacronía de determinadas representaciones
y escenas. En el panel 1 del sector A, la superposición de una composición
abstracta sobre una figura antropomorfa muy desvaída, y relativamente grande en
comparación con las demás representaciones humanas, nos permite deducir que existió un tiempo prolongado entre la
producción de esta figura y del motivo superpuesto. En el panel del sector B existen
varias superposiciones. Una en la parte superior, donde la composición
abstracta abierta (fig. 51k) está superpuesta sobre otra cerrada, mucho más
pequeña y muy diluida, lo que nos dice que incluso entre la producción de los
motivos abstractos había lapsos temporales largos, quizás de varios siglos.
Por las diferencias temáticas y estilísticas también se puede inferir
que las pinturas de Chosecane datan de diferentes períodos de ocupación humana
de la zona. Las más antiguas son sin duda las escenas de caza de camélidos
silvestres que, por lo desvaído de las pinturas, son difíciles de apreciar sin
el tratamiento digital de las imágenes. Las figuras que componen estas escenas
se encuentran cubiertas de una pátina oscura, resultado del intemperismo de la
roca.
Mucho mejor conservadas que las escenas de caza de camélidos y cérvidos
resultan las composiciones abstractas -obra de sociedades agropastoriles- que debieron
ser agregadas cientos, quizás miles de años después de la producción de las pinturas
representando escenas de caza de camélidos. Por su semejanza con composiciones
abstractas de Carabaya y otros lugares del sur del lago Titicaca se puede inferir
una antigüedad similar.
Los petroglifos de camélidos de los sectores C y D corresponden al
patrón del arte rupestre precolombino tardío, probablemente inca, caracterizado
por la esquematización y geometrización de las formas de los camélidos
(Sepúlveda 2004).
De manera siempre tentativa, ubico las representaciones de escenas de
caza del sector B en el Arcaico Tardío (ca. 5000-2000/1800 a.C.), las
composiciones abstractas de la misma sección entre el Horizonte Medio (Tiwanaku
Tardío de 800 a 1100 d.C) y Altiplano (1100-1450 d.C.); los grabados de
camélidos en el Horizonte Tardío y los petroglifos de cruces cristianas, en la
Colonia Temprana (1532-1700 d.C.).
Estado
de conservación del sitio
El estado
de las pinturas de Chosecane es entre regular y malo, considerando
especialmente el daño ocasionado por la exfoliación de la roca y la erosión de
la capa superficial en varias secciones de los paneles. En segundo lugar viene
la invasión de líquenes sobre los paneles de petroglifos en los sectores C y D.
El tercer factor que afecta las pinturas rupestres de Chosecane tiene que ver
con el hábito del pájaro carpintero de horadar las paredes de toba volcánica con
el fin de construir sus nidos. Las huellas del picoteo de este pájaro son
visibles sobre todo en el panel 4 o sector B de Chosecane.
Los daños
antrópicos registrados en la última visita del 2011 siguieron siendo los mismos
que los hallados en la primera visita en 2003. Se limitaban a la presencia de
graffiti en los sectores A y B. En el sector B existe un fake del motivo dominante de la sección 3 (BS3h), hecho mediante el
rayado superficial de la roca, felizmente a cierta distancia del panel con las
pinturas. Cerca de la sección 1 del sector B fue rayada en tamaño grande una M.
Y al interior de las secciones 1 y 2 de este sector fueron agregados en los
años anteriores al 2003 varios camélidos mediante el raspado de la pátina de la
roca.
En el
primer panel del sector A hubo al parecer el intento de desprender pedazos de
la roca con pinturas mediante un instrumento punzante a partir de la rajadura o
hendidura natural.
Por la
extrema exposición de las paredes del farallón de Chosecane a los agentes
meteorológicos se agravará con el tiempo el deterioro por efecto de la
meteorización. El peligro mayor proviene, sin embargo, de un posible incremento
de actos vandálicos a raíz de una mayor promoción turística de la pukara de
Tanka Tanka.
AGRADECIMIENTO
A Alejandrino Loayza por compartir conmigo
las primeras fotografías sobre las pinturas de Chosecane y la información sobre
su ubicación. Y como siempre al
amigo Raúl Carreño por el tiempo
que dedicó a la revisión meticulosa del artículo y sus valiosos comentarios y
correcciones.
Cómo citar este artículo:
Hostnig, Rainer. Chosecane: sitio rupestre en el complejo
arqueológico de Tanka Tanka, Provincia de Chucuito, Puno.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/chosecane.html
2014
REFERENCIAS
EL PERUANO
2001 Normas
Legales. Pág. 208418, 6 de agosto 2001, Lima.
HOSTNIG, Rainer
2003 Arte Rupestre del Perú. Inventario Nacional. CONCYTEC, 447 p.,
Lima, Perú.
HYSLOP,
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1976 Ichucollo
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del Centro Camuno di Studi Prehistorici, Vol. 13-14: 214-216, ilus., Centro
Camuno di Studi Prehistorici, Capo di Ponte, Brescia, Italia
1977a Petroglyphs at
Ichucollo, Peru. En: Archaeology, Vol. 30, Nº 1: 52-53, ilus.,
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SEPULVEDA R., Marcela A.
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