Cerro Wangüelen: obras rupestres, observatorio astronómico-orográfico Mapuche-Inca y el sistema de ceques de la cuenca de Santiago
RESUMEN
Las evidencias arqueológicas muestran que
inicialmente el valle del Mapocho estuvo ocupado por grupos de habla mapudungun,
a estos se superponen evidencias de ocupación Inca con fechas cercanas al año
1470 d.C. La evidencia histórica señala además que la ciudad de Santiago fue
fundada por Pedro de Valdivia, sobre un centro administrativo y religioso Inca,
donde la actual Plaza de Armas y la Catedral Metropolitana ocupan el lugar de
la antigua cancha y ushnu. El análisis de las orientaciones
orográfico-astronómicas de los sitios arqueológicos actualmente conocidos en la
cuenca del Mapocho, sumado al registro
fotográfico de eventos astronómicos observados desde la cumbre del cerro Huelen
(Santa Lucía), proporcionan evidencias para proponer
un posible sistema de ceques con centro en la actual Plaza de Armas, antigua Haucaypata.
La evidencia arqueoastronómica muestra -además- que la orientación de la actual calle Catedral (cercana a los 83°) marca fechas antes del equinoccio de septiembre, lo que lleva a pensar en la posibilidad que los incas
y/o sus representantes buscaran marcar la posición de la Luna llena cercana a
la fiesta de la Citua Quilla Raymi, inicio de la primavera en el hemisferio
sur. Tal fenómeno se conoce como crossover y permite gracias al conocimiento del ciclo Metónico (19 años) y la extensión
de 12 lunaciones (354 días) dentro de un año solar (365 días), predecir el
momento “fatídico” de peligro de eclipses dentro del ciclo de Saros (18.03
años). Se propone que el cerro actualmente denominado
Huelen, pudo llamarse originalmente Wangüelen, cuyo significado estaba más bien
vinculado a un la observación astronómica. Se propone que la Plaza de Armas
pudo ser el equivalente al Haucaypata de Cuzco y un lugar inundable que podría
constituir un instrumento pluviométrico escala 1:1.
Palabras Claves: Santiago antiguo, sistema
de ceques, astronomía de horizonte, instrumento pluviométrico escala 1.1.
Fecha de recepción: junio 3 de 2013
1. INTRODUCCIÓN
Cuando iniciamos este trabajo hace aproximadamente 20
años en el pucara de Chena y hace 15 años en la cuenca del Mapocho (Bustamante
1996, 2006a, 2006b), considerábamos que no había mucho que decir respecto al
pasado precolombino de Santiago, sin embargo, creímos necesario intentar
encontrar cualquier pista que pudiese quedar respecto a ese pasado. Durante
nuestro etapa inicial de la investigación, la referencia fue el trabajo de Stehberg
(1976) que de acuerdo con los paradigmas vigentes en la arqueología en esa
época, señalaba que el pucara de Chena pudo ser una fortaleza destinada a
defender un importante centro
administrativo Inca en la cuenca de Santiago y también abastecer a los grupos
de tropas incaicas en su proceso expansivo al sur de Chile central. Dicha
hipótesis se sustentaba, en la existencia de un complejo sistema de regadío,
canales y acequias, caminos, centro administrativo, cementerios, huacas y
adoratorios de altura como parte de la parafernalia Inca. Las mismas
evidencias, sin embargo, no permitían entonces precisar la localización exacta
del centro administrativo.
La
hipótesis de Stehberg fue luego rebatida por Silva (1977-78), quien concluyó erróneamente,
de acuerdo a la evidencia disponible en la época, que la presencia Inca en la
cuenca del Mapocho fue poco significativa, incompleta y tardía, de modo que no
cumplía los requisitos necesarios para sostener la existencia de un centro
administrativo de importancia, zanjando provisoriamente la discusión por las
siguientes tres décadas (Stehberg y Sotomayor 2012). Posteriormente surgieron
nuevas y abundantes evidencias arqueológicas de la presencia Inca en Santiago,
donde diversos investigadores señalan la existencia de restos de un piso de
ocupación indígena bajo el nivel colonial y actual de la ciudad de Santiago
(Prado 1997).
Los resultados de nuestro trabajo desde el punto de vista de
la arqueoastronomía fueron publicados desde 2012 (Bustamante 2012, 2013; Bustamante
y Moyano 2012) señalando que la ciudad de Santiago de Chile fue fundada sobre
un sitio administrativo Inca (Stehberg y Sotomayor 2012), ubicado en torno a la
actual Plaza de Armas, cuya orientación de los ejes principales (camino del Inca
y calle Catedral), no coincidían con los puntos cardinales, sino desplazados
aproximadamente 7° al norte del este, incluyendo a un sistema local de ceques, describe además la
posibilidad de utilizar algunos cerros como marcadores de horizonte. Mientras
que Moyano (2013), incluye la variable lunar y el fenómeno del crossover para explicar los 7° de
desviación con respecto al este.
Por Jerónimo de Vivar (1558) sabemos que: “la lengua de
estos valles no difiere una de otra, y lo mismo en ritos y ceremonias todos son
uno”. De allí, que asumamos un sustrato común para las etnias de habla Mapudungun
que vivían desde Copiapó hasta el sur del Bio-Bio (Bustamante 2007a; López
2013), no sólo a modo de vestigios materiales como bien atestigua el trabajo de
Stehberg y Sotomayor (2012), sino también dentro la organización
espacio-temporal de los principales hitos de la geografía, partes de un antiguo
sistema de ceques con fines calendáricos (Bustamante 2012, 2013;
Bustamante y Moyano 2012).
Debido a esto, asumimos que
las culturas que ocupaban el valle del Mapocho, anteriores a la llegada de los
incas, pertenecían a una misma etnia, la Mapuche (gente de la tierra), que
habrían sido los diseñadores originales del sistema que se describe en este
artículo, alguno de cuyos vestigios hemos encontrado en la zona del Choapa, IV
Región, mismo que habría sido perfeccionado por los incas (Bustamante 2005a,
2005b).
En este contexto el cerro bautizado Santa Lucía por los
conquistadores españoles, será denominado cerro Huelen, apuntando a su uso
original por los mapuches.
Como
resultado, este artículo intenta responder a nuevas inquietudes provenientes de
largas discusiones sobre el tema Inca en Chile central (XIX CNACH, Arica 2012;
y XVIII CNAA, La Rioja 2013) enfatizando en la arqueoastronomía y la
arqueología del entorno como marcos teórico-metodológicos en la reconstrucción
de las dinámicas sociales que dieron origen, orden y sentido epistemológico a
los paisajes sagrados de la cuenca del Mapocho en tiempos prehispánicos (figura
1).
Las
preguntas que intenta responder este artículo son: si los mapuches e incas ocuparon
el valle del Mapocho: ¿qué espacios ocuparon?, ¿qué obras construyeron? y ¿cómo
estas se relacionaban con su entorno?
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Figura 1: Sitios arqueológicos en el centro de
Santiago. |
Al
cierre de la edición de este artículo, hemos tomado conocimiento del articulo
“Cuatripartición del Quito Inca”, del Dr. Hugo Burgos Guevara (2002), que
señala que la ciudad de Quito fue diseñada por los Incas. Tenemos así una
ciudad Inca en el extremo sur del Tawantinsuyu (Santiago) y una ciudad con
características similares en el extremo norte del Tawantinsuyu (Quito). Esto
señala que aún falta mucho campo por explorar en el pasado precolombino.
1.1. Hipótesis
Los
antecedentes señalan que la localización y uso del territorio (valle del
Mapocho) para los habitantes de habla Mapuche como para los incas, se relacionó
con su entorno a través del manejo de parámetros espaciales (orografía, huacas,
camino del Inca y otros) y temporales (hidrología, ciclos agrícolas y
astronómicos, y otros) dentro de un modelo local de ceques. Este sistema, de
amplia distribución en el mundo andino, permitía no sólo organizar el
territorio y el calendario, sino también las relaciones sociales de las comunidades
indígenas previa a la llegada de los españoles. En tal sentido sugerimos la
existencia de puntos o lugares de observación en la actual Plaza de Armas y el cerro
de Santa Lucía, desde donde se proyectaban líneas imaginarias -con una alta
carga simbólica- a cerros (huacas) en los horizontes de la cuenca de Santiago. Se
infiere además, la posibilidad que los primeros españoles -conscientes de este
sistema de ceques- hubieran
incorporado no sólo los antiguos enclaves indígenas a la planta urbana
colonial, sino también las fiestas “paganas” al calendario de santos, gracias a
la orientación y conmemoración de las primeras iglesias del centro de Santiago.
2) METODOLOGIA
La metodología de investigación incluyó
la observación y registro de fenómenos astronómicos visibles a simple vista
como solsticios, equinoccios, lunisticios y fechas inter-solsticiales desde el cerro
Huelen y las cercanías de la Plaza de Armas de Santiago. El registro visual se
llevó cabo gracias a la fotografía digital y la construcción de un croquis de
horizonte. Gracias al uso del GPS, se realizó la geo-referenciación de cada
sitio con el fin de obtener la posición exacta de cada lugar en coordenadas
geográficas (latitud/longitud) y la altura con respecto al nivel del mar (Datum
WGS 84). La medición de ángulos verticales y horizontales se realizó mediante
el uso de un tránsito mecánico o teodolito (tipo Rossbach). De
manera paralela -como mecanismo de verificación- se tomaron todas las
mediciones dos veces, gracias al uso de una brújula magnética,
corregidas gracias a una calculadora de declinación magnética (1). La investigación contempló además
el uso de fotografías Google Earth y cartografía histórica para el cálculo de
cuencas y líneas visuales. Además del uso de la historia y las fuentes escritas
para la identificación de topónimos y elementos característicos del paisaje. El
cálculo para la declinación del Sol y la Luna con respecto a marcadores del
paisaje se realizó mediante un sistema de referencia de horizonte (2).
Junto con una tabla de cálculo en Excel (Hansometro) que incluye formulas y
valores predeterminados para la obtención de acimutes, declinación y fecha
(Martz de la Vega et al. 2013). Mientras que el examen
astronómico de fechas y declinaciones se llevara a cabo con los simuladores
Starcalc 5.72 y Moshier’s Ephemeris Program 5.1, tomando en cuenta siempre el
factor de refracción atmosférica y el paralaje (3) (Ruggles 1983; Sprajc 2010).
2.1. La arqueología
del entorno
La arqueología del entorno nace en
la década de 1980 con los trabajos pioneros de Bustamante en la provincia del
Choapa, el centro de Chile y luego en Mesoamérica, Europa y China, como marco
de referencia provee herramientas
metodológicas para relacionar información cultural, geográfica, climática,
biótica, astronómica, atmosférica y psicológica con datos provenientes de
fuentes arqueológicas, históricas y etnográficas en pequeña, mediana y gran
escala (Bustamante 2005, 2008a).
Como arqueología temática complementa, refuerza y amplía los
conceptos de la arqueología del paisaje de Bradley (2000) y la Declaración de
Xi'an (4). Asimismo asume
-como premisa- una relación simbiótica entre el sitio arqueológico y contexto
dentro de una escala 1:1, como señala la afirmación “el sitio es al entorno,
como el entorno es al sitio” (Bustamante 2005; Bustamante et al. 2012).
Coincide con la idea que las observaciones astronómicas en el pasado,
además de su dimensión cognitiva y simbólica, tenían también una dimensión
social, y que las maneras de pensar y de clasificar los fenómenos
astronómicos se generan, producen y representan en contextos sociales bien
definidos, es decir, con una base social concreta que las ha elaborado, en
muchos casos, en un campo de relaciones de poder, dominación y conflicto (Jacob
et al. 2013).
Desde el punto de
vista de la percepción, se define al ojo y el
cerebro humano como los instrumentos astronómicos por excelencia, utilizados en
conjunto con obras humanas y naturales como la arquitectura (muros, ventanas y
hornacinas), el gnomon, pozos de agua, agujeros en la tierra, cavernas, paneles
de arte rupestre, torres, apachetas y elementos de la topografía, utilizados
y/o transformados culturalmente como marcadores calendáricos de cenit y
horizonte (5). La percepción, como la función
psíquica que permite a los seres humanos, a través del uso de los sentidos: aprehender,
elaborar e interpretar los estímulos (paquetes de información) provenientes del
entorno físico, social y simbólico, dependiendo principalmente del instrumento,
la fisiología, la psicología, el contexto cultural y la capacidad de
representación (individual o colectiva) (Moyano 2011, 2012, 2013).
Como resultado de la aplicación de
esta metodología, se propone que el instrumento multipropósito astronómico-geodésico
más grande (escala 1:1) utilizado por diversas culturas del mundo sea el par
cielo (como componente móvil) – tierra (como componente fijo), en el
sentido que los movimientos aparentes de objetos celestes, en relación con el
horizonte fijo, permiten observar y predecir determinados fenómenos cíclicos,
p.ej. la temporada de lluvias (componente variable). Derivando en cuatro
conceptos claves relacionados con la percepción, racionalización y
representación del entorno (Bustamante
2006a, 2007a, 2007b, 2008a, 2008b, 2012; Bustamante y Moyano 2012).
- Pareidolia (imagen implícita): fenómeno
psicológico común a todo ser humano que permite reconocer formas específicas o
conocidas, y diferenciarlas del fondo que las rodea, p.ej. test de Rorschach.
- Apofenia (asociación
de estímulos azarosos): experiencia de ver patrones o conexiones a partir de
datos al azar y sin sentido aparente. Se le asocia con el posible origen de
algunas leyendas y mitos.
- Hierofanía
(manifestación de lo sagrado): fenómeno psicológico asociado con experiencias
de tipo religiosa.
Los
tres anteriores forman la triada denominada PAH, a la que se agrega el concepto
siguiente:
- Mimetolito:
característica natural de la topografía, p.ej. una roca o montaña, con forma
similar a una persona, animal o partes de ellos.
Dentro
de los aspectos relacionados con la percepción, Philiastides y Sajda (2006),
realizan un interesante esfuerzo por ampliar los campos del conocimiento de la
neurociencia, al tratar de identificar la actividad neuronal responsable de las
“decisiones” de la percepción. Siguiendo a otros autores, los mismos plantean
que el uso de estímulos visuales, consistente en cantidades variables de
movimiento coherente, muestra que las funciones neurométricas construidas a
partir de poblaciones específicas de neuronas no se distinguían de las
funciones psicométricas de un animal.
De esta
manera y siguiendo a Bustamante (2012), Bustamante y Moyano (2009) se plantea
que la triada PAH pudo ayudar a:
- Seleccionar los
sitios y sus componentes por su forma natural.
- Establecer relaciones
simbólicas entre los componentes fijos, móviles y variables sin aparente
relación entre sí.
- Establecer una
relación causal entre lo anterior con fenómenos de orden espiritual,
conduciendo a su posterior sacralización. Teniendo especial atención
determinados elementos del cielo, que por la semejanza con formas conocidas
pasan a formar mimetoastros (constelaciones).
Es por
esta razón, que adherimos a una perspectiva simbólica del entorno, en donde
determinados elementos de la topografía responderán a ciertas categorías
sociales vinculadas con el género, el parentesco y las relaciones de poder. En
un sentido amplio, entendiendo al entorno como el sustrato de mitos y leyendas
como base para la construcción de relaciones intersubjetivas o cosmovisiones.
3) ANTECEDENTES
3.1. El
sistema de ceques y el mes de septiembre
Corresponde
a un sistema basado en 41 direcciones o ceques (zeq´e, cualquier tipo de línea en quechua) que organizaban 328 huacas
o lugares sagrados (piedras, manantiales, cerros y/o construcciones) en la
topografía del Cuzco, durante el desarrollo y apogeo del Tawantinsuyu (mundo de
los cuatro suyos). Estas direcciones tenían como centro el templo del Sol o
Coricancha y tenían por función establecer las relaciones de parentesco, las
jerarquías políticas, el tributo y las principales fiestas, en un esquema
calendárico luni-solar. Dentro de este sistema las distintas direcciones se
relacionaban con las categorías Collana, Payan y Cayao, que referían a
la naturaleza de las panacas y ayllus del Cuzco (grupos sociales), dentro de
una organización dual, ternaria, cuadripartita, quinquepartita y decimal, que
regía las relaciones endo y exogámicas entre Hanan (arriba) y Hurin (abajo)
Cuzco (6).
El
mejor documento para el estudio de la topografía del Cuzco, se encuentra en la “Relación
de los Ceques” de la crónica del
padre Bernabé Cobo (T. II, cap. V, p. 158, cap. XIII-XVI pp.
169-186), dentro de su obra “Historia del Nuevo Mundo” (1653), escrita a partir
de información de autores tempranos como Polo de Ondegardo (Zuidema 1995:68).
En la crónica, Bernabé Cobo da una descripción de 328 lugares sagrados del
Cuzco y sus alrededores, donde se incluyen piedras, manantiales y accidentes
del paisaje importantes dentro de la mitología incaica. Cada uno de estos
sitios estaba dividido en grupos, dispuesto también sobre una línea imaginaria
o ceque, que convergían desde el
centro del Cuzco (Coricancha). El mantenimiento y culto de estos lugares
estaban asignados a ciertos grupos sociales (panacas y ayllus), mientras que su
división territorial se organizaba en cuatro barrios: Chinchaysuyu (I), más o
menos al norte; Collasuyu (II), al sur; Antisuyu (III), al este; y Cuntisuyu al
oeste (IV). Cada barrio (cuarto) tenía nueve ceques, a excepción de Cuntisuyu que tenía catorce ceques, divido en
tres grupos de tres líneas, cada uno. Los ceques de cada grupo se llamaban
genéricamente Collana (a), Payan (b) y Cayao (c) (Zuidema 1995:69).
Estas
41 líneas o ceques, según Bernabé Cobo tenían la siguiente secuencia dentro de
cada suyu (Zuidema 1995:70):
Chinchaysuyu: cba, cba, cba,
Antisuyu: abc, abc, abc
Collasuyu: cba, cba, cba
Cuntisuyu: b, cba, cba, (ca), cba, cba
Aquí,
la secuencia de los ceques en Chinchaysuyu y Antisuyu era en sentido de las
manecillas del reloj (a, b, c) en cada grupo de líneas. En Cuntisuyu y
Collasuyu, se respeta la secuencia (a, b, c), pero en sentido contrario a las
manecillas del reloj. Si se parte con los ceques de Chinchaysuyu desde el
oeste, se inicia con un ceque Collana, es decir, “el primero, el más
prominente”. En este modelo cada grupo de tres ceques se señala con números
arábigos 1, 2, 3. En Cuntisuyu, el solitario ceque b y el ceque partido en
Collana y Cayao, forman juntos un quinto grupo de tres ceques. Los cinco grupos
en Cuntisuyu, se supone tuvieron su origen a partir de tres grupos originales,
de la siguiente manera: “el primero y el tercero de estos cinco grupos
surgieron de la división en dos del grupo 1 de los tres originales; asimismo,
el segundo y el cuarto surgieron del grupo 2 de los tres originales, mientras
que el grupo cinco fue idéntico al grupo 3 de los tres grupos originales”
(Zuidema 1995:70).
Cobo
(1653) señala los nombres de varios grupos sociales relacionados con los ceques.
Entre ellos, se reconoce a las panacas de todos los gobernantes de la dinastía
Inca, con excepción de la panaca del segundo. Las panacas eran grupos
conformados por la descendencia de un gobernante, con excepción del heredero al
trono quién debía formar su propia panaca (Zuidema 1995:70, siguiendo a
Sarmiento, cap. 14, pp. 134). Además de las panacas, Cobo menciona otros grupos
sociales, pero en el caso de varios ceques no acierta con el nombre de los
grupos a los cuales estaba asociado. Para ello, Zuidema complementa la información
con los de datos de Cristóbal de Molina “el Cuzqueño”, quien en 1573 entrega
una información completa de los grupos sociales que sí tenían lugar dentro del
sistema de ceques y que por cierto,
formaban parte de la población del Cuzco. Según Molina (1573: 74-75), menciona
las panacas y otros grupos vinculados con la fiesta de la Citua, celebrada
según el cronista en el mes de “agosto”, época del año que coincidía con la
caída de las primeras lluvias y con el advenimiento de las enfermedades. El
objetivo de esta fiesta, era expulsar el mal y las enfermedades del Cuzco, para
lo cual se reunían cuatrocientos guerreros en el centro de la ciudad: cien
mirando hacia Collasuyu, cien hacia Chinchaysuyu, cien hacia Antisuyu y cien
hacia Cuntisuyu. La ceremonia iniciaba cuando salía el sacerdote del templo del
Sol, momento en que todos los guerreros gritaban “fuera el mal”. Cada grupo de
guerreros corría en la dirección de cada suyu gritando la misma frase, hasta
que llegaban a un punto convenido, donde eran relevados por grupos de mitimaes
(foráneos sacados de su tierra natal para desempeñar tareas en el Cuzco) hasta
llegar a un río, donde se tiraba el mal para que sea llevado lejos de la ciudad
(Zuidema 1995:72-73).
Trabajos
recientes relacionan -además- a esta fecha con el fenómeno del crossover,
marcando la posición y fecha de la Luna llena (al oriente) en los días cercanos
al equinoccio de primavera en el hemisferio sur (Moyano 2013). Este se define
como el momento cuando la
Luna en fase llena -en 180° de oposición- pasa de un cuadrante del cielo al
otro, en sentido inverso al del Sol. Se le conoce también como equinoccio
megalítico (7), y en el
hemisferio norte se relaciona con la aparición de la Luna llena, cercana al
equinoccio de marzo, cerca de 7° a 9° al sur de la línea este-oeste. Como
fenómeno astronómico se vincula con el cambio de estación, dejando atrás al
invierno, con acimutes que puede variar entre 85° y 110°, con promedios
calculados de 97.3° en 110 años, corrigiendo con ello el movimiento de la regresión
de los nodos (da Silva 2004, 2010) (8).
Hoy se
sabe que este fenómeno (el crossover)
bien puede darse en otro momento de la fase lunar, pues es
independiente de ella. Sin embargo, en fase llena permite calibrar la división
del año en periodos de 12 o 13 lunaciones, donde la salida de la Luna en
plenilunio tiene una distribución de +/- 4° (declinación) con respecto al
ecuador. En tal sentido, la mayoría de las lunas llenas cercanas al equinoccio
ocurrirán después del evento mismo, en un periodo de 42 días, con una
distribución máxima de 10 días después de los equinoccios (Silva y Pimienta
2012). Para el hemisferio sur, este fenómeno ha sido descrito para sitios incas
con presencia de ushnus al sur del Cuzco, ocurriendo precisamente en el
equinoccio contrario, es decir, durante el mes de septiembre (mes de la Citua),
con acimutes al norte del este, p.ej. Incaullo, El Apunao, Uña Tambo,
Cortaderas y La Ciudacita (Moyano 2013).
En
la descripción de Molina, los guerreros que participan de la fiesta de Citua
pertenecen a las panacas de los diez primeros gobernantes y otros diez grupos.
Molina llama ayllus a todos los grupos, con excepción de las panacas de tres
gobernantes, y uno del otro grupo de diez que no descendían de gobernante
alguno, al cual se refiere como panaca. De allí, que se use el término “panaca”
para los diez grupos que descienden de cada gobernante y “ayllu” para los otros
diez grupos. Cabe destacar, que las palabras panaca y ayllu se refieren a dos
diferentes funciones (exogámica y endogámica) dentro de la organización social.
Es probable que estos términos sólo refieran a esta diferencia y no al hecho de
que las panacas descendían del gobernante y los ayllus no. De esta crónica, se
subentiende que la población propia del Cuzco se componía de diez panacas y
diez ayllus. También, que la distribución de las panacas (y ayllus) dentro de
los suyus del “Cuzqueño”, se corresponde con el relato de Cobo en la conexión
de las panacas (y los ayllus) con los diferentes ceques. De igual manera, de la
“Relación” de Cobo y el trabajo de Molina se desprende que había una sola
panaca por cada grupo de tres ceques. De allí, que se platee la posibilidad que
cada grupo individual de tres ceques pertenecía exclusivamente a una panaca y
un ayllu (Zuidema 1995:73-74).
De
esta manera, no sólo se confirma la importancia ritual de estas líneas
proyectadas en el horizonte, sino también su uso calendárico a través de la
organización socio-política de los incas y los grupos de privilegio en la
ciudad del Cuzco. Modelo que como atestiguan estudios similares en otras
latitudes, p.ej. Socaire en el norte de Chile (Moyano 2011), Soras de Paria en
Bolivia (del Río 2005) o Huanuco Pampa en Perú (Pino 2004, 2005), sería la
norma dentro de la planificación espacio-temporal de los sitios incas a lo
largo del Tawantinsuyu.
3.2. Santiago
antiguo
Según Diego de Rosales (1877-1878), cronista del siglo
XVIII, Valdivia:
“(…)
aloxo en La Chimba, a la orilla del río, y a la parte norte: y queriendo hacer
allí un fuerte, y principio de la ciudad, por juzgar el sitio a propósito; le
salió el cacique Loncomilla, que quiere decir cabeza de oro, señor del valle
del mayipo y le dixo (a Pedro de
Valdivia) que no poblase en La Chimba, que otro mexor sitio avía de la otra
vanda del río, a la parte sur, donde los Ingas avian hecho una población, que
es el lugar donde oy está la ciudad de Santiago” (Rosales 1877-1878:383).
Esta es una de las escasas referencias, que señalan que el
conquistador Pedro de Valdivia habría aprovechado las instalaciones de un
centro administrativo Inca para fundar la ciudad de Santiago, la capital de
Chile. Lamentablemente la etapa inicial del asentamiento fundado por Valdivia,
es desconocida en sus detalles, pues según las Actas del Cabildo de Santiago (1541 – 1557), el escribano Luis
de Cartagena declara:
“… que ya es público, y consta el día, que los
indios desta tierra se rebelaron y viniero con mano armada contra esta dicha
ciudad, quemaron y pusieron en termino de perderse todos los cristianos que en
ella estábamos y la defendimos; se me quemó un libro en que estaban asentados
los cabildos y acuerdos que V.S. y mercedes habían hechos, así de la fundación
de ella, como en los términos que se les señalaron, y el repartimiento de
solares y chacras y medidas que han de tener…” (pp. 9).
Más adelante agrega:
“… que habían de estar asentados en otro libro tal
cual el que a mi se me quemó, por falta dél y de papel para lo hacer, tenía
asentados los dichos cabildos e acuerdos en papeles y cartas viejas mensajeras,
y en cueros de ovejas que se mataban, que los unos papeles de viejos se
despedazaban, y los cueros me comieron muchos de ellos perros por no tener
donde los guardar…” (pp. 66).
Por otra parte y en una referencia a las mismas Actas del
Cabildo de Santiago (Colección de Historiadores de Chile Tomo I, 1861: 88), con
fecha del 10 de junio de 1541 se hace referencia a un “tambo grande que está
junto a la plaza de esta ciudad”, que de ser de origen prehispánico, sería una
prueba concreta de la existencia de un centro administrativo -Inca- en la
actual Plaza de Armas de la ciudad de Santiago. De acuerdo con los datos
obtenidos de la crónica de Vivar (1966[1558]), Pedro de Valdivia vino desde el
Perú con la intención de poblar un pueblo como el Cuzco, a orillas del río
Mapocho, donde la población local pudiera servir a los interés de la corona.
Antecedentes que dan cuenta de la necesidad de ocupar un sitio ya poblado,
posiblemente similar al Cuzco, en el sentido de un centro poblacional como
capital política, administrativa y religiosa provincial. Se asume entonces, como
la evidencia histórica y arqueológica lo señala, la existencia
de una plaza, edificios administrativos (tipo kallankas), ushnu, sistema de canalización, cementerios y otras instalaciones,
además de huacas y red vial, que luego fueron aprovechadas por los españoles en
los primeros años del siglos XVI y XVII (Stehberg y Sotomayor 2012:87-102) (figura
2).
De esta manera, al cruzar el río Mapocho, Pedro de Valdivia
encontró probablemente un importante centro administrativo Inca en vías de
consolidarse. Una cancha para las ceremonias, edificios y depósitos para granos
y mercaderías, además de un trazado básico con calles y canales, junto con un
sistema de chacras para cultivos. En este lugar probablemente fundó Valdivia la
actual ciudad y no en el cerro bautizado por él como Santa Lucía (Huelen), como
cuenta la historia actual. Probablemente la función del Alarife Gamboa y de
Pedro de Valdivia se limitó inicialmente a extender las calles en base al trazado
Inca, agregar manzanas y construir viviendas precarias (Bustamante 2012; Moyano
y Bustamante 2012) como las de la figura 2b, para el resto de la tropa, pues él
y sus oficiales seguramente utilizaron las casas construidas previamente por
los Incas (Stehberg y Sotomayor 2012).
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Figura 2. Unidades
habitacionales a) Construcción Inca (prehispánica)
b) Tipo probable de primera
construcción española (S. XVI-). |
El plano de Tomas Thayer Ojeda (figura 3) muestra la posible
disposición de los primeros solares y viviendas en 1552. En opinión de Stehberg
y Sotomayor (2012), y en nuestra opinión, los cuadros rojos muestran
la más probable ubicación de las construcciones incas preexistentes, las cuales
dejaban abierta la plaza hacia el sur. Las líneas punteadas muestran la
distribución de solares realizadas por Pedro de Valdivia.
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Figura 3. Plano de Tomas
Thayer Ojeda, Santiago 1551. |
Los documentos que han llegado hasta nosotros fueron
escritos de memoria en los años siguientes. Llama la atención que en ninguna de
los textos posteriores se mencione el hecho que Santiago del Nuevo Extremo se
fundó sobre un centro administrativo Inca.
Es posible -entonces- que haya sido efectivamente producto
de incendios y perros que se perdieran las actas originales, pero también cabe
la posibilidad que todas o una parte de ellas fueran destruidas a propósito,
para eliminar hechos o acuerdos inconvenientes. También es posible que muchas
cartas o relatos se deban a la necesidad de los conquistadores de justificar
los grandes gastos que implicaba una expedición como la de Pedro de Valdivia y
los pocos frutos económicos que rendía a los financistas, a diferencia de lo
ocurrido en otras latitudes donde efectivamente se podía obtener gran cantidad
de oro, plata y otros. Así, por ejemplo cabe la posibilidad de que se borrara a
propósito de las actas el hecho de que Santiago se fundó sobre construcciones
incaicas preexistentes, que la Catedral uso como base el templo Inca (que incluía
al ushnu) y que los oficiales simplemente
usaron viviendas de los administradores Incas, (ver lista de españoles y los
sitios que ocuparon, plano de Thayer Ojeda, figura 2) dando la impresión que
habían llegado a un terreno inhóspito y deshabitado, así la fundación de
Santiago en el cerro Santa Lucia, podría ser una falacia. De esta forma un
manto de olvido de casi cinco siglos se extendió sobre el pasado y, dejo la
sensación de que la capital de Chile se inició con su fundación el 12 de
febrero de 1541 y que su identidad era exclusivamente europea, ajena a
influencias locales, lo cual, de acuerdo a los antecedentes hoy disponibles
resultó ser falso.
4) RESULTADOS
4.1. La huaca cerro Huelen
El cerro Huelen es un cerro isla,
de origen volcánico, ubicado en la bifurcación del río Mapocho y la actual
avenida Bernardo O’Higgins, antes llamada la Cañada, tiene una altura de 633
msm, corresponde hoy a un parque municipal, desde donde se tiene una vista en
360° del valle del Mapocho (9). La documentación colonial señala que
pertenecía al cacique Huelen Huara y que sus características
petrográficas (afloramiento rocoso y laminar) y paisajísticas particulares pudo
constituir una huaca para las
poblaciones prehispánicas (Bustamante 2012, 2013; Stehberg y Sotomayor 2012) (10).
Stehberg inspirado por el arqueólogo australiano Ian
Farrington, quien lo llevo a conocer algunas huacas en la ciudad del Cuzco,
destaca la importancia que pudo tener para los pobladores Mapuches y
posteriormente para los incas la existencia de grietas, cavernas y formas poco
frecuentes en la conformación rocosa del cerro Huelen (Bustamante 1996, 2007a) además
de su ubicación privilegiada en la intersección de dos ríos (actual plaza
Baquedano). Llama la atención la analogía con la ciudad del Cuzco, donde la
fortaleza de Sacsayhuaman y el ordenamiento arquitectónico de la capital de los
incas también estuvo determinado por la existencia de dos ríos: el Tullumayu y
el Huatanay (Stehberg y Sotomayor 2012:131-132), a modo de hipótesis lleva a
pensar en la existencia de un sistema de ceques con base en la observación astronómica en el Santiago antiguo.
Al
respecto Bustamante (2012) señala por su parte que la actual Plaza de Armas y
Catedral fueron construidas sobre la antigua cancha y templo Inca, y que constituyeran partes integrantes del
sistema de ceques, con base en los siguientes elementos (figura 4):
- Cerro Huelen como huaca y lugar de observación astronómica y topográfica.
- Plaza de Armas, lugar de la antigua plaza Inca, como centro del sistema de ceques, y del observatorio astronómico- orográfico.- Eje norte-sur marcado por la existencia del Qhapaq Ñan: calle Independencia al norte, calle Bandera (centro) y calle San Diego al sur, en dirección a la huaca-fortaleza de Chena, que habría sido originalmente un camino Mapuche.
- Eje este-oeste marcado por la
existencia de un marcador al oriente en Portezuelo del Inca (Mal Paso) y al
poniente el cementerio Inca y cerro de Lo Prado.- Salida del Sol en el solsticio de
junio cerca del cerro La Leonera, al sur del Plomo (mimetolito: apu masculino).
- Eje sureste-noroeste marcador por
la salida del Sol en el solsticio de diciembre en la ladera sur del cerro Punta
de Damas (mimetolito femenino) y la puesta del Sol tras el cerro Copao, en el
extremo norte de la cadena Altos de Lipangue (mimetolito: apu femenino), ambos
relacionados con la identificación de formas en el paisaje (triada PAH).
- Orientación de calle Catedral al
oriente, marcando 7-8 días antes de la salida del Sol en el equinoccio de primavera, cerca del 15 de septiembre. Así como la existencia de un cementerio Inca en las
esquinas de calle Catedral y Matucana, al poniente. Figura 4. Posible sistema de ceques de Santiago
(Bustamante y Moyano 2012).
|
Figura 4. Posible sistema de ceques de Santiago
(Bustamante y Moyano 2012) |
4.2. Obras rupestres
Ahora
bien y refiriendo a la existencia de otro tipo de hallazgos, p.ej. las piedras
tacitas, esta hipótesis adquiere mayor peso en la medida que cruzamos datos con
nuevos antecedentes, que refieren al hallazgo de una piedra tallada a los pies
de cerro Huelen (figura 5b). En información recogida por Luis Cornejo
(2012:29-30) de parte de Mario Vásquez se sabe que “…se extrajo en el siglo XIX una piedra ritual
Inca que representa campos de cultivos y canales a la manera de una maqueta, la
que hoy se encuentra inserta en el muro de una antigua propiedad de Benjamín
Vicuña Mackenna” (Stehberg y Sotomayor 2012:131). Como
interpretación alternativa, viendo la fotografía que entregan los autores-
esta maqueta sería más bien una yupana o sistema de cálculo Inca, a manera de
un ábaco, con espacios cuadrangulares con base en un sistema decimal (1, 10,
100, 1.000 y 10.000). Otro ejemplo del mismo sistema de cálculo podría ser un quipu
gravado en El Apunao (ver figura 24), donde la cuenta de 187 (188) explicado en
base a la cantidad de días entre los equinoccios de marzo y septiembre, pudo
también representar números más grandes en la medida que cambiemos el valor de
la lectura en sentido exponencial (Jacob et al. 2011; Moyano 2013). Una segunda piedra de tacitas,
probablemente de origen Mapuche (figura 5a), cuyo emplazamiento original en el cerro
Huelen se desconoce, permanece empotrada en la pared de la casa de Benjamín
Vicuña Mackenna, junto a la piedra de tacitas Inca. Un reciente hallazgo (figura 5c), muestra
la posible presencia de la última estructura Inca que pudo sobrevivir a la construcción
del actual parque en el cerro, que implicó la remoción de gran cantidad de
rocas y probablemente de la mayor parte de los vestigios precolombinos. Se
trata de una roca en la cual fueron tallados tres escalones, en un estilo muy
similar al que se pueden encontrar en diversos sitios Inca a lo largo del
Tawantinsuyu, las características de la pátina y la disposición de las capas de
liquen señalan que se trata de una estructura que no parece haber sido producto
de las remodelaciones de 1872 y posteriores. Conocíamos la presencia de esta
posible estructura Inca desde los años 80, pero la habíamos descartado
inicialmente por falta de un contexto que le diera sentido a su presencia en el
cerro. El contexto necesario para incorporarla es descrito en este y en
artículos anteriores (Bustamante 2012, 2013).
|
Figura 5. Museo Benjamín
Vicuña Mackenna: a) piedra de tacitas Mapuche, b) piedra de tacitas Inca,
Cerro
Huelen c) estructura (tipo escalera de tres peldaños) encontrada en cerro
Huelen. |
4.3. El centro administrativo Inca
Tomando
como referencia el plano de Tomás Thayer Ojeda “Santiago en el siglo XVI, se
propone un intento de reconstrucción integral del centro administrativo Inca y
la planta en damero de la ciudad poco después de la llegada de los conquistadores
europeos.
|
Figura 6. Planta Inca de Santiago |
En
la figura 6 las líneas amarillas representan el damero inicial, trazado por Pedro
de Valdivia y durante la fundación de Santiago. Sin embargo y partir de la
evidencia presentada se desprende que probablemente el damero español, es solo
una consecuencia de una planificación previa llevada a cabo por los Incas sobre
un antiguo asentamiento Mapuche. La actual Plaza de Armas, antigua Haucaypata,
habría proporcionado el modelo para el tamaño de las cuadras que se trazaron
alrededor y la distribución de los principales edificios coloniales de
fundación de Santiago.
En
la misma imagen los recuadros amarillos muestran los primeros espacios
habitados por los españoles, posiblemente -creemos- representan los espacios
habitados por los incas, que fueron utilizados simplemente por los españoles,
que rodeaban la antigua cancha abierta hacia el sur. La Plaza de Armas de Santiago sería similar al Haucaypata,
antigua plaza principal en el Cuzco. Cabe destacar que este patrón urbano se
aprecia también en el Cuzco, donde los planos presentados por Zuidema (2011) y
Farrington (2012, 2013), demuestran la existencia de al menos dos plazas, en
Hanan y Hurin Cuzco, abiertas en uno de sus lados.
En
estos modelos, destaca también la presencia del ushnu (plataforma, agujero, canal y o gnomon), que pudo estar ubicado
en la Plaza de Armas o en la manzana donde se localiza la Catedral de Santiago.
Este habría cumplido funciones rituales en determinadas fechas del calendario
Inca, entre las que destaca la observación de la puesta para el anticenit (26
de abril y 18 de agosto) momento de la cosecha y siembra ritual en estas
latitudes (Zuidema 2011).
Al
respecto el Anónimo es explícito sobre la función astronómica del ushnu, en
particular para la puesta del Sol en el mes de agosto (siembra en el Cuzco).
“Es así, que, para tomar el punto
del Sol, entre los dos pilares de en medio (o sea: dos pilares en el horizonte,
R.T.Z) tenían otro pilar en medio de la plaça, pilar de piedra muy labrada, de
un estado de alto (aproximadamente la altura de un hombre, R.T.Z.) en un paraje
señalado al propósito, que nombraban Osno, y desde allí tomavan el punto del
Sol en medio de los dos pilares, y estando ajustado, hera el tiempo general de
sembrar en los valles del Cuzco y su comarca” (Anónimo 1906:151, en Zuidema
1989:414-415).
El
mismo Anónimo en su descripción de los meses de agosto y septiembre, expone
algunos de los elementos que habrían hecho parte del ushnu: el pilar de piedra,
el teatro o escaño (plataforma) y una pila (fuente) donde se vertía chicha.
“La Luna del mes de Agosto
llamavan Tarpuyquilla. Este mes no entendían en otra cosa mas de sembrar,
generalmente, ansí el pobre como el rrico, y ayudándose unos con otros. Y este
mes de Agosto entrava el Sol por medio de las dos torrecillas […] La Luna del
mes de Setiembre llamavan Cituaqilla. Este mes se juntavan en el Cuzco todos
los indios de toda la comarca, y juntos todos en la plaça principal, llamada
Haocaypata, y allí hazían sus sacrificios al Sol con muchas ceremonias, en un
pilar de piedra que tenían en medio de la plaça, con su teatro llamado Osno y
los hazían de corderos y rropas de precio y otras muchas cosas, y al pie del
teatro vertían mucha chicha: dezían
que las ofrezían al Sol…” (Anónimo 1906:158, en Zuidema 1989:414-415).
Por
otra parte y dentro de la división cuadripartita del espacio, en el antiguo
Santiago se conoce de la existencia del tramo norte-sur del Qhapaq Ñan (camino principal andino) y del eje oriente-poniente, hoy actual calle Catedral
(en dirección al cementerio de calle Matucana), con la intersección en las
cercanías de la actual Plaza de Armas (Stehberg y Sotomayor 2012).
El
eje oriente-poniente representado por la calle Catedral como lo muestra la
línea que une el Portezuelo del inca (el amanecer) con el cementerio Inca localizado
frente a la Quinta Normal (el ocaso), representa a la vez una división del
espacio en dos sectores (norte y sur) (figura 6). Mientras que el eje
estructurante o espina dorsal del Tawantinsuyu, se extendía desde el sur de
Colombia por el norte, hasta probablemente la región del Maule por el sur. A
Santiago llegaba desde los valles transversales del norte Chico de Chile y por
Mendoza en Argentina, pasando por Colina y la actual calle Independencia (Stehberg
y Sotomayor 2012:143).
4.4. Caminos en el Santiago
antiguo
Con
estos antecedentes se plantea la existencia de a lo menos tres caminos en el
valle del Mapocho:
- Camino del vado del Mapocho al puente nuevo: Los españoles tras su llegada, aunque habrían usado el camino del vado del Mapocho, por calle puente y luego calle Ahumada al sur, doblando al oriente por La Cañada y luego al sur por la calle Santa Rosa y construyeron un nuevo puente para cruzar el río Maipo al poniente del río Clarillo.
- Camino del vado del Mapocho (calle Independencia) al Puente Viejo (río Maipo): posteriormente cruzando el vado del Mapocho desde el norte, los incas al parecer comenzaron a usar como camino la actual calle Puente, continuando por calle Ahumada, luego probablemente giraba al oriente por la cañada, actual calle Alameda, llegando hasta el cerro Huelen para doblar al sur por calle Carmen probablemente hasta el “puente viejo” construido por los Incas al oriente de la desembocadura del río Clarillo, les permitía cruzar el río Maipo, en cualquier época del año, a diferencia del vado usado por los mapuches (ubicado más al poniente) que no se podía cruzar en invierno.
- Camino del vado del río Mapocho
(Independencia) al vado del río Maipo: basado
en la interpretación del plano de la figura 7, se propone que el eje
estructurarte norte-sur o Qhapaq Ñan inicial, era un antiguo
camino Mapuche usado luego por los incas, que pasaba por la actual calle
independencia al poniente de una vega existente en el lugar y cruzaba el vado
del Mapocho para seguir por calle Bandera, cruzando la cañada, continuaba por
calle Gran Avenida, en dirección al norte, pasando 3 km al oriente del pucara
de Chena y cruzando el vado del río Maipo. Este vado permitía cruzar hacia el
sur solo en épocas estivales.
Ambos
caminos mencionados por Stehberg y Sotomayor (2012).
|
Figura 7. Plano colonial
plano del llano del Maipo (aprox. 1755-1761) de Antonio Lozada
(extraído de
Vicuña Mackenna (1997[1869]:37), con la reconstrucción de tres caminos antiguos. (11) |
- Camino del vado del río Mapocho
(Independencia) al vado del río Maipo: basado
en la interpretación del plano de la figura 7, se propone que el eje
estructurarte norte-sur o Qhapaq Ñan inicial, era un antiguo
camino Mapuche usado luego por los incas, que pasaba por la actual calle
independencia al poniente de una vega existente en el lugar y cruzaba el vado
del Mapocho para seguir por calle Bandera, cruzando la cañada, continuaba por
calle Gran Avenida, en dirección al norte, pasando 3 km al oriente del pucara
de Chena y cruzando el vado del río Maipo. Este vado permitía cruzar hacia el
sur solo en épocas estivales.
De
los 3 caminos, sobrevive como cruce el río el que proponemos como camino
Mapuche-Inca la de Gran Avenida al sur, siguiendo por la carretera norte
–sur hasta el puente sobre el antiguo vado del Maipo. Esto confirmaría la
idea general que Santiago seguía un esquema similar al del Cuzco de la división
en cuatro partes, ordenadas y orientadas por antiguos caminos o rumbos del
universo. De
esta manera si los incas estaban tratando de replicar los elementos principales
del Cuzco, entonces parece razonable plantear la posibilidad de la existencia
de una segunda plaza ubicada en el cerro Huelen, posiblemente donde Pedro de
Valdivia habría fundado la ciudad, como lo señala la placa en la base de la
estatua del conquistador localizada en esta plaza. En la figura 6, el círculo
al sur de la plaza representa la escala Inca recientemente descubierta in situ y el triángulo representa el
punto más alto del cerro, actualmente utilizado como un observatorio turístico. Estos
elementos fortalecen -entonces- la idea que al norte del río Mapocho, existiera
un antiguo poblado ocupado primero por la cultura Mapuche,
ocupado luego por los Incas y más tarde por los Españoles. La Chimba que literalmente significa “el
otro lado” (del río Mapocho), se convierte con éstos en un espacio
al servicio de Santiago (Álvarez 2011). Según
nuestras apreciaciones la Chimba pudo corresponder simbólicamente al Hurin
(parte baja) dentro de la organización espacio-temporal del asentamiento Inca previo
a la llegada de Valdivia y que al igual que en otros sitios incas del
Collasuyu, p.ej. La Ciudacita, Uña Tambo-El Apunao y Cortaderas (noroeste de
Argentina), acentuaron la diferencia entre el hanan (arriba) y hurin (abajo)
como replicas -a escala- de la ciudad del Cuzco (Moyano 2013).
4.5. Astronomía de horizonte
El
trabajo realizado hasta ahora, incluye entre otros, observaciones -combinadas-
de eventos estelares, horizontes y orientación de calles y edificios del casco
antiguo de la ciudad de Santiago. En un primer punto se exponen los resultados
del trabajo de campo en el cerro Huelen, que aunque carecemos de evidencia física
de la existencia de un ushnu, sin
duda habría permitido observar la cuenca en 360°, aunque en la actualidad, por
causa de la construcción de altos edificios, este patrimonio visual se está
perdiendo rápidamente. A estos se suma la carga simbólica del lugar, como huaca
y antiguo asentamiento indígena en la intersección de dos brazos del antiguo
río Mapocho. Como complemento, se presentan las orientaciones de la Catedral
Metropolitana y Plaza de Armas, junto con sus implicancias culturales en lo que
refiere a la observación del Sol en fechas cercanas a los equinoccios en
relación a la existencia del antiguo asentamiento Inca en el centro de la
ciudad de Santiago. Como esquema de partida se toma el modelo del sistema de
ceques propuesto por Zuidema (2011) y sus implicancias en la arquitectura
urbana del Cuzco (Farrington 2012), asumiendo con ello las implicancias
socio-políticas de un sistema radial con base en la proyección de líneas imaginarias
a puntos visibles en la topografía, reconocidos socialmente como sagrados o huacas.
a) Cerro
Huelen Entre
los años 1999 y el año 2013, se ha realizado observaciones de salidas y puestas
de Sol desde diversos puntos del centro de Santiago como Plaza Italia, antigua
bifurcación del río Mapocho en dos brazos, Plaza de Armas (antigua cancha) y cerro
Huelen. La figura 8 muestra: a) el horizonte de 360° con las salidas y puestas
de sol desde la cumbre del cerro, obtenidas entre los años 2008 y 2012. b) un
dibujo realizado en 1855 por James Melville, donde se muestra el aspecto que
presentaba Santiago en la época y los dos caminos estructurantes (Qhapaq Ñan y calle Catedral), c) los puntos en que se han realizado mediciones de
precisión con teodolito. En las fotos del horizonte actual se puede apreciar la
pérdida de sectores del horizonte cubierta por edificios, con respecto a la
panorámica de 1855, donde el horizonte era 100% visible.
|
Figura 8. a) fotografía de 360° de Santiago desde
la cumbre del cerro Huelen, elaborado por
Bustamante y Moyano 2011, con salidas
y puestas de sol en solsticios y equinoccios,
b) dibujo de Santiago en 360°
James Melville (1855),c) puntos medidos con teodolito. |
El
trabajo de medición con teodolito se realizó durante la mañana del día 27 de
octubre de 2011. Se instaló el teodolito en la parte más alta del cerro, sobre
un torreón del siglo XIX hoy utilizado como punto de observación turística. Se
fotografió la salida del Sol a las 07:24:39 h (GMT-4) orientado la imagen al
norte con ayuda de una brújula magnética, para luego identificar -con ayuda de
mapas y fotografías aéreas- los principales hitos geográficos (cerros, cuencas
y cursos de agua) de la cuenca de Santiago. Los resultados son los siguientes:
fecha: 27/10/11
δ (lat): 33°26’25.0’’S
λ (lon): 70°38’36.1’W
alt.: 633 msm
(GMT-4)
|
Tabla 1. Calculo cerro Huelen |
- Cerro Huechuraba (N.1) marca una
posición cercana al norte geográfico (acimut 01°26’00’’), lo que resulta
interesante desde el punto de vista de la construcción social del paisaje y la
existencia de los cuatro rumbos de universo.
- Cerro La Paloma (N.3) marca una
posición cercana a la salida de la Luna en su posición extrema norte (SLEN),
con un acimut de 51°08’00’’, declinación +28°14’16.53’’ (δ +27°35’38.58’’) (12)
- Cerro Leonera izquierda (N.5) con
un acimut de 57°14’00’’, declinación +23°28’44.42’’, marca una poción un poco al
norte de la salida del Sol para el solsticio de junio (SSSJ).
- Inflexión sur cerro El Plomo
(N.9), con un acimut de 62°45’00’’,
declinación +19°33’19.84’’ (δ +18°58’5.01’’) (13) marca
una posición cercana a la parada menor de la Luna al norte (SLMN). Al igual que
en pucara de Chena, acá pudo ser visible el eclipse parcial de Luna del 16 de
noviembre de 1491 (Saros 127) (iniciando el día 15, antes de media noche),
gracias a la observación de una salida de la Luna en fase llena por N.9. Así
como otro el eclipse -también parcial- del 17 de noviembre de 1518 (Saros 108)
(en la madrugada). Ambos en la constelación de Tauro y teniendo como punto de
referencia en el cielo al cúmulo estelar de las Pléyades.
- Finalmente el portezuelo del Inca
(Mal Paso), marca las fechas del 17 de marzo y 27 de septiembre, con un acimut
de 88°26’00’’, declinación (-) 01°33’36.25’’ (P-SSEQ). Lo que confirma que este
marcador no coincide exactamente con el equinoccio, no así la cumbre del cerro
Provincia (N.15) con un acimut de 85°07’00’’, para los días 23 de marzo y 22 de
septiembre (SSEQ) (14)
12. Valor calculado con paralaje.
13. Valor calculado con paralaje.
14. Un análisis basado en la posición del
Sol en el horizonte de cerro Provincia (cumbre) con el programa Google Earth,
permite suponer que la observación de los equinoccios pudo realizarse con
facilidad desde la posición de la actual Plaza Italia,
que corresponde al punto donde antiguamente se bifurcaban los brazos del río
Mapocho en el cauce actual y la avenida Bernardo O’Higgins (Alameda o La
Cañada). Esta hipótesis, se condice con los planteamientos de Stehberg y
Sotomayor (2012), quien planteaba la importancia de estos dos antiguos brazos
de río como imagen sacralizada de un Nuevo Cuzco en la ciudad de Santiago. |
b) Plaza de
Armas/Catedral Metropolitana El
trabajo en Plaza de Armas y Catedral Metropolitana se limitó sólo a calcular el
acimut del eje de la calle Catedral, desde la actual iglesia Catedral, así como
la confirmación visual de la salida del Sol en el horizonte. Como hipótesis se
intenta contrastar la idea de la existencia de un ushnu como parte del antiguo
asentamiento Inca en las inmediaciones de la actual Plaza de Armas, que incluía
además una cancha, kallanka y edificios administrativos. El trabajo fue
realizado instalando la cámara fotográfica y la brújula magnética los días 13 y 14 de septiembre de 2011 en la esquina de calles Catedral y Puente, junto a la
Catedral de Santiago, lo que permitió inferir y corregir - gracias a observaciones realizadas en 2015 - la orientación de calle Catedral a la salida del Sol los días: 29 de marzo y 15 de septiembre (+/- 1 día).
Tabla de calculo:
33°26’14.2’’S
70°39’05.1’’W
574 msm
Az: 82.73° (ca. 83°)
Alt: 5°20’
Dec: (+) 3°10’
Fechas: 28/29 mar y 15 sep
|
Tabla 2. Calculo
Catedral/Plaza de Armas - |
- El eje mayor de la iglesia se
orienta con un acimut de 83° hacia la salida del Sol a la derecha de la cumbre
del cerro provincia los días 11 de septiembre y 3 de abril, es decir, 11 o 12
días antes y después de los equinoccios.
- Al poniente, con un acimut de
263° el mismo eje marca la posición del Sol los días 9 de marzo y 6 de octubre,
es decir, 11 o 12 días antes y después los equinoccios.
4.6. Observación solar desde calle
Catedral
Desde
el año 2011 una parte del trabajo ha estado dedicada a documentar fotográficamente
las salidas y puestas de Sol desde la calle Catedral, eje principal del trazado
del centro administrativo Inca. Las fotografías siguientes muestran el amanecer
desde la calle Catedral, 11 ó 12 días antes del equinoccio de primavera. El Sol
sale en el centro de la calle (figura 9).
|
Figura 9. Fotografías del amanecer: a) desde
calle Catedral con Bandera (Capac Ñan),
b) desde calle
Catedral con Matucana, frente al cementerio Inca. |
La
figura10a muestra la salida del Sol en el equinoccio (SSEQ) a) desde calle
Catedral con Matucana, frente al cementerio Inca y b) desde la cumbre del cerro
Huelen. El Sol sale en la ladera sur del cerro Provincia, sobre el denominado
Portezuelo del Inca o Mal Paso, 11 ó 12 días después de la salida del Sol
frente a la calle Catedral 7°, al norte del este. En la misma figura b) indica
la posición aproximada que ocupa el volcán Tupungato (mirador de estrellas en
voz Guarpe, probablemente un cerro sacralizado) tras el cerro Provincia. Relación
geográfica que nos lleva a pensar en la posibilidad de otra línea de ceques que
unía los cerros Provincia y Tupungato, por ahora carecemos de la evidencia
arqueológica contundente al respecto.
|
Figura 10. Fotografías de salida del Sol en el
equinoccio: a) desde calle Catedral
frente a la Quinta Normal (cementerio Inca),
b) salida del Sol en el equinoccio desde cerro Huelen. |
Los
antecedentes indican que la calle Catedral forma parte de un instrumento de
observación astronómica 1:1 (Bustamante y Moyano 2009), donde el Sol y la Luna
son el componente móvil, el horizonte (la cordillera de Los Andes) es el
componente fijo y la calle provee el punto y la dirección de observación. En
este caso, con la finalidad supuesta de determinar la posición de la Luna llena
del equinoccio de septiembre (o crossover),
inicio de la primavera en el hemisferio sur, y coincidente con la fiesta lunar
la Citua Quilla Raymi en Cuzco (Moyano 2013) (15)
15. Este
mismo fenómeno pudo determinar la orientación del eje mayor de la iglesia de
San Francisco (1572-1618), ubicada al sur de la avenida Alameda del Libertador
Bernardo O’Higgins, en el barrio Paris-Londres. La iglesia se construyó sobre lo
que era la ermita de la Virgen del Socorro, en los terrenos que pertenecieron a
Pedro de Valdivia y a la orden de los Mercedarios hasta el año 1554. La iglesia actual -aun cuando mira al poniente- tiene un acimut de 83.26° y marca la salida del Sol para los días cercanos al equinoccio de septiembre. Otro dato a considerar, son
las analogías encontradas a partir del tamaño y la distribución arquitectónica
de la iglesia y convento de San Francisco con el Coricancha y el convento de
Santo Domingo en el Cuzco. Lo que sugiere, al menos como hipótesis, que este
fue otro sitio habilitado para la realización de observaciones astronómicas prehispánicas
de horizonte dentro del área de estudio. |
Este
fenómeno, el crossover, además tiene la utilidad de conmensurar la extensión de
la cuenta lunar dentro de un año solar (365d – 354d = 11d), a partir de
la intercalación de una 13va Luna cada 2.71 (3) años. Que a la larga
ayuda también a conocer ciclos lunares mayores como el Metónico (19 años o 235
lunaciones), útil para el seguimiento de los eclipses a partir del siguiente
cálculo:
1
Metónico = 235 lunaciones o 19 años
1
Saros = 223 lunaciones o 18.03 años
1
Metónico – 1 Saros = 12 lunaciones o 354 días
|
Figura 11. a)
Esquema Calle Catedral orientada (idealmente) hacia la salida de la Luna llena
en el
crossover (equinoccio de septiembre) (Moyano 2013). b) Salida de Luna
frente a calle Catedral con Estado,
el 18 de septiembre 2013, un día antes de
la Luna llena (el día 19 de septiembre estuvo nublado).
Es probablemente el primer intento de observación del fenómeno en 500 años desde la antigua plaza. |
4.7. Observación desde cerro
Blanco
El
lugar actualmente conocido como cerro Blanco, posee en su falda norte un
importante vestigio de la cultura Mapuche , una roca caliza de color blanco con
tacitas horadadas en su superficie. Se desconoce la función original de éstas,
aún cuando lo blando de la piedra sugiere que probablemente su uso principal no
era la molienda de granos. Desde este punto se aprecia una amplia vista en 180°
hacia el norte. El Sol sale en el solsticio de junio (invierno) en la depresión
tras el cerro El Plomo y por la tarde se pone tras la cadena de Altos de Lipangue,
un mimetolito con forma femenina, fecundando simbólicamente a la tierra.
|
Figura 12. a) Salida y puesta de Sol en el
solsticio de junio (invierno);
b) Mimetolito de cerros de
Altos de Lipangue,
mujer acostada, el Sol se pone simbólicamente en la posición del sexo del
personaje. |
Este
tipo de antecedentes nos llevan a concluir que cerro Blanco pudo también servir
como un punto de observación de los solsticios, quizás con una importancia un
poco menor al cerro Huelen, aun cuando no descartamos su conceptualización como
cerro huaca a partir de prácticas rituales contemporáneas llevadas a cabo por
grupos aymaras y quechuas de la ciudad de Santiago. Como hipótesis, sugerimos
la utilización de este cerro como lugar de observación secundario, quizás
destinado a los grupos locales dentro de la división espacio-temporal entre el
hanan y el hurin de la cuenca del Mapocho.
5) DISCUSION
5.1. Mimetolitos de la cuenca de
Santiago
En los cerros de la cuenca es posible identificar
diversos mimetolitos (Bustamante 2008a, 2008b), es decir rocas,
montañas o cadenas montañosas que tienen forma natural de personas, animales o
cosas. Como hemos mostrado en diversas publicaciones, los mimetolitos tienen
significado cultural relacionado con la religiosidad. En
la figura 13 se muestra a modo de ejemplo: a) El rostro del
cerro el Plomo: a la izquierda se puede apreciar con claridad desde Santiago
con los últimos rayos de sol en épocas cercanas al solsticio de invierno, a la
derecha el cerro con las sombras resaltadas y con la localización la capac
hucha con un niño Inca congelado, encontrada cerca de su cumbre.b) Cuerpo de
mujer de Cadena de Altos de Lipangue: muestra una forma semejante a una mujer
acostada sobre su espalda, una representación de la Madre tierra o Ñuquue Mapu
o Pacha Mama, su forma es semejante a la Iztaccihuatl, cerro sagrado de la
cuenca de ciudad de México (Bustamante 2008a). Desde el cerro Huelén se ve la
puesta de Sol en el solsticio de junio sobre el cerro Copao, que representaría
el sexo de la mujer, simbolizando posiblemente el acto de fecundación. El cerro
Masculino (El Plomo) y el cerro femenino (altos de Lipangue), representan el principio
del Yanantín o equilibrio de los opuestos complementarios (Urton 1988).
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Figura 13. a) Mimetolito cerro El Plomo,
b) Mimetolito Altos de Lipangue. |
Otros
mimetolitos encontrados en las cercanías de la cuenca de Santiago fueron
descritos por Bustamante (2008b), quien hace hincapié, p.ej. en la semejanza
del cerro Aconcagua, provincia de Mendoza, Argentina, con un rostro humano, misma
asociación que podríamos realizar en este caso al destacar como mimetolito el
cerro Punta de Damas, tras el cual sale el Sol en el solsticio de diciembre,
como un mimetolito femenino respondiendo a la forma de su cumbre doble que
aparenta la forma de los “pechos de una mujer”.
5.2. Del nombre y función del
cerro Huelen
El
nombre Huelén (dolor, desdicha) con que se conoce al cerro es una denominación
moderna, López (2013) señala que los mapuches pudieron haberlo llamado Huetreng, es decir, el “nuevo lugar
trengtreng” o serpiente terrestre. Existe
sin embargo la posibilidad señalada en por diversos representantes de la nación
Mapuche (comunicación personal 2012-2013), que el nombre antiguo del cerro pudo
ser Wangüelen (Wangülen o Huanguelén),
que significa estrella, y en una acepción más amplia significa “espíritu de los
astros”. Wangüelen es el nombre de la primera estrella que baja del cielo para
convertirse en la mujer del primer hombre mapuche dando origen a este pueblo. El
cerro Wangüelen pudo ser entonces el “lugar para observar los astros” (Sol, Luna,
planetas y estrellas), es decir un antiguo observatorio astronómico. En relación con el significado del nombre, la Machi Mapuche
– Huilliche Adriana Pinda, en comunicación personal (2013) señala que: Wangüelen = Objeto estelar – estrellaWal = circularidad (o totalidad)Walun = (verano) el significado antiguo es universo.Wallon – wallontun = universo. En
este sentido, puede resultar significativo el nombre que le da al cerro el
conquistador español “Santa Lucía”, en honor a Santa Lucía de Siracusa,
provincia romana de Sicilia. Lucía significa “luz para el mundo”, pero esta
santa fue martirizada arrancándole los ojos, siendo representada con un plato y
sus dos ojos en él. En este contexto, el lugar de observación astronómica, fue
resignificado y desde ese momento no se podía hacer observación de los astros,
pues el cerro había sido cegado simbólicamente. Coello
de la Rosa (2005:1507), señala que: “Con mucho cuidado y particular
atención se ha procurado siempre interponer los medios más convenientes para
que los indios sean instruidos en la Santa Fe Católica, y la Ley Evangélica, y
olvidando los errores de sus antiguos ritos y ceremonias, vivan en concierto y
policía” En
este sentido cabe recordar que el segundo Concilio Limense (1567-1568) retomó el
imperativo de destruir las huacas y poner
en su lugar cruces o cuando una huaca haya sido un importante lugar de culto levantar una ermita o iglesia. Esto es
coherente con el cambio de nombre y la re significación religiosa del lugar,
dándole un sentido inverso al original.
Según
Martínez de Codes (1990: 528):
“Ante la situación descrita, dos
son los objetivos de la instrucción del Arzobispo: la destrucción de los
monumentos paganos con el consentimiento de los indios cristianizados, siempre
que ello fuera posible - <<y ansí mismo trabajarán de saber donde tienen
las guacas y adoratorios y hazer que los deshagan. poniendo en ellas cruzes,
siendo lugares decentes para ellos>>-; y la refutación de la idolatría
como parte inseparable de la instrucción religiosa, orientada a desarraigar
cultos y derivaciones idólatras – en particular el culto de los muertos-,
y a dar a conocer a los indios la falsedad de sus dioses”.
Esto
implicaba que la conquista española no es solo física y religiosa, sino también
se apropiaban del axis mundi, del
tiempo y del espacio, del mundo concreto y del mundo simbólico, es decir una
conquista que abarcaba hasta lo más profundo del ser indígena, dejándolos
prácticamente sin nada.
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Figura 14. A la izquierda función original del
cerro para observar a los Wangüelen
(espíritus de los astros) y el Wenumapu
(tierra de arriba). A la derecha Santa Lucía de Siracusa,
la re-significación
del sitio segándolo simbólicamente. |
5.3. Cerro Kwel
La
condición de cerro isla, desde el cual se domina los 360° del horizonte
terrestre y del cielo, sugiere que el cerro Wangüelen pudo ser un cerro “Kuel o
Kwel”, al igual que los túmulos mapuches descritos por Dillehay en el sur de
Chile: “Los estudios arqueológicos
muestran que los montículos fueron usados para enterrar a personajes
importantes, realizar ceremonias mortuorias y religiosas, para la residencia de
elites y la exhibición pública del poder, y para marcar límites entre grupos.
Otros enfoques integran montículos con la ubicación forma y significado de
accidentes geográficos naturales (e.g. formaciones rocosas, lagos) en
escenarios locales” (Dillehay 2011:107). De esta manera, sus formaciones rocosas cristalinas de
basalto volcánico, pudieron ser un lugar donde los habitantes prehispánicos de
la cuenca pudieron ver imágenes que les provocaban profunda impresión
psicológica desatando fenómenos asociados a la triada pareidolia –
apofenia – hierofanía (PAH) (Bustamante et al. 2012), quizás sacralizadas
al punto de concebir a este espacio como un lugar para la comunicación con las
entidades anímicas celestes.
5.4. El problema de los planos de
Santiago
Al
constatar que la planta de Santiago no estaba orientada de acuerdo a los cuatro
puntos cardinales (Bustamante 2012; Bustamante y Moyano 2012), comenzamos a analizar
la cartografía existente desde la época de la colonia hasta la actual. Encontramos
que gran parte de los planos antiguos presentan errores de orientación y otros,
que sugiere que los urbanistas y alarifes que nos legaron estos planos, tenían
deficiencias en su formación o eran menos rigurosos de lo que inicialmente
suponíamos.
En
la figura 15 se presenta cuatro de los planos de Santiago, en todos se indica los
puntos cardinales con la rosa de los vientos de color rojo:
a) Plano de
tomas Thayer Ojeda Santiago 1552, correctamente orientado.
b) Plano de
tomas Thayer Ojeda, erróneamente orientado según los puntos cardinales.
c) Plano de
Amadeo Frezier, 1712 el primer plano científico de Santiago, erróneamente
orientado según los puntos cardinales y con el norte hacia abajo.
d) Plano de
Santiago 1793, reproducción de original en el Museo británico, erróneamente
orientado según los puntos cardinales, pero además indicando el norte hacia el
este.
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Figura 15. Planos de la ciudad de Santiago. |
El
autor del primer plano científico señala erróneamente “Las calles están orientadas según los cuatro
puntos cardinales... y dejan en
el centro una acequia de dos pies y medio, para lavarlas y refrescarlas...” (Frezier
1982:98) el texto indica que no fue solo un simple error de dibujo, sino que Frezier
asumió que la ciudad estaba orientada según los puntos cardinales o midió mal y
traspasó el error al plano. Error que se repite en otros planos de la época y
posteriores.
5.5. Anexión de los habitantes
del Mapocho al Tawantinsuyu
A
partir de la conquista española, la expansión del Tawantinsuyu, fue
interpretada como una empresa bélica de proporciones, donde los conquistadores
Incas habrían doblegado por las armas a los pueblos conquistados. Stehberg en
comunicación personal (2013) señala que nada en la evidencia arqueológica actual,
permite describir grandes movimientos de tropas incaicas fuertemente armadas
que sistemáticamente conquistaran por la fuerza. Sin embargo si hay otro tipo
de evidencia que puede dar una respuesta alternativa, es la existencia a lo
largo del Tawantinsuyu de grandes cantidades de aríbalos o aribaloides cuya
función era contener chicha. La
chicha es un líquido embriagante que era usado en ceremonias religiosas y
fiestas civiles, pero, según Stehberg (comunicación personal 2013) la evidencia
sugiere que también era parte de las negociaciones diplomáticas en pro de la
incorporación de nuevas provincias al Tawantinsuyu. Betanzos
en “Suma y Narración de los Incas” describe el encuentro entre el Inca
Atahualpa y Fray Vicente de Valverde en Cajamarca, hoy sabemos que:
“…tiempo había harto
para todo y que siendo hora que él les diría que partiesen y luego mandó el
Ynga que le trajesen de beber y trujéronle de beber y bebió tanto y con tanta
euforia que se embriagó de tal manera que antes que de allí saliese estaba ya
tomado de la bebida…” (Betanzos 1551, en Reyna 2010:26).
Es decir, describe al Inca como un borracho, una descripción
adecuada a los intereses de los conquistadores hispanos interesados en
demostrar la inferioridad intelectual, moral y religiosa de los conquistados. Sin embargo Reyna (2010:26), afirma:
“La chicha, bebida
hecha de maíz fermentado, constituía, y en cierto modo todavía constituye, uno
de los elementos principales en ceremonias políticas y religiosas dentro del
mundo andino. Además, como afirma Morris, servía para mantener el equilibrio
político y económico de los líderes y autoridades en los Andes, ya que el
consumo de la chicha no solo permitía las celebraciones, sino también
garantizaba la existencia o persistencia de la mano de obra. El consumo de
chicha no solo se limitaba a las celebraciones, también era utilizado durante
los viajes que hacían los líderes o señores a fin de interactuar con la
población y mantener a los trabajadores y gente de acompañamiento ‘contenta’. Durante
el periodo colonial, el consumo de la chicha se convierte en un elemento a ser
perseguido o atacado por razones económicas y religiosas, ya que se consideraba
que el consumo excesivo de chicha fomentaba el ocio y servía como nexo para las
prácticas de idolatría en la región. Como nos dice Thierry Saignes, con
respecto a la actitud del conquistador frente al consumo de chicha: “El
complejo ocio-embriaguez idolatría está fijado como estereotipo, listo a servir
como tópico de la literatura colonial hasta hoy día”
Así
la chicha puede ser interpretada también como una herramienta de la diplomacia,
donde alrededor de una mesa bien provista de alimentos y luego de beber y
relajarse, (como ocurre en la actualidad en los encuentros diplomáticos), se
negociaba.¿Por qué el Inca habría de usar la diplomacia antes que las armas?, al
respecto Garcilaso de La Vega ([1617]1976:126)
refiriéndose al Inca señala que: “el
cual holgó mucho de tener camino abierto y tan buen principio hecho en la
conquista de Chili, que, por ser un reino tan grande y tan apartado de su
Imperio, temía el Inca el poder sujetar”.
¿Que
tenía para ofrecer el Inca a los pueblos que iba anexando al Tawantinsuyu?:
- Un camino que permitía
transportar (importar y exportar) mercaderías diversas.
- Amplio conocimiento en sistemas
de cultivo, cerámica, construcción y otros.
- Bienes de prestigio y accesos a
redes de interacción con otras comunidades del Tawantinsuyu.
- La incorporación de las huacas
locales al sistema de deidades del Cuzco.
De
esta manera, diversos pueblos pudieron participar de un sistema de libre asociación
cultural, comercial, técnica, donde probablemente no estaban exentos de
conflictos internos, luchas de poder, y tampoco de algunas luchas violentas por
parte de pueblos que por diversas razones no aceptaban de buenas a primeras,
formar parte del pacto que se les ofrecía. Incluso
cuando hacían la guerra contra los que se les oponían, su tratamiento era muy
particular con los vencidos, Según Garcilaso de La Vega ([1617]1976:37):
“Durante la guerra hacían los Incas todo el beneficio que
podrían a sus enemigos, por vencerlos por bien; los que prendían en las
batallas soltaban libremente con muy buenas palabras que enviaban a decir a su
curaca, ofreciendole paz y amistad; los heridos curaban, y despues de sanos los
enviaban con los mismos recados y les decían que volviesen a pelear contra
ellos, que cuantas veces los hiriesen y prendiesen tantas veces los volverían a
curar y soltar, porque había que vencer como Incas y no como tiranos, enemigos
crueles; las mujeres y niños que hallaban en los montes y cuevas, después de
haberlos regalado, los enviaban a sus padres y maridos con persuasiones que no
porfiasen en su obstinación, pues no podían vencer a los hijos del Sol”.
Así,
coincidiendo con la opinión de Stehberg (comunicación personal 2013), podemos
señalar que la interpretación histórica del Tawantinsuyu solo como producto de
una extensa campaña de conquistas bélicas, puede variar hacia una serie de
tratados de libre asociación, que ampliaron la influencia de los Incas en un
extenso territorio.
Garcilaso de La Vega refiriéndose a la conquista de Chili, señala “no
se sabe que batallas o recuentros tuviesen; por ser este el primer intento de
los Incas en sus conquistas, atraer a los indios por bien y no por mal”. Luego,
contradiciéndose respecto a que desconocían las “batallas o recuentros”, relata
en detalle una feroz batalla entre 20000 incas
y 18000 o 20000 purumaucas (mapuches),
después de una supuesta cruenta lucha los purumaucas
se retiran y los Incas establecen la frontera en el rio Maulli (Maule) ([1617]1976:127).
Por
el contrario, los españoles, donde si hay evidencias concretas de grandes movimientos
de tropas, empleo de diversas armas, entre los que se cuentan arcabuces, cañones,
caballos, armaduras metálicas, espadas, perros y otros, se impusieron a sangre
y fuego, pero a costa de grandes pérdidas de vidas y la casi total desaparición
de la población local en diversas áreas.
Por
esta razón pensamos que los cronistas españoles, se vieron en la necesidad de
exagerar respecto a las luchas que supuestamente sostuvieron los Incas con los
pueblos que incorporaban al Tawantinsuyu, de lo contrario habrían tenido que
admitir ante el rey y ante los financistas de estas costosas campañas, que el
método Inca, menos cruento y menos costoso, era también más efectivo.
5.6. Del posible desplazamiento segmentos
de la placa del Mapocho
Bustamante
(2012), Bustamante y Moyano (2012) y López (2013), encontraron que los ejes de
la planta de la ciudad no coincidían con los puntos cardinales, sino que
estaban desplazados del orden de 5° a 7° en sentido inverso del reloj. Surge
entonces la pregunta, ¿este desplazamiento fue resultado de un acto consciente
de quienes lo trazaron originalmente, o se debe a un desplazamiento de parte
del territorio producto de los constantes terremotos que ocurren en la zona,
una de las más sísmicas del planeta?
Para
tratar de dar respuesta a estas cuestiones, la figura 16 ilustra de manera
esquemática lo que significaría un giro anular de 7° de la corteza terrestre en
el área de Santiago en sentido inverso a las agujas del reloj. Si el
desplazamiento se produjera a un radio de 15 kilómetros del punto de
observación, en este caso el eje oeste – este de la cancha Inca (Plaza de
Armas de Santiago), el terreno se desplazaría del orden de 1.5 km hacia el sur
(circulo menor), lo cual habría producido un corte muy visible y catastrófico
en el curso del río Mapocho. Si el desplazamiento se produjera a 45 km de la cancha,
es decir, a la altura del cerro El Plomo, la tierra se habría desplazado del
orden de 4.5 km, ver círculo mayor. Movimientos de esta envergadura habrían
dejado enormes huellas en la cuenca y en opinión de los expertos consultados el
Dr. Gabriel Vargas, Director del Departamento de Geología, Universidad de Chile
y el geólogo Pablo Ventura del Instituto Geográfico Militar, no hay evidencia
geológica de un evento de esta magnitud (comunicación personal 2013).
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Figura 16. Esquema que muestra el desplazamiento
de la corteza a
15 km y a 45 km del punto de observación.
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Si el giro de la corteza se limitara exclusivamente al
espacio donde se fundó la ciudad de Santiago, es decir, a 1.5 km a la redonda
desde la Plaza de Armas, el desplazamiento del extremo de la calle Catedral
hacia el sur, habría sido de 150 m hacia el norte aproximadamente. Un
desplazamiento como este, habría dejado claras huellas en el terreno como lo
muestra la figura 17. La línea verde representa el eje de la salida y puesta del
Sol en los equinoccios, es decir, al este y oeste, sin considerar la altura del
horizonte. La línea blanca representa la orientación de la calle Catedral hacia
la salida de la Luna en el crossover (SLCO). Ahora bien, si realizamos de forma
hipotética un nuevo giro de 7° con respecto a la situación actual, las
consecuencias serían, entre otros, un quiebre en el cauce del río Mapocho del
cual no existen evidencias en los documentos revisados.
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Figura 17. Giro
hipotético del área donde se fundó la ciudad de Santiago. |
Según información geológica referente a la falla San Ramón,
sabemos que:
“El basamento de la cuenca de Santiago correspondería a rocas
volcánicas de la Formación Abanico, de edad oligocena superior – miocena
inferior (Charrier y Munizaga, 1979). El fondo de la cuenca, conocida de manera
indirecta por estudios gravimétricos (por ej. Araneda et al. 2000), corresponde
a una superficie irregular donde se reconocen cordones enterrados que limitan
subcuencas y de los cuales sobresalen algunos cerros islas como por ejemplo los
cerros Santa Lucía y Renca. La alineación de algunos de estos cordones, como
por ejemplo el que une los cerros San Cristóbal, Chena y Lonquén, orientado
noreste, sugiere que éstos podrían tener un control estructural, es decir,
estar asociados a la presencia y actividad de fallas”(16).
Para comprender la magnitud de los eventos sísmicos
necesarios para que tales desplazamientos ocurran, hay que compararlos con los
movimientos normales de la corteza en la cuenca del Mapocho. Estudios recientes
sugieren que la morfología de la depresión intermedia y del valle de Santiago,
en particular, es resultado de la actividad del sistema de falla San Ramón que
monta el bloque del frente cordillerano sobre el valle de Santiago, a un
promedio de 0.4 mm/año (Armijo
et al. 2010).
En
relación con las magnitudes de sismos ocurridos en el pasado en la cuenca,
según los diversos tipos de terremotos Leyton et al. (2010), citando a otros
autores señala como magnitudes máximas, para las
distintas fuentes, los siguientes valores:
- Interplaca: Mmax = 8.5 - Intraplaca de profundidad
intermedia: Mmax = 8.0 - Cortical: Mmax = 7.5. En
base a los datos de terremotos históricos se realizan proyecciones de
sismicidad futura, Leyton et al. (2010) señalan en el resumen que:
“Con
estos nuevos datos se generan mapas que muestran la aceleración horizontal máxima
o (PGA) esperada para una cierta probabilidad en un determinado período de vida
útil donde no solo influye la fuente interplaca, sino que también se observa el
efecto de las fuentes intraplaca de profundidad intermedia y cortical. En la
zona urbana de Santiago, se obtienen valores PGA de 55% de la aceleración de
gravedad (g) para un período de retorno de 475 años y de 72% g para un período
de retorno de 1950 años, siendo solo un 13% inferiores a los encontrados en la
zona costera (63% g y 83% g, respectivamente)”.
|
Figura
18. Aceleración máxima (Peak ground
acceleration - PGA) cuenca de
Santiago terremotos: a) interplaca, b) intraplaca y c) cortical. |
La figura 18, tomada de Leyton et al.
(2010) muestra la aceleración máxima en la horizontal o PGA (Peak
ground acceleration) esperada para un período de
retorno de 475 años; el color es proporcional al PGA (en g), de acuerdo a la
escala mostrada del borde superior. Estas proyecciones podrían estar equivocadas,
pero aunque se produjeran terremotos superiores a los esperados, incluso de la
magnitud de 9.5° o equivalente en la escala de Richter, como el terremoto de
Valdivia de 1960, producen
efectos globales significativos, pero pequeños en relación con la observación
del cielo en tiempos precolombinos.
La
tabla 3 resume el desplazamiento del eje terrestre y acortamiento de la
duración del año, producido por los últimos grandes terremotos según datos de
la NASA:
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Tabla 3. Tres grandes terremotos
medidos con instrumental moderno. |
El
terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile, tuvo una magnitud de 8.8° Richter
que lo convierte en el sexto terremoto de mayor magnitud en la historia de la
humanidad. Produjo un desplazamiento, en la zona del epicentro, de hasta 3.03 m,
y logró desplazar la cuenca en la que se encuentra la ciudad de Santiago en 13.4
cm hacia el suroeste (17).
|
Figura 19. Desplazamiento de la
corteza terrestre durante el sismo de 27 de febrero de 2010, Chile. |
Un
desplazamiento del orden de 13 cm, o del orden de 3 m, con levantamientos o
hundimientos del terreno, producen variaciones del orden de fracciones de
segundo de arco en las mediciones astronómicas expuestas antes, es decir,
estas variaciones no son apreciables a simple vista ni en la medición con
teodolito, pues estos alcanzan una precisión del orden del minuto de arco.
La
magnitud de los últimos terremotos y los efectos que causaron sobre la corteza
terrestre, sirven de parámetro para entender la envergadura que debieran tener
cataclismos que pudieran haber hecho variar las mediciones arqueoastronómicas
en tiempos históricos. Más aún, da cuenta de la intensidad necesaria para
provocar un movimiento circular del orden de 6°-7°, de lo cual no hay
evidencias cercanas. Movimientos de magnitudes superiores a los provocados por
los terremotos actuales, solo es posible encontrarlos en eras geológicas
anteriores, durante la formación de la Cordillera de la Costa y la Cordillera
de los Andes, hace 95 y 20 millones de años AP, respectivamente (Carrizo et al. 2008; Seyifried et al. 1998).
Por lo tanto no existen antecedentes -concretos- que permitan
atribuir a movimientos sísmicos la diferencia de 6° a 7° de la orientación de
la planta de Santiago con respecto a los puntos cardinales y al norte
geográfico o astronómico.
5.7. Terremotos y
variación de las observaciones
Es recurrente la pregunta ¿si por efecto de un terremoto se
desplazara el punto de observación, se produciría una variación en la medición
del punto de salida de Sol, u otro objeto celeste, tras el horizonte? El
ejercicio de la figura 20, ilustra con tres puntos de observación, distantes
entre sí, las variaciones que se producen al observar la salida de Sol en el
solsticio de invierno desde el centro de Santiago hacia el cerro El Plomo,
distante 45 km:
a) Muestra el
punto de salida del primer rayo de Sol desde el cerro Huelen, tras el cerro El
Plomo. La regla indica la distancia angular (2o45’) hasta la capac
hucha (ofrenda con ser humano).
b) Desde Plaza
Italia: muestra la salida del Sol en el mismo punto que sale desde el cerro Huelen.
c) Desde Puente
Loreto: la salida del primer rayo de Sol (como debió ser observado desde la cancha
de la Plaza de Armas hace 500 años) muestra un desplazamiento de 0.5° respecto
al punto de salida anterior. Pequeñas variaciones como estas, pudieron permitir
a los incas realizar ajustes en sus calendarios.
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Figura 20. Observación de salidas de Sol en el
solsticio de junio (invierno)
desde tres puntos diferentes del centro de
Santiago. |
Este
ejercicio ilustra los desplazamientos del punto de observación, requeridos para
provocar variaciones apreciables en la medición de un fenómeno astronómico,
teniendo en cuenta los datos de la figura 19, que muestra que Santiago tuvo durante
el terremoto del 27 de febrero de 2010 un desplazamiento de 13.4 cm en
dirección suroeste. La
variación en las mediciones desde un punto que se ha desplazado es inversamente
proporcional a la distancia al punto en que se produce el fenómeno medido. Es
decir, mientras más lejos está el horizonte tras el cual se produce la salida del
Sol, menor será la variación.
5.8. Santiago inundable
La arqueología comparada nos demuestra la importancia del manejo y
uso de los recursos hídrico en distintas partes del mundo, sobre todo asumiendo
las condiciones de la cuenca de Santiago de abundante -en términos relativos- agua
durante el invierno y semi-desértica en verano, lo cual requería una adecuada
administración para optimizar el rendimiento de las cosechas. Según Figueroa y
refiriendo a nuestro caso de estudio, señala:
“La historia colonial es un relato dramático de la persistencia del
núcleo urbano para permanecer en el sitio y de los periódicos embates de las
aguas del torrente para recuperar el cauce natural, que extendía su anchura a
la altura de lo que hoy es el parque Forestal en unos 300 metros” (Figueroa 2009:60).
¿Por qué los habitantes mapuches tenían sus residencias en La
Chimba, es decir, en la ribera norte del río Mapocho y los incas en la ribera
sur? La respuesta parece ser que el área al poniente del cerro Huelen sufría
constantes inundaciones. Así los grupos locales habrían preferido para habitar
permanentemente un lugar más protegido de las aguas, pero los Incas , con
mayores conocimientos de hidráulica y mejor tecnología constructiva, se
instalaron al sur del Mapocho, probablemente intentando aprovechar precisamente
esta condición de inundable, asumiendo la condición sagrada del cerro huaca
Wangüelen (Huelen o Santa Lucía).
Figueroa describe la historia de las inundaciones de la denominada
Isla de Santiago, localizada entre el río Mapocho al norte y el brazo del río
Mapocho denominado La Cañada actual calle Alameda Bernardo O’Higgins al sur,
señalando que:
“Junto al arrastre de
material de montaña, las aguas han modelado las hondonadas naturales por donde
circulan los torrentes fluviales permanentes y los pluviales eventuales. También han condicionado el sitio de emplazamiento fundacional, la forma urbana
y las intensidades y extensiones del crecimiento urbano de la ciudad moderna” (2009:58).
Así los incas se habrían instalado a propósito en un sitio
modelado por las constantes crecidas del río, y es posible que aplicando sus
conocimientos de hidráulica conscientemente seleccionaron el sitio de
emplazamiento con el objeto de construir un espacio que a la vez de ser
habitable, les permitiera medir con precisión la magnitud de las crecidas del
río, cuestión crucial para una adecuada administración de las aguas de la
cuenca con fines agrícolas.
El plano de Amadeo Frezier de 1712 (figura 21a),
permite visualizar las áreas inundables de Santiago, destaca el área de
inundación en la Plaza de Armas y Catedral Metropolitana. En base al plano del
islote abierto al río, elaboramos el plano esquemático (figura 21b) que permite
visualizar con más claridad el área inundable. Probablemente el acceso del agua
a estas áreas tenía un valor simbólico, relacionado con los ritos de fertilidad
cercanos al equinoccio de septiembre, inicio de la primavera y el cambio de
estación.
|
Figura 21. a) Plano de Frezier (1712),
b) Plano esquemático aéreas inundables (i) de Santiago. |
En base a esta información y siguiendo las cotas de nivel de la
ciudad del Cuzco hemos encontrado que la plaza Haucaypata (actual plaza de
armas del Cuzco) también pudo haber sido inundable, al igual que la plaza bajo
el templo del Coricancha. En base al plano de la ciudad del Cuzco actual
(figura 22a), hemos elaborado un plano esquemático del Cuzco con las áreas
inundables (figura 22b).
|
Figura 22. a) Plano actual del
Cuzco, b) Plano esquemático del Cuzco con áreas inundables (i). |
Al respecto Farrington (comunicación personal 2013) señala que existen
evidencias que el área de la plaza de armas de Cuzco y en la plaza bajo el
Coricancha, eran inundadas con las crecidas del río Saphi. Lo que en nuestra
opinión acentuaría el carácter sagrado del lugar gracias al manejo y uso del
recurso hídrico. Un ejemplo similar, se encuentra en la plaza o patio que rodea
la pirámide de la Serpiente Emplumada, sector la Ciudadela en Teotihuacán,
México, donde la acumulación de agua producto de lluvias torrenciales -en
determinadas épocas del año- era utilizada para inundar un área que replicaba
el mito de la montaña primigenia en la antigua cultura mesoamericana.
Como ya se señaló anteriormente y tomando un trabajo de Monteverde
(2011), se describe las fiesta de la Citua señalando que en Cuzco se festejaba en agosto o septiembre, siempre después
del mes de la siembra y al inicio de la en época de lluvias.
“Una estructura que ocupaba un papel muy importante en el relato
de la Situa de Molina es el ushnu,
que se localizaba en la plaza Haucaypata, no mencionado por Garcilaso.
Alrededor del ushnu, durante el
desarrollo de esta fiesta, en diferentes días, se agrupaban los que iban
arrojar los males fuera del Cuzco; se colocaban las imágenes de Viracocha
Pachayachachic, el Sol, Chuquilla y Huanacaure y muy cerca de él se reunían el
Inca, las panacas reales, los incas de privilegio, los encargados de las huacas y demás gentes del
Tahuantinsuyo quienes ofrendaban chicha en su interior.
Molina describe a este ushnu como una pila de piedra forrada
de oro, con un agujero y un canal que llegaba, subterráneamente, hasta el
Coricancha, el Quishuarcancha y el Pucamarca. Esta descripción (pila o pozo,
agujero, canales y evidencias de ofrendas líquidas) es básicamente la que se ha
podido evidenciar en excavaciones y prospecciones arqueológicas en algunos
otros ushnus del Tahuantinsuyo
(p.ej., Huánuco Pampa)” (Monteverde 2011:246).
La
figura 23 presenta cuatro ushnus conectados con fuentes
de agua, como podría haber sido el caso del ushnu de Santiago.
|
Figura 23. Cuatro ushnus conectados con fuentes de agua (Monteverde 2011:247)
(2. Ushnu de El Shincal de Quimivil) (4. Ushnu de Aypate (Piura) |
Otro ejemplo, es el ushnu descubierto en el sitio El Apunao, Nevados
de Cachi, Salta, Argentina, donde además del pozo o tina, se identificó un
sistema quipu y horizonte calendárico
(al poniente) que vincula la fecha de los equinoccios, marzo y septiembre, con
observaciones lunares dentro de un año solar (Jacob y Leibowicz 2011; Jacob et al. 2011,
2013; Moyano 2013).
|
Figura 24. Ushnu y quipu El Apunao (Jacob et al.
2011, 2013; Moyano 2013). |
La presencia de un área inundable en la plaza del Cuzco y la
antigua cancha de Santiago, permite formular la hipótesis de que se trataría de
instrumentos de medición pluviométrica escala 1:1, que probablemente permitía
determinar la magnitud de las crecidas y planificar la administración de los
recursos. Esto sería consistente con la existencia de instrumentos de
observación astronómica e instrumentos de observación geodésica escala 1:1
descritos antes.
5.9. Sistema de
cerros sagrados
Si bien el Sol sale tras un determinado accidente geográfico,
no necesariamente ese punto preciso es considerado “sagrado”, tal es el caso de
la salida de Sol en el solsticio de invierno vista desde el cerro Huelen, el
Sol sale en una depresión del cerro Leonera, 2.5° al norte de la cumbre del
cerro El Plomo (figura 25a). Si bien el punto preciso de la salida del Sol pudo
ser sacralizado, no hay registro de ello. Sin embargo si existen evidencias de
la sacralización del cerro El Plomo, donde existe una capac hucha,
construcciones y ofrendas en su cumbre o en sectores cercanos a ella. Así,
fuera de toda duda el cerro El Plomo era una huaca, una montaña relevante.
Por otra parte, si observamos la salida del Sol en el
solsticio de invierno desde las tacitas del cerro Blanco, 2.6 km al norte del cerro
Huelen, veremos salir el Sol en una depresión 4.5° al norte de la cumbre del
cerro El Plomo (figura 25b), confirmando lo relevante de este hito geográfico
dentro de la cuenca de Santiago.
|
Figura 25. Salida de Sol en
solsticio de junio (SSSJ): a) desde cerro Huelen y
b) desde el cerro Blanco; c)
medición angular. |
Al observar eventos astronomicos desde el pucará de Chena, el
cerro Huelen y el cerro Blanco, se forman alineaciones repetitivas con diversos
cerros que probablemente pudieron ser considerados sagrados por esta misma
circunstancia.
La figura 26 muestra algunos ejemplos de estas alineaciones:
a) Desde el pucara de
Chena: la salida del Sol en el solsticio de junio (SSSJ) se produce en el Portezuelo
del Inca (cerro La Cruz). La puesta del Sol en el solsticio de junio (PSSJ) se
produce tras el cerro de la cuesta Zapata. La salida de la Luna en su parada
mayor al norte ocurre cerca el cerro El Plomo.
b) Desde el cerro Huelen (y tambien desde la Plaza de Armas):
la salida de Sol en el equinoccio (SSEQ), se produce tras el Portezuelo del Inca
(Mal paso). La puesta del Sol en el equinoccio (PSEQ) ocurre tras los cerro de
Lo Prado en dirección aproximada al cerro de la cuesta Zapata. La puesta de Sol
en el solsticio de invierno (PSSJ) se produce tras el cerro Copao.
c) Desde el cerro Blanco: la salida de Sol en el solsticio de
invierno (SSSJ) se produce 4.5° al norte de la cumbre del cerro El Plomo. La
puesta de Sol en el solsticio de invierno se produce 2° al norte del cerro
Copao.
|
Figura 26. Cerros relacionados con orientaciones
astronómicas, observaciones desde:
a) pucara de Chena, b) Cerro Huelen y c)
cerro Blanco. |
La
línea de la puesta de Sol en el equinoccio entre el cerro Huelen y el cerro de
la cuesta Zapata, marca la antigua ruta entre pasos de montaña hacia la costa
que sale de Santiago, pasa por la cuesta Lo prado (actualmente túnel Lo Prado),
luego por la cuesta Zapata (actualmente túnel Zapata) y luego hacia la costa. Esta
estructura de relaciones es similar a lo descrito por Moyano (2011) como
“convidos” o líneas proyectadas en el paisaje a manera de ceques con un sentido
ritual.
5.10. Círculos orográficos
Desde
el punto de vista orográfico los cerros que rodean la cuenca de Santiago,
parecen formar tres anillos concéntricos (cercano, medio y lejano). Basados en
el criterio de visibilidad se propone una lista no exhaustiva de cerros para
los tres diferentes anillos (figura 27):
- Anillo
cercano (amarillo): en su interior
se localizan los cerros del interior de la cuenca (Huelen, Blanco, San
Cristóbal, Navia y Renca).
- Anillo
mediato (verde): se localizan los cerros ubicados en el límite de visibilidad
desde la cuenca (Copao, Altos de Lipangue, Lo Prado, Chena, Provincia, San
Ramón, Punta de Damas, El Plomo, Manquehue y Huechuraba).
- Anillo lejano
(rojo): se localizan cerros (fuera de la cuenca) que no son visibles desde los
sitios de observación (Aconcagua, Tupungato, El Mauco, Huechún, cuesta Zapata y
Sombrero). Podría
reflejar una forma de estructurar la topografía a pequeña, mediana y gran
escala, con relaciones de proximidad y lejanía a huacas o a grupos humanos que
habitaban a los pies de estas montañas. Una estructura similar de anillos
concéntricos, describimos para la localización de sitios arqueológicas en la
cuenca del valle de Cuz Cuz (Bustamante 2005a, 2005b).
|
Figura 27. Círculos orográficos de la cuenca de
Santiago (cercano, medio y lejano). |
Stehberg y Sotomayor (2012:143) describe una estructura
similar aunque no utiliza el criterio de visibilidad para definirla. Agrega en
el círculo exterior la Iglesia de Piedra, en el cordón de Chacabuco; la cueva
de guara vasi (huaira wasi=casa del viento) y las ruinas de Chada, en el cordón
de Angostura.
5.11. Salida de Sol solsticio
de junio
Hoy es imposible observar la salida del Sol desde Plaza de Armas,
donde estuvo emplazada la antigua Haucaypata, para el solsticio de junio, pues el
lugar está rodeado de altos edificios. Para solucionar este problema
metodológico se trazó una línea recta entre la Plaza de Armas y el cerro Leonera,
donde sale el Sol visto desde el cerro Huelen para el inicio del invierno.
Encontramos que el punto más apropiado está a 30 m al este del
puente Loreto, junto a la rivera norte del río Mapocho, donde se produce un
espació que permite una vista -aunque limitada- cercana a la visual que se
tenía de la Haucaypata, al oriente. La figura 28a, muestra la salida del Sol en el punto donde
confluyen el cerro Leonera con el cerro San Cristóbal (Tupahue), integrando a éste
en el sistema de cerros sacralizados. Así debió verse la salida del Sol desde la
Haucaypata y ushnu hace más 500 años. La foto inferior (28b) realizada usando
herramientas de Photoshop (filtro bordes resplandecientes y luego invertir), permite
ver como el Sol sale donde confluyen ambos cerros.
|
Figura 28. Salida de Sol en el solsticio de
junio como hubiese sido visto
desde el ushnu ubicado en la cancha de la Plaza de Armas. |
La
figura siguiente (29) muestra la salida del Sol en el solsticio de junio como
se ve actualmente desde la Plaza de Armas, los edificios circundantes impiden ver
el momento de la salida del Sol tras las montañas, siendo visible
aproximadamente 1 hora después del amanecer.
|
Figura 29. Salida del Sol en el solsticio de
junio en la esquina NE de la Plaza de Armas,
calle 21 de Mayo con calle
Catedral (vista desde calle Puente). |
5.12. Comparación de salidas de Sol
desde dos puntos distantes
Eligiendo
un punto 30 m al oriente del anterior (puente Loreto), pudimos lograr una toma
con los cerros despejados, para poder medir con exactitud el punto de salida
del Sol y contrastarlo el mismo fenómeno pero visto desde el cerro Huelen,
ubicado 600 m al norte. La figura 30 muestra que para esta distancia, y con
esta configuración de cerros en el horizonte observado, la diferencia angular
para la salida del primer rayo de Sol será cercana a los 0.5° (30’ de arco). Por
razones meteorológicas, la fotografía fue tomada un día antes del solsticio de
invierno, el día 20 de junio, cuando la diferencia en valores de declinación es
del orden de 18,3’’ de arco con el día del solsticio, imperceptible al ojo humano.
|
Figura 30. Medición de distancia entre salida de
Sol: a) desde cerro Huelen y b) desde puente Loreto. |
5.14.- Movimiento del Sol en el solsticio de junio
En
la tabla 4 y gráfica 1 se muestran los valores de declinación (δ) (18) en días consecutivos, 10 días antes y 10 después del solsticio. Si tomamos como
ejemplo, la observación del Sol para los días 18 y 21 de junio, la diferencia
se reduce a 0°2’9,3’’, es decir, a una 15va parte del disco solar, lo que
resulta insignificante. El mismo ejercicio a 10 días del solsticio, p.ej. el 11
de junio o 1 de julio, se tendrá una diferencia promedio de 0°21’37.7’’ que
equivale al 73% del disco solar, cercano a los valores de declinación el Sol en
días -consecutivos- cercanos a los equinoccios.
18. Distancia angular medida del ecuador a
un objeto celeste a lo largo del círculo horario. Se designa como positiva al
norte del ecuador y negativa al sur (Aveni 2005:138-139). |
|
|
Tabla
4. Tabla de Valores declinación del Sol (solsticio de invierno 2013) (19)
Grafico 1.
Declinación Sol (solsticio de invierno 2013) |
19. Astronomical Almanac 2013 (2009), para
las 0 horas tiempo terrestre (meridiano de Greenwich). |
Para
los solsticios, el Sol tiene un movimiento casi imperceptible en el horizonte,
siendo imposible de apreciar a ojo desnudo un día antes o después del evento,
cuando el Sol tiene una diferencia de pocos segundos de arco, p.ej. entre el 20 y 21 de junio,
igual a 0°0’18.3’’. Esta diferencia se aumenta a 2’ con 3 días antes y después
del solsticio, es decir, todavía despreciable (pero si apreciable a ojo
desnudo). Llegando a cerca de 21’ o 22’ a 10 días de diferencia.
El
modelo o técnica del linear solar observatory (Hardman y Hardman 1992) permite,
gracias a la utilización de un marcador de horizonte, distante a lo menos a 10
días del solsticio, conocer el día exacto del evento solsticial. Este modelo no
descarta observaciones más precisas, p.ej. resolución
del orden de 1’ (capacidad del ojo humano) (Betancourt 2006), en
observación de estrellas y planetas; dependiendo de las condiciones
atmosféricas y la capacidad del observador. Observaciones
de hasta 6’ son aceptables (si se trabaja con teodolito), pues no inciden
mayormente en la fecha de anuario con respecto a los valores calculados en
acimut y declinación (Moyano 2013).
De
esta manera, se confirma que una observación a 3 ó 5 días del solsticio, no
presentará diferencia apreciable al ojo humano en la posición de salida del Sol
con respecto a un marcador de horizonte.
6) CONCLUSIONES
Durante
la presentación de este trabajo en el contexto del XVIII Congreso Nacional de
Arqueología Argentina, se conversó con el arqueólogo Ian Farrington, los nuevos
antecedentes respecto a la presencia de un importante centro administrativo
Inca a orillas del río Mapocho y las características de este, que se desprenden
del análisis arqueoastronómico y arqueológico. Según Farrington (comunicación
personal 2013), la existencia de las similitudes presentadas en este artículo,
no sólo confirman la existencia de estos “Nuevos Cuzcos”, sino refuerzan la
idea de una política expansiva del Tawantinsuyu bajo el modelo de una
apropiación simbólica e ideológica de los espacios anexados. Esto ratifica la
existencia de cerros huacas, caminos, canales y sistema de regadío (Stehberg y
Sotomayor 2012), junto a lo que aparentemente constituía previamente un lugar Mapuche
para observar el cielo, nos referimos al cerro Wangüelen (Huelen o Santa
Lucía).
En
la presente investigación se utilizó la llamada arqueología del entorno, como
herramienta de análisis, pero también como ápice de las llamadas arqueologías
temáticas dentro de los estudios del paisaje. El cruce de datos culturales,
geográficos, astronómicos, psicológicos, permiten concluir -entonces- que
Santiago fue fundado sobre un antiguo asentamiento Inca, con una población
anterior local Mapuche. En tal sentido la triada PAH (pareidolia, apofenia e
hierofanía) sugieren que tanto el cerro Huelén como el cerro El Plomo y la
cadena de cerros de Altos de Lipangue constituyen mimetolitos y pudieron ser
considerados elementos potencialmente sagrados dentro de la construcción social
del entorno en momentos previos a la llegada de los españoles a la cuenca de
Santiago.
Los datos expuestos ayudan a contextualizar hipótesis ya
planteadas en Bustamante (2012, 2013), Bustamante y Moyano (2012), Stehberg y
Sotomayor (2012), y López (2013), que indican la existencia de un centro
poblado Inca bajo el casco antiguo de la ciudad de Santiago. Si bien existe una
cantidad de planos de Santiago relativamente abundantes que coinciden en la
forma y tamaño general de calles y manzanas, resulta destacable el hecho de que
en general los planos están mal orientados presuponiendo sus autores, una
orientación de las calles según los puntos cardinales. En la realidad la calle
Catedral, eje ordenador de la ciudad Inca presenta un acimut de 83° (+/-15’) (Moyano
2013).
Al
respecto las orientaciones astronómicas recogidas demuestran en principio la
existencia de líneas de visión o ceques desde cerro Huelen y la actual Plaza de
Armas, que darían orden a las principales actividades económicas y políticas
dentro de la ritualidad andina. En ambos casos -al parecer- se destaca la
variable lunar por cuanto se marcan paradas mayores y menores de la Luna, junto
con orientaciones para la Luna llena en los días cercanos a los equinoccios.
Destacando la posibilidad de marcar -al menos- los eclipses parciales de Luna
de los grupos de Saros 127 y 108 (nov 16-1491 y nov 17-1518 -tiempo GMT- respectivamente) ambos
con valores de declinación cerca de la parada menor de la Luna al norte en el
horizonte del cerro El Plomo.
Se
plantea también, la posibilidad que la orientación de las calles del antiguo
Santiago, respondan a una planificación anterior donde se destacaron
determinados hitos en los horizontes este y oeste, como ejes para la
planificación urbanística y arquitectónica. Al respecto destaca la existencia
del cerro Huelen, como posible lugar de observación astronómica-orográfica,
también como elemento del paisaje sagrado de la cuenca, que bifurcaba los
antiguos brazos del río Mapocho. Dejando en un primer plano, la existencia de una antigua plaza y ushnu Inca, posiblemente orientados (con respecto al Sol a la salida) a los mismos ejes que la actual calle Catedral (28/29 marzo y 15 septiembre).
Inicialmente se pensó que la orientación de la calle Catedral pudiera estar relacionada con la corrección del calendario Juliano al Gregoriano (Bustamante 2012). de allí el desfase de 11 o 12 días con respecto al equinoccio moderno.
No obstante, la evidencia astronómica sugiere que se relacionen más bien con el
mes sinódico de la Luna cercano a los equinoccios y como mecanismo útil para
calibrar la cuenta de 12 meses lunares sinódicos (12 x 29.5 = 354 d), sumando
una 13va luna (de 11 ó 12 días) para completar los 365 días del año
solar. Fenómeno conocido astronómicamente como crossover o cruce del Sol y la Luna en fechas cercanas al
equinoccio de primavera, que en el caso de los incas pudo también relacionarse
con la fiesta de la Citua dentro del mes lunar de septiembre (Moyano 2013).
El
hallazgo de una piedra tallada (tipo maqueta) en el cerro Huelen, indican
además la existencia de un sistema de cálculo Inca conocido como yupana. El
cual junto con la observación astronómica, pudo servir como mecanismo de
cuentas que excedían o se equiparaban a la vida de un ser humano a través de
una nemotecnia asociada a la memoria a largo plazo. De allí la existencia de
marcadores para la Luna en su parada mayor y menor al norte, cada 18-19 años.
Esta última quizás relacionada con la observación y predicción de algún ciclo
de eclipses en momentos tardíos de la ocupación Inca del valle del Mapocho,
dentro de una concepción anímica del entorno que conceptualizaba a este evento
astronómico como la muerte simbólica de la Quilla.
El
descubrimiento de una piedra de tacitas- probablemente Mapuche- y una escala
tallada en la roca de origen Inca, sugiere que para ambas culturas este cerro
fue sagrado y que probablemente también cumplió con la finalidad de un lugar
para observar el cielo. La proposición de un nombre alternativo para el cerro
que pudo denominarse Wangüelen, apunta en la dirección de su posible uso como
observatorio astronómico.
En
la misma lógica y desde el punto de vista de la triada PAH, es probable que
este cerro fuera concebido como un ombligo, un axis mundi o posiblemente un segundo ushnu, gracias a sus
características naturales y ubicación privilegiada con respecto al resto de la
cuenca de Santiago. Destaca entonces, la existencia de interesantes analogías
entre lo que parece ser la antigua planta urbana de Santiago y del Cuzco, con
la existencia de un cerro isla (cerro Huelen) a semejanza de la fortaleza de
Sacsayhuaman, junto con la Plaza de Armas donde se habría ubicado la antigua Haucaypata,
posiblemente también utilizada como un contenedor de aguas a partir de la evidencia
de inundaciones.
De esta manera al observar eventos astronómicos, p.ej.
solsticios, equinoccios, lunisticios o crossover,
desde distintos puntos de la cuenca de Santiago se forman alineaciones
repetitivas con diversos cerros que probablemente pudieron ser considerados
sagrados por esta misma circunstancia. Un entorno (paisaje) estructurado en base a criterios
de visibilidad e invisibilidad, a partir de la utilización del horizonte y el
concepto de anillos de proximidad entre lo cercano, medio y lejano.
Estas
apreciaciones permiten suponer -entonces- la utilización del espacio geográfico
como un referente, no sólo para el movimiento del cielo (escala 1:1), sino
además como un marcador social dentro de la organización socio-política de los
incas en la cuenca del Mapocho, concebido quizás como un “Nuevo Cuzco” en
territorio Mapuche con fechas cercanas al 1470-1536 d.C.
AGRADECIMIENTOS
A nuestras familias, a las culturas
ancestrales que legaron este instrumento multipropósito escala 1:1, que recién
estamos comenzando a comprender después de 500 años. A los representantes de
las comunidades indígenas actuales Mapuche, Aymara, Quechua, Colla, Diaguita, Collas,
Rapa Nui, Kawashkar, Yamanas y otros, que hoy trabajan por rescatar y
preservar este legado. Hacemos un llamado de atención hacia la perdida de la
visión en 360° en torno al cerro Huelen (por la construcción de altos
edificios), que constituye parte del patrimonio visual y astronómico reconocido
por la UNESCO y la IAU, que necesitamos preservar.
—¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
Cómo citar este artículo:
Bustamante Díaz, Patricio; Moyano, Ricardo. Cerro Wanguelen: obras rupestres,
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