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Tabla 2. Distribución de esquemas visuales identificados en los diferentes sitios del Loa Superior.
En el Alto Loa, si bien Berenguer (2002:556) distingue camélidos, acá definidos como esquemas 1 y 2, para él en conjunto conforman el denominado Estilo Santa Bárbara I. Definidos en base a los sitios de la cuenca del río Salado, la Tabla 2 muestra la distribución de cada esquema en todos los sitios del Loa Superior considerados en este análisis. En dicha tabla se reconoce el predominio del esquema 1 tanto en la cuenca del río Salado como en Alto Loa, convirtiéndose en una forma de representación muy popular en sitios de la prehistoria tardía de la región. Sin embargo, no coincidimos con Vilches y Uribe (1999), pues no se trata de sitios asociados estricta y exclusivamente a ocupaciones incaicas (Pukara de Turi, Incahuasi Inka), como lo demuestra la gran cantidad de sitios pequeños en aleros (ver Tabla 1). Coincidimos con Berenguer (2002) que la localización de sitios como El Mirador, Cueva del Diablo, en la órbita del sitio minero incaico de Cerro Verde, no es argumento suficiente para definirlo como Inka. De acuerdo a la Tabla 2, la mayor diferencia radica en los esquemas 2a y 2b, menos populares que el esquema 1 en los sitios del Loa Superior, pero igualmente presentes en las dos regiones analizadas. La presencia de camélidos de cuerpo rectangular parece ser más recurrente en el Alto Loa, dada su presencia en varios sitios. En la cuenca del río Salado, en cambio, sólo se registra en un panel del sitio Cueva del Diablo. Se trata de varios camélidos del esquema 2b, con la particularidad de estar asociados a figuras antropomorfas vestidas con camisas rectangulares decoradas y tocados radiados (Vilches y Uribe 1999, ver panel en Figura 2). Varias representaciones de camélidos de Ayquina corresponden también al esquema 2 (ver ilustraciones en Gallardo et al. 1990 o Gallardo et al. 1999, ver Figura 2). Sin embargo, la presencia de algunas figuras de jinetes sobre animales de 2 patas, de cuerpo rectangular semejantes a algunas representaciones del esquema 2, pone en duda dicha interpretación. Ciertas representaciones interpretadas como camélidos podrían, en realidad, corresponder a figuras de caballos. Atributos como la cola generalmente muy larga en los caballos montados, mientras en los camélidos es muy corta y pequeña, así como la proporción cuerpo-cuello del animal podrían permitir distinguirlos, aunque este planteamiento debiera ser analizado detalladamente. De acuerdo a estos resultados, existirían diferencias formales entre la cuenca del río Salado y el Alto Loa. Mientras en la primera zona predominan los camélidos del esquema 1, con excepción del sitio Cueva del Diablo (Figura 2), en el Alto Loa hay una mayor diversidad de representaciones, aunque son más recurrentes camélidos de cuerpo rectangular, sean de 2 ó 4 patas (ver Figura 2).
Figuras antropomorfas asociadas Aunque este trabajo se centra en las representaciones de camélidos, es necesario hacer algunas observaciones sobre las escasas figuras antropomorfas presentes en varios paneles de ambas áreas. Estas representaciones muestran dos situaciones bien diferentes. Un primer grupo reúne figuras antropomorfas de tamaño más pequeño que los camélidos a los que se relacionan; además de poco detalle de ornamentación -generalmente sólo un tocado radiado o en "forma de tumi"-. Estas imágenes se observan en paneles de los sitios de La Cruz, del Pukara de Turi, de Ayquina, de SBa-41 (Cáceres y Berenguer 1996), de Alero Zurita (Figura 2) y de la Paskana de Taira (Berenguer 1999: 37). Un segundo grupo distingue algunas representaciones más elaboradas, vestidas con camisas generalmente decoradas, además de grandes tocados radiados, como en los sitios de Cueva del Diablo (Figura 2) y SBa- 110 (Berenguer 1999:45). En el Alto Loa, estas figuras han sido interpretadas como "mensajeros del Inca" (Berenguer 1999), formando parte de su denominado Estilo Santa Bárbara II (Berenguer 2002:560). La semejanza de las camisas y sus decoraciones con textiles incaicos apoya dicha hipótesis. Sin embargo, coincidiendo con Berenguer (1999) se observan diferencias formales en las camisas representadas. Mientras en Cueva del Diablo éstas son rectangulares (atacameñas), en SBa-110 son trapezoidales (tarapaqueñas) o en forma-escudo (del noroeste argentino). Dicha distinción podría sugerir que ambos paneles no fueron realizados por artistas de una misma entidad sociocultural; que dichas representaciones no ilustran el mismo tipo de personas; o bien que fueron ejecutados en distintos momentos (período Intermedio tardío para Cueva del Diablo y Tardío para SBa- 110 -Berenguer 1999, 2002). En esta etapa de análisis resolver dichas interrogantes resulta aún muy ambicioso. De este breve reconocimiento, se desprende que aunque existen dos tipos de figuras antropomorfas asociadas a camélidos de tradición esquemática, éstas se ven notablemente disminuidas en cantidad y tamaño (salvo para el panel de SBa- 110). En el universo de figuras analizadas, durante el período Tardío, los camélidos se vuelven los protagonistas de las representaciones rupestres. Emplazamientos de los camélidos de tradición esquemática en el Loa Superior En relación al emplazamiento de los sitios analizados también se observan diferencias entre la cuenca del río Salado y el Alto Loa. En la Figura 1, la distribución de los sitios muestra que mientras en la cuenca del río Salado las representaciones aparecen indistintamente en diferentes quebradas, en el Alto Loa, en cambio, éstas se concentran alrededor de la localidad de Santa Bárbara. Hasta ahora, no se visualizan camélidos de tradición esquemática en los otros sectores del Alto Loa, ni en asociación a las estructuras Inkas como Cerro Colorado, Incahuasi (Berenguer 1994). Al respecto, Horta (2001) plantea que la elección de Santa Bárbara estaría en relación con la presencia de un ensanchamiento del cañón del río Loa en ese sector, donde se ve favorecido el emplazamiento de los asentamientos de viviendas aglutinadas y el desarrollo de actividades de pastoreo y horticultura, a partir del período Medio (Horta 2001:89). Otra diferencia entre las dos áreas investigadas se refiere a la ubicación de las manifestaciones rupestres. En la cuenca del río Salado los sitios analizados se emplazan generalmente en sitios abiertos y/o habitacionales. En el Alto Loa, en cambio, se encuentran casi en su mayoría al interior de aleros, es decir, en espacios más reducidos. En resumen, en el Loa Superior, en general, salvo en los casos del Pukara de Turi, Incahuasi Inka y SBa- 41, la mayoría de los sitios con representaciones rupestres de la tradición esquemática son de espacio restringido, de ocupación efímera o de tránsito.
Características del arte Rupestre en tiempos incaicos Coincidiendo con los resultados obtenidos por otros autores (Gallardo et al. 1999; Vilches y Uribe 1999; Gallardo y Vilches 2001), pareciera que en el período Tardío se populariza una tradición rupestre esquemática, evidenciada en el Estilo Quebrada Seca (esquema 1) y la gran variabilidad de esquemas visuales descritos anteriormente. En dicha tradición, a pesar de las diferencias formales y visuales identificadas como esquemas en este trabajo, se reconocen ciertas normas compartidas como: el ser de tamaño relativamente pequeño, no superior a los 20 cm; y el predominio cuantitativo y cualitativo de la figura del camélido por sobre las antropomorfas, reducidas en tamaño y con menos detalles de ornamentación que en períodos anteriores (Montt 2000). En el período Tardío, el camélido se convierte en el "protagonista" de las representaciones rupestres. La composición de los paneles muestra figuras generalmente representadas en forma aislada (Pukara de Turi), o a lo más en relación a otros pocos camélidos o figuras antropomorfas como en los sitios de Incahuasi Inka, Ayquina, Cueva del Diablo (Figura 2), La Cruz (Figura 2), Santa Bárbara y del Alto Loa en general (Berenguer 1999). En estos últimos conjuntos de sitios y en Cueva del Diablo se reconoce la particular representación de escenas ligadas al tráfico de caravanas (Berenguer 2002). Sólo en los sitios de Quebrada Seca (Gallardo et al. 1999) y La Cruz (Figura 2) se observan grandes paneles caracterizados por la presencia de una multitud de camélidos en desorden, sin alineamiento particular. Respecto de sus emplazamientos y asociaciones contextuales, se observa que efectivamente parecen marcar diferentes esferas de la vida cotidiana (Gallardo y Vilches 2001). Las representaciones tardías se asocian a sitios habitacionales o bien a espacios relacionados con actividades productivas (agricultura, pastoreo y caravaneo). No se observan, hasta ahora, en sitios funerarios o asociados directamente a la minería, por ejemplo, aunque se encuentren en la "órbita" de espacios vinculados a la explotación minera (Vilches y Uribe 1999). Las representaciones esquemáticas, analizadas en este trabajo, parecieran asociarse más a sitios con ocupaciones efímeras, más que a sitios habitacionales. Los resultados de este estudio permiten distinguir dos conjuntos de representaciones: el esquema 1 y una multitud de variantes identificadas como esquema 2. A diferencia de lo planteado por Vilches y Uribe (1999) y coincidiendo con Gallardo et al. (1999), sugerimos que el Estilo Quebrada Seca se identifica con la forma más estandarizada y simple de los camélidos rectilíneos, definidos acá como esquema 1. El esquema 2, si bien forma parte de la misma tradición esquemática, muestra menos ímpetu en seguir un patrón estricto de representación visual, pudiéndose combinar los atributos del referente real siguiendo pautas variables: cuerpo lineal con 4 patas (animal sin volumen pero con las patas dibujadas utilizando ciertas reglas de dimensionalidad), o cuerpo rectangular o areal con 2 patas (haciendo énfasis en el volumen del cuerpo, pero con un animal representado en un plano), entre otros. A modo de hipótesis, se sugiere que el Estilo Quebrada Seca podría corresponder a la forma Inka, debido a su representación en diversos soportes (Vilches 1999), y particularmente en relación a la forma de camélido representado en un panel cercano al sitio de Pisaq, que podría relacionarse con el Inka (Flores Ochoa et al. 1995). Así, se coincidiría con Adán (1999:31) quien plantea que "una materialidad para el dominio debe ser reproducible, distinguible y estilísticamente simple" para su masiva reproducción y fácil reconocimiento. El Inka "sobre representa a fuerza de síntesis" (Adán 1999), y en el arte rupestre la realización de camélidos esquemáticos reducidos a su máxima expresión de simpleza cumpliría con dicho planteamiento. Frente a esta forma estandarizada, la más grande variedad de formas podría entonces representar adaptaciones locales de ese icono (Gallardo y Vilches 2001); sin perjuicio que su realización haya ocurrido antes de la llegada efectiva del Inka al Loa Superior, durante el período Intermedio tardío. Realizadas bajo normas variables, la adopción de una nueva forma y su reproducción variable, podría también sugerir posibles nuevos significados. En este caso, planteamos que al igual que en las demás manifestaciones materiales inkas se establece un diálogo permeable entre una forma propia del inka pero retomada por las poblaciones locales quienes retraducen el significado de este icono particular (esquema 1) y en su propio provecho. Esta adaptación y "resignificado" ocurriría de manera diferencial en distintas regiones de Atacama, lo cual explicaría las diferencias observadas entre las representaciones esquemáticas de la cuenca del río Salado con las del Alto Loa (Berenguer et al. 1986; Berenguer 1999; Cáceres y Berenguer 1996). Dicho reconocimiento reflejaría no sólo un proceso de adopción de un icono particular por parte de las comunidades locales, sino que evidenciaría también una aproximación diferencial del Inka a las distintas áreas del Loa Superior. Mientras en la cuenca del río Salado se aprecia la reproducción mayoritaria de una forma más incaica (esquema 1), en composiciones de figuras aisladas o dispuestas masivamente en forma desordenada (agregado de camélidos en forma desordenada, como en el panel del sitio La Cruz - Figura 2), en el Alto Loa se aprecia una mayor diversidad de representaciones de camélidos, en composiciones y sitios mayormente vinculados a la movilidad caravanera. Así, mientras en la cuenca del río Salado se pone mayor énfasis en la figura del camélido, con un significado por ahora desconocido, en el Alto Loa se acentúa la representación de la actividad de intercambio o del desplazamiento de caravanas. Dicha diferencia podría estar expresando una función diferencial de estas dos regiones durante el período Tardío, y por ende un interés distinto por parte del Inka. Un análisis espacial preciso de la presencia inka en el Loa Superior y de la relación entre sitios inkas y locales podría precisar la naturaleza de su interacción, así como el interés específico por parte del Tawantinsuyu en estas dos regiones (proyectos Fondecyt en curso, a cargo de José Berenguer en el Alto Loa y Victoria Castro en la cuenca del río Salado). Sin embargo, debe precisarse que la variabilidad reconocida puede también ser interpretada de otra forma, ligada a un factor temporal. Camélidos de cuerpo lineal y 2 patas aparecen montados en tiempos coloniales tempranos (Aschero 2000:29; Berenguer 1999:47), lo que podría justificar lo tardío del esquema 1 y por ende del Estilo Quebrada Seca. Los casos observados en Ayquina de animales de cuerpo rectangular con 4 patas que aparecen montados más bien podrían ser representaciones de caballos en tiempos coloniales avanzados. Al opuesto, las representaciones de SBa- 41, en el Alto Loa (Cáceres y Berenguer 1996) sugieren una realización más temprana, durante el período Intermedio tardío (850-1.450 d.C.), dadas las fechas por TL y C14 obtenidas en el sitio, ubicadas entre el 940 y 1.425 d.C (Berenguer 2002: 575). Si asumimos que la tradición esquemática es difundida en tiempos incaicos, la presencia de camélidos de los esquemas 2 podría ser producto de la llegada anticipada de ciertas ideas acerca de la forma como hacer las cosas, previa al efectivo arribo de poblaciones inkas en el Loa Superior (Cornejo 1999; Llagostera 1976). Aunque estos problemas aún queden sin resolver, lo importante es notar que hacia el período Tardío se instaura una tradición rupestre de forma esquemática, ortogonal y relativamente estandarizada. Se trata de una actividad realizada por las comunidades del Loa Superior en tiempos incaicos (ver Gallardo y Vilches 2001), que retoma un patrón estético inka, pero bajo normas locales y variables. Comentarios finales La ocupación inka de la región del Loa Superior si bien no evidencia, hasta ahora, grandes centros administrativos como los observados, por ejemplo, en el noroeste argentino o en la sierra del Perú, no parece ser menos eficiente o menos significativa. La relación establecida con las poblaciones locales, posiblemente a través de los jefes de las comunidades regionales (Ayala et al. 1999; Salazar 2001), a nivel ideológico con claras expresiones simbólicas fue lo suficientemente efectiva como para lograr establecer un dominio político y económico sobre la producción y la mano de obra local. El arte rupestre, tal cual ha sido analizado en este trabajo, aunque con las evidentes restricciones debidas esencialmente al problema cronológico y contextual, podría en el período Tardío jugar un importante rol en las estrategias desplegadas por el Inka como mecanismo de integración del Loa Superior al Tawantinsuyu. Con el Inka en la cuenca del río Salado y probablemente en el Alto Loa habría ocurrido la instauración de una nueva forma de representación, reflejo de un posible nuevo orden ideológico, usando quizás la visibilidad y las formas de sus manifestaciones como uno de sus mecanismos más efectivos (Adán 1999). Este cambio se expresaría también en una reestructuración de las formas de expresión, pero en un diálogo con las poblaciones locales, quienes generan una respuesta particular a esa influencia. La imagen del camélido se transforma en una especie de icono de forma estandarizada y reconocible (Estilo Quebrada Seca), siendo con ello plenamente significativo a nivel simbólico. En el Loa Superior, este tipo de representaciones no logra su eficacia por su tamaño, o su visibilidad a grandes distancias, sino por su forma, entrando a formar parte de distintos ámbitos de la vida diaria y social. Este arte rupestre se sitúa en espacios transitados cotidianamente, se le ve y se le reconoce marcando cierto dominio y orden sobre esa vida diaria. Lo destacable de esta forma de ejercer un dominio es que parece ocurrir un proceso similar sobre otros soportes materiales. El Inka parece intervenir así en las formas arquitectónicas (Adán y Uribe 1999), en las formas de las vasijas cerámicas (Cornejo 2001), en las formas de enterratorios, como en el caso del Cementerio de los Abuelos de Caspana (Ayala et al. 1999). Las diferentes manifestaciones materiales de la cuenca del río Salado, a partir de la llegada del Inka en la región, muestran así una combinación de rasgos incaicos, con otros dichos locales, que medidos en término de exclusividad e inclusividad de rasgos permiten reconocer un diálogo entre nuevos principios y la respuesta generada por las comunidades locales. Lejos de observarse un proceso de imposición violenta por parte del Inka, se reconoce un nuevo conjunto artefactual, en el cual las poblaciones locales son sujetos activos y reacomodan lo incaico. Al intervenir en las diferentes formas de las expresiones materiales de las comunidades del Loa Superior, se visualiza en ese proceso el ejercicio de un poder simbólico, definido por la necesidad de ordenar y estructurar la vida social (Bourdieu 1977). Se propone, entonces, a modo de hipótesis, que la imagen rupestre formaría también parte de las estrategias de legitimación de poder e ideología Inka en el Loa Superior. Agradecimientos: Este trabajo es extracto de la memoria de título de la autora (Sepúlveda 2002). Sin embargo, en la presentación de este estudio se agradece a Francisco Gallardo y Carole Sinclaire, por su impulso en la realización de mis trabajos en la cuenca del río Salado, por su constante apoyo y comentarios críticos. A Mauricio Uribe por guiarme en este particular acercamiento al Inka. A José Berenguer por permitirme usar los materiales de sus publicaciones. A Álvaro Romero por la revisión de este manuscrito y sus precisos comentarios. A Flavia Morello por su ayuda en la traducción del resumen que inicia este trabajo. ¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com Cómo citar este artículo: Sepúlveda R. Marcela A. Esquemas visuales y emplazamiento 2008
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