Arte
rupestre en el Alto de la Guitarra: paraíso de cazadores, calendario agrícola,
mitología y ritual en la costa norte peruana
Daniel Castillo
Benites. d_castillo_b@hotmail.com
María Susana Barrau. susanabarrau@hotmail.com
Este artículo se expuso en el Internacional Rock Art Congress, Albuquerque, USA-2013, en la Sesión: Symbols, Myths, and Cosmology: Archaeological Material and Anthropological Meanings. Trabajo en prensa en la Revista Conchopata, Universidad Nacional de San Cristóbal de
Huamanga.
RESUMEN
Este trabajo presenta las investigaciones realizadas en el sitio arqueológico Alto de la Guitarra, ubicado en la divisoria de aguas de las cuencas de los ríos Moche y Virú. En 2010 finalizamos el primer inventario de bienes culturales del sitio, que incluyó 400 soportes con grabados rupestres, asociados a formas espaciales y construcciones, que conformaron paisajes rituales. La información arqueológica y el análisis iconográfico, junto a los datos etnohistóricos sobre mitología y ritual, nos permiten sostener que se trató de un centro de peregrinaje de grupos costeños y serranos, que cíclicamente adoraron a entidades cosmogónicas y ancestros, en ceremonias relacionadas con las lluvias y el caudal de los ríos, abundancia de animales y calendario agrícola.
Palabras clave: Petroglifos -Alto de la Guitarra – Perú – Mitología - Cosmogonía
ABSTRACT
This paper presents the investigations carried out at the archaeological site of Alto de la Guitarra, located in the watershed basin of the Moche and Viru rivers. In 2010 we completed the first inventory of cultural remains in the site, which included 400 boulders with engravings, associated with spatial forms and structures that conformed ritual landscapes. The archaeological and iconographic analysis, along with ethnohistorical data on mythology and ritual, allow us to support that the site was a pilgrimage center for coastal and highland groups, that on a regular basis worshiped cosmological entities and ancestors, in ceremonies related to rainfall and river flows, abundance of animals and agricultural calendar.
Keywords: Petroglyphs – Alto de la Guitarra –Perú – Mythology –
Cosmogony
Si bien los trabajos
de investigación sistemática del sitio Alto de la Guitarra, los iniciamos y llevamos a cabo en forma regular a
lo largo de los últimos veinte años, fue a partir de 2006 que generamos una renovación
técnica y metodológica en el registro y documentación del mismo, que permitió
concluir el Primer Inventario de Arte Rupestre y Bienes Culturales en el Alto
de la Guitarra, que se presentó en el IV Simposio Nacional de Arte Rupestre
celebrado en Ayacucho, Perú, en oct-nov de 2010.
En esta
comunicación reseñamos los aspectos contextuales básicos para comprender la
dinámica cultural del sitio, y poder adentrarnos en el análisis de los
componentes simbólicos, mitológicos y cosmogónicos asociados a una selección de
representaciones rupestres.
Condiciones de
Sitio, Paisaje Cultural y PosiciÓn
El sitio
arqueológico Alto de la Guitarra está ubicado en la costa norte peruana, en la divisoria de aguas de las cuencas
de los ríos Moche y Virú, en las coordenadas UTM 9099028 norte y 0740343 este,
a un promedio de 827 m.s.n.m. El territorio pertenece a la jurisdicción del
distrito de Laredo, región La Libertad. Se accede al mismo desde el caserío de
Cerro Blanco ubicado sobre la margen izquierda del río Moche. La caminata al
sitio atraviesa la Quebrada Alto
de Guitarras, vía natural entre los valles de Moche y Virú, ascendiendo en
valores promedio de los 200 a 900 m.s.n.m. Al dejar atrás el caserío
mencionado, la primera vía a la que se accede es el “Camino Cupisnique”, que se
extiende al sur de la Huaca de los Chinos. Beck (1979:33) asocia esta vía
directamente con la Huaca mencionada y sostiene su filiación Cupisnique. Este
camino tiene un patrón constructivo que exhibe tanto jerarquización como sacralización del espacio; con una
extensión de 2.200 m y un ancho
promedio de 19.25 – 20.70 m, presenta a ambos lados paredes dobles de piedra que se
rellenaron con escombros. Asimismo, a lo largo del recorrido se colocaron a
espacios regulares, una sucesión
de piedras de regular tamaño y forma subtriangular. Desde este punto y como destaca la autora, se obtiene una visión directa del Cerro
Alto de Guitarras, que fue el destino final de la travesía de los peregrinos al Alto de la Guitarra
desde el valle de Moche. Esta circunstancia sin duda coloca una fuerte carga
simbólica en el cerro, más aún si adelantamos que sobre su flanco occidental exhibe una concentración de petroglifos formativos
de carácter excepcional, lo cual nos hace sospechar que se
trataría de un cerro tutelar, que
además limita el sitio hacia el este. Por otra parte, Campana (2006:12) sostiene que la cúspide del Cerro
Guitarras que cierra el sitio hacia el oeste, semeja la imagen de un felino que
parece caminar del noroeste al sudeste, y entiende que el recinto al que
designamos n° 2 en el inventario mencionado (1), tuvo fines ceremoniales
dirigidos hacia este “pong” o “apu”
Una vez alcanzada
la elevación que cierra el sitio arqueológico hacia el norte y constituye la
divisoria de aguas de las cuencas de los ríos Moche y Virú, se ponderan en
forma inmediata las
características que diferencian ambos sectores. Ahora bien, si tenemos presente que el concepto de divisoria
de cuencas nos pertenece como
abordaje analítico, al igual que la sectorización de espacios y la mirada
enfocada en lo que distingue a uno del otro, es válido que nos propongamos ensayar una visión distinta, desde el
ámbito de las categorías émicas de
los grupos socio-culturales que estamos estudiamos, sea a través de lo que conocemos del pensamiento andino como de la ponderación del
paisaje cultural. En primer término, y siguiendo el principio de oposición y complementariedad tan básico al
pensamiento andino(Burger y Salazar-Burger 1994), consideramos al filo que divide
las cuencas como el punto de unión de las quebradas de Las Guitarras y Alto de
las Guitarras, y por consiguiente, tomamos a esta elevación como un verdadero tinku, que provee una excelentevisibilidad del sitio, en particular hacia el
norte, del sector en que se estrecha el camino de ingreso al sitio, optimizando
de esta forma la vigilancia del
acceso, mientras que hacia el sur, abarca prácticamente los 1250 m
de longitud del área en estudio. Asimismo hacia el este y oeste se observan los
límites representados por los Cerros Alto de Guitarras y Cerro Guitarras
respectivamente, que como ya mencionamos se trataría de cerros tutelares. Sobre
el piedemonte de estas elevaciones, en el sector próximo al filo que es nuestro
punto de observación, se disponen concentraciones de soportes con arte rupestre
de carácter excepcional, asociados a recintos, estructuras y formas espaciales,
de las cuales destacamos al
recinto n° 2 de neto carácter ceremonial. Del conjunto rescatamos una narración inicial de las prácticas sociales que se realizaron en
este lugar, significado por el saber-poder de los antepasados míticos o reales
y divinidades cosmogónicas, que se conjugó en la génesis de identidad y memoria grupal, o sea con un fuerte contenido ideológico. A través del recorrido del sitio, comprobamos que las
evidencias arqueológicas de los
sectores subsiguientes sostienen esta narración, mientras que al final del trayecto localizamos al
soporte n° 371, aislado sobre una lomada que cierra el sitio al sur y enfrenta
el tinku, es decir el encuentro con el río Salinas. El mismo tiene dimensiones considerables: 3,50 x 2,70 x 1,40 m y una óptima visibilidad, condición que muy probablemente reforzaron a través
de la remoción de rocas que pudieran obstaculizarla. Por otra parte, la acústica a lo largo
de todo el sitio es muy buena.
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Vista noreste-suroeste del Cerro Alto de las Guitarras, sector 1 del sitio |
En síntesis, el Alto de la Guitarra
como espacio construido,
ritualizado y sagrado, reconoce límites muy precisos y en nuestra opinión, la mirada de los
grupos humanos involucrados, estuvo focalizada en la naciente de la quebrada
y del curso de agua respectivo,
mientras que la narración que
interpenetra el sitio, guardó una relación directa con el poder de los
ancestros y divinidades cosmogónicas en la reproducción de los grupos socio-culturales que peregrinaron
al lugar, sociedades que dependían
fuertemente de la provisión de agua, un recurso que fluctuaba entre la escasez, un incremento deseable del
caudal de los ríos generado por las lluvias en la sierra, y los estragos
causados en forma cíclica por las inundaciones durante los fenómenos del Niño.
Por otra parte,
la posición del Alto de la
Guitarra es excepcional, ya que
posee una alta conectividad con el espacio circundante, a través de vías de comunicación que lo unen con la serranía de
Carabamba, y los valles de Moche y Virú. En este contexto, para completar la
mirada sobre la circulación entre los tres valles que nos interesan, cabe
señalar que la vía principal que
comunicaba al valle de Chicama con el valle de Moche durante el período
Cupisnique, pasaba al este del Cerro Campana y cambió al oeste del mismo,
durante la construcción de Chan Chan (Beck, 1979:115). La quebrada de Las
Guitarras conecta el sector medio del valle de Moche con el sitio estudiado, y si
se atraviesa el mismo y continúa el recorrido en dirección sur, siguiendo el
curso del río Salinas, se alcanza
el sector medio del valle de Virú.
Beck (1979:139) comenta los períodos prehispánicos en que se alternó el uso de
este pasaje por el camino de la costa, mientras que Campana (2004a-b) nos
brinda información de archivo acerca del uso de esta vía hasta mediados del siglo XIX. Por
último, desde el sector medio de la elevación que cierra el sitio hacia el noreste, parte un
sendero que conduce a la serranía de Carabamba.
En conclusión,
podemos afirmar que el sitio funcionó como una verdadera encrucijada de caminos, y que si bien aún falta determinar con precisión el
horizonte, periodicidad e interacciones que correspondieron a la circulación de
grupos humanos, bienes e información, algunas aproximaciones podemos realizar a
través de lo que se conoce sobre la quebrada de Las Guitarras, (Beck 1979),
Núñez Jiménez (1986), Campana (2004 a-b) y Sharon (2003). Respecto de la vía
que conduce a Carabamba, en 2009 realizamos un recorrido parcial atravesando
las quebradas del Peñón y el Pingullo, lo cual nos permitió realizar nuevos
aportes al conocimiento del arte
rupestre de la Pampa Calata (Castillo Benites 2010), y registrar y
documentar grupos de petroglifos
espacialmente asociados al sendero, que entendemos funcionaron como verdaderos
marcadores de poder y control territorial (Murra 1975:286-287; Duviols
1979:7-31; Rostworowski 2006:86).
Asimismo, en mayo de 2008, realizamos un recorrido parcial de la vía al valle de Virú, ocasión que nos
permitió identificar y estudiar sitios con arte rupestre en su mayoría
formativos, presentados en el III
Simposio Nacional de Arte Rupestre en Huaraz, oct-nov de 2008 (Castillo 2008).
Componente
Ambiental y Paisaje Cultural
El Alto de la Guitarra está emplazado en
el flanco occidental de los Andes, en el ámbito de la unidad de valle y
quebradas tributarias. La geología del lugar está representada por el grupo Casma, una
secuencia volcano-detrítica, a la
que se suman afloramientos de rocas intrusivas pertenecientes al Batolito Andino y depósitos
sedimentarios. Las dos elevaciones principales que limitan al sitio presentan
pendientes pronunciadas, taludes escarpados y piedemonte; en líneas
generales podemos referir un
promedio de pendiente de 35º y una altitud de 1.200 m.s.n.m.
Se trata de una naciente de quebrada que
presenta un paisaje muy particular en el flanco oriental del
Cerro Guitarras, que consiste en un extenso piedemonte, fuertemente disectado
por largos y profundos surcos, originados por una erosión en cárcava combinada
con procesos de erosión eólica, que conformaron lenguas de terreno alargadas y semiparalelas, en cuyo fondo se disponen cientos de bloques de
rocas ígneas intrusivas, pertenecientes al batolito mencionado, que por efecto de la gravedad, erosión,
tectonismo y terremotos, rodaron
desde las partes más altas y se depositaron en ese sector, al igual que al pie
de las elevaciones del terreno y fondo de la quebrada principal. La mayoría son
bloques de granodiorita que presentan una forma alargada, con
superficies de color rojizo- pardo
debido a la presencia óxidos de
hierro.
Por otra parte, los
suelos son ácidos, de textura en general fina y presentan una
alta erodabilidad debido a su composición. Se trata de
depósitos eólicos, coluviales y aluviales formados por materiales detríticos,
sedimentos arcillosos, limo, arena y fragmentos de rocas disgregada, muy vulnerables a la erosión eólica y en
particular a la erosión pluvial. La misma opera a través de la fuerza del impacto de las gotas de lluvia que
desprenden partículas del suelo, las que el flujo superficial arrastra pendiente abajo drenando el
terreno y abriendo surcos, que en
el proceso se socavan y desmoronan formando abanicos de escorrentías superficiales en ambas márgenes,
las que se concentran en el fondo de la quebrada formando zanjas y cárcavas.
Esta singularidad divide al sitio en 4 sectores El sector 1 comienza en la divisoria de las cuencas y termina
en la unión de dos grandes escorrentías procedentes de ambas márgenes de la
quebrada, lugar en que la cárcava de la margen izquierda alcanza los 10 m de
altura, y sobre la margen opuesta pueden observarse depósitos sucesivos de
materiales de arrastre. En el sector 2 disminuye la pendiente del terreno, lo
que permite cierta acumulación de
los materiales transportados, proceso interrumpido al comienzo del sector 3,
por el aporte sobre la margen izquierda del caudal de dos escorrentías que corren en forma subparalela. Por la margen opuesta corre otro
drenaje de menor caudal que encierra con la quebrada principal un espacio de forma almendrada. Ambos cauces se unen sobre el final del
espacio referido y conforman un
área de acumulación, seguida
de un único drenaje hasta el final del sitio, tramo al que consideramos sector 4. Todos los factores de erosión
registrados son naturales y en ningún caso documentamos factores antrópicos
actuando.
El sitio se ubica
dentro de la formación ecológica Matorral Desértico Pre-Montano, tiene un clima
de tipo árido y semicálido (ONERN 1973), con gran amplitud térmica entre el día y la noche. Las
precipitaciones fluctúan entre 50
- 200 mm y los vientos predominantes son del sector sur. Respecto del paleoclima regional, Ortlieb y Macharé (1989) señalan que en
general se admite que hubo cambios climáticos desde el último glacial, pero
indican que la intensidad fue relativamente pequeña en el área costera. Por
otra parte, una mirada reciente
sobre el impacto del fenómeno del Niño la proporciona Erdmann et al (2008),
mientras que Hocquenghem y Ortlieb (1992) presentan una minuciosa reconstrucción de la cronología de estos fenómenos entre los siglos XVI y XIX. Estas contribuciones nos
permitieron comprender e identificar en el terreno las cicatrices que dejaron
dichos eventos climáticos, tal como lo reseñamos precedentemente.
En cuanto a la
información sobre flora y fauna omitimos los datos actuales brindados por la
ONERN (1973), y seguimos el estudio realizado a través de documentación de
archivo por Rostworowski de Diez Canseco (1981), que nos introduce al tema del deterioro
ambiental producido por la implantación de un sistema de producción foráneo
durante el siglo XVI, y aporta una
mirada precisa sobre los recursos naturales renovables de la costa durante los
siglos XVI y XVII que incluye a las lagunas pesqueras cercanas al litoral
y ciénagas cubiertas de totorales
o juncales, las lomas como terreno de caza y pastoreo que aprovecharon costeños
y serranos, los bosques y salinas,
así como la pesca, una actividad que generó la especialización de un grupo de
pescadores en el intercambio de pescado seco con los pueblos serranos. Son numerosas las expresiones rupestres del Alto de la
Guitarra que reflejan el medio ambiente pasado, y representan un relato que se
condice con la información recopilada por la autora.
Por último, cabe
señalar que la zona presenta una ecología de lomas, que se verifica en general
durante los meses de junio a octubre. En esta temporada el Alto de la Guitarra
se convertía en un paraíso de cazadores de venados y otros animales que bajaban
a pastar, y en este sentido, el soporte n° 281 muestra una de las variantes en
que se organizaban estas actividades, en forma de chacu. La recolección e
ingesta de caracoles terrestres también
fue un recurso estacional que aprovecharon, y pudimos registrar a través de las
acumulaciones de restos que la erosión eólica dejó al descubierto, junto al
soporte n° 380 y los recintos n° 20 y 21.
En agosto de 2008 y
a fines de octubre de 2011, logramos apreciar y documentar en imágenes la forma
en que funciona este sistema en el sitio. En el primer caso se observó un manto de neblina compacta y cargada de
humedad que ascendió desde el valle de Moche y cubrió todo el lugar, de tal
manera que la visibilidad se limitó a un metro de distancia y la garúa fue inmediata y fuerte. En el segundo
caso la intensidad del evento fue menor. En nuestra opinión, la ocurrencia de este fenómeno
sobre finales de la temporada seca, es probable que haya coincidido en primera
instancia con sacrificios e
invocaciones por las lluvias, y en segundo término, con un repunte estacional
que registra el río Moche durante los meses de octubre y noviembre (ONERN
1973), de tal manera que el verdor resultante del mismo, se
convertiría desde lo simbólico en un anticipo de las precipitaciones en la
sierra, y en consecuencia ayudaría a generar distensión en los
grupos humanos involucrados, tanto a nivel intra como intergrupal, al permitirles
liberar las tensiones propias de
la espera por las lluvias.
Esta naciente de
quebrada y curso de agua, muy a pesar de la fuerza de los procesos erosivos que mencionamos, presenta tanto la disponibilidad
de grandes bloques de piedra que se emplearon como soportes de arte rupestre,
como zonas protegidas que fueron utilizadas para la construcción de recintos y
estructuras. Si bien el sitio carece de arquitectura monumental o de
construcciones de adobe, inventariamos una muralla, caminos, sendas, muros de piedra
destinados a operar como dique/encauzamiento del flujo de agua, y 24 recintos con planta de piedra, de los
cuales 2 están situados en el sector 3 sobre un desborde del cauce izquierdo
del drenaje, que entendemos
corresponderían a corrales de uso mucho más recientes que los otros casos. En el mismo sector observamos y documentamos espacios de
terreno próximos a los recintos
con planta de piedra, que fueron limpiados y adoptan en general una forma
ortogonal, que se trataría del “negativo” de abrigos levantados con materiales
perecederos. En síntesis, los antiguos constructores tuvieron un conocimiento amplio de las
áreas comprometidas en el sistema de drenaje que hemos reseñado, y que si bien
verificamos algunos casos de muros colapsados por causas naturales, sostenemos que se trató de ocasiones en
que cobró excepcional magnitud el fenómeno del Niño.
Cronología
A la fecha no se
han realizado excavaciones estratigráficas en el sitio ni se poseen fechados
absolutos. No obstante ello, Campana (2006:8) se refiere a un proceso histórico
de más de 6000 años. La alfarería en superficie, pertenece a los grupos
Cupisnique, Salinar, Moche, Chimú y Chimú-Inca. Cabe señalar que no hemos
podido observar fragmentería Virú en el sitio.
Expresiones
Rupestres
Hasta el momento,
se inventariaron 400 soportes con
arte rupestre en el sitio. Lo amplio de la muestra y nuestro interés particular
en aspectos relativos al simbolismo, mitología y ritual, nos llevaron a centrar
el estudio en una serie de expresiones rupestres formativas directamente
asociadas a prácticas chamánicas, calendario agrícola, mitología y
cosmogonía.
Las expresiones
formativas exhiben una notable intensidad narrativa, y presentan una solución de continuidad formal, visual y de
sentido. En la mayoría de los
casos se trata de uno o a lo sumo dos motivos de grandes dimensiones en
relación al resto de las expresiones rupestres del sitio, y son originales en
el sentido que no se repiten. La
intencionalidad en la elección de los soportes es evidente, ya que
buscaron aquellos de caras aplanadas, casi ortogonales y de eje vertical ligeramente
inclinado, para emplearlas como
espacios plásticos en la elaboración de los motivos, privilegiando el eje horizontal en las composiciones. Los soportes seleccionados están agrupados en el sector 1
del sitio, y el lazo de estilo que los une es la ideología detrás de la
concepción de la obra, cuya trama visible nos remite en forma inmediata al
sistema mágico-religioso de las sociedades que estamos tratando. La correlación con las imágenes de las
litoesculturas de Cerro
Sechín es marcada, sobre todo por la destreza en
la resolución de imágenes curvilíneas, a través de un manejo notable de las líneas curvas y
contracurvas que limitan las formas.
Soporte n° 22
Dimensiones soporte: 1,66 x 1,10 x 0,90; Motivo 0,97 x1,25 ocupa las caras superior-oeste-sur, lo
cual constituye una excepción al grupo formativo que estamos describiendo. La
técnica empleada es percutido y el estilo Cupisnique. Se trata de la
representación en perfil de la cabeza y brazo de un Chaman en pleno
complejo de transformación. En el diseño de la cabeza se dio particular
importancia al pabellón auditivo, sea por el tamaño como por un apéndice
superior que lo destaca. El personaje lleva tocado en forma de ola, los ojos son rectangulares con pupilas excéntricas, y de la parte media de la frente se inicia una
línea cóncava/convexa que define una nariz prominente y se continúa hacia la izquierda para
delinear una boca de labios gruesos en forma de U, con dientes cuadrados y colmillos, que guarda una
condición generadora en el sentido en que nuevas imágenes
surgen de ésta; tal es el caso de la figura de un ave, de cresta destacada, ojo redondo y pupila al centro, pico y una boca felínica también con labios
gruesos en forma de U y colmillos. La boca del ave a su vez también es generadora de apéndices alargados
que identificamos según el estudio de Mulvany de Peñaloza (1984) como vainas del alucinógeno
Anadenanthera que se prolongan apenas sobre la cara sur del soporte. El motivo
principal presenta sobre la cara oeste del soporte una representación
simplificada del brazo, muñequera y lleva una estilización del alucinógeno mencionado. En síntesis, el oficiante presenta síntomas de ingestión de substancias psicoactivas, y los atributos
felínico-ornitomorfos propios de la transformación y experiencia del vuelo chamánico.
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Petroglifo 22 – Dimensiones soporte: 1,66 x 1,10 x 0,90 m
Dimensiones motivo: 1,25 x 0,97 m – Estilo Cupisnique Chamán en trance |
Por consiguiente,
esta representación nos está indicando cual fue el contexto en que se
realizaban en el sitio las fiestas, sacrificios, prácticas religiosas,
adivinatorias y oráculos. Asimismo, destacamos que en este caso al igual que en
el soporte n° 39 que tratamos más adelante, los pabellones auditivos destacan
por el tamaño, y sospechamos responde a la función que cumplían como
oráculo.
Soporte n° 14 Dimensiones soporte: 2,70 x 2,50 x 1,55 m Escena: 1 x 1,40 m La única cara grabada tiene orientación oeste. La técnica empleada es el
percutido y pertenece al estilo Cupisnique. Se trata de una escena de composición equilibrada, integrada
por dos motivos masculinos completos, con las cabezas ejecutadas de perfil y
los cuerpos de frente con una marcada torsión oblícua hacia el eje central del
espacio plástico. Estos difieren entre sí, sea por el tocado, ojos, boca, vestimenta, escudos o posición del cuerpo. La representación tiene ritmo y genera un fuerte impacto visual por la ferocidad
de las caras enfrentadas, las bocas abiertas con dientes aguzados, los cuerpos inclinados hacia delante
que sugieren un clima de tensión, al igual que los escudos tocándose y la
dirección de los pies, todo lo
cual remite a la idea de conflicto, aún cuando no portan armas ofensivas. En
general, la escena apunta a un tinku o encuentro ritual, que realizaban muy probablemente
en dos ocasiones al año, con los
campos recién sembrados y en ocasión de la cosecha. En
este contexto, los personajes estudiados serían la petrificación de ancestros míticos o reales,
fundadores de linajes, dobles de malquis tutelares
vinculados con el ciclo agrícola, comprometidos en una danza ritual. La petrificación de divinidades, héroes
civilizadores y antepasados míticos, es muy común en las fuentes
etnohistóricas, basta mencionar al manuscrito de Huarochirí (Taylor 2008).
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Petroglifo 14 – Dimensiones soporte: 2,70 x 2,50 x 1,55 m
Dimensiones motivo: 1 x 1,40 m – Estilo Cupisnique – Personajes antropomorfos enfrentados |
María Rostworowski analiza el
pensamiento andino sobre este proceso, y cita una declaración que recogió
Avendaño, visitador y extirpador
de idolatrías: “Tienen los yndios historias de sus Idolos que las saben por
tradición de sus mayores y dicen que todos los ydolos tienen dentro dessi,
aunque son piedras, cierta deidad que se convirtió en aquella piedra y por esso
la adoraban” y agrega: “Para
Duviols (1973: 165) la petrificación era una manifestación de perennización y
sacralización. El alma del difunto o de una divinidad se posesionaba de la
piedra, se adentraba en ella y por ese motivo podía emitir oráculos y responder
a preguntas” (1986:62-63). Por otro lado, estos ancestros míticos así
definidos, representarían el
concepto de oposición y complementariedad dual, un principio organizador básico
de la cosmología del mundo andino, que estructuró el ceremonial por más de 4000 años (R. Burger y
Salazar-Burger 1994), y por
consiguiente, se corresponderían
con las mitades hanan y hurin de la sociedad Cupisnique, al tiempo que estarían
imbuidos de camaquen o aliento
vital, que les otorgaba el don del
habla, lo cual habilitaba el
oráculo a través de la mediación de oficiantes o chamanes.
Por último, sostenemos que los personajes
bien podrían estar portando máscaras, tanto por las características distintivas
de estas dos caras respecto del total de las representaciones antropomorfas
contemporáneas, pertenecientes al mismo grupo cultural, como por una marcada desproporción
entre la ejecución de la cabeza y el resto del cuerpo. Se suma la observación de los lazos que
parecieran estar sujetando las máscaras aludidas, que aún cuando se podría pensar que se trata de sujetadores
del tocado (Kauffmann Doig 1983:282), el personaje de la izquierda lo exhibe
por debajo de la cabeza y el de la derecha, por una continuación
del tocado en dos líneas paralelas que terminan en el escudo. En el manuscrito de Huarochirí se relata “De
Ñamsapa, decían: ‘Es él nuestro origen, fue él quien primero vino a estas
tierras y se apropió de ellas’. Por eso le recortaron el rostro, lo
transformaron en máscara, y se lo colocaron sobre los suyos y bailaron
disfrazados así. Después, cuando capturaban a alguien en la guerra le
recortaban el rostro y transformándolo en máscara, bailaban llevándolo puesto.
Decían que de ello procedía su valentía” (Taylor 2008:109-110). La narración alude a un antepasado mítico o real
fundador de linaje y a la absorción del camaquen o aliento vital de los vencidos en batalla. Esta información
nos permite sostener que muy probablemente nos encontremos frente al testimonio
más antiguo de la danza del Huacón, cuyos antecedentes sintetiza Barraza
Lescano (2009). Esta
idea se ve reforzada por la representación de la divinidad cosmogónica Kon en
el soporte que reseñamos a continuación.
Soporte n° 39 Dimensiones soporte: 2,10 x 3 x
1,40 Escena: 0,90 x 1,40 m La única cara grabada tiene orientación sur. Las técnicas empleadas son
el percutido y raspado, pertenece al estilo Cupisnique. Se trata de la representación de un ser
antropomorfo en actitud de vuelo, que combina una cabeza felínica, alas, cola ictiomorfa, y la mano derecha agarrando a un pez por el cuello, mientras que el pie se muestra replegado en
señal de acompañar el vuelo. La cabeza, es de mayor proporción respecto del
resto de los miembros, lo que sugiere la importancia que otorgaron al tratamiento de la misma, y por sus
características sostenemos que puede tratarse de la representación
de una máscara. La misma lleva tocado y presenta un pabellón auditivo de tamaño
destacado, el ojo es circular con un punto al medio indicando la pupila, la
línea de la frente es cóncava y marca un ángulo agudo antes de proyectarse hacia delante en una línea curva que
primero se cierra y define la
nariz, para continuarse a partir de la base de la misma hacia la izquierda de
la imagen y definir una boca de
comisura triangular, dientes, colmillos y labios gruesos ligeramente abiertos y
redondeados sobre el final de la representación. El conjunto exhibe una mandíbula fuerte y la boca es
generadora de dos imágenes iguales, paralelas entre sí, en forma de U que
representarían al aliento vital. Del pabellón auditivo surgen las alas, tres segmentos paralelos y curvilíneos
que sobre la mitad del cuerpo y en ángulos redondeados se dirigen hacia la
porción superior de la imagen, en que se unen por ambos lados a representaciones sub-triangulares, que podría
tratarse de una aleta dorsal. La imagen se continúa hacia la
izquierda con la prolongación del lado inferior del triángulo respectivo, que
en una línea ascendente y angulosa marca el extremo de una aleta caudal, para descender en semicírculo y
con un ángulo agudo, indicar el inicio de la repetición del diseño en el sector inferior, y terminar el recorrido en forma ascendente y ondulada
hacia 3 líneas paralelas
perpendiculares al cuerpo que conforman un espacio ortogonal que separa el área
de la aleta caudal. Ambos sectores de la aleta presentan una línea grabada al
medio.
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Petroglifo 39 – Dimensiones soporte: 3 x 2,10 x 1,40 m.
Dimensiones motivo: 1,40 x 0,90 m – Estilo Cupisnique Deidad cosmogónica |
Por debajo de estos
diseños se observa una planta de pie antropomorfo, que hacia la derecha se continúa con una línea cóncava/convexa ascendente que forma un ángulo agudo indicando el hombro del personaje, y
desde este punto la línea se proyecta en forma de G mayúscula y completa el diseño del brazo, exhibe una
muñequera, la mano y grabados que señalan los nudillos del personaje
antropomorfo que sostiene a un pez por el cuello. Este último es de cabeza
redondeada y ojo redondo, cuerpo alargado, una aleta dorsal, dos ventrales y
una caudal similar a la del personaje principal. Asimismo el motivo principal
exhibe al medio de la parte ventral un motivo apenas distinguible, se trata de
una S invertida, que caracteriza a las ofrendas en las representaciones
Cupisnique. Por debajo de todo el
conjunto se extiende una línea ancha ascendente que conforma un triángulo isósceles relleno a la altura del
tercio inferior de la aleta caudal, para bajar a escasos centímetros del borde
inferior del espacio plástico y
trazando un semicírculo sigue toda
la extensión del motivo y sube hasta conformar otro triángulo idéntico la
altura de la boca del personaje. Entendemos que podría tratarse de la
representación de la cresta de dos olas que sostiene la composición, y refuerza
desde lo simbólico el carácter costeño del personaje.
En nuestra opinión
la representación alude a una de las mitades complementarias de la diarquía
masculina divina del dios Kon,
involucrada en actividades de tipo chamánicas, lo cual se condice con los
atributos que se conjugan en la imagen, la presencia de una máscara con rasgos
felínicos, alas asociadas a un pabellón auditivo de tamaño destacado, y la
actitud de vuelo que bien pueden
relacionarse al complejo de transformación y trance chamánicos.
Por otra parte la
representación de la diarquía divina podría estar completada por la imagen antropomorfa grabada de frente
en la cara este del soporte n° 12, que tiene una ubicación excepcional, ya que
está emplazado en la garganta que separa los sectores 1 y 2 del sitio, de tal
forma que es inevitable la observación del mismo. Esta situación y las
características del grabado reseñado, también fueron percibidas por los clérigos de los siglos XVI y
XVII, que grabaron cruces con
pedestal en la cara mencionada. El soporte mide 4,60 x 5,20 x 2,40 m y presenta grabados en todas sus
caras; la que nos ocupa mide 1,90 x 0,95 m. La técnica empleada en la ejecución del motivo
es la percusión y el mismo se adscribe al estilo Cupisnique. En la
representación se marcó un cuello mínimo y con ángulos apenas redondeados se
delineó la cara de forma casi
ortogonal, con ojos rectangulares de pupilas excéntricas, nariz
y orificios nasales anchos, y la
boca cerrada con las comisuras hacia abajo. La figura no lleva tocado, y la identificación
se ve reforzada por la representación de una paloma que se superpone a la
figura, y que en este contexto, bien podría representar la vigencia del relato
sobre la hija menor de Pachacámac
que cuando iba a ser violada por Cuniraya se transformó en paloma, y su madre
UrpayHuachac pasó a conocerse como la que pare palomas, diosa marina y costeña
que aparece integrando el panteón de huacas serranas, y se la representaba bajo
la forma de una palomita de hueso (Rostworowski de Diez Canseco, 1986:87-89).
La autora hace hincapié en el rol
del intercambio de pescado seco por productos serranos como el espacio de
circulación de estas adoraciones.
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Petroglifo 12 – Dimensiones soporte: 4,60 x 5,20 x 2,40 m
Dimensiones motivo: 1,90 x 0,95 m - Estilo Cupisnique Motivo principal: cara deidad cosmogónica |
Kon y el Alto de la
Guitarra
Según López de
Gómara, (1979:182)
“Dicen que al
principio del mundo vino por la parte septentrional un hombre que se llamó Con,
el cual no tenía huesos. Andaba mucho y ligero; acortaba el camino abajando las
sierras y alzando los valles con la voluntad solamente y palabra, como hijo del
Sol que decía ser. Hinchó la tierra de hombres y mujeres que crió y dióles
mucha fruta y pan, con lo demás a la vida necesario. Mas empero, por enojo que
algunos le hicieron, volvió la buena tierra que les había dado en arenales
secos y estériles, como son los de la costa, y les quitó la lluvia, ca nunca
después acá llovió allí. Dejóles solamente los ríos, de piadoso, para que se
mantuviesen con regadío y trabajo”.
Gutiérrez de Santa
Clara (1905, t. 3: 291) aporta:
“Cuentan los yndios
muy viejos que agora ay, que lo oyeron de sus passados, que el primer dios que
uvo en la tierra fue llamado Cons, el qual formó el cielo, sol, la luna,
estrellas y la tierra, con todos los animales y lo demás que ay en ella, que
fue tan solamente con el pensamiento y con su resuello, y que passando por
estas tierras, que eran todas despobladas, hizo y crió todas las cosas que se
veen y parescen en ellas, y que formó con su resuello todos los yndios y los
animales terrestres y aves celestes y muchos árboles y plantas de diversas
maneras. Y que después desto se fue a la mar y que anduvo a pie enjuto sobre
ella, y sobre los ríos, y que crió todos los peces que ay, con sola su palabra,
y que hizo otras cosas maravillosas, y que después se fue desta tierra y se
subió al cielo”
María Rostworowski
(1977:142-143) analiza el mito y su relación con los sitios arqueológicos a
través del estudio de crónicas y documentos de archivo, y sostiene que: “El
hecho de ser Con una deidad solar que suprimió la lluvia en la costa, lo
relacionaba con este mismo elemento y lo convertía en un dios del agua, al que
se imploraba y rogaba para que no faltase” y agrega: “en los idiomas norteños
hallados en Colán y Catacaos y también en el Culli corriente en Huamachuco, en
el siglo XVI, hay voces que así lo sugieren. Así en Culli el término para agua
era Con y se decía Cumú a la acción de beber; mientras, en la lengua Colán, Cum
era el verbo beber y en idioma Catacaos el mismo verbo era Conecuc (Ramos
1950)”
Por otra parte, el
capítulo 2 del manuscrito de Huarochirí está dedicado a Cuniraya Huiracocha y
relata que esta divinidad:
“…tomando la
apariencia de un hombre muy pobre, se paseaba con su capa y su cusma hechas
harapos. Sin reconocerlo, algunos hombres lo trataban de mendigo piojoso. Ahora
bien este hombre transmitía la fuerza vital a todas las comunidades. Con su
sola palabra preparaba el terreno para las chacras y consolidaba los andenes y,
y con tan sólo arrojar una flor de un cañaveral llamado pupuna, abría una
acequia desde su fuente. Así, realizando toda clase de hazañas, andaba humillando
a los demás huacas locales con su saber” (Taylor 2008:29).
Cuniraya fue detrás
de una mujer llamada Cahuillaca que también era huaca y doncella, la embarazó
con engaños y ella parió un hijo, que al reconocer a su padre, generó horror en
la mujer que tomó a su hijo y huyó hacia Pachacámac, donde entró al mar y se
convirtió en piedra. Cuniraya corrió detrás de ella, y al llegar a Pachacámac
encontró solas a dos hijas de Pachacámac, violó a la hija mayor y cuando quiso
hacerlo con la otra, ésta se transformó en paloma y alzó vuelo. Su madre,
Urpayhuáchac criaba peces en un estanque dentro de su casa, y Cuniraya
encolerizado los arrojó al mar.
En este
manuscrito también encontramos el
primer dato acerca de la relación
entre Cuniraya Huiracocha y los tejedores de ropa fina, que le adoraban e
invocaban cuando tenían que tejer algo muy difícil. Asimismo Rostworowski
aporta que la deidad era adorada por los maestros tejedores, y hace una
sugerencia clave al afirmar: “…se supone que en los tejidos se representaba la
imagen de Cuniraya con cierta frecuencia” y “…sería interesante analizar los
atributos del dios y encontrar su representación en los mantos y ropajes”
(1977: 145-146).
Por último,
Rostworowski (2006:27-30) sostiene como hipótesis sobre el dios Kon que se
trataría de una divinidad mayor de los paracas y de los nasca, y dice: “Si
repasamos la iconografía, hallamos en los textiles y en la cerámica a un
personaje en actitud de volar con los pies replegados y oculta su faz bajo una
máscara o una nariguera, portando en sus manos o en sus garras plantas
comestibles y también cabezas trofeo”. Esta deidad surcaría los cielos y los
geoglifos serían la forma de indicarle a la divinidad que se la esperaba, de
tal forma que estaban directamente relacionados con ese culto, y sostiene que
la llegada de Kon coincidiría con el repunte de los ríos en la costa.
Por otra parte,
Villar Córdoba (1933) recogió el mito de Wa-Kon y los Willka en la región de
Canta, mientras otra contribución pertenece a Ludeña Restaure, que se refiere
al poema escrito por Gonzáles Prada sobre el dios Kon, en su hacienda en el
valle de Mala a mediados del siglo XIX, y se pregunta acerca del origen de la
información que incluye en el mismo.
Narváez (2004:36-37)
refiriéndose al tema Moche sostiene:
“Un caso especial,
se refiere a la deidad de los grandes colmillos y de los pendientes de
serpientes, que sin el tocado característico, se encuentra ‘sacudiendo su
cabello’ y aparentemente en un acto de creación, motiva la aparición de fauna
marina sobre la cual se mantiene parada (fig. 8) Llama la atención, en el
personaje mítico, una larga proyección de su cola que le permite, conectarse
con el medio marino sobre el cual ‘flota’. De otro lado el mismo personaje, el
de los grandes colmillos y los pendientes de serpientes, ha sido plasmado con
la cabeza ‘informe’, como si estuviera ‘sin huesos’, atributo del dios Kon
(fig. 9). En este caso, la cabeza se confunde con varios elementos marinos y
dos aves. Podemos considerar este caso como una expresión del personaje mítico
con capacidad de creación desde su cabeza” Más adelante se refiere al aliento
creador de la divinidad, y transcribe una cita de Gutiérrez de Santa
Clara, que adscribe a López de
Gómara (2004:44). En este punto nos detenemos para brindar una nueva mirada
sobre esta información, ya que a
nuestro entender se trata de una representación de la diarquía masculina divina
del dios Kon. La primera imagen está provista de colmillos y pendientes de serpientes
que denotan el poder-saber absoluto del ser mítico (Hocquenghem, 1983),
mientras que la ausencia de tocado conecta a los piojos con el proceso de
creación del mundo marino, y la cola destaca su conexión con ese medio. La
imagen opuesta corresponde a la divinidad complementaria. Ambas imágenes están
conectadas al medio marino, indicando su origen costeño.
Millones (2007:16)
nos completa el panorama de la profundidad y continuidad cultural del mito al
referirnos que:
“la tradición de un
ser sobrenatural, sin huesos, existe en nuestros días, fue recogida en Túcume y
ahora se agrega que ‘no sentía, no tenía dolor, tenía una fuerza única’
(Narváez 2001:30). Hoy se le llama ‘Juan sin huesos’ u ‘Hombre candela’, este
último apelativo a las características del antiguo dios Con, que desertificó la
Costa Norte con sus poderes”.
En síntesis, más
allá de las características propias de la divinidad, lo que destacamos es el origen meridional del mito, la
dispersión espacial que alcanza hacia el norte, por demás probada por el
estudio lingüístico citado, y su perduración en la memoria colectiva hasta el
siglo XX.
Pensar al sitio
En nuestra opinión,
el Alto de la Guitarra es un santuario al aire libre, que reviste un carácter
único por la concentración, variedad y características de las representaciones
visuales, que asociadas a formas espaciales constituyen verdaderos paisajes
rituales. El sitio funcionó como un centro ceremonial vacío, o sea con una
población estable mínima, y que en forma periódica, una vez alcanzado el tiempo
del rito, se llenaba de peregrinos que interrumpían el ciclo de actividades
profanas y se adentraban en la esfera de lo sagrado, para regresar a su lugar
de origen una vez concluidas las celebraciones. En cuanto a la elección del
lugar, ya hemos mencionado condiciones de sitio y posición excepcionales, a lo
que sumamos un aporte de María
Rostworowski (2006: 70), que al referirse a peregrinaciones y romerías, cita un párrafo de la relación de Castro
y Ortega Morejón (1974 [1558]: 93) para el curacazgo de Chincha:
“Los curacas y los ayllus
tenían siempre guerra con los indios sus comarcanos sin pasar a otra parte, ni
saber sino de oídas que había más gente, porque si pasaban e no era tiempo que
había paz y treguas, se mataban unos a otros [ …] No adoraban al sol y tenía
los mismos ritos, sacrificios y ayunos que agora” y concluye “Esta información
supone existir un acuerdo colectivo entre los curacas y los sacerdotes de los
diversos señoríos para lograr un momento de paz y de no agresión con el objeto
de cumplir con sus peregrinaciones y ritos, motivo por el cual escogieron una
“tierra de nadie”.
Entendemos que el
ciclo ceremonial en el Alto de la Guitarra daba inicio con ritos de
agradecimiento y propiciatorios a comienzos de junio, antes del solsticio de
invierno, al tiempo de la reaparición
de las Pléyades o Cabrillas. Este proceso se repetía durante el mes de agosto
una vez abierta la tierra o sea
antes del equinoccio de septiembre, y más adelante en ocasión de la siembra y
la cosecha. Calancha [1636] dice: “las cabrillas que ellos llamavan Collca…los
yungas las llamaron Fur, y por ellas contavan los anos” lo que sugiere que marcaban el reinicio del calendario
agrícola, que guarda una correlación directa con el calendario ceremonial. Por
otra parte, en el manuscrito de Huarochirí (Taylor 122-123) se destaca un
aspecto premonitorio al afirmar: “La gente cuenta que cuando las estrellas que
llamamos las Cabrillas aparecen todas muy grandes, va a ser un año fértil para
ellos. Cuando aparecen todas pequeñas habrá entonces mucho sufrimiento”
Estos encuentros
sin lugar a dudas generarían espacios de intercambio y circulación de información entre los
participantes del peregrinaje al
sitio, y contribuirían por otro lado a reforzar la identidad y cohesión social
comunitaria, por la fuerte carga ideológica implícita.
—¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
Cómo citar este artículo:
Castillo
Benites, Daniel y Barrau, María Susana. Arte
rupestre en el Alto de la Guitarra: paraíso de cazadores, calendario agrícola,
mitología y ritual en la costa norte peruana.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/altoguitarra.html
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