|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Fig. 3: Ubicación de los tres “sectores rupestres”. Sector A: cumbre del cerro CruzmoqoLa cumbre del Cerro Cruzmoqo se encuentra a unos 90 m al suroeste del abra de Ranraqhasa o Lanlakuyoq; allí se encuentran estructuras arquitectónicas incas de acabado fino. En la superficie se observan fragmentos de cerámica inca (Cumpa, 1999:29). El punto más alto está conformado por un cúmulo de rocas (al parecer el borde del cráter del antiguo volcán); el área ocupada por las piedras grabadas, en el extremo NO, es casi plana, con una ligera pendiente hacia el noroeste, donde se encuentra la muralla defensiva. La vegetación está compuesta por pastos de altura, arbustos espinosos (Barnadesia horrida, Thelashistes flavicans y otros), colonias de achupalla (Puya herrera) y arbustos de ch’ilca (Sacharys polyanta). El ya citado reciente incendio ha arrasado con la vegetación leñosa en la vertiente occidental, alcanzando el área de los petroglifos, aunque aparentemente sin afectarlos. La ausencia de arbustos permitió, durante la visita de octubre del 2005, una buena visibilidad y facilitó la medición de distancias entre las rocas. Es probable que en los años en que el sitio fue visitado por Bües, muchas de las rocas grabadas aún estuvieran cubiertas por una densa vegetación nativa, por lo que no fue posible su reconocimiento integral. Entre el 2001 y el 2004, el primer autor logró registrar trece rocas con petroglifos, cuatro de las cuales ya habían sido documentadas por Bües. Todas se encuentran en el extremo norte de la cumbre, a 3950 msnm., en un área de unos 300 m², cerca de la muralla que rodea la cumbre por su parte septentrional. Con excepción de la roca A-P13, los demás bloques se encuentran a lo largo del eje E – O, siendo la distancia máxima de 33 m entre las rocas A-P01 y A-P12, con una mayor concentración cerca del centro del eje, cuyas coordenadas son 19L 0189594, UTM 8499178. Los petroglifos forman tres grupos alineados siguiendo un eje ENE-OSO; en algún momento del año, este eje coincide con la trayectoria del sol, pero eso no parece significar nada, pues los petroglifos tienen orientaciones individuales muy variadas, aunque se nota una orientación preferencial de las caras grabadas hacia el sur, mas la disposición de los bloques es muy aleatoria como para sacar conclusiones de esta disposición. El grupo central, con siete ejemplares, es el más importante; el occidental presenta tres muy próximos y el oriental dos juntos y uno separado (fig. 4). Fig. 4: Distribución de los bloques grabados de Cruzmoqo (Sector A) Los grabados fueron realizados sobre las caras planas de las rocas, sean ellas horizontales, inclinadas o verticales. Los motivos son, sin excepción, no figurativos y constituidos por espirales simples o dobles, líneas sinuosas, puntos alineados, pequeñas cavidades cóncavas o cúpulas, solas o asociadas a las espirales, y combinaciones de estos dos últimos motivos. Descripción de los grabadosPara fines de análisis y descripción hemos codificado las rocas o piedras grabadas con una combinación de letras y números. Las letras iniciales A, B y C corresponden a los sectores, la letra P corresponde a la palabra “piedra” y el número que sigue, se refiere a la numeración de la piedra registrada. Roca (A-P01): pertenece a un conjunto de tres rocas con petroglifos que se encuentran a sólo 1.5 m de la muralla de defensa en el extremo norte de la cúspide. En la superficie ligeramente inclinada de la roca que mira hacia el occidente, se encuentran grabadas dos espirales especularmente opuestas en posición vertical, conectadas con una hilera de pequeñas depresiones circulares. Este motivo –cuyo significado nos es hoy ininteligible–, que se repite en los grabados de cuatro rocas de la cumbre, con sólo ligeras variaciones en cuanto a la disposición de las espirales, podría considerarse el Leitmotiv o motivo-guía característicode Cruzmoqo (figs. 5 y 14). Roca (A-P02): bloque semienterrado de color gris con grabados muy erosionados, ya descritos por Bües (en Pardo, 1957:607-608, y Barriales (1982:53). Consta de agrupaciones de pequeñas cúpulas asociadas a espirales, líneas sinuosas formando ganchos cerrados, terminando en o partiendo de pequeñas depresiones circulares; las cúpulas están mayormente concentradas en la parte superior
Roca (A-P03): este bloque de 1 m x 1.6 m, contiguo al bloque A-P02, también se encuentra semienterrado y los grabados, realizados sobre la cara casi horizontal de la roca, están de igual modo erosionados como en el caso anterior. Fueron también registrados y documentados por Bües (en Pardo, 1957:613, 618-624; y en Barriales, 1982:51). En el panel se observa nuevamente el motivo guía de Cruzmoqo, en tres repeticiones. A diferencia del motivo del bloque A-P01, las espirales opuestas de A-P03 están invertidas. Las cúpulas interconectoras de uno de los motivos, en vez de terminar en una espiral opuesta, se enlazan con la espiral de otro motivo guía completo, formando un conjunto bastante armonioso en disposición triangular. Yuxtapuesta a uno de los motivos se encuentra una pequeña espiral aislada (fig. 7). Roca (A-P05): contigua a la anterior (a 2 m de distancia), con una pequeña espiral grabada en la cara plana horizontal elevada a 1.5 m desde el suelo, por lo que se encuentra escondida a la vista. Su hallazgo fue casual y sólo posible por haber subido a un pedrón contiguo, con el fin de tener una vista panorámica del conjunto de las rocas grabadas. Roca (A-P06): que en la parte superior izquierda de su cara inclinada, que mira hacia el oeste, contiene una espiral grabada de 10 cm de diámetro externo (fig. 17). Roca (A-P07): este bloque partido en dos –posiblemente al ser manipulado por los huaqueros–, contiene una serie de grabados bien conservados que cubren en su totalidad la superficie inclinada de 1.2 m x 1.5 m. En la parte superior se ve una espiral (Æ = 18 cm) que termina en una línea sinuosa que, abajo, se entrelaza con otra línea ondulada mediante una serie de pequeñas cúpulas. También existen cúpulas aisladas, una de ellas más grande que las otras. El grabado ubicado en la parte inferior de la roca es similar al del bloque A-P01 (motivo-guía): dos espirales opuestas (Æ = 16 cm) unidas por una serie de cúpulas en una posición oblicua. También se encuentran pequeñas cúpulas al costado de la espiral superior. Pardo (1957: 607-608), quien tuvo acceso a los dibujos de Bües, sin llegar a conocer los petroglifos, describió las cúpulas como círculos. Bües mencionó el hoyo cavado por huaqueros al costado de la roca, la que ocupa un lugar céntrico entre el primer grupo ubicado al costado de la muralla (de la que dista 19.5 m), y las dos rocas grabadas en el otro extremo del conjunto, a una distancia de 14 m (figs. 8 y 16). Aparte de Bües, los petroglifos de este bloque fueron calcados también por Iwamoto. Presentamos las dimensiones de los motivos del bloque A-PO7 (las cúpulas son las correspondientes a la parte superior): Cuadro 2: Dimensiones de cúpulas y surcos de espirales grabadas en la roca A-P07
Roca (A-P09): con cara plana inclinada que muestra petroglifos muy erosionados, apenas visibles, de pocos milímetros de profundidad. En la parte superior de la roca se distinguen tres espirales, una mayor (Æ = 27 cm) que las otras (Æ = 18 cm). El panel con grabados cubre un área de 50 cm por 80 cm. Roca (A-P10): similar a la roca anterior; contiene, en una superficie inclinada, petroglifos muy erosionados cubriendo un área de aproximadamente. 80 cm por 80 cm. Son reconocibles dos espirales, semicírculos o media lunas y líneas sinuosas, además de varios hoyuelos asociados a las espirales. Roca (A-P11): de un metro de altura por un metro de ancho, con cara plana casi vertical mirando hacia el oeste. Muestra una combinación de líneas sinuosas y rectas con surcos percutidos superficialmente. Ausencia de espirales y depresiones circulares con excepción de un hoyuelo profundo y perfectamente tallado ubicado en el centro del área grabada (fig. 9). Roca (A-P12): documentada mediante calco por Bües (Pardo, 1957:613/25, 618 y Barriales, 1982:52, ambos reproduciendo las notas de Bües) e Iwamoto (1998). Es, sin duda, por sus dimensiones, la roca principal mencionada por Giesecke en 1912, que aflora apenas pocos centímetros por encima del nivel del suelo y se encuentra en medio de un gran hoyo excavado por huaqueros. La superficie plana y horizontal tiene 2 m x 1.7 m. Los grabados ocupan toda la cara plana y representan espirales que se desenvuelven casi simétricamente para luego prolongarse en una hilera de cúpulas o en surcos ondulantes. Dos espirales tienen apéndices que, a su vez, terminan en otras espirales pequeñas. En el centro de la plancha rocosa está grabada una espiral simple. Hay agrupaciones de cúpulas, una de ellas alrededor de un pequeño hoyo natural de la roca y otra en arco, en la parte alta. La diferencia entre los dibujos de Bües e Iwamoto es notable (figs. 10 y 11), habiendo alcanzado el último una exactitud mucho mayor en el calco. Llama la atención el porque Bües no se percató de la espiral bien marcada y visible que existe en el centro de la roca; la única explicación al respecto es que esta parte haya estado entonces tapada por líquenes o algún musgo tenaz o una costra terrosa; esta hipótesis está reforzada por el hecho de que la figura, aun erosionada, muestra una apariencia más fresca que el resto de la superficie rocosa, es decir con una capa de intemperismo mucho menos desarrollada, lo cual indicaría que fue limpiada posteriormente. A pesar de que consigna menos cúpulas, Iwamoto realizó un calco más completo, como se puede apreciar en las figuras 11 y 13. Sin embargo, no consigna el hueco natural visible en el extremo sureste del bloque, que sí aparece en el dibujo de Bües. El surco de los espirales tiene de 12 a 13 mm de profundidad y un ancho externo variable de 10, 20, 25 y 30 mm; las cúpulas, una profundidad de entre 20 y 30 mm y un diámetro de 40, 50 y 60 mm.
Roca (A-P13): en cuya sección plana y horizontal, aflorante a un metro de altura, han sido grabadas dos espirales alineadas en dirección N-S. Los surcos tienen 7 mm de profundidad y aproximadamente 13 mm de ancho externo. Esta roca se encuentra a unos 15 m de distancia del grupo central y a 11.5 m de las rocas A-P11 y A-P12. En la cumbre del cerro se halló también una roca con un hoyo tallado como para servir de recipiente para líquidos. Igualmente, próxima a un muro de contención de piedras labradas, a pocos metros por debajo de la cumbre, hay una roca esculpida en forma de poza.
|
|
|
Fig. 18: Petroglifo figurativo |
Fig. 19: Motivos grabados en una |
Fig. 20: Grabado de máscara o cabeza antropomorfa recién descubierta en una de las caras de la roca B-P08 (dibujo: R. Hostnig, 2006) |
Fig. 21: Calco de parte del panel de B-P07 (R. Hostnig, 2006) |
Encima de la repisa que forma la roca-soporte del panel principal de petroglifos, en una piedra alargada, existe otro grabado extendido, con surcos apenas visibles, en forma de una línea sinuosa. En otra cara rocosa vertical al fondo del abrigo y a la izquierda de los grabados antes descritos, se pueden observar dos grabados, uno representando una figura ovoide (14 cm de alto x 10 cm de diámetro horizontal interno) y el otro un rectángulo vertical (15 cm x 11 cm) con dos motivos serpentiformes paralelos en el interior (fig. 19).
|
||
Fig. 22: B-P01 |
|
Fig. 23: B-P04 |
|
||
Fig. 24: B-P06 |
|
Fig. 25: B-P07 |
|
||
Fig. 26: B-P08 |
|
Fig.27: B-P08 |
Sector C: Núcleo arqueológico principal de Tipón
Comprende una roca con petroglifos in situ y dos sillares con grabados, colocados en fila junto a otros bloques canteados sin petroglifos.
Roca (C-P01): sobre el decimosegundo o último anden del complejo, justamente encima de la esquina de encuentro de dos muros de contención, a la altura de la fuente de agua, existe un pedrón de color rojizo en cuya superficie lisa e inclinada fueron grabados, mediante la técnica de percusión superficial de bordes irregulares, cuatro cruces latinas. La más pequeña de ellas tiene una base circular, cuyo diámetro es igual al tamaño del brazo vertical de la cruz. Estos petroglifos de la época colonial ya fueron observados por Vargas (1999: 227). Debajo de la hilera oblicua de cruces (paralela al borde de una franja descamada de la roca), y a la izquierda, se distinguen grabados cuyas formas no son ya reconocibles. La roca, ubicada a una altura de 3450 m.s.n.m., marca el límite inferior de la zona petroglífica de Tipón (fig. 28).
Litograbados
En el andén Nº 11 (contando desde la entrada al Parque), donde se ubica la fuente de agua conocida como “Baño de la Ñusta”, los arqueólogos encargados de la restauración hicieron colocar una hilera de piedras sueltas de cantería típicamente inca, halladas durante las labores de excavación o entre las demás piedras que cubrían la superficie del terraplén. Dos de las piezas líticas expuestas, codificadas por nosotros con las siglas C-P02 y C-P03, contienen grabados (fig. 29). Vargas (1999) menciona un tercer litograbado, que aparece también en el anexo fotográfico del expediente de delimitación del Parque realizado por Cumpa (1999); hasta la fecha, a pesar de nuestros esfuerzos, no hemos logrado localizar esta pieza.
Al centro de la cara horizontal de la piedra más grande (C-P03) se observa una cúpula de 4 cm de profundidad por 10 cm de diámetro externo y de la cual salen surcos en diferentes direcciones. El petroglifo de la piedra más pequeña (C-P02) tiene la forma de un gancho y fue grabado en sólo un tercio de la superficie, cerca del borde. El surco tiene de 5 mm de profundidad y 12 mm de diámetro. En el mismo andén, a una distancia aproximada 30 y 50 m, respectivamente, ubicamos otras dos piedras grabadas, una de ellas (C-P04, fig. 28), colocada frente a una de las pacchas, incorporadas en el muro de contención del lado oriental, tiene forma de un batán en cuya superficie plana fueron talladas tres cúpulas poco profundas.
La otra piedra (C-P05, fig. 32 y 33), ubicada en una esquina de la terraza, cerca de las gradas que interrumpen el anden, parece aflorar del suelo y no muestra señas de haber sido mayormente labrada; tiene una depresión circular en la parte superior de la cual se desprenden dos canaletas, una, más larga y profunda, que llega hasta cerca de la base del bloque; otra, más corta y menos definida, parte en dirección casi perpendicular hacia el noreste.
En el sector Trankapunku, sobre la undécima terraza, se encuentra otra piedra labrada con petroglifos (C-P06), que remata un pequeño muro en la entrada al conjunto habitacional recientemente restaurado. Tiene grabadas dos cúpulas, una central y otra de menor tamaño, así como surcos de escasa profundidad que conectan las cúpulas y terminan en el borde de la piedra. A pesar de encajar esta pieza bastante bien en dos sillares inferiores, pensamos que su emplazamiento original fue distinto, puesto que, en su ubicación actual, habría sido demasiado incómoda como para servir de “mesa” o de ara para libaciones en una ceremonia religiosa (fig. 31). En cualquier caso, toda esta portada es posterior a la construcción de los andenes (incluso su nombre, mezcla de una palabra kechua y otra española, prueba que no es un original), habiendo sido adosada a una de las estructuras de habitación, con cuyo muro lateral no mantiene continuidad estructural; esto abona a favor de la hipótesis de que esta piedra no se encuentra en su lugar primigenio, habiendo evidentemente sido colocada hace pocos años sobre una base preexistente, como lo muestra una fotografía del 2001.
|
||||
Fig. 28: C-P01 (petroglifos de la época colonial) |
Fig. 29: C-P02 y C-P03 |
|||
|
||||
Fig. 30: C-P04 |
Fig. 31: Fig. CP06 |
|||
|
||||
Fig. 32: C-P05 |
Fig. 33: C-P05 |
Fig. 34: Ubicación de los petroglifos y litograbados en el sector de los terraplenes
En la manufactura de los petroglifos se han utilizado dos técnicas marcadamente distintas: los grabados de la cumbre fueron ejecutados, en su mayoría, mediante el percutido profundo empleando alguna herramienta punzante que talló surcos con perfil en U y bordes irregulares; no se nota un trabajo adicional de pulido. Los surcos tienen una profundidad que varía desde unos pocos milímetros hasta 2 cm y un ancho de hasta 3 cm entre los bordes externos.
Los petroglifos de la parte baja del complejo arqueológico (sector B), por el contrario, corresponden a una percusión leve, que dio lugar a surcos superficiales. Esta observación la hizo también Giesecke (1912), al comparar los petroglifos de la cima con los grabados de una roca localizada en la falda del cerro (la misma que falta redescubrir). En el caso de la parte baja, en realidad, el percutido fue leve y se circunscribió a evacuar la delgada pátina de alteración de la roca, que apenas alcanza los dos a tres milímetros.
Código roca |
Soporte |
Motivos |
Técnica de ejecución |
|||||||||
Bloque |
Abrigo rocoso |
Piedra sin labrar |
Litograbado |
Geométricos-abstractos |
Figurativos |
Cúpula |
Percusión profunda |
Percusión superficial |
||||
Espiral |
Curvilíneas, |
Antropomorfo |
Zoomorfo |
Cruz |
||||||||
A-P01 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
x |
x |
|
A-P02 |
x |
|
|
|
x |
x |
|
|
|
x |
x |
|
A-P03 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
x |
x |
|
A-P04 |
x |
|
|
|
x |
x |
|
|
|
|
x |
|
A-P05 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
|
A-P06 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
|
A-P07 |
x |
|
|
|
x |
x |
|
|
|
x |
x |
|
A-P08 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
|
A-P09 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
|
A-P10 |
x |
|
|
|
x |
x |
|
|
|
x |
x |
|
A-P11 |
x |
|
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
A-P12 |
x |
|
|
|
x |
|
|
|
|
x |
x |
|
A-P13 |
x |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
x |
|
B-P01 |
x |
|
|
|
|
x |
|
|
|
x |
|
x |
B-P02 |
x |
|
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
B-P03 |
x |
|
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
B-P04 |
x |
|
|
|
|
|
|
|
|
x |
x |
|
B-P05 |
x |
|
|
|
|
x |
|
|
|
|
x |
|
B-P06 |
|
|
x |
|
|
|
|
|
|
x |
x |
|
B-P07 |
x |
|
|
|
|
|
|
x |
x |
|
|
x |
B-P08 |
|
x |
|
|
|
|
x |
x |
|
|
|
x |
C-P01 |
x |
|
|
|
|
|
|
|
x |
|
|
x |
C-P02 |
|
|
|
x |
|
x |
|
|
|
|
x |
|
C-P03 |
|
|
|
x |
|
x |
|
|
|
x |
x |
|
C-P04 |
|
|
|
x |
|
|
|
|
|
x |
|
x |
C-P05 |
x |
|
|
|
|
|
|
|
|
x |
x |
|
C-P06 |
|
|
|
x |
|
x |
|
|
|
x |
x |
|
La relativa dificultad de acceso a la parte alta del complejo arqueológico y el hecho de que los restos arqueológicos de la cumbre del Cruzmoqo no hayan sido aún excavados o restaurados ni, tampoco, incluidos en un circuito turístico, posiblemente han ayudado a conservar los petroglifos que, a primera vista, se encuentran prácticamente intactos, a pesar de los huaqueos. Solo en la roca A-P01 se observa el remarcado de las espirales mediante el rayado intencional de los surcos con una piedra. En la roca B-P08, encima de las andenerías, se encuentran varios graffiti hechos cerca de los grabados, imitando el motivo central (lagartija) y agregando nombres.
Sin embargo, un examen más minucioso de los bloques rocosos muestra las agresiones que han sufrido algunos de ellos, probablemente por acción de los huaqueros o tal vez, si fue antes, incluso de los extirpadores de idolatrías. Consignamos brevemente los atentados de origen antrópico más notorios:
Bloque A-P01: presenta una muesca de cincelado (o de barreta o de un antiguo barreno de mano) en la parte inferior, cerca de la segunda espiral, que ha agrietado el bloque; se notan al menos tres fisuras bien definidas que parten radialmente desde la muesca. En la parte superior izquierda (fig. 16) se observa una hendidura que denuncia el desgajamiento por martilleo de un pedazo de piedra. Ambos accidentes no representan una amenaza para la integridad de los petroglifos, aunque, a largo plazo, contribuirán a su degradación por intemperismo.
Bloque A-P06: la naturaleza de sus bordes laterales poco desgastados (en contraste con los bordes algo más redondeados de la parte superior) y el despedazamiento podrían indicar el uso de algún explosivo de baja potencia (tal vez sólo pólvora). En dos de los pedazos ubicados a la derecha y arriba de la espiral hay evidencia de martilleo.
Bloque A-P07: pudo haber sido partido con dinamita u otro compuesto explosivo; sin embargo, no descartamos la posibilidad de que haya sido sometido a la hasta ahora desconocida técnica de corte de rocas aplicada por los incas y sus antecesores, pues el tipo de corte tiene cierta similitud con los bloques que se ven en la cantera de Killarumiyoq (Ancahuasi, Anta). La piedra está partida en dos (ya aparece así en el dibujo de Bües), con el bloque inferior ligeramente desplazado. Los bordes netos de la rotura no permiten suponer el uso de cinceles o similares.
Bloque A-P012: aquí se nota una intervención relativamente reciente en el hueco aparentemente natural ubicado en el extremo sur-oriental del bloque. La cavidad natural (o quizás una cúpula) ha sido re-excavada, ensanchada y, sobre todo, profundizada. Al parecer, el ensanchamiento tuvo lugar antes de la profundización; esto se prueba fácilmente con los dos niveles de alteración que se observan en el corte del hueco; más oscuro y con líquenes en la oquedad inicial, y más clara y de apariencia fresca en profundidad. La alteración, al igual que en el bloquen A-P07, es del tipo oxidación.
Bloque B-P01: que a todas luces estaba siendo canteado para convertirlo en un bloque de construcción. La parte superior ha desaparecido y el panel de los petroglifos podría separarse, puesto que una grieta de origen artificial (con claras huellas de cincelado) lo separa del pedazo mayor.
En términos generales, la mayoría de petroglifos de la cumbre de Cruzmoqo están bastante erosionados y desgastados por acción eólica, intemperismo, disgregación térmica (tanto por insolación como por incendios), por el desarrollo de líquenes y algo de tránsito. No descartamos que, en el pasado, antes de que se desarrolle la costra de alteración química-mineralógica, los ciclos de congelación-descongelación hayan afectado la superficie de los petroglifos; eso explicaría parte del desgaste irregular de los ejemplares. En las superficies granuladas que se ven en los bloques más intemperizados puede seguir actuando la escarcha sub-superficial, es decir el congelamiento de roció o de la película hídrica que se esconde en los intersticios y raíces de líquenes y musgos.
En dos de las rocas grabadas en el sector B se observa el crecimiento de líquenes que cubren parcialmente los surcos delgados de los petroglifos y algunas cúpulas de la roca B-P04, pero su estado de conservación es relativamente mejor que los del sector A, debido, quizá, a que se encuentran a menor altitud y hay menor efecto de las heladas y la humedad.
Los ejemplares situados cerca a la cantera (como se indicó, el bloque mayor fue removido y, muy probablemente, dinamitado), están expuestos, en cierta medida, al efecto de derrumbes potenciales, que también podrían afectar a parte del camino inca. En cualquier caso, se recomienda que dicha cantera sea mejor manejada.
El hecho de que, tanto en la cumbre de Cruzmoqo como en el resto del complejo arqueológico, se hayan encontrado vestigios de varias culturas precolombinas y la ausencia de restos arqueológicos directamente asociados con los petroglifos, hace difícil cualquier intento de asignación cultural o fechado relativo. Nos inclinamos a pensar que, al hallarse todas dentro del perímetro de la muralla defensora, las rocas grabadas deben ser contemporáneas o posteriores a su construcción. Aún no existe claridad sobre la antigüedad de la muralla, pero es posible que date del Período Intermedio, época Huari o Período Intermedio Tardío. A manera de hipótesis asignamos a los grabados superficiales y piedras con cúpulas de la ladera sur y parte baja del cerro una cronología más reciente, posiblemente inca, por encontrarse sobre o al costado del camino que lleva a la cumbre. La producción de petroglifos, con la misma técnica de picoteo superficial, fue continuada durante la época colonial, como lo testimonian dos rocas con grabados: B-P08 en el subsector de la cantera, cerca del camino a la cumbre, y que contiene figuras cruciformes asociadas a motivos zoomorfos y geométricos, y C-P01, en el penúltimo andén, encima de la “Fuente de la Ñusta”, con su hilera de cruces latinas.
La ubicación de las rocas grabadas en la misma cumbre del cerro Cruzmoqo, con vista a los Apus Pachatusan y Ausangate (incluso parte del Huanacauri), no deja duda sobre la función ritual y ceremonial de los petroglifos de este sector. Lo mismo vale para la piedra con cúpulas en el camino antiguo a la cumbre, ante la que se rendía quizás culto al Apu Cruzmoqo u a otros Apus de la zona. Es menos clara la funcionalidad de los grabados que representan animales, como la figura reptiloide (B-P08) y los cuadrúpedos de B-P07, que parecen ser camélidos.
Por la presencia de motivos serpentiformes encerrados por un rectángulo y del pequeño saurio grabado de manera visible en la cara delantera del afloramiento rocoso encima del sector de los grandes andenes, suponemos que podría tratarse de una huaca dedicada al culto de estos animales sagrados, de los cuales el cronista Álvarez dice en su carta a Felipe II: “Adoran asimismo las lagartijas, lagartos y culebras y víboras [ y] mariposas; y de todos estos animalejos tenían figuras hechas, y las tienen pintadas en los vasos en que beben, y las labran en las ropas que visten...” (Álvarez, 1998: 80).
Notas
1. Artículo publicado en la Revista del Museo de Arqueología, Antropología e Historia. Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales, Nº 10, 2007
2. Nombre oficial de la quebrada, según Carta IGN. Las quebradas, a medida que bajan, toman distintos nombres: Achupallapampa, Pilpintuyoq, Qoyawarkuna, Tukollachana y Municipalhuayqo.
3. Cabe señalar que la descripción que Angles hace del parque arqueológico, aun cuando se refiere a Cruzmoqo, no indica nada sobre los petroglifos.
4. A. Giesecke relata que el propósito del viaje era enseñar a Hiram Bingham las ruinas de Tipón. Bingham lo acompañó hasta la zona de los terraplenes, donde se quedó con un colega suyo recolectando fragmentos de cerámica y tomando fotografías, mientras Giesecke y Aguilar subieron a la cima del cerro. Bingham publicó las fotografías de Tipón en “National Geographic Magazine” edición del año 1915.
5. Este autor (citando a Garcilaso) también se refiere a las dos pinturas de cóndores y que Pachakuteq habría ordenado hacer en unos peñascos, para conmemorar su victoria sobre los Chankas, señalando que se ubicaban en el cercano paraje de Angostura. En realidad, entre otras confusiones, tales cóndores, estuvieron ubicados más lejos, a más de quince kilómetros, hacia el noroeste de la ciudad del Cusco, en el cerro Senqa. Todo esto es consecuencia de la ya mencionada confusión iniciada por Garcilaso acerca de las historias de Yahuar Huacac y Huiraqocha, atribuyendo al primero la fuga cuando llegaba la invasión chanka, cuando en realidad se trataría de Huiraqocha.. Esto no descarta que Tipón haya sido residencia de Yahuar Huacac.
¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo citar este artículo:
Hostnig, Rainer y Carreño Collatupa, Raúl. Petroglifos y litograbados de
Cruzmoqo, Tipón, Cusco. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/cruzmoqo.html
2008
BIBLIOGRAFÍA
ALVAREZ, Bartolomé (1998). De las Costumbres y Conversión de los Indios del Perú. Memorial a Felipe3 II (1588). Edición María del Carmen Martín Rubio et al. Ediciones Polifemo, Madrid.
ANGLES VARGAS, Víctor (1988). Historia del Cusco Incaico. Tomo II, 612 pp., INDUSTRIALgráfica, Lima.
ANGLES VARGAS, Víctor (1993). Los Dieciocho Incas. 363 pp., Edit. UNSAAC, Cusco.
BARRIALES, Joaquín O.P. (1982). Petroglifos en la cuenca del Alto y Bajo Urubamba. En: Revista Antisuyo, 2: 51-54.
CONDORI VELÁSQUEZ, Wilbert; SANTISTEBAN ORDÓÑEZ, Odales (1997). Jerarquización y Aprovechamiento Turístico de Tipón. Tesis para optar al título profesional de Licenciado en Turismo. UNSAAC, Facultad de Ciencias Administrativas y Turismo. Cusco.
(Pág. 80: menciona petroglifos de Cruzmoqo; Ficha Técnica 10: foto de roca grabada de Cruzmoqo)
CUMPA PALACIOS, Claudio (1999). Delimitación del Parque Arqueológico Tipón. INC. Dirección de Identificación y Registro, Cusco
CHAVEZ, Clarisa (1993). Secuencia ocupacional en el complejo arqueológico inka de Tipón. Tesis para optar al Grado Académico de Licenciado en Arqueología. UNSAAC
ESCANDELL-TUR, Neus (1997). Producción y comercio de tejidos coloniales; los obrajes y chorrillos del Cusco, 1670-1820. 492 pp. CBC, Cusco.
ESPINOZA SORIANO, Waldemar (1974). El hábitat de la etnia Pinagua, siglos XV y XVI. En: Revista del Museo Nacional. Tomo XL, pp. 157 - 220, Lima.
GARCIA ROSELL, César (1966). Diccionario Arqueológico del Perú. Centro de Estudios Históricos Militares, Sociedad Geográfica de Lima y Sociedad Peruana de Espeleología. p. 348, Lima.
GARCILASO DE LA VEGA, Inca ([1609] 1973). Comentarios Reales de los Incas, tomo II, 199 pp. Edit. Universo, Lima.
GIESECKE, Alberto (1912). Tipón. Una visita a una ruina antigua cerca del Cusco. En: Revista Universitaria del Cusco, año 1, Nº 2: pp. 46-49, Cusco.
HOSTNIG, Rainer (2003). Arte Rupestre del Perú. Inventario Nacional. CONCYTEC, Lima
IWAMOTO, Hiroshi, (1998), dibujos inéditos. Archivo SIARB, La Paz
LOPEZ VELÁSQUEZ, Ramón y Jaime GUARDAPUCLLA ARAGON (1998). Proyecto de Tesis: Investigaciones arqueológicas en los sectores de Cruzmoqo e Intihuatana (Tipón). UNSAAC, Facultad de Ciencias Sociales, Carrera Profesional de Arqueología, Cusco
PARDO, Luis A. (1957). Ruinas Precolombinas del Cusco (Monografías Arqueológicas). Casa Editora “Cusco Imperial”, Cusco.
PARDO, Luis A. (1957). Historia y Arqueología de Cusco. Tomo II, 308 pp. Imprenta Colegio Militar Leoncio Prado, Callao.
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María (1969-70). Los Ayamarcas. En: Revista del Museo Nacional. Tomo XXXVI, pp. 58-101, Lima.
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María (2004). Incas. Enciclopedia temática del Perú, vol I. El Comercio-Orbis Ventures; 191 pp., Lima.
TOMAYCONZA VALENZUELA, Luis (1991). Informe preliminar del sitio arqueológico de Tipón - Valle de Oropesa, Cusco. Presentado para optar el Grado Académico de Bachiller en Antropología. UNSAAC
VARGAS P., Ernesto (1999). Tipón. The Water Sanctuary of the Inkas. Cusco.